El teísmo falso es una causa de delitos porque quienes adhieren a alguno de ellos, y se consideran a sí mismos como adeptos obedientes, pueden justificar sus crímenes en nombre de los dioses, a los que a veces tienen como principios superiores a la ley establecida, e incluso por suponer que sus víctimas no merecen un trato justo por ser infieles a lo que consideran como la creencia verdadera, o por comportarse de una forma indebida para sus cánones. En el ateísmo esto se da con las ideas equivocadas y con las insuficientes, lo mismo que ocurriría con un teísmo de etimología cierta, ya que resolver bien la definición del teísmo no garantiza la veracidad de los planteos conexos ni la honradez de su implementación.