Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 31 de marzo de 2022

Sobre la infra y la superestructura

 La infraestructura es más importante que la superestructura, porque la economía involucra más propiedades que la política y la religión, ya que hay más gente en casas y empresas privadas que en sedes de gobierno e institutos clericales, así como las primeras suman más bienes tangibles que las segundas, pero ambas tienen que funcionar bien para que la sociedad funcione bien, lo que depende de la veracidad con que se asuma la realidad y de su práctica posterior.

miércoles, 30 de marzo de 2022

El Capital tiene mal puesta la autoría

 Se dice que El capital es de Carlos Marx, pero este Marx escribió un montón de fragmentos, en hojas cubiertas de ceniza y después guardadas en folios, piezas tiradas y sueltas, más tarde ordenadas de forma desprolija, como se describe a lo posmoderno, que es bastante asalariado porque el proletariado es la mayoría del pueblo, incluyendo en él al lumpenaje por sus ingresos de indigencia, que llevan a una vida de quiebre, mayor que el de las demás clases, hasta la alta, que es la que más intensamente proclama la entereza, sin tampoco conseguirla porque la sociedad carece de la razón necesaria para ordenarse como ella demanda. Fue su amigo Federico Engels quien juntó las notas desperdigadas, algunas escritas sin título, a lo loco, en un único libro, para lo cual las manejó de acuerdo a su juicio y desde una posición social privilegiada, creadora de un libro de autoría en falta, por haber sido terminada no por su escritor sino por quien la organizara en un texto largo, de acuerdo al cánon clásico más imperante. Es un libro con grandes aciertos e insuficiencias, por lo que hay que rehacerle bien la idea. Lo fragmentario no es sólo posmoderno, así como lo moderno a veces es mal midiente, ya que no toda mesura es buena, dependiendo de la veracidad de su cosmovisión, que encima es abierta, porque las concepciones integrales son abiertas e interactúan, en ocasiones para mal, lo cual enferma desde a sus adeptos hasta a sus adversarios, porque la existencia es conjunta, pero a la inversa también pasa. Hay fragmentarismo moderno, así como el arte de cabaret y de circo es anterior a la última década de los ´60. Es un libro cuyo cuerpo central fue trabajado por ambos. La estética posmoderna surgió como reacción a la mala medida moderna, pero no dejó del todo de medir, ni hizo siempre bien la desmesura. El estilo de vida de ellos no fue ejemplar, por lo excesivo de su apropiación, que no se puede univerzalizar porque para hacerlo toda la humanidad tendría que ser de la clase plusvalorizada, así que en eso no hay que seguirles, pero a otras cosas las hicieron bien, y su propiedad fue social, es decir, que ellos no eligieron con buena libertad cómo usarla, sino que su tenencia fue condicionada socialmente, con su participación subordinada. Dentro de todo, no lo hicieron tan mal.

lunes, 7 de marzo de 2022

Sobre el fetichismo de la mercancía

 Cuando Marx describió al fetichismo de la mercancía lo definió como la puesta de algo que el producto no tiene en sí mismo, porque el precio en moneda que se le pone a los bienes transables no está en los bienes mismos, sino en la forma en que se les intercambia. El fetichismo es una forma de la falsedad, porque en los objetos de culto que lo empezaron se representaba a dioses después tomados por falsos, y con razón verdadera, aunque insuficiente por no criticar bien a los dioses propios, que entonces persisten como cuestiones que influyen en la historia humana y en su apropiación. Entonces, por un lado hay una primera falta, que es la de ponerle valor en moneda a los bienes, que sería mejor que se les intercambiara sin monedas, mediante un pago comunitario, con buenas acciones de reciprocidad social, pero, además de eso, está la cuestión de que los precios a veces son demasiado altos, y entonces se le agrega una falta a la original. El precio se define por el trabajo que requieren los bienes, pero no sólo por eso, porque, por un lado, el trabajo inútil casi que no crea precio, lo crea pocas veces, ya que, como las cosas que causa casi nunca sirven, casi nadie quiere pagar por ellas, y además porque una parte del precio de los bienes se debe a la ambición ganancial desmedida de quienes les venden, lo que implica un trabajo, de voluntad de lucro sin buena razón, al que se piensa poco como trabajo: se lo piensa sobre todo como una ambición a la que no se toma como elaborante. Esta explicación es complementaria de la teoría del plusvalor, que en verdad es compatible, de cierto modo, con la de la oferta y la demanda, porque el precio de los bienes depende tanto de sus costos de producción como de sus condiciones de venta, en tanto que el comercio es una tarea posterior a la fabricación, que tiene particularidades que inciden en el precio final, no obstante ambos sean obras: en esa disyuntiva hay una falta etimológica doble, porque tanto la fabricación es comercial como el comercio operativo. También pasa que a algunos malos trabajos se los paga muy caros, porque se los juzga mal, estimándoselos mucho.por creer que son muy buenos sin que lo sean, lo que termina en el fracaso. El trabajo incorporado de los bienes no se acota al de su fabricación, sino que también se les obra el traslado, la conservación y la venta, además de sus actividades anteriores, las agrícolas y mineras, que conllevan transporte y almacenamiento, como todas contables y legales, y, después de vendérselos, se les mueve de nuevo antes de su consumo, pero esta tarea no crea precio en moneda, o lo crea casi nada, y es de aprecio no remunerado, al que el comercio tiene menos. Con los bienes intangibles, como los de los servicios de salud y educación privada, ocurre parecido, y con los públicos también, pero el pago se da mediante los impuestos. Otro tema es que los llamados "bienes" no siempre son tales, porque a veces hacen mal. En ocasiones se lo reconoce, y entonces su venta merma, reduciendo su creación, a veces hasta anularla, pero en otras no se los advierte como dañinos, y entonces persiste su aprecio financiero.

 El aprecio a los bienes es anterior a su expresión en moneda, por lo que es su precursor. La creencia influye en el precio, por un lado porque los vendedores le ponen a lo que ofrecen el precio que creen que les conviene, que suele ser superior a su costo y que tiene que incluir una ganancia de subsistencia, cuando no conlleva una mayor, que se da en distintas magnitudes, de pequeña a grande según cómo sea el interés de captura de cada quién, y por otro porque los compradores creen que el producto les sirve, muchas veces con buena razón, y que tiene un precio razonable, aunque no siempre, y esto es influido por otros temas, como su situación financiera al momento de comprar.

 La teoría del plusvalor admite a la de la oferta y la demanda también adentro de la fábrica, porque a los salarios se los negocia de acuerdo a, aparte de las necesidades vitales, la oferta y demanda que haya de puestos de trabajo y obreros, en una negociación que es influida por su exterior, o sea, que tanto las cuestiones internas de las fábricas como las externas determinan la venta y la compra de la fuerza de trabajo, lo mismo que pasa en los otros rubros del trabajo remunerado. Entonces, los actos humanos de afuera de las empresas importan para sus pagos internos, así como a la inversa, que son los de la historia humana, con la política, la religión y los otros tipos de actividades humanas. Algunos se clasifican por la clase de edificio en que transcurren -sedes de gobierno, iglesias, empresas y casas-, y otros son en lugares no techados. También los hay en recámaras móviles, como los medios de transporte.