Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Una reflexión a partir del nombre de la URSS y de Heidegger

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fue un proyecto, no llegó a concretarse como tal, sino que llegó a ser un conjunto de naciones cristianas ortodoxas, con un gobierno de ideología socialista, mal planteada, que derrocó al zarismo luego de que éste fuera diezmado por la Primera Guerra Mundial, y que además de perseguir a la disidencia implementó un capitalismo de estado, ya que hizo una acumulación de capital abstracto centralizada en el estado soviético. Las naciones soviéticas no querían el socialismo. Ni siquiera entendían lo que es en su versión escrita. Estaban inmersas en creencias teológicas monárquicas y renacentistas, pero querían sacarse de encima al absolutismo del imperio zarista. Las cuestiones socialistas científicas eran poco conocidas por el campesinado, poco dado a la ciencia letrada, porque los campesinos apenas sabían leer, aunque hicieron el socialismo oral, del que deriva el socialismo científico escriturario. La socialización de los medios de producción fue una consigna anarquista a la que los siervos de la gleba no entendían muy bien, ya que estaban cavilando razonamientos religiosos, de si se les iba a ir el alma al cielo, o qué es el bien, pero en términos de lo que escucharon en los sermones, que hizo a lo que ellos entendían como sentido de la vida, a la vez que lo cuestionaban, pero poco, no lo suficiente: todavía las que fueron las naciones soviéticas son de índole religiosa, siguen siendo cristianos ortodoxos, aunque a la vez tienen expectativas de liberación, que hacen a la construcción del socialismo como objetivo a alcanzar. Habría que estudiar la historia de la iglesia ortodoxa en las repúblicas soviéticas para saber qué hizo durante el período de gobierno del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), y qué relación tuvo con su caída.

El PCUS implementó una política productivista, de desarrollo de los aspectos sociales tenidos en cuenta hoy por la ONU, medidos en los índices de desarrollo humano, lo que hizo entrar a las naciones soviéticas a la modernidad con esa mezcla entre la religión y la ciencia propia del renacentismo, que se prolonga a su fase capitalista, y sin sacarse de encima el lastre del gobierno superior, de la centralización del gobierno, que estaba atacado y psicótico por la puja interbloques con los países en que predominaba el capitalismo empresarial privado, el bloque estadounidense, con el que tenía una rivalidad conceptual y armamentista, y un enfrentamiento bélico mundial, la Guerra Fría. En esas circunstancias, no podía hacerse el socialismo en la URSS, pero el nombre del país lo prometía, por lo que sus habitantes esperaron que se cumpliera la promesa que les enseñaban en las escuelas mientras soportaban la explotación del modelo soviético y la confrontación intersistémica con las potencias de gobiernos píos. De allí que se decepcionaran. El socialismo adquirió el sentido de las palabras despreciadas, dejó de entusiasmar, y la mayoría de los soviéticos ni siquiera supo entonces que lo que vivían no era el socialismo sino un cristianismo con capitalismo de estado y un gobierno comunista que intentaba iniciar una transición al socialismo, interrumpida por la caída de la URSS y mal hecha, porque el PCUS no atendió a las razones de los disidentes, que tenían verdades legítimas que no fueron consideradas en el modelo de desarrollo, aparte de que ni las naciones estaban listas ni le fuera permitido por las potencias pías.

El proyecto socialista persiste, porque la humanidad tiene el deseo de vivir felizmente, y entra en crisis ante los factores que le estorban, que son humanos también; y persistirá, aunque no haya garantía de que se cumpla, ya que busca resolver los problemas históricos para hacer realidad el deseo humano bueno reprimido. Lo que pasa es que el socialismo puede contener malas ideas, que llevan a malas prácticas; no es una conceptualización perfecta porque responde violentamente a la violencia dominante. Aunque aparente ser una pálida decirlo, no lo llegaremos a ver cumplido, y tal vez no sea nunca, ya que depende de la práctica humana, que responde a concepciones falsas a las que muchos humanos se aferran neciamente en gran medida. No quieren dejar de ser religiosos, ni terminar al capital, por lo que es previsible una crisis prolongada, crisis durante la que desplegaremos nuestra lucha los socialistas, que somos jugadores, o sea, gays, humanos que pretendemos mejorar para que se puedan cumplir nuestros deseos naturales, que queremos ordenar a la práctica humana para que se pueda disfrutar la vida, o sea, relacionarse afectivamente, sin lograrlo lo que queremos y haciéndolo lo que nos sale, cosa que no quita que haya que criticarnos y corregirnos, ya que no siempre jodemos bien: a veces, con estrategias políticas militaristas, y escolares, dejamos de hacerlo, o lo hacemos contrariadamente, lo que no es motivo de condena pero tiene que ser juzgado, ya que eso implicaría su desarme, y la joda no es lo único que debemos hacer. Este punto, el de la relación entre el juego y la política, es precisable.

Es que la historia humana es muy desastrosa, y desde hace mucho tiempo, desde su inicio, y desde que la civilización incrementó sus poderes ostensiblemente por las técnicas, aumentando el de su brutalidad, lo que es muy nocivo en esta época de barbarie. La técnica es un problema enorme, de los más grandes de la filosofía, pero no es el único, y hay que abordarlo desde el cientificismo, pero a su vez el cientificismo tiene que ser fácil, no recargado de sobra como lo es hoy en día, y social. Lo de Heidegger fue una metafísica de la técnica, o sea, su comprensión poética, mitológica y deshistorizante. No se puede solucionar los problemas aparejados por la técnica desde el planteo de Heidegger porque él llegó a nombrar el tema de estudio pero mal, y no avanzó en sus características históricas, ni en una crítica a las concepciones humanas teístas, menos aún al desarrollismo, según el cual el despliegue de la técnica pía capitalista continúa. Es que la teoría heideggeriana era falsa, era una teoría, una diosería, de un esencialismo piero, como un verso para seducir a las señoritas, reacio a confrontar a su entorno para quedar bien con él, mientras que a los proscritos los mataban en los campos de concentración. Mientras el nazismo y el estalinismo se desplegaban Heidegger estaba hablando del develamiento del ser en la filosofía griega, y ni siquiera lo escribió en términos fácilmente comprensibles, y cargó las culpas en la llamada “tecné provocante”, a la que ni siquiera definió claramente como para que se la pudiera comparar con las técnicas que la humanidad efectivamente empleaba en ese entonces, eso aparte de haber hecho listas negras cuando fue rector de la Universidad de Friburgo. Mucha de la gente que lee a Heidegger no lo entiende, porque es enigmático, y mientras tanto hay un montón de problemas concretos, de la historia contemporánea, a los que no responden. Es que los nazis y los estalinistas, y siempre cada quien cuando prioriza sus ideas malas por encima de los seres concretos que están a su alrededor, pretenden someterlos a sus designios, porque les importa más la concreción de sus ideas que los seres a su alrededor, de lo que hacen daño. La prioridad para guiar la práctica tiene que ser el bienestar de los seres vivos, relativamente hablando, lo que tampoco puede ser en el capitalismo, porque éste los subsume a sus objetivos acumulativos. En el orden capitalista también prima una idea mala, derivada del idealismo teísta, que causa una compulsión empresarial. Es la concepción abstracta fideísta, que es purista y fina de fineza mala, que impone una forma interpretativa de la realidad que se prioriza a sí misma en vez que a los objetos de los que predica. No hace a su idea de la realidad importante, sino de la mezcla entre la religión y la concepción capitalista, y busca transformar a la realidad de acuerdo a su idea, pero, como es mala, el mundo objetivo no le responde como desea, y mientras tanto molesta. Para que la transformación de la realidad según nuestras ideas sea buena la realidad tiene que ser comprendida bien por la humanidad, y hacerse la transformación consensuadamente.

El socialismo científico es la formulación política del proyecto socrático, que, al distinguir la creencia del saber, asentó al materialismo porque para saber hay que atender a los hechos concretos objetivos, lo que, trasladado a la política, lleva al proyecto socialista. De allí que los seguidores de Sócrates tiendan al materialismo, y es probable que éste haya sido retomado por Sócrates de los esclavos griegos, que estuvieron atentos a la resolución de los problemas de la vida concreta, porque eran sirvientes; no obstante lo cual hay desfiguraciones del materialismo hechas por la teología. Y también hay teísmo proletario, a la vez que materialismo propietario. Es la práctica de toda la humanidad la que tiene que ser acertada.


Notas

1. La vida y la obra de Heidegger requieren un análisis completo, no como en este boceto de quien apenas lo leyó, pero basta con saber que fue nazi para invalidarle la tesis. Los heideggerianos debieran ponerlo en cuestión hasta entender bien qué es lo que quizo decir, ya que lo siguen sin haberlo entendido. Me parece que no se lo puede entender, porque el mismo Heidegger se encargó de que su explicación sea críptica: tomaba conceptos a los que definía idealmente, con pocas referencias tangibles, y después les cambiaba el significado, y sin explicar bien lo que querían decir, lo que redunda en que al leerlo hay que estar infiriendo qué acepción utilizó para cada término importante en cada momento, lo que es imposible y torna imposible comprenderlo. Y si me equivoco y hay quienes lo hayan entendido bien, lo reconoceré cuando lo sepa.

2. Los populistas rusos también difundieron las ideas socialistas universitarias entre el campesinado, que a su vez hizo a esas ideas desde su saber común, entremezclado con elementos religiosos e imperiales que lo contrariaron.

3. En lo que también falló el nombre de la URSS fue en proclamar que se trataba de un estado soviético, ya que el poder de los consejos de obreros y campesinos les fue arrebatado por el PCUS. Las naciones de gobiernos píos también tienen falsedades en sus promesas, pero lo que prometen como razón de ser es la salvación del alma luego de la muerte, por lo que sus habitantes obedientes no pretenden que esa promesa les sea cumplida en vida, lo que, aunque hace a una expectativa falsa, no es desmentido por los muertos, que no pueden decir qué pasó con sus almas luego de haber fallecido. Obviamente, hay otras cuestiones a tener en cuenta: las económicas y demás. Lo que el materialismo histórico no reconoce lo suficiente todavía es que las fuerzas religiosas también son materiales. Aunque se basen en la espiritualidad, son concretas: tienen gente, edificios, libros y demás, igual que es concreta la espiritualidad. Los espíritus son imágenes psíquicas que dependen de la sinápsis neuronal, que a su vez se relaciona con el resto del cuerpo y con la sociedad.

Otra cuestión es que tampoco se trató de una unión de repúblicas, ya que al menos la nación rusa no era una república, sino un imperio absolutista, y no sé las demás naciones que compusieron a la URSS.

4. La caracterización de la URSS como un conjunto de estados naciones cristianos con capitalismo de estado debe ser reformulada, ya que requiere ser dilucidada mediante el estudio serio de su historia.

martes, 29 de diciembre de 2015

De la fenomenología y la nada

Apenas empecé a leer El ser y la nada, de Sartre, y lo dejé, porque es un libro rebuscado, pero recuerdo que Sartre empezó por preguntarse qué es el ser y se respondió que es lo que aparece, a partir de lo cual todo su razonamiento desvaría, ya que hay seres que no aparecen ante ningún observador, como los que están en galaxias lejanas, a los que olvidamos comúnmente, no obstante lo cual ellos son igual. Plantear que los seres se definen por su apariencia es lo que convierte a la ontología sartreana en una fenomenología, que termina por circunscribirse a la apariencia de los seres, en vez que a su esencia histórica. “Fenomenología”, etimológicamente, quiere decir “ciencia de la apariencia de las cosas”, ya que “logos” es “ciencia”, “fe” es “apariencia”, o “luz”, en el sentido de “el modo en que la cosa se ve”, y “noúmeno” es “cosa”.

La nada, por otra parte, es un concepto humano. No es algo que exista en la realidad exterior a nuestro pensamiento. Hasta los agujeros negros del universo son algo.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Fuego, fe y finanzas

La fe es asociada a la pureza y a la refinación porque viene del vocablo griego “phao”, que quiere decir “fuego”. Por eso esas alusiones que la ligan a lo inmaterial, a lo fantasioso, a las imágenes intocables. En el trabajo sobre la materia, el fuego representó la cúspide de una elaboración, que pasó por la búsqueda de madera y por su incineración, que proveyó de luz y de calor, aparte de permitir a la gente mantener alejados a los animales que querían comérselos por las noches.

De manera análoga, las finanzas son el aspecto más refinado de la economía, alto en el orden social, y basado en valores puros, abstractos. Que sea más refinado no quiere decir que sea bueno, nada más quiere decir que la sociedad se ordenó para trabajarlo con más dedicación, en un orden injusto. Por eso es que el mundo de las finanzas es el más fino, junto al del alto clero, porque tiene más trabajo forzoso incorporado, como esos edificios grandes, prolijos y relucientes. Los valores abstractos también son concretos, pero de una concretud diferente de la del valor de uso y de las cosas a las que representan. Al igual que las ideas, son la concreción de una abstracción, que transforma su materialidad sin dejar de ser material su producto final: se expresa en billetes, bonos, letras de cambio, saldos informáticos, etc., así como las ideas son imágenes mentales hechas de fantasía.

Contra el heroísmo

Un resabio de teísmo en el socialismo es el heroísmo, que es mitológico, por lo que tiene pretensiones exageradas para los hombres, que no podemos ser más que lo que somos, aunque nos quepa cierta superación.

¿Es posible una metafísica materialista?

Haré obvia mi ignorancia en materia de metafísica, ya que la conozco poco. En dichos de Atilio Boron me pareció ser sinónimo de especulación teológica, o idealista, pero en la busqueda que hice en el Google salió otra acepción que la define como una filosofía del ser. De ser así, es posible una metafísica materialista, además de que sería necesaria para superar a la metafísica heideggeriana, de la que sé poco, pero recuerdo que es poética, o alegórica, o sea, imprecisa, además del tema de su nazismo. Tendría que conocer mucho de su obra para criticarla definitivamente.

Los materialistas abordaron las cuestiones de la metafísica desde la ontología.

Para saber si es posible una metafísica materialista habría que saber qué es la metafísica en sí, etimológicamente, ya que se le pueden haber dado acepciones históricas incorrectas al significado que se le dió al ser creada. Y también habría que analizar si fue correcta la creación del término.


Conclusión

En tanto que la metafísica es la ciencia de lo que está más allá de la física, es falsa en sí, ya que más allá de la física no hay nada: sólo por la creencia en los dioses puede sostenerse que haya algo más allá de la física, aunque sea una proposición equivocada. Por eso es que el materialismo acierta al plantear la comprensión del mundo desde la ontología, que es el derivado de la metafísica una vez que se lo hubo depurado de sus acepciones religiosas.


Lecturas

Martin Heidegger, Introducción a la metafísica, Barcelona, Gedisa, 2003; ¿Qué es metafísica?, sin datos.


Anexo

De acuerdo a la definición de metafísica dada en Wikipedia, un editor de las obras de Aristóteles encontró en su colección de escritos, al lado de los de física, a los de su reflexión sobre los entes, por lo que los agrupó bajo el título de Metafísica para dar cuenta de que eran los que estaban al lado de los de física. Entonces, la metafísica aristotélica no se refiere totalmente a lo sobrenatural, sino a la ciencia sobre los entes, la ontología, aunque lo considerado suprahistórico tiene lugar en la ontología aristotélica, porque en De Anima Aristóteles aceptó la existencia de los dioses, y al intelecto activo lo concibió como la capacidad superior humana en tanto que equivalente el poder divino de dar forma a la materia a partir de sus ideas. La llamada metafísica tiene que ser denominada ontología porque esa palabra designa bien a aquello de lo que trata, pero la metafísica, en sí, no supone la creencia en entidades sobrenaturales, aunque sí lo hace en algunas de sus vertientes, en particular en las teológicas, que suponen que las esencias divinas son entes absolutos que se encarnan en los seres concretos, lo que es reprobable.

domingo, 27 de diciembre de 2015

De que la Coca-Cola también lleva a drogas duras

La Coca-Cola, igual que el mate, el té y el café, llevan a algunos a la cocaína y el paco porque tienen el mismo principio activo. Son versiones livianas de éstos.

La Coca-Cola es una infusión de hojas de coca y nuez moscada, también llamada “cola”, con jugo de limón, azúcar y gas. Sin el gas, tranquilamente se la podría hacer en las casas, como cualquier té, y según las distintas recetas, como la que es sin azúcar, o con jugo de limón maduro. Que la Coca-Cola es precursora del consumo de drogas duras da cuenta el hecho de que la cocaína es exitosa más en los países en que es exitosa la Coca-Cola; pero lo mismo pasa con el mate: aunque en la mayor parte de los casos esto no suceda, los cocainómanos y pacómanos suelen ser consumidores de bebidas de coca, mate, te y café. Y también se relacionan con los alcoholes. Lo que es preciso es un orden bueno en el consumo de las drogas embriagantes, que depende de su fabricación y que podría ser malo aún en un orden productivo desmercantilizado. Eso aparte de la atención a los adictos, que tiene que reconocer el lugar de la violencia histórica en las toxicopatías.


Lectura

Antonio Escohotado, Aprendiendo de las drogas, Anagrama, sin datos.

¿Hay una verdad?

Discernida la verdad de la creencia, en tanto que la verdad es una idea cierta de la cosa a la que se refiere y la creencia es una idea que es incierta porque no fue probada lo suficiente, hay que admitir que históricamente, en el pensar humano, las ideas se dan de manera confusa, mezclándose las verdades con las falsedades y las creencias en las interpretaciones de la realidad.

Lo que sí es cierto es que la realidad es una. Por más que haya diferentes interpretaciones de la realidad, lo que es, o sea, el ser, el conjunto de todos los hechos del mundo, es uno; y es múltiple: es una multiplicidad cambiante algunas de cuyas partes son aprehendidas intelectualmente por los seres vivos animales. Ahora bien, una cosa es que la realidad sea una y otra es que haya una verdad que la replique, ya que eso requeriría que la realidad haya sido comprendida bien y totalmente, lo que es imposible, pero, no obstante, la humanidad sí puede reconocer bien aquellos aspectos de la realidad que son importantes para que viva felizmente. Entonces, no hay una verdad absoluta, pero existe una verdad, o sea, el conjunto de verdades compuesto por aquellas que están en la mente de cada ser pensante, que se dan confundidas con las mentiras y las incertidumbres, y la compresión verdadera que la humanidad tiene de la realidad puede mejorarse o empeorar, según sea su desarrollo histórico y el de su conciencia.

Alguna vez podría haber una única verdad provisoria y humana, es decir, la compresión verdadera y compartida por los humanos de aquellos aspectos de la realidad cognoscibles e importantes para la especie, pero ese saber sería histórico, o sea, que la verdad sería relativa, no sólo en el sentido de que no se entendería todo lo que es, sino también en el de que la humanidad comprendería bien su historia en general, pero, además, los humanos comprenderían en singular, y por grupos, sus particularidades, por lo que el saber seguiría siendo relativo aunque fuera científico en general, y estaría atento a contrastar sus ideas con los hechos concretos, lo que no siempre pasa con el relativismo actual.

Eso de que “la única verdad es la realidad”, que dijo Juan Domingo Perón, no es cierto. La realidad es la realidad, y la verdad es el conjunto de ideas que la comprenden bien, conjunto que no reconoce a toda la realidad y que no es tenido por nadie, sino que está disperso en las mentes de cada pensante. Lo que sí es cierto, y que es la intención de la frase, es que la verdad tiene que dar cuenta de la realidad de buena manera. Y las mentes son cerebrales, o sea, que la comprensión de la realidad es un hecho histórico efectuado por organismos biológicos, que luego actuaron algo según ella. De allí que la comprensión adecuada de la realidad sea necesaria para el ser humano. Por eso es que la filosofía debe ser verdadera del todo, entendido a ese todo relativamente, lo mismo que al decir que la humanidad debe ser verdadera del todo, por lo que es inválida la aceptación de la religión y por lo que es un deber humano su determinación. Cuando digo que tiene que ser verdadera del todo no me refiero a que sepa absolutamente, sino a que haya reemplazado a la religión por el saber, y luego entender al mundo en base a los hechos concretos. A que la humanidad tenga una continencia y un orden discursivo que le permitan vivir según sus propios designios en una relación buena consigo misma y con su entorno.

De la refinación de la pasta

La fineza es la terminación de las obras. Las cosas finas son más elaboradas, lo que no quiere decir que sean buenas. Nada más quiere decir que requisieron más trabajo. Los fideos no existieron hasta que se inventara el cuchillo, o sea, hasta que se acható el metal a martillazos, y después fueran afiladas las vainas con otros metales y piedras, pero también hasta que algunos humanos se asentaron en ciudades: amasar pasta supone la agricultura y la carpintería, aparte de la arquitectura y la molienda. Fueron creados en la antigua China, de allí los fideos de arroz, a los que Marco Polo llevó a Italia; pero antes, se hicieron pastas que no requerían ser cortadas a cuchillo, como los ñoquis y los borí borí, derivados de las tortillas. También hay fideos hechos a mano: se desarma la masa y se aplasta a los pedazos enharinados con los dedos.

Los fideos, en tanto que pasta fina, más angosta que las anteriores, son de alto nivel de elaboración, aunque sean de consumo popular. Comparten con la fe el hecho de ser más terminados, más refinados. La fe, igual que la fineza, es más depurada que otras cosas. ¿El “fide”, de “fideo”, es por “fide”, el vocablo latino para hablar de la fe?

El trabajo también es una práctica cuestionable, y debe serlo porque hace a la historia humana y terráquea.

sábado, 26 de diciembre de 2015

De la idolatría a Perón, con una reflexión posterior

Lo mismo que Juan Manuel de Rosas y Eva Duarte, Perón es poco criticado por los peronistas. Seguro que hay muchos peronistas que lo critican, y para quienes decir esto sea injusto, pero tengo que decirlo, porque criticarlos puede no tener nada de malo y hasta es bueno aún, ya que sólo mediante la crítica, que es el análisis de sus vidas, se los puede reconocer. Si no se admite que Rosas fue un estanciero no le pueden reconocer la pena por haber estado relacionado con sus congéneres según ese rol social. Otro fue el de presidente. Pero además, al omitir discutir el latifundismo, se demora la socialización de la tierra, lo que contraría incluso a los terratenientes de hoy, sean capitalistas o no. Y a esto no lo digo en su defensa, sino para que se los comprenda, ya que no veo otro modo de guiar la práctica política que no se base en la comprensión y la admisión de la realidad.

Lo mismo vale para Eva Duarte: criticarla no es para agredirla, sino para que se la reconozca, y así se la juzgue bien. Es preciso criticarlos para no hacerles un personalismo, que es una idolatría, lo que tiene fanatismo, lo que vale igual para Lenin o quien fuere.

Pasa así también con el hecho de que los tres hayan sido presidenciales, ya que ese rol político los superpuso por encima de casi todos sus contemporáneos. Desde un punto de vista igualitarista, eso tiene que ser reconocido también, como debe serlo la manera en que ellos vivieron su separación respecto del común de la gente, por haber sido dirigentes, con sus buenos y sus malos aspectos.

sábado, 19 de diciembre de 2015

Una idea rara de expresar

Dado por supuesto que los capitalistas suelen creer en la idea de que la gente, según se comporte, es cornuda o divina, concluyo que, al haber sido sometidos, relativamente, por los populistas, deben haber tenido la fanstasía, delirante pero histórica, de ser más cornudos que los proletarios, ya que el prejuicio católico postula que el proletariado, cuando es descontrolado y pecador, es bastante cornudo, y más cornudos deben serlo quienes se someten a él. Es un delirio, por supuesto, pero seguro que han de haber razonado así.

En base a semejantes razonamientos no pueden darse prácticas políticas ni económicas buenas, o sea, que ese dislate agregó más violencia a la existente.

Detalle de hortensia rosa en vidrio esmerilado

En día nublado.


En día soleado.


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Del abuso capitalista a los estados

Los capitalistas a veces plantean que las empresas privadas tienen el mérito de sostenerse por sí mismas, a diferencia de las iniciativas populares, que requieren ayuda de los estados, a los que parasitan. Hasta ese punto llega su descaro y su impunidad para decir cualquier cosa. El capital siempre absorbió recursos de los estados, porque los estados disponen la provisión de mano de obra calificada mediante la educación y la salud, de fuerzas armadas que reprimen la protesta y de distintos subsidios, como lo son la construcción de infraestructura, la reducción de impuestos a cambio de fundaciones caritativas, el rescate ante las quiebras y muchas cosas más, como la organización del circuito comercial y la omisión de la persecusión a sus delitos.

El capital no sólo requiere de los estados para mantenerse, sino también de la solidaridad social, ya que los trabajadores en ocasiones soportan abusos para no ser antipáticos, ya que entienden la función social de sus tareas, pero eso no quita que los capitalistas son abusados también.

martes, 15 de diciembre de 2015

De la naturalización de la familia judeocristiana en el psicoanálisis

Esta idea que sigue me suena cuestionable, 
pero igual la publico,
ya que si me equivoco otros me corregirán.
ElJua Nete

Un error que tiene el psicoanálisis es que basa sus ideas en el modelo familiar judeocristiano, como si todos los seres humanos occidentalizados nos formáramos en familias tipo que funcionaran normalmente, según la norma pía capitalista vigente, de lo que se derivarían los conflictos primarios que hacen a nuestra maduración psicológica y los conflictos secundarios derivados del incumplimiento de esa normalidad imposible de alcanzar: otra vez esa lógica equivalente a la idea de que vivimos en deuda porque nacimos pecaminosamente. No obstante, aquél planteo no es del todo incorrecto, ya que existe un modelo familiar judeocristiano, en el que está el padre, la madre, los hijos, los hermanos, los primos, tíos, abuelas, nietos, suegras, cuñados, nueras y demás, con todos sus rituales de relacionamiento, como los bautismos, confirmaciones, casamientos, cumpleaños, navidades, fiestas de egresos, aniversarios, etc. Es un modelo familiar histórico al que se ha naturalizado y que impide la crianza comunal, aparte de dificultar la solidaridad social, ya que la gente muchas veces no se siente responsable de lo que le pasa a quienes son externos a sus familias, por no considerarlos familiares, y de forzar a las personas a comportarse según sus pautas, ya que las personas están sujetas a la ley, que a su vez lo presupone. Y además, ese modelo familiar, se adaptó al capitalismo ˗o se hizo conforme con él, ya que ambos se dan en un proceso de influencia recíproca y con los otros factores determinantes de la historia humana˗, con esa ética del esfuerzo individual, de la aceptación de las normas, de la superación de pruebas que implican la obsecuencia con las autoridades, etc. El problema que tiene ese planteo es que es tipológico, o sea, que por una parte naturaliza a ese modelo familiar, y por otra no reconoce bien a los factores históricos exteriores al modelo que inciden en él, ni a su influencia en lo que le es externo. No obstante, hay explicaciones superadoras de este problema a las que no puedo citar porque no las conozco, pero sé de la existencia de la psicología social. ¿Cómo explicarían los psicoanalistas la formación psíquica de las personas huérfanas, por ejemplo, que no tuvieron padres a quienes matar simbólicamente? En esos momentos apelaron a razonamientos reprobables, por ser poco serios, como la figura del padre˗Estado en los orfelinatos. Además, eso de que los hijos quieren matar simbólicamente a sus padres para quedarse con sus madres es una afirmación cuestionable: Freud la retomó del mito de Edipo, que era una leyenda derivada de las creencias religiosas griegas.

Lo que le falta al psicoanálisis es indagar en el resto de la realidad concreta que hace a la historia humana, ya que toda la realidad tiene incidencia en nuestras psiquis y ya que hasta que no lo reconozcan no harán una psicología socialista, que debe ser porque el socialismo sanaría muchos traumas psicológicos, porque la humanidad se ordenaría según el saber verdadero, que reconocería muchas de las verdades de cada quien que hoy en día no son reconocidas porque la humanidad no acepta lo suficiente lo que no se condice con sus concepciones dominantes, ya que eso la llevaría a tener que admitir sus errores.

¿Porqué el capitalismo no es considerado una patología?

Es evidente que la psiquiatría y la psicología ordinarias son procapitalistas, ya que tienen una clasificación de enfermedades duramente severa para con las faltas a la moral dominante, mientras que a una compulsión tan evidente como la de acumular propiedades excesivas la consideran un hábito saludable.

¿Cuál es el banco más rolinga?

El Supervieille.

jueves, 10 de diciembre de 2015

De la multipolaridad geopolítica

Hay una tesis de la oposición al imperialismo estadounidense que sostiene a la multipolaridad, que señala que en la geopolítica aquél se completa con los imperialismos de Europa ˗con sus diferenciaciones internas en las que predominan Alemania, Gran Bretaña y Francia˗, y el bloque que reúne a los imperialismos ruso y chino con los imperialismos menores de la India y Brasil, en alianza con las potencias emergentes de Sudáfrica y Argentina. Por otra parte está Japón, aliado con los Estados Unidos mediante el Tratado Trans-Pacífico, al igual que con potencias menores como México, Perú y Chile. Este es un panorama bastante incompleto, al que le faltan África y Oceanía, y gran parte de Asia, y muchas cuestiones intrínsecas a las regiones mencionadas antes.

Esta multipolaridad es cierta, aunque a su tesis le falta distinguir sus jerarquizaciones internas. Tiene el anhelo de igualar al bloque estadounidense ˗que está aliado con la Unión Europea en el combate a la yihad y en negociaciones por un acuerdo de librecomercio˗, con el de los BRICS, lo que le hace perder objetividad, y es acrítico para con los imperialismos inferiores al estadounidense, lo que dificultará la convivencia amónica entre las naciones, ya que las potencias mayores dentro del espacio de los bloques mundiales subordinados al estadounidense también subyugan a sus potencias menores, lo que no es reconocido bien, aparte de ser capitalistas y demás cuestiones.

También cabe decir que el espacio de la UNASUR está en cuestión por el retroceso de los gobiernos progresistas en Argentina, Venezuela y Brasil, lo que repercute en el de los BRICS.

No obstante lo dicho antes, la lucha antimperialista tiene que hacerse con las fuerzas existentes, por lo que será preciso definir cómo debe ser la relación entre las naciones, sean imperiales o no.

En respuesta al planteo de algunos anarquistas sobre las prácticas de la izquierda partidaria en las asambleas bonaerenses de 2001 y 2002

Me referiré vagamente al tema porque no lo recuerdo con mucha precisión, pero recuerdo que Christian Ferrer, al igual que algunos anarquistas de la asamblea de Villa Urquiza, y tal vez otros de Unidos por el Río, tenían la idea de que las asambleas iniciadas en diciembre de 2001, luego de que De la Rúa declarara el estado de sitio, estaban compuestas por ciudadanos genuinos, de un lado, y, de otro, por militantes de la izquierda partidaria que fueron a ellas para cooptarlas o acumular militantes para sus filas. Hay que decir que esa crítica es cierta, en el sentido de que los partidos de izquierda fueron a reclutar militantes, y que sus militantes se alternaron en las intervenciones sin explicitar siempre de qué partidos provenían, bajando una línea partidaria que no era hecha explícita, y peleándose entre sí solapadamente, lo que fueron maniobras reprobables. Pero también vale señalar que los anarquistas también tenían una línea política implícita, que era la del asambleísmo horizontalista, apartidario y antipartidario, y que los restantes participantes de las asambleas también tenían sus ideas políticas, algunas peronistas, es decir, que esa imagen de unos ciudadanos inocentes, entre los que estaban los anarquistas, operados por militantes partidarios malintencionados, no fue exacta. Cada bando tiene sus razones y sus sinrazones. El problema es que no se puede concertar una práctica política conjunta entre ambos, y los terceros interesados, lo que dificulta que los socialistas obtengan espacios en los gobiernos, que es un requisito para socializarlos, y para implementar medidas sociales, y resistencias en común, hasta ese entonces. A los bandos les falta un balance para una práctica política complementaria, que es un requisito para lograr sus objetivos. De otro modo no lo conseguirán, porque los triunfos políticos requieren de alianzas mayoritarias.


Lectura

Christian Ferrer, “Reveses de Argentina”, en Artefacto. Pensamientos sobre la técnica, N° 5, Buenos Aires, sin datos.

Comentarios dispersos sobre Vigilar y Castigar

En Vigilar y castigar, de Michel Foucault, encontré algunos errores. El primero es que Foucault confundió a la verdad con la verosimilitud, es decir, que en su relativismo tomó por verdad a lo que los humanos consideraron que eran las verdades. Fueran las pretendidas verdades de los humanos piadosos, o aquellas solapadas de los “anormales”, para Foucault se trató de una confrontación entre verdades, cuando en realidad las así consideradas verdades eran nada más que las creencias de cada bando, creencias que contenían verdades a la vez que falsedades. Es que al relativismo le falta la confrontación científica de las ideas con la realidad: plantea la búsqueda de la verdad como en un debate retórico, de lo que escribió John Stuart Mill en Sobre la libertad, donde decía que para llegar a la verdad había que reconocer todas las opiniones relativas al tema de discusión, y concluirla tras haberlas analizado, aunque dándole menor importancia también se refería a la necesidad de dar lugar a la experiencia para alcanzarla. Aparte, Foucault, en algunos pasajes retomó a la idea de dios sin ponerla en discusión, lo que hizo partir sus razonamientos con una base falseada, que le impidió concluir en una crítica a la piedad. Más precisamente, en el libro hay una crítica intuitiva a la piedad, que no llega a formularse sistemáticamente, pero que atina a ello.

Tercer punto es que el alma no es sólo una construcción social, sino que es un rasgo de la naturaleza humana. Al igual que los demás seres vivos, los humanos nacemos con alma: es una característica nuestra que es biológica, a la vez que es modelable y modeladora de la sociedad. De allí la necesidad de que las almas sean sanas, lo que requiere de una comprensión social verdadera de la realidad.

En cuarto lugar, el poder no es sólo el poder dominante. En este libro, a diferencia de en sus elaboraciones posteriores de la microfísica del poder, Foucault identificó al poder como aquél de los dominadores, sin reconocer los poderes de los subalternos, el infrapoder, lo que tiene el perjuicio de causar que los dominados no reconozcan que ejercen poderes, lo que les dificulta la política.

Quinto, el libro tiene un problema con los tiempos verbales, que no fueron conjugados correctamente, lo que es un error bastante frecuente en la literatura.

Por último, muchas veces el autor recurrió al uso del término “economía”, así, entrecomillado, para referirse a la racionalidad. Es que no supo distinguir que la modernización que él describió para el sistema penal era un complemento de la racionalización operada por la clase capitalista. En ese sentido, la característica distintiva de la modernización fue la racionalidad pía burguesa, precursora de la capitalista, que no es una racionalidad verdadera del todo, aunque tuviera sus hallazgos científicos. Entender esto sirve para hacer una crítica superadora del iluminismo en vez que para descartarlo, lo que es degradante en ciertos aspectos, ya que el iluminismo contuvo algunas verdades que sirven a la humanidad.


Nota

La crítica al pietismo Foucault la retomó del marqués de Sade, que se equivocó en algunas cosas pero no en ser naturalista ni en criticar al pietismo. Hablo de escritores, porque la crítica oral es el basamento común de la escrita, pero sus rastros son comprobables por deducción, porque las que se hicieron ya no están: quedan sus vestigios nada más.

Crítica a la escritura

Lo malo de la escritura es que, al conocerse según los escritos, se privilegia a los saberes expresados en ellos, en desmedro de los saberes simples, lo que, por un lado, nos dificulta reconocer la historia de las naciones no escriturarias, y por otro nos hace proclives a estar ante los escritos, en vez que con otros seres con quienes querríamos estar, y de otras maneras que leyendo, como bailar. Los saberes simples son los expresados mediante la voz, como los hablados, y además está el problema de que el intelectualismo gráfico podría ser hecho de buena manera, lo que no es siempre así. Este análisis no es para que se deje de escribir, aunque esa sea una posibilidad: apunta a que se reordene la escritura, y en particular las tecnologías con que se escribe, por sus males.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Sobre la idea del fin de ciclo de los gobiernos progresistas latinoamericanos

Desde la crisis del gobierno brasilero, iniciada con la merma electoral del PT en las elecciones que por poco margen ganó Dilma Rousseff, y luego completada por la pérdida de la presidencia del FpV en Argentina y la posible derrota del PSUV en las legislativas del próximo 6 de diciembre, tomó fuerza la idea, que ya existía desde antes, de que el ciclo de los gobiernos progresistas latinoamericanos está llegando a su fin. Al respecto cabe decir que, si bien puede que eso sea posible, es aventurado señalarlo, ya que los factores y relaciones a tener en cuenta son muchos y cambiantes. Parece una idea basada en una mezcla de certidumbres con el deseo de que esos gobiernos caigan. Eso por una parte. Por otra, está la cuestión de la caracterización de esos gobiernos como hegemónicos. Personalmente, disiento de que los gobiernos progresistas latinoamericanos sean hegemónicos. Es cierto que a nivel regional llegaron a establecer organismos directrices, como la CELAC y la UNASUR, y a liderar el MERCOSUR, pero también es verdad que la OEA, liderada por los Estados Unidos, sigue vigente, al igual que el NAFTA, y que está el reciente TTP. Más bien pienso que los gobiernos progresistas latinoamericanos ejercen una hegemonía subalterna al liderazgo dominante estadounidense, en términos de la geopolítica internacional; pero además, en términos del sistema mundial, los gobiernos progresistas, en los países en que mandan, están subordinados al capital trasnacional, por el dominio del capital trasnacional en el planeta, además de ser capitalistas ellos mismos, aunque populistas, que es el caso de Argentina y de Ecuador, aunque Rafael Correa tiene una formulación más compleja, híbrida con la del Socialismo del Siglo XXI, o de permitir la reproducción capitalista desde posiciones más bien socialcristianas, o socialdemócratas, como en Brasil, Venezuela, Bolivia, Uruguay, Nicaragua y Chile. En ese sentido, los gobiernos progresistas son espacios subalternos de cuestionamiento al liberalismo, acotados, y liberales también en muchos aspectos, lo que a veces es bueno, ya que el liberalismo tiene logros buenos que son mejorables, a la vez que males superables también. Estos gobiernos tienen que ser caracterizados en el marco de una estrategia socialista mundial y a largo plazo, ya que si no se les hacen críticas injustas.

Otro aspecto a tener en cuenta es que estos gobiernos tienen muchos puntos cuestionables, a los que se debe criticar bien para que las críticas sean bien recibidas, lo que no les es fácil porque tienen por una parte mucha presión en contra desde arriba, desde el privatismo, y una responsabilidad inmensa respecto de las naciones a las que dirigen, y por otra parte una rudeza que se los dificulta, rudeza de la que la humanidad no está exenta en general. Por eso es que es necesaria una crítica justa, no sólo para con ellos, pero también para con ellos; pero además está la cuestión de que las críticas que se les hacen a los progresistas no los comparan con los proyectos liberales que se les oponen, como Cambiemos en Argentina o la Mesa de Unidad Democrática venezolana, lo que los favorece y da cabida a que se las acuse de “hacerle el juego a la derecha”, lo que es cierto aunque esa no sea su intención, porque la crítica se circunscribe a los progresistas sin sopesarlos con los liberales. Aclaro sobre esto que los gobiernos progresistas se ejercen en el marco de sistemas dominados por actores y legislaciones liberales, por lo que no podrían dejar de ser liberales incluso aunque lo quisieran, pero, en el marco del liberalismo dominante en el mundo, implementan políticas democratizantes, que aspiran o no a superar el capitalismo pero sí al progreso, que facilita y es una condición necesaria para su superación, aunque también tienen malas prácticas. El peligro es que efectivamente el fin de ciclo suceda y los gobiernos progresistas sean reemplazados por gobiernos conservadores, lo que implicaría un retroceso social y situaría a la lucha emancipatoria en un nivel inferior, aunque la historia no vuelva para atrás, al que luego habría que remontar para pasar a una fase superior. Aquí hay un problema serio con parte de la izquierda, con la izquierda opositora a los gobiernos progresistas, que tiene que mantener las críticas buenas pero que también tendría que colaborar a sostenerlos, aunque exigiéndoles correcciones, y más cuando existe el riesgo de que perezcan ante los conservadores, porque, si no, no se podrá pasar a una etapa superior. La idea de que con una revolución se saltearían etapas tal vez pudiera ser concretada, pero es remota y quizás falsa, y es innecesario optar por ella a la vez que descartar la superación gradual, ya que los avances se hacen de acuerdo a la coyuntura concreta, que casi siempre no está lista para progresos bruscos: pensemos en cómo terminó la revolución rusa. La teoría del “cuanto peor, mejor” es falsa y contraproducente, además de causar peleas vanas entre los demócratas, sean socialistas o populistas. La solución es la de apostar por el gradualismo y la drasticidad según lo permita la correlación de fuerzas.

Me parece que, dado lo que sé, y tal vez me equivoque, no se puede predecir tanto el futuro como para estar seguro de que el ciclo de los gobiernos progresistas llegue a su fin. Ya cayó el gobierno populista argentino y el brasilero está en serias dificultades, lo mismo que el venezolano y no sé el de Ecuador, ni los demás, pero incluso si la tesis del fin de ciclo se comprobara como cierta habría poco qué celebrar, ya que su triunfo se debería no a la superación de esos gobiernos por izquierda, sino a la restauración conservadora, por lo que esa celebración sería un festejo desgraciado, del que tendríamos que recuperarnos con gobiernos que restablecieran las medidas democráticas que estamos perdiendo ahora. La oscilación de los conservadores y los demócratas en los gobiernos latinoamericanos se inició con el modelo agroexportador, aunque tiene experiencias previas, y sería osado pretender que vaya a terminarse pronto, por lo que es probable que el progresismo en declive se recupere en los próximos años, luego de que vuelvan a fracasar los liberales. Hay que tener en cuenta que, en tanto que el capitalismo es pío, y la piedad es falsa, los gobiernos capitalistas siempre van de fracaso en fracaso, alternándose las opciones partidarias como una búsqueda también fallida de las naciones por recomponerse tal como lo deseamos los humanos cuando deseamos bien. Lo anterior no quita que sea necesario un diálogo político que prepare al espacio democrático en general, sea de los progresistas actualmente en los gobiernos o de los opositores, para establecer pautas de discusión que permitan el reconocimiento de los análisis necesarios para la conciencia política que deben tener las sociedades y los gobiernos. Y también la izquierda opositora tiene que reconocer que las sociedades están en un nivel de atraso del que los gobiernos democráticos son poco responsables, estado que impide los avances, aunque en otros casos los que retrasaron hayan sido los gobiernos. Un punto importante es que los proletariados de los países de los gobiernos progresistas votaron mayoritariamente por los partidos de esos gobiernos, lo que no justifica sus errores pero sí da cuenta de que los gobiernos progresistas no pueden implementar los puntos democráticos del programa socialista sin dificultad ˗porque el proletariado, como las naciones, es cristiano en general, y parcialmente procapitalista˗, sino que tienen que estar mayormente concentrados en resistir los ataques de la derecha imperialista a la vez que lidiar con sus propios males, con los males del capitalismo y con la responsabilidad de mantener a las naciones que lideran.


Anexos

1. El privatismo no es que no sea democrático, ya que la democracia representativa es un invento suyo, del alto capital, que impuso su modo de gobierno con las revoluciones liberales. Lo que pasa es que su forma de democracia es de las más restringidas, acotada al sufragio y a las otras garantías constitucionales. En el caso del populismo, la democracia se amplía a los derechos sociales, pero también es circunscrita, ya que no es una democracia directa, o social, lo mismo que le sucede a los demócratas socialistas cuando están sujetos al constitucionalismo liberal. Ahora bien, que la oligarquía sea democrática representativamente, por aceptar la democracia representativa, no quita que también sea antidemocrática, ya que la representación es falsa, por lo que reprime a los intereses sociales que no son tolerados por los representantes, lo mismo que le sucede a los populistas y a los socialistas en los gobiernos representativos, aunque de distintas maneras, ya que ellos están predispuestos de otras formas a aceptar los reclamos sociales.

También hay que tener en cuenta que el apego liberal a las legislaciones capitalistas no les impide la delincuencia ni el abuso de los vacíos legales, que son aspectos no regulados por la ley establecida pero sí juzgables por la moral común, es decir, que no debiera haber que legislarlos, ya que bastaría con tener sentido común para guiar la conducta. Un problema de las piedades es que los piadosos, al suponer que el comportamiento bueno es aquél conforme a la ley, relegan al sentido común como guía de conducta, y lo violentan, excusándose en la ley escrita o en los vacíos legales sin importárles las consecuencias de sus prácticas.

2. Eso de que la izquierda opositora a los gobiernos progresistas “le hizo el juego a la derecha” fue cierto pero en momentos puntuales, y no intencionalmente sino por la casualidad de la coyuntura. Quienes sostuvieron esa crítica omitieron completar la explicación con las generalidades del caso, que concluyen en que la izquierda es contraria a la derecha, lo que es obvio pero no siempre reconocido.

De la condena a los yihadistas

Dentro del espacio de la gente que no es extremista, el laicismo tolerante, hay una actitud cuestionable con respecto al yihadismo, que es la que sostiene que, en tanto que el yihadismo es fundamentalista y bélico, es necesario derrotarlo militarmente para luego de eso impulsar una coexistencia pacífica entre las naciones. Esta postura es criticable en varios aspectos. En primer lugar, en que no aborda el problema de las religiones, por lo que oculta su falsedad, lo que mantiene en vigencia a los mitos con que los creyentes explican sus motivos de vida y causa enfrentamientos, ya que los miembros de los distintos credos se tratan de infieles entre sí, cosa que en los peores momentos lleva a las peleas, además de las ambiciones imperialistas involucradas en el conflicto bélico. En segundo término, esta postura no cuestiona a los intereses armamentistas y militaristas, que presionan a favor de las intervenciones armadas no sólo por sus metas económicas, es decir, para que se vendan los armamentos y para obtener petróleo, sino también por su cultura guerrera. En tercer lugar, se arroga una pretendida bondad, ya que supone que el laicismo tolerante es bueno y pacifista, y busca una coexistencia armónica entre los grupos, mientras que sostiene al proceder de la OTAN, de Rusia y de Turquía, que son las potencias bélicas mayores y que causan estragos más grandes que los que están haciendo los yihadistas.

Desde una perspectiva socialista, lo que debe proponerse es el reconocimiento del lugar que tienen las religiones como factor determinante del conflicto, lo mismo que los intereses imperialistas, y plantear una coexistencia entre las naciones basada en la verdad y la cooperación, del mismo modo que deben cuestionarse los enclaves extractivos e industriales, y las políticas gubernamentales y estatales, que intervienen en la fabricación de los armamentos.

Las potencias pretendidamente moderadas, la OTAN y Rusia en particular, si de verdad quisieran enfrentar bien al conflicto, tendrían que proponer un armisticio, efectuar una guerra defensiva contra la yihad y buscar desarmarla por medio de la diplomacia y de la interrupción de los recursos bélicos con que se abastece.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Los bebés de la clase alta, soberbios

En tanto que la soberbia es la superioridad, los bebés de la clase alta son soberbios porque están en una posición social superior a la gente de las clases media y baja, de igual modo que la clase media es soberbia para con la clase baja.

Entonces, a la soberbia hay que enfrentarla bien, no acusarla, como se hace corrientemente, ya que la sociedad está jerarquizada, lo que implica la existencia de superioridades e inferioridades, clasistas y de otros tipos, que a veces revierten a aquéllas. Enfrentarla bien requiere hacerla conocer en lo que es en realidad, y luchar por la igualdad social, ya que sin ella la soberbia persistirá, aunque se la combata.

Capital nacional y trasnacional

El capital, en tanto que es histórico, es nacional cuando permanece dentro del territorio del estado-nación en que se produjo, y es trasnacional cuando lo atraviesa. Muchas empresas pequeñas y medianas son de capitales nacionales, o son poco trasnacionales, y dependen de la protección de los gobiernos para persistir, dada la mayor productividad del capital trasnacional.

Del mismo modo, el capital trasnacional lo es más o menos según traspasa las fronteras nacionales históricamente, y se arraiga en las naciones según lo hace históricamente. Plantear eso no es una defensa del capital nacional, ni del trasnacional, pero tampoco un ataque: es postular una idea para que se lo reconozca tal cual es, lo que es necesario para elaborar una estrategia superadora, que no debe ser la de atacar al capital, sino la de determinarlo.

De la teoría del valor socialmente necesario

Antes de entrar en el tema debo aclarar que no estoy muy familiarizado con El Capital, del que leí el primer tomo apenas, y el principio del segundo, por lo que la idea siguiente puede ser equívoca.

Si no entendí mal y recuerdo bien, Marx, cuando describió la creación del valor de cambio industrial, sostuvo que el valor de cambio de las mercancías de esa rama económica se define en general por el valor socialmente necesario para producirlas, o sea, por la combinación del capital constante y del capital variable en la productividad fabril. Como criterio general, tiene algo de validez ese planteo, pero no es totalmente histórico, por lo que mantiene ignorados a los otros determinantes del valor de cambio, sea industrial o no, como lo es la relación entre la oferta y la demanda en la compra y la venta de las mercancías, lo que postula la escuela liberal. Esa relación entre la oferta y la demanda en la determinación del precio, que es el valor de cambio mercantil, ya que el valor de cambio mercantil es el valor monetario por el cual se intercambian las mercancías, es real y es parte del proceso de producción económica. Lo que pasa es que la ley de la oferta y la demanda es incompleta: describe al intercambio de mercancías sin reconocer a los demás factores que intervienen en el asunto, como la presión sindical, las conquistas legales, la solidaridad humana, las trampas, los manejos sobre la desesperación ajena, las luchas de los consumidores, las pérdidas de stock por robos, la compensación de los perjuicios por sabotajes, las patologías e intereses extraeconómicos de los empresarios, obreros, sindicalistas y funcionarios estatales y tantos más.

La creación del valor de cambio, en tanto que es histórica, responde a los factores a los que responde según lo que la humanidad hace de ella de hecho, pero con la generalidad del valor socialmente necesario, que no aplica siempre de la misma manera ni en los mismos lugares: es histórica también. Esto permite comprender el aumento en el valor de cambio hecho por los empresarios, que con su tarea se lo agregan al precio de las mercancías, lo que tiene una importancia proporcional menor en las grandes empresas, y que es mayor, o total, en las empresas medianas y pequeñas. También permite reconocer la incidencia de las guerras y las catástrofes en la determinación de los precios.

Este es el caso de los vendedores ambulantes, que son empresarios de empresas unipersonales, y que compran mercadería a la que le añaden la cantidad de valor de cambio que necesitan para vivir, o un poco más, o menos, según lo que vendan. Este es un tipo de los tantos casos que hay en la producción mercantil.

Eso de que el precio es distinto del valor de cambio no es verdad: es una idea equivocada de Marx, que se centró exclusivamente en la producción al interior de las fábricas, y sin reconocer las tareas de los empresarios, decir lo cual no quita reconocer la opresión empresarial ni la necesidad de socializar los medios de producción.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Ambientalismo, terrismo y naturismo

Siendo que el ambientalismo es una concepción que reconoce a lo que circunda a la humanidad, contiene al terrismo y al naturismo, ya que la Tierra y la naturaleza que no es humana rodean a la humanidad; pero el ambientalismo también se refiere a las creaciones humanas, como las urbes y sus construcciones, que de igual modo nos rodean.

El terrismo, según lo entiendo, es una concepción que reconoce el valor de la Tierra para la naturaleza, por lo que postula su protección y su explotación racional. Es como el pachamamismo, pero ateo y científico.

El naturismo es la concepción proclive a la naturaleza, es decir, al conjunto de seres vivos, ya que el vocablo latino natura viene de “nascor”, o sea, “nacer”, por lo que se refiere a los seres nacidos.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Para la clasificación social y la estrategia socialista

Entendida la producción en sentido general, como reproducción del conjunto social, no sólo como producción económica, los medios de producción son más que la tierra, las herramientas, las maquinarias, las construcciones, los vehículos, las instalaciones infraestructurales, como los puertos, rutas y aduanas, la ciencia y la fuerza de trabajo, por lo que es preciso redefinir el esquema clasista del materialismo histórico, incorporando a él a los medios de producción que fueron ignorados o menos reconocidos, como las iglesias, las sedes de gobierno, las escuelas, los hospitales, los medios de comunicación, los saberes comunes, los centros culturales, las artes, los comercios y tantos más a los que hay que reconocer, como las charlas informales, los debates políticos y las propagandas. Eso permitiría resolver la distancia que hay entre el análisis de clase marxista clásico y aquel otro, más completo, pero no lo suficientemente dado a reconocer la relación entre las clases y los medios de producción mercantil, basado en la jerarquización entre las clases baja, media y alta, y sus subtipos: es el que postula la escala social.

Quiero señalar mi incomodidad con el uso que se hace de la categoría de “burguesía”, porque su etimología alude a la clase de los habitantes de las ciudades, diferente de la de los campesinos, en vez que a la clase capitalista. Es un término utilizable pero cuestionable también. Asimismo, hay un problema con la distinción entre propietarios y proletarios, ya que los trabajadores también poseen medios de producción, como lo son la fuerza de trabajo, las herramientas, las viviendas, los electrodomésticos, los partidos políticos y las técnicas, y ya que los empresarios tienen proles. Este problema con la definición está causando una traba en la estrategia socialista, que tiene que lidiar con un debate impreciso sobre cuál es el sujeto de la revolución y qué alianzas establecer para conseguir el gobierno, debate en el cual no es tenido en cuenta lo suficiente el lugar de las religiones en la reproducción social.

Entonces, de abajo hacia arriba, está primero la clase baja, llamada lumpenproletariado, que quiere decir “proletariado harapiento”, es decir, “familias andrajosas”, y que son los villeros. “Proletariado” es “conjunto de familias”, ya que “prole” es “familia”, por lo que “proletario” es “familiero”, independientemente del tipo de ingreso que tenga. “Lumpen” quiere decir, en alemán, “harapo”, “andrajo”. Esta clase se caracteriza por sus ingresos bajos. Sus miembros son desocupados, indígenas sin tierra, o apartados en parcelas chicas; pequeños agricultores, asalariados pobres, artesanos, cuentapropistas chicos y pequeños empresarios. Cuando se habla de la “burguesía nacional”, refiriéndose al pequeño y mediano empresariado, hay que tener en cuenta que esa categoría incluye a los empresarios lumpenproletarios, que son aquellos hombres y mujeres que tienen empresas informales, como los pequeños comerciantes de las villas y los agricultores de subsistencia, y que tienen sus pertenencias maltrechas, sean sus ropas, sus casas, sus automóviles, sus barrios, los medios de transporte públicos, las escuelas y los hospitales que utilizan, las iglesias a las que acuden o sus materiales de trabajo, como lo son los carruajes, las tiendas improvisadas y las carpetas rotas. Los socialistas deben tener una política para con el lumpenproletariado, ya que hasta ahora lo que hicieron en gran medida fue descalificarlo por ser delincuente o retrógrado, cosa que a veces no es verdad, aparte de que es necesario incorporarlo porque son seres humanos, y de que los proletarios y los capitalistas a veces también son delincuentes y retrógrados. Esta clase, el lumpenproletariado, hace una acumulación pequeña de capitales más bien concretos: tienen viviendas, títulos, vehículos, herramientas, electrodomésticos, relaciones sociales, saberes y demás, además de pequeños ahorros y maquinarias fabriles.

Luego, está la clase media, llamada proletariado, pero que en realidad no se compone únicamente de obreros asalariados, sino también de otras capas, de ingresos equivalentes, o algo mayores, compuesta por cuentapropistas, artesanos, agricultores y empresarios de mayores réditos que el lumpenproletariado, que a veces en nada o en poco le quitan el plusvalor a sus empleados, sino que más bien valorizan por su propio trabajo, que en algunos casos agrega más valor que el común de los trabajadores por basarse en técnicas complejas, de un nivel educativo medio o alto. Hay que tener en cuenta que los asalariados de clase media son propietarios de medios de producción: aparte de su fuerza de trabajo, que es un medio de producción, tienen el conocimiento de las técnicas para producir económicamente, o una mejor posición por antigüedad laboral, o cuestiones de esas índoles, que hacen a su remuneración. En otras ocasiones, sea por un mayor nivel educativo y laboral, o por contar con más empleados, o mayores tierras, y demás equivalentes, este proletariado supera al común de los trabajadores y empresarios medios y se acerca a la clase alta, con un mayor nivel de extracción de plusvalor, no sólo realizado en las empresas, sino en el conjunto social: este sector goza de mejores barrios, limpieza municipal, viviendas, escuelas y hospitales, etc., es decir, de mayores recursos estatales y privados puestos a su disposición. La clase no se define sólo por el nivel adquisitivo familiar sino también por el resto de los servicios sociales a los que accede. En esta clase se encuentran los profesionales, que si bien no le quitan plusvalía a nadie, se benefician de las tareas bajas de quienes les sirven, y tienen acceso a medios de producción como lo son las instituciones educativas y sanitarias, que, aunque no les pertenecen, porque son estatales o privadas, les es permitido utilizarlas, lo que es una forma intermedia de la tenencia, y eso no quita las opresiones que sufren en ellas. Esta clase acumula capital en mayor medida que la anterior, pero no es capitalista, ya que no se inclina mucho por la acumulación de capital: hace una acumulación medianamente interesada en ello. Dentro de los capitales acumulados por esta clase, igual que para las clases baja y alta, hay que contar al capital cultural, al social y al político, ya que hay quienes tienen pocas pertenencias materiales pero gozan de un gran prestigio simbólico, o académico, u otros equivalentes, que los hacen sobresalir por encima de otros que tienen más dinero. Muchos socialistas, que dicen ser proletarios, y que lo son, están dentro de este grupo, que es superior al común de los trabajadores, y se equipara relativamente al de los empresarios medianos.

La clase capitalista, llamada burguesía, es la de los grandes empresarios, e incluye a los ejecutivos, aunque sean asalariados, a los grandes terratenientes y a los financistas. También al alto clero y a la mayoría de los gobernantes, aunque otros son proletarios y hasta algo andrajosos a veces. Cabe mencionar que, dado que la socialidad capitalista está quebrada, las tres clases sociales son lúmpenes en su socialidad, aunque eso varía según su moral y sus prácticas concretas. La llamada burguesía es la del “gran capital”, y está inmersa en la lógica de la acumulación de capital como fin en sí mismo y en gran escala, compulsivamente, aunque no siempre: no todos los miembros de la clase alta buscan la acumulación de capital, sino que algunos simplemente nacieron en esa clase y tienen que lidiar con eso, e incluso los grandes empresarios y gobernantes tienen una inclinación familiera, y de servicio al resto de la sociedad. Su alto nivel de sofisticación les conlleva un modo de vida estricto, de alta competencia, poco sincero y bastante falso en algunos aspectos, por lo que es bastante mísero y opresivo. Es una clase muy proclive a sostener las posturas más reaccionarias de las iglesias, que suelen ser sus guías espirituales, e incluso aunque algunos de sus miembros sean relativamente pobres en pertenencias, gozan de liderazgo social, de capacidad de dominio, lo que los sitúa a alto nivel. Su sistema de vida les implica, en algunos aspectos, ser más oprimidos que los proletarios, por la sujeción a las reglas estrictas de las religiones y de los colegios privados y a los imperativos del dominio político y económico, además de tener terrores derivados de los mitos religiosos, como el miedo al infierno o a los diablos, o el acoso estricto conforme con las leyes pías.

Cabe repetir que, en tanto que la acumulación de valores no es buena en sí misma, sino que requiere de un orden para serlo, los así considerados privilegiados también tienen una vida pobre, por lo que no deben ser acosados por ser ricos en pertenencias, pero sí criticados por eso de buena manera, y se debe reconocer los males que sufren y se les debe hacer reconocer las consecuencias del modelo en que se basa su riqueza, de modo tal de favorecer su aceptación del socialismo, lo que no quita que también haya que imponérselos. Pero también hay que admitir que el socialismo debe racionalizar la economía, por lo que en él la humanidad tendría menos bienes fabricados que los que tiene hoy, pero tendría los necesarios y ganaría en riqueza social y ambiental, además de gozar de que el resto de la naturaleza y la Tierra estarían en buen estado.


Anexos

1. El término “familia”, relativo al de “proletariado”, viene del vocablo latino “famulus”, derivado del osco “famel” y del umbro “famerías”, y en la antigua Roma quería decir “sirviente”, “esclavo”, “doméstico” y “sumiso”, con una acepción para los sacerdotes en tanto que siervos de las presuntas divinidades. Por eso es que se equipara al proletariado con los trabajadores, ya que los trabajadores son la clase sometida por los dominantes, equivalentes actuales de los amos antiguos. Pero eso no es toda la historia, ya que, por una parte, el término “familia” tiene la acepción referida a las relaciones de parentesco, de las que participan tanto los sirvientes como los mandantes y ya que, por otra, los propietarios también sirven a los proletarios, en el sentido de que se encargan de su mantenimiento, proveyéndoles de dinero cuando les pagan sus salarios, garantizándoles la producción alimentaria con que se nutren, los demás bienes que consumen y las prestaciones sociales estatales, como la salud y la educación, que requieren de un esfuerzo gubernamental, aunque, dada la falsedad pía, y capitalista, esta relación es insuficiente y hace a un modo de vida mísero. Asimismo, la contraposición entre capitalistas y trabajadores supone falsamente que los dominantes oprimen a los dominados sin que haya opresiones de abajo hacia arriba y sin reconocer las penas de la clase alta, debidas a esa opresión desde abajo y a muchas otras causas, entre las cuales está la opresión que los explotadores se imponen a sí mismos, lo que dificulta acertar la estrategia de lucha, que tiene que incluir a la socialización de los medios de producción pero que también tiene que reconocer a las verdades históricas que no reconoce, como es el hecho de que ser dominante tiene muchos disgustos, o sea, que es algo malo, indeseable y oprimido también, por lo que, en realidad, los dominadores no quieren vivir como viven, pero se aferran a ello cuando la lucha de clases los pone ante la disyuntiva de ser sometidos por la violencia desde abajo, por lo que esa violencia es contraproducente, ya que impide a la clase alta aceptar la socialización. De allí que sea necesaria la violencia legítima, que está dificultada además porque la clase alta también comete violencias desmedidas, que enfurecen a los proletarios, por lo cual a ellos no les sale responderles bien.

2. Aparte de los medios de producción de propiedad individual y colectiva están los estados, que también son medios de reproducción social, y que son centrales a las naciones, ya que contienen a los gobiernos y a sus administraciones, sean armadas, jurídicas, financieras, educativas, sanitarias y demás. Los estados son objetos sociales, pertenecientes a las sociedades, y determinantes de sus territorios, pero cuyos elementos no son de tenencia individual, salvo por medio de contratos que habilitan a los ciudadanos a utilizarlos momentáneamente, de igual manera que son poseídos por los gobernantes mientras ejercen sus cargos.

3. La clasificación social ordena a las sociedades según la tenencia de medios de vida, entre los que están los de producción, de la población, y que son relativos a los valores que los humanos creamos con nuestro esfuerzo, no sólo mediante el trabajo; pero la escala social no es lo único que importa en la historia humana, es decir, que no sólo es precisa la igualdad social sino también el cese de las opresiones debidas a las falsedades humanas, algunas de las cuales no tienen relación directa con la apropiación del valor de cambio. Hay que reconocer que, dadas la piedad y la lucha de clases, la clase alta sufre grandes opresiones, para cumplir con las reglas de las leyes que regulan a la actividad empresarial, las de las gubernamentales, etc., entre las cuales está el heterosexismo reproductivo, la monogamia, el familiarismo y los rituales religiosos, la prohibición de la eutanasia y tantas más, por lo que muchas aspiraciones del socialismo provienen de la clase alta, que o bien las inició o bien las acompañó luego de iniciadas en las clases que le son inferiores, como la libertad sexual, la legalización de las drogas, el sufragio femenino e incluso la socialización de los medios de producción, que es una idea de Marx, retomada de anhelos anteriores a él, a la que sostuvo junto a Engels, que era hijo de un empresario textil, la industria más alta de su época. También hay que recordar que ambos eran burgueses, en tanto que habitantes de los burgos, y que Marx fue de clase media o media alta, por haber sido hijo de un comerciante con estudios universitarios. No fueron capitalistas, sino burgueses socialistas.

4. Anulo esta nota porque define mal al lumpenproletariado y al proletariado, al equiparar al primero con las villas, que no son del todo lumpenproletarias, y al segundo con la clase media. El lumpenproletariado se compone de la clase indigente. Luego viene el proletariado más pobre, bastante villero pero también habitante de barrios bajos, y el más formal, más de clase baja alta y media.

lunes, 19 de octubre de 2015

De la recesión y el desempleo en el modelo desarrollista, y de su liberalismo

Una de las mayores, sino la mayor, deficiencia del modelo desarrollista vigente, es que, al no enfrentar la socialización de los medios de producción, principalmente los privados, pero también los públicos, y en especial de la tierra, que es el eje más importante del capitalismo latinoamericano, depende, para mantener empleadas a las poblaciones, del crecimiento de la actividad económica, lo que genera una producción compulsiva y temerosa de la caída de los índices, es decir, una serie de problemas innecesarios, que sólo se solucionarán cuando las naciones hayan asumido debidamente la necesidad de socializar los medios productivos, y lo hayan hecho, así sea progresivamente, lo que es según sea posible, de acuerdo a la coyuntura. Ese debe ser el eje principal de la política de los gobiernos progresistas, no la redistribución, que los hace depender de los grandes capitalistas, porque son los que invierten y aportan los impuestos con parte de lo que se financian las políticas públicas, lo que enfrenta a esos gobiernos a parte de la gente común y les resta apoyo de masas, además de someterlos a los designios liberales.

La megaminería, el agronegocio, la industria y las finanzas, y demás, o sea, todo el entramado determinado por el capitalismo trasnacional, es liberal, y es hegemónico incluso en los países de gobiernos progresistas: son regímenes liberales contrariados en algunos aspectos, y no en otros, por los gobiernos progresistas. Los posneoliberales son los gobiernos, no los regímenes políticos nacionales. Es un liberalismo proteccionista, mercadointernista, que busca conciliar a los mercados internos con los mercados trasnacionales, a diferencia del liberalismo mercantilista, que es más proclive al capital alto, ya que el privatismo sigue dominando, pero contrariado desde abajo por gobiernos populistas: son gobiernos que expresan una confrontación de los sometidos por el privatismo, a la vez que reproducen formas liberales y males propios de sí mismos en simultáneo con los avances que hacen. Hay que tener en cuenta que allí donde los gobiernos progresistas apoyan al liberalismo no lo hacen de gusto, sino por estar subordinados o porque tienen elementos liberales concientes e inconcientes, y algo hay en eso de no querer enfrentar al gran capital, dado el dominio que ejerce, que no está exento de golpismo: por eso es que una tarea ineludible para la izquierda es la de reconocer porqué el capitalismo es lo que es y porqué los capitalistas hacen lo que hacen, ya que sin saber eso no se los podrá enfrentar bien. Las respuestas a eso sobre el afán de lucro y de poder son insuficientes, ya que ninguno de ellos es un motivo de vida satisfactorio, por más que permita placeres supremos.

Los países con gobiernos progresistas siguen siendo liberales porque, además de los actores sociales dominantes, las constituciones y las leyes también lo son, aunque estén en un proceso de transformación, que las modifica pero no en las cimas del orden legal, en el que se ampara el privatismo para seguir operando liberalmente, además de hacerlo mediante delitos o aprovechándose de los vacíos legales internacionales. Por eso es que además de legislar lo que es preciso es que la gente sepa comportarse, cosa que no harán de criarse en medio de falsedades tomadas por ciertas, ya que ellas hacen a una cultura tramposa.


Anexos

1. Cuando se habla de los males del privatismo y de los gobiernos populistas hay que tener en cuenta que los pueblos, entendidos como uniones provisorias de los empresariados medianos y pequeños con los trabajadores y lumpenproletarios, tampoco son víctimas inocentes, totalmente buenas, sino que tienen sus males y sus miserias también, porque si no se hace una culpabilización a los gobiernos progresistas algo fuera de lugar. Es preciso reconocer que los males y las miserias, al igual que los bienes y las verdades, recorren toda la escala social, siendo lo que son históricamente en cada clase.

2. Al decir que los gobiernos privatistas y los populistas ejercen variantes del liberalismo me refiero a que en ambos se mantienen los pilares de esa doctrina, establecidos en las legislaciones burguesas: la instauración de constituciones como normas supremas que regulan a las sociedades y pautan los deberes y derechos de los individuos y los estados, la división de poderes, la elección de autoridades mediante el sufragio, el resguardo de la propiedad privada, las libertades individuales y la libertad de empresa, que fueron históricamente variables. Ambos tipos de gobiernos ejercieron intervencionismos diferentes, favorecedores de clases distintas: las élites en el primer caso, los pueblos en el segundo, pero siempre dentro del marco del capitalismo liberal, por lo que esa intervención tuvo un carácter falso, es decir, que benefició a los sectores a los que se propuso pero falsamente, o sea, según los cánones vigentes de lo que es el bien, que contienen verdades y falsedades: no puede decirse que acumular capital sea beneficioso de verdad, ya que, como motivo de vida, es pobre, lo mismo que es pobre vivir para trabajar, o progresar a base de sobreatareamiento.

3. El liberalismo tiene aspectos buenos, que hay que mantener: por eso es que el socialismo busca superar al liberalismo, esto es, mantener sus bienes y desechar sus males, en una reformulación que los recoloca junto a otros aspectos desdeñados.

4. Como hipótesis planteo que, dado el carácter piadoso de los capitalistas, en general, una satisfacción que obtienen de sus prácticas empresariales es la de cumplir con los mandatos religiosos, que son los de las comunidades a las que pertenecen, y de participar en la convivencia humana de un modo que sirve en algunos aspectos, ya que ellos colaboran para fabricar los bienes que utiliza la humanidad, y masivamente, pero eso no quita los males derivados de esa lógica. De ser así, y hay más factores a tener en cuenta, es necesario desarmar a esa lógica pía para que los capitalistas aprendan a comportarse bien, es decir, respondiendo también a los reclamos sociales que exceden el marco de los mandatos de las comunidades religiosas y sus derivados. Como para el caso de las guerras interreligiosas, para la economía, y demás, es preciso afrontar el debate contra la religión, lo que debe hacerse desde una postura tolerante pero que reclame por el reconocimiento de la verdad.

Del carácter mónido de la humanidad y de su primacía especista

Al parecer, el planteo de Darwin de que la humanidad es una especie descendiente de los monos, ha sido superado por el de que es una especie primate superior. Para sostener esa idea no puedo más que decir que es lo que dijo Gayatri Chakravorty Spivak en una conferencia titulada “Saberes, instituciones y epistemologías”, dada en la Universidad Nacional de San Martín, en la ciudad argentina de Buenos Aires, el 26 de noviembre de 2013, y que lo dijo el locutor de un documental sobre monos emitido en el canal Encuentro, cuyos nombres ignoro. También que según los estudios genómicos la igualdad genética entre los humanos y algunos monos es del 98%, cosa que sostuvo mi padre, Carlos Javier Chaves, quien es médico veterinario.

Esa idea, según lo que sé, todavía precisa de confirmaciones, aunque debe haber gente que ya lo sepa con certeza.

Una cuestión a debatirse en el futuro es la del carácter de esa supuesta superioridad, de los humanos por sobre los monos, o los otros monos, y las demás especies. Como sucede con los órdenes imperiales, a los que se considera superiores por imponerse a las demás naciones, la superioridad humana reside en que es capaz de dominar bastante a las otras especies, pero eso no significa que su modo de vida sea mejor, sino sólo que se ha impuesto, y se impuso por la fuerza de las armas y demás técnicas humanas. A la humanidad le quedará pendiente la cuestión de hacer que su órden social sea placentero, para consigo misma y para con las demás especies, ya que el bienestar ajeno hace al nuestro, y también hay que decir que los humanos, por nuestro crecimiento y depredación, somos una plaga terráquea, por más que eso hiera a la autoestima falsa, ya que nosotros denominamos plagas a las otras especies que se expanden mucho y a costa ajena. Ahora bien, que seamos una plaga no quita que valga que disfrutemos de la vida y de nuestra superioridad: nada más señala un problema que merece atención y una respuesta resolutiva.

jueves, 8 de octubre de 2015

De la ciencia y la ideología

Entendida la ciencia como el saber y la ideología como un conjunto de ideas ligadas entre sí en la conciencia, da para reconocer que la ciencia, en tanto que saber probado, tiende al materialismo, ya que para haber probado el saber se lo hubo contrastado con las cosas de las que se tenía una idea, mientras que la ideología es proclive al idealismo, no obstante lo cual esta definición es relativa: así como las ciencias tienen componentes ideales no contrastados, las ideologías tienen algo de base en la realidad exterior al pensamiento.

El idealismo es propenso a la especulación porque se basa en las ideas abstractas, con poca comprobación empírica, y se desprendió de la teología que, al referirse a las cuestiones de los dioses, siempre hubo tendido a pensar imaginariamente, sin preocuparse lo suficiente de la realidad circundante, porque supone que los dioses son seres extraterrenales, o sea, incontrastables para los humanos, lo que derivó en toda esa serie de pruebas de la existencia de los dioses, en las que se tomó por ciertas a las casualidades y a los inventos humanos, entre otras cosas, es decir, que los teólogos justificaron sus conclusiones en pruebas aparentes, que no eran verdaderas. No obstante, no hay que desechar a las ideologías, ya que los humanos decidimos nuestras prácticas según nuestras ideas, por lo que el asunto es que la humanidad tenga una ideología verdadera, para lo que ella tiene que basarse en la ciencia, o sea, en el saber de las ideas contrastadas con la realidad de la que tratan.

La contraposición althusseriana entre la ciencia y la ideología es superable mediante la ideología científica, que es la ciencia.

Ahora bien, entendida la ciencia como los saberes, que requieren comprobación, hay que decir que la ciencia no es sólo la ciencia universitaria o escolar: hay un conjunto de saberes comunes, simples, de la vida cotidiana, que son saberes también, y que también son corroborados mediante investigaciones comunes. Los saberes que utilizamos diariamente, sobre quién es quién, en dónde está, qué hizo, dónde queda tal lugar, cómo se llama una cosa y demás por el estilo, son saberes y son científicos, aunque no tengan una metodología ni un marco teórico explicitados, ni postulen leyes reconocidas como generales. Esos saberes son muy importantes para las sociedades, ya que hacen a la supervivencia humana.

De allí que se tenga que considerar al periodismo como una ciencia común, también sujeta a pujas y a falsedades.

De la educación amorosa

Es evidente que el pietismo capitalista tiene una educación amorosa mala, ya que prohibe a las relaciones amorosas en general y las restringe al amor a dios, la conyugalidad, el familiarismo, el comunitarismo, las amistades y demás, entendidos todos según lo que dictan las doctrinas religiosas, lo que significa que la educación amorosa vigente solamente enseña a amar según lo que está autorizado por esas doctrinas, hecho que reprime a los amores que difieren de ellas y dificulta darles cauce, ya que la educación oficial no enseña a hablarlos para concretarlos, por lo que la gente, cuando le llega el momento de querer amarse de maneras distintas a las aceptadas por las piedades, no sabe qué hacer, y lo intenta improvisadamente, lo que termina a veces en prácticas fallidas, de igual manera que fallan las relaciones amorosas pías, porque se basan en ideas falsas.

Dentro de las relaciones amorosas están las de la amistad, que se distinguen de aquellas otras en las que son más factibles las relaciones sexuales.

Uno de los aspectos del socialismo debe ser la aceptación explícita y social de las pasiones amorosas y de los deseos de tener relaciones acordes con ellas, para lo que las sociedades deben tener una educación amorosa que enseñe a hablar y actuar adecuadamente al respecto, pero para eso debe ser ordenada la producción, y en particular la económica, ya que en órdenes malos a la gente se le dificulta encauzar sus deseos, por las patologías y el sobreatareamiento causados por aquéllos.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Qué hacer con el democratismo pío

El democratismo pío es la forma de gobierno basada en la soberanía popular que se ejerce mediante el sistema electoral, que es pío no sólo porque lo son las constituciones que rigen a las naciones, sino también porque apelan al método de la votación, inspirado en los votos religiosos. En Occidente el democratismo pío es el de las democracias cristianas, sea en sus versiones de centroderecha y de derecha, como la del Partido Popular en España, la de la Unión Demócrata Cristiana alemana, la del Partido Revolucionario Institucional en México, la del Partido Republicano estadounidense y la de Propuesta Republicana en Argentina, o sea en sus versiones de centro, que pueden contener elementos derechistas y llegan a incluir cierto progresismo, como Alianza País en Ecuador, el Partido Demócrata estadounidense y el Frente para la Victoria en Argentina. Con el transcurso de la historia esas posiciones varían, como es el caso del Partido Justicialista argentino, que es el eje político del peronismo y que en parte está en el FpV, que sostuvo posiciones demócratas cristianas de centroderecha durante los primeros gobiernos de Perón, que fueron progresivos en relación a los gobiernos restauradores que lo precedieron y a los intereses oligárquicos, y que aglutinaron sometiéndolos a elementos izquierdistas, pero que también contenían aspectos fascistas y de persecusión a la izquierda que se le opuso, aparte de haber sido píos, dado su carácter cristiano general. Los gobiernos de los partidos socialistas, o socialcristianos, como el del Movimiento al Socialismo boliviano, el del Partido Socialista Unido de Venezuela y el del Partido de los Trabajadores brasileño, están sometidos a las constituciones y al carácter cristiano de las naciones, y a sus aspectos cristianos intrínsecos también, además de a la hegemonía liberal mundial, por lo que adoptan un carácter híbrido, que busca componer al cristianismo con el cientificismo sin abordar explícitamente la cuestión del ateísmo. De allí que haya que evaluar su desempeño de acuerdo a esos y al resto de los factores que los coercionan.

El democratismo pío se basa en el carácter religioso de las naciones, y por eso es que tiene tanto apoyo popular, dado que las naciones, mayoritariamente, son creyentes, por lo que los proyectos socialistas fracasan una y otra vez al buscar el apoyo de las masas, que los rechazan mucho porque el socialismo, en general, es ateo, dado lo cual las experiencias socialistas triunfantes levantan la idea de “socialismo cristiano”, el socialcristianismo, basado en la figura de “Cristo obrero”, del “Cristo revolucionario” o del “Cristo de los pobres”, que es más propio del populismo, lo que es más el caso del PSUV y el PT y no tanto del MAS. En eso, el gran problema es que las masas están algo falseadas por las religiones. Habría que estudiar cuál fue la estrategia política de la iglesia católica durante la conformación de los estados-naciones latinoamericanos, y en especial durante el período de transición entre el modelo agroexportador y el de sustitución de importaciones, cuando fue la integración de los migrantes internos y externos, para comprender mejor cómo fue que las políticas demócratas cristianas se impusieron a las socialistas, en sus distintas variantes. En las luchas insurreccionales de fines del modelo de sustitución de importaciones lo que hubo fue una alianza improvisada entre los socialistas, la teología de la liberación y la opción por los pobres, que fue reprimida duramente desde el alto clero y las oligarquías, alianza que se repuso luego, precariamente, y hoy conforma a los gobiernos progresistas latinoamericanos. Y no obstante, en cuanto que la determinación religiosa es histórica, puede ser derrotada, pero más que buscar hacerlo inmediatamente lo que habría que hacer es pujar para dirigir su impulso hacia posiciones progresistas mientras se la corrige despacio, según lo permitan las circunstancias.

En tanto que los piadosos son seres humanos, el socialismo debe tener una política para con ellos, pero esta política deberá enfrentar la cuestión religiosa, declarando la verdad al respecto, ya que la falsedad pía hace mal, una de cuyas consecuencias es la explotación; pero, además de eso, el socialismo debe pujar por integrar las alianzas mayoritarias que gobiernen los estados, y para eso necesita aliarse con el democratismo religioso. Entonces, la lucha será para decidir quién lidera esa alianza, que es inestable porque recibe los golpes de la aristocracia y los de la violencia histórica que caracteriza a la piedad capitalista, a la que además en parte reproduce. Los socialistas exteriores a esas alianzas gubernamentales tendrán que reconocer la correlación de fuerzas y plantear críticas sensatas, que señalen todo lo que haya que señalar pero que también comprendan que la política demócrata pía es una superación de las restauraciones conservadoras, que pujan por retornar a los gobiernos, superación de la que las naciones dependen para reproducirse en circunstancias menos desfavorables en que lo hacen con gobiernos liberales, por lo que la política de esas alianzas debe ser criticada bien. Las críticas buenas son las que hacen sentir bien a los criticados al recibirlas, y son buenas no sólo por eso y por estar bien hechas, sino porque, al hacerlos sentir bien, las aceptan, por lo que quienes las reciben se predisponen a asumir los problemas mencionados por ellas y a responder en consecuencia. Las críticas malas, en cambio, son desestimadas por ser hirientes, aunque tengan razones válidas, por lo que esas razones tardan más en ser reconocidas. No obstante, hay ocasiones en que no se puede hacer críticas y que ellas sean recibidas bien, porque la gente es perversa. En esos casos, hay que plantear las críticas de una manera que no sea hiriente, ya que tampoco será gustosa en un primer momento, o tal vez nunca si los criticados no entran en razones.

A la vez estará la cuestión de la unidad de los socialistas en frentes partidarios, movimientistas, agrupacionistas y con individuos sueltos, y demás, que debieran buscar alianzas con los demócratas religiosos que sean lideradas por los socialistas, pero que, de no serlo, igual tienen que ser mantenidas, reconociendo los males y los bienes que tengan que reconocer. Un aspecto importante que tiene que enfrentar el socialismo es el de la producción de la conciencia humana verdadera, que inclina hacia el socialismo a las fuerzas capitalistas.

Esos frentes, más que frentes deben ser redes sociales compuestas de distintos nodos y grupos de nodos en relación con las organizaciones partidarias, que deben centralizar las cuestiones que les sean presentadas por aquéllos y responderles, según esos planteos y según las verdades sabidas por los partidos que sean ignoradas por las organizaciones aliadas que les sean exteriores, además de que los frentes partidarios tienen que tomar las medidas de gobierno correspondientes cuando están en él. Esas redes deben poder responder e integrar a los oprimidos en las coyunturas políticas, a la vez que mantener las luchas estructurales, pero además tienen que reconocer a la totalidad de las cuestiones porque, dado que gobernarán estados nacionales, tienen que atender al conjunto de las naciones, lo que no implica someterse a las clases capitalistas, sino relacionarse con ellas de una manera que las contenga y las desarme de buena manera, lo que no quita apelar a la violencia legítima, que es legítima porque es mesurada, responsable y conforme a los objetivos perseguidos, que no son los de la revancha histórica sino los de la resolución de los problemas del presente.


Anexos

1. En el debate entre los socialistas y los proteccionistas, o sea, los demócratas progresistas que sostienen al modelo keynesiano, que tiene carácter religioso porque no cuestiona a las religiones, los socialistas tenemos que reconocer que los modelos progresistas vigentes tienen que lidiar con la hegemonía liberal, que tiene carácter mundial, por lo cual no vale achacarles así nomás los males derivados de los enclaves productivos liberales, aunque sí vale señalar el problema y reclamar y proponer soluciones.

2. El caso del MAS boliviano tampoco es el de un socialismo ateo puro, ya que el mismo Evo Morales declaró ser católico y por las tendencias pachamamistas dentro del partido. Es un pietismo socialista, que a la vez que sostiene un sincretismo entre el cristianismo de la teología de la liberación y las creencias de los pueblos originarios, busca un modelo socialista, o sea, la implementación del programa de la izquierda, con las contrariedades que tiene por ser híbrido y por tener que lidiar con el predominio capitalista mundial.

De los capitalistas, la piedad y la estrategia socialista

Los capitalistas son los humanos que acumulan valor abstracto. Se caracterizan por captar. De ahí viene “capital”, de “captar”, que quiere decir “tomar”, o “coger”. En el caso de los capitalistas de lo que se trata es de tomar el valor de cambio, pero por extensión se lo aplica a las autoridades que sostienen al modelo capitalista, aunque no sean empresarios, ya que hacen al modelo caracterizado por la acumulación de valor de cambio.

Los capitalistas, en general, son humanos piadosos, es decir, que fueron formados en la cultura pía, más específicamente en la cultura pía privada, la del clero y la de las instituciones laicas de clase alta, como son las escuelas y los hospitales privados. Esto es general, y no absoluto, porque es histórico, o sea, que hay excepciones y variantes a eso. Los capitalistas, desde que nacen, son sometidos a un sistema falso de formación y control que, en nombre de las normas divinas, los reprime, los maltrata, los hiere y también los satisface: los sujeta a un modo de vida que combina los placeres con los sacrificios, esto es, con los dolores y la explotación. Entonces, los capitalistas también son reventados. Los obligan a ir a misa, a festejar las ceremonias religiosas, las fechas de los santos, a divertirse con sus amigos, que son los hijos de otros piadosos altos, en los momentos que se permiten para eso, a estudiar rigurosamente, a cumplir con muchas pautas y obligaciones, y demás, y eso en medio de un relato del mundo según el cual sus almas se pueden ir al infierno eternamente si incumplen las reglas, y los placeres fáciles y el disfute de la vida muchas veces o son pecados o están proscritos, o sea, que en esas ocasiones tienen que dárselos sin permiso social; también en el que las relaciones amorosas están atravesadas por la vigilancia mutua y el mito de los cuernos, donde el embarazo considerado ilegítimo apareja la condena y donde el uso de anticonceptivos no está autorizado abiertamente. Y eso sólo por mencionar algunas cosas que se me ocurren de improviso. La historia de la opresión sufrida por la clase capitalista está por reconocerse.

De allí que los capitalstas sean corruptos en general, porque son sometidos a un modo de vida que por falso es lesivo, de las psiquis, de los cuerpos, de la moralidad y demás. Además, las normas que tienen que cumplir son incumplibles, porque son sofisticadas y porque son muchas y contradictorias entre sí, de lo cual la cultura capitalista es una que condena duramente las faltas a las normas instituidas a la vez que acepta su incumplimiento de hecho, lo que a los capitalistas les causa un temor y un estado de alerta permanente. En conjunto, todo esto, y lo demás que no escribí, les quiebra la solidaridad, el sentido común, la alegría de vivir, las buenas intenciones y las demás cosas buenas de la humanidad, que les subsisten quebradas, lo que apareja los maltratos capitalistas: las guerras, los ataques, las amenazas, las acusaciones, la competencia permanente y demás.

Esta lógica viene de la falsedad de las culturas pías, por lo cual la piedad es el problema principal, ya que es la causante del mal subsiguiente que es el capital, que también es un mal en sí, por lo que no basta con deshacer a la piedad, sino que a la vez hay que tratar al capital, pero entendiendo sus relaciones con sus factores adyacentes.

Cuando que se habla de “los ganadores del modelo”, o se los ve en sus vacaciones en las islas paradisíacas, y las otras cosas de esas, hay que recordar que los capitalistas son degraciados, por falsos, lo que sirve para no enojarse, y hay que evitar enojarse para buscar respuestas que permitan resolver el problema histórico de la falsedad humana, con la opresión que apareja.


***

La relación de esta explicación con la estrategia socialista radica en que los socialistas tienen una relación agresiva para con los capitalistas, lo que es malo y debe ser superado mediante la comprensión y la aserción. La relación de los socialistas con los capitalistas debe ser una relación asertiva, es decir, que comprenda a las causas que los llevan a ser lo que son y que intervenga según esa comprensión de una manera tal que haga que los capitalistas sean concientes de qué es lo que determina la opresión que sufren, para que acepten el reemplazo del capitalismo por el socialismo, en el cual los capitalistas saldrían ganando de verdad, ya que las relaciones que los atormentan serían suplantadas por relaciones verdaderas y gratas. Y eso no quita que valgan las confrontaciones fuertes contra el capital, en tanto que sean maduras y bien ordenadas, o sea, pacifistas y responsables.

La estrategia socialista está mal planteada en algunos aspectos, en particular en que, al no advertir el lugar de la piedad en la determinación del modelo capitalista, tiene una política poco conciente para con ella, que no reconoce sus lazos con el proletariado, por lo que los socialistas apelan al proletariado en su estrategia sin notar que el proletariado es puesto a favor del capitalismo mediante la piedad, aunque esté en conflicto con él por la opresión económica y por la extracción del plusvalor, entre las otras cosas, y aunque esté en conflicto con la piedad porque es falsa, de la misma manera que los monjes están en conflicto consigo mismos. También hay que ser asertivos con los monjes, y reconocer la opresión que los sujeta, aunque sea causada, en parte, por ellos mismos. 

Esa ignorancia de la derechización pía del proletariado, sumada a su idealización por los socialistas, lleva a que los socialistas más se peleen entre sí por conducir al proletariado, que les responde poco y cuya derechización apenas critican, en vez que articular una estrategia conjunta, que es necesaria, aunque no suficiente, para construir el socialismo: es una condición que debe ser mantenida en una estrategia a largo plazo, con las críticas y discusiones que haya que dar. El proletariado debe ser criticado, ya que es pío y ya que reproduce al capitalismo cuando vota a sus gobernantes y a los líderes sindicales capitalistas, cuando cumple con las normas de la piedad y cuando pretende que los socialistas las cumplamos, entre otras cuestiones. Del mismo modo, el socialismo debe terminar de abandonar el acoso clasista que hace para con los socialistas de clase media y alta, y rechazar el acoso clasista del populismo, ya que la gente no elige la clase en la que nace y ya que para ser socialista no hace falta ser de clase baja, sino que basta con adherir al socialismo. El socialismo debe reconocer que la opresión no es sólo la que sufren los trabajadores asalariados, sino que se expande por el conjunto de las sociedades a causa de la falsedad pía.


Anexo

Esto, así esbozado, tiene que ser completado y, si acaso, corregido. En particular, falta explicitar la política socialista que debe ser para con el pequeño y mediano empresariado, y también para con el grande. A las objeciones trotskistas para con eso, y a las demás que hubiere, respondo que los socialistas tienen que tener una política para con el conjunto de la humanidad, por lo que deben definir una relativa al empresariado, lo mismo que para el lumpenproletariado, el campesinado y el eclesiado. De otra manera no podrán gobernar un bloque hegemónico, ya que carecerían de apoyos en cuatro clases sociales.

Eso de que el proletariado es la clase capaz de tener una concepción universalista es mentira. Primero hay que reconocer que históricamente no la tuvo hasta ahora, y tampoco podría tenerla porque sólo puede considerar los aspectos de la historia que puede considerar desde su posición de clase. Es la humanidad entera la única que puede dar cuenta de toda la humanidad, pero para eso toda la humanidad tiene que ser verdadera y vivir en forma comunista, lo que es una meta a lograr progresivamente.

Otro punto a cuestionar es la metáfora de que la lucha de clases es el motor de la historia. La historia, en tanto que el conjunto de hechos, se hace a sí misma. Es la historia la que mueve a la historia. La lucha de clases tiene un lugar central en la historia humana, pero ese lugar central no la justifica por sí misma, es decir, que la lucha de clases no es buena en sí: es una puja entre las clases sociales, que causa traumas. Los actos proletarios, o los humanos en general, insertos en esa lucha, pueden tener un sentido emancipatorio, y entonces sí son buenos, pero no hay que hacer una apología de la lucha de clases en sí misma porque no siempre la merece. La represión capitalista, y la violencia proletaria desmedida, son parte ilegítima de la lucha de clases, además de que la colaboración entre las clases es otro motor de la historia, que actúa contrariado con la lucha, y algo de ella es bueno. Lo malo de la colaboración entre las clases es que mantiene a la desigualdad social, pero la igualdad social no bastaría para cesar la opresión, ya que podría haber un piísmo, un pietismo, que fuera socialista, en que habría igualdad social bajo patrones religiosos, que también oprimirían, por lo que además del socialismo es precisa la verdad, o sea, el cientificismo. Tal vez más que el socialismo científico habría que postular el cientificismo socialista.