viernes, 25 de septiembre de 2015

Qué hacer con el democratismo pío

El democratismo pío es la forma de gobierno basada en la soberanía popular que se ejerce mediante el sistema electoral, que es pío no sólo porque lo son las constituciones que rigen a las naciones, sino también porque apelan al método de la votación, inspirado en los votos religiosos. En Occidente el democratismo pío es el de las democracias cristianas, sea en sus versiones de centroderecha y de derecha, como la del Partido Popular en España, la de la Unión Demócrata Cristiana alemana, la del Partido Revolucionario Institucional en México, la del Partido Republicano estadounidense y la de Propuesta Republicana en Argentina, o sea en sus versiones de centro, que pueden contener elementos derechistas y llegan a incluir cierto progresismo, como Alianza País en Ecuador, el Partido Demócrata estadounidense y el Frente para la Victoria en Argentina. Con el transcurso de la historia esas posiciones varían, como es el caso del Partido Justicialista argentino, que es el eje político del peronismo y que en parte está en el FpV, que sostuvo posiciones demócratas cristianas de centroderecha durante los primeros gobiernos de Perón, que fueron progresivos en relación a los gobiernos restauradores que lo precedieron y a los intereses oligárquicos, y que aglutinaron sometiéndolos a elementos izquierdistas, pero que también contenían aspectos fascistas y de persecusión a la izquierda que se le opuso, aparte de haber sido píos, dado su carácter cristiano general. Los gobiernos de los partidos socialistas, o socialcristianos, como el del Movimiento al Socialismo boliviano, el del Partido Socialista Unido de Venezuela y el del Partido de los Trabajadores brasileño, están sometidos a las constituciones y al carácter cristiano de las naciones, y a sus aspectos cristianos intrínsecos también, además de a la hegemonía liberal mundial, por lo que adoptan un carácter híbrido, que busca componer al cristianismo con el cientificismo sin abordar explícitamente la cuestión del ateísmo. De allí que haya que evaluar su desempeño de acuerdo a esos y al resto de los factores que los coercionan.

El democratismo pío se basa en el carácter religioso de las naciones, y por eso es que tiene tanto apoyo popular, dado que las naciones, mayoritariamente, son creyentes, por lo que los proyectos socialistas fracasan una y otra vez al buscar el apoyo de las masas, que los rechazan mucho porque el socialismo, en general, es ateo, dado lo cual las experiencias socialistas triunfantes levantan la idea de “socialismo cristiano”, el socialcristianismo, basado en la figura de “Cristo obrero”, del “Cristo revolucionario” o del “Cristo de los pobres”, que es más propio del populismo, lo que es más el caso del PSUV y el PT y no tanto del MAS. En eso, el gran problema es que las masas están algo falseadas por las religiones. Habría que estudiar cuál fue la estrategia política de la iglesia católica durante la conformación de los estados-naciones latinoamericanos, y en especial durante el período de transición entre el modelo agroexportador y el de sustitución de importaciones, cuando fue la integración de los migrantes internos y externos, para comprender mejor cómo fue que las políticas demócratas cristianas se impusieron a las socialistas, en sus distintas variantes. En las luchas insurreccionales de fines del modelo de sustitución de importaciones lo que hubo fue una alianza improvisada entre los socialistas, la teología de la liberación y la opción por los pobres, que fue reprimida duramente desde el alto clero y las oligarquías, alianza que se repuso luego, precariamente, y hoy conforma a los gobiernos progresistas latinoamericanos. Y no obstante, en cuanto que la determinación religiosa es histórica, puede ser derrotada, pero más que buscar hacerlo inmediatamente lo que habría que hacer es pujar para dirigir su impulso hacia posiciones progresistas mientras se la corrige despacio, según lo permitan las circunstancias.

En tanto que los piadosos son seres humanos, el socialismo debe tener una política para con ellos, pero esta política deberá enfrentar la cuestión religiosa, declarando la verdad al respecto, ya que la falsedad pía hace mal, una de cuyas consecuencias es la explotación; pero, además de eso, el socialismo debe pujar por integrar las alianzas mayoritarias que gobiernen los estados, y para eso necesita aliarse con el democratismo religioso. Entonces, la lucha será para decidir quién lidera esa alianza, que es inestable porque recibe los golpes de la aristocracia y los de la violencia histórica que caracteriza a la piedad capitalista, a la que además en parte reproduce. Los socialistas exteriores a esas alianzas gubernamentales tendrán que reconocer la correlación de fuerzas y plantear críticas sensatas, que señalen todo lo que haya que señalar pero que también comprendan que la política demócrata pía es una superación de las restauraciones conservadoras, que pujan por retornar a los gobiernos, superación de la que las naciones dependen para reproducirse en circunstancias menos desfavorables en que lo hacen con gobiernos liberales, por lo que la política de esas alianzas debe ser criticada bien. Las críticas buenas son las que hacen sentir bien a los criticados al recibirlas, y son buenas no sólo por eso y por estar bien hechas, sino porque, al hacerlos sentir bien, las aceptan, por lo que quienes las reciben se predisponen a asumir los problemas mencionados por ellas y a responder en consecuencia. Las críticas malas, en cambio, son desestimadas por ser hirientes, aunque tengan razones válidas, por lo que esas razones tardan más en ser reconocidas. No obstante, hay ocasiones en que no se puede hacer críticas y que ellas sean recibidas bien, porque la gente es perversa. En esos casos, hay que plantear las críticas de una manera que no sea hiriente, ya que tampoco será gustosa en un primer momento, o tal vez nunca si los criticados no entran en razones.

A la vez estará la cuestión de la unidad de los socialistas en frentes partidarios, movimientistas, agrupacionistas y con individuos sueltos, y demás, que debieran buscar alianzas con los demócratas religiosos que sean lideradas por los socialistas, pero que, de no serlo, igual tienen que ser mantenidas, reconociendo los males y los bienes que tengan que reconocer. Un aspecto importante que tiene que enfrentar el socialismo es el de la producción de la conciencia humana verdadera, que inclina hacia el socialismo a las fuerzas capitalistas.

Esos frentes, más que frentes deben ser redes sociales compuestas de distintos nodos y grupos de nodos en relación con las organizaciones partidarias, que deben centralizar las cuestiones que les sean presentadas por aquéllos y responderles, según esos planteos y según las verdades sabidas por los partidos que sean ignoradas por las organizaciones aliadas que les sean exteriores, además de que los frentes partidarios tienen que tomar las medidas de gobierno correspondientes cuando están en él. Esas redes deben poder responder e integrar a los oprimidos en las coyunturas políticas, a la vez que mantener las luchas estructurales, pero además tienen que reconocer a la totalidad de las cuestiones porque, dado que gobernarán estados nacionales, tienen que atender al conjunto de las naciones, lo que no implica someterse a las clases capitalistas, sino relacionarse con ellas de una manera que las contenga y las desarme de buena manera, lo que no quita apelar a la violencia legítima, que es legítima porque es mesurada, responsable y conforme a los objetivos perseguidos, que no son los de la revancha histórica sino los de la resolución de los problemas del presente.


Anexos

1. En el debate entre los socialistas y los proteccionistas, o sea, los demócratas progresistas que sostienen al modelo keynesiano, que tiene carácter religioso porque no cuestiona a las religiones, los socialistas tenemos que reconocer que los modelos progresistas vigentes tienen que lidiar con la hegemonía liberal, que tiene carácter mundial, por lo cual no vale achacarles así nomás los males derivados de los enclaves productivos liberales, aunque sí vale señalar el problema y reclamar y proponer soluciones.

2. El caso del MAS boliviano tampoco es el de un socialismo ateo puro, ya que el mismo Evo Morales declaró ser católico y por las tendencias pachamamistas dentro del partido. Es un pietismo socialista, que a la vez que sostiene un sincretismo entre el cristianismo de la teología de la liberación y las creencias de los pueblos originarios, busca un modelo socialista, o sea, la implementación del programa de la izquierda, con las contrariedades que tiene por ser híbrido y por tener que lidiar con el predominio capitalista mundial.

De los capitalistas, la piedad y la estrategia socialista

Los capitalistas son los humanos que acumulan valor abstracto. Se caracterizan por captar. De ahí viene “capital”, de “captar”, que quiere decir “tomar”, o “coger”. En el caso de los capitalistas de lo que se trata es de tomar el valor de cambio, pero por extensión se lo aplica a las autoridades que sostienen al modelo capitalista, aunque no sean empresarios, ya que hacen al modelo caracterizado por la acumulación de valor de cambio.

Los capitalistas, en general, son humanos piadosos, es decir, que fueron formados en la cultura pía, más específicamente en la cultura pía privada, la del clero y la de las instituciones laicas de clase alta, como son las escuelas y los hospitales privados. Esto es general, y no absoluto, porque es histórico, o sea, que hay excepciones y variantes a eso. Los capitalistas, desde que nacen, son sometidos a un sistema falso de formación y control que, en nombre de las normas divinas, los reprime, los maltrata, los hiere y también los satisface: los sujeta a un modo de vida que combina los placeres con los sacrificios, esto es, con los dolores y la explotación. Entonces, los capitalistas también son reventados. Los obligan a ir a misa, a festejar las ceremonias religiosas, las fechas de los santos, a divertirse con sus amigos, que son los hijos de otros piadosos altos, en los momentos que se permiten para eso, a estudiar rigurosamente, a cumplir con muchas pautas y obligaciones, y demás, y eso en medio de un relato del mundo según el cual sus almas se pueden ir al infierno eternamente si incumplen las reglas, y los placeres fáciles y el disfute de la vida muchas veces o son pecados o están proscritos, o sea, que en esas ocasiones tienen que dárselos sin permiso social; también en el que las relaciones amorosas están atravesadas por la vigilancia mutua y el mito de los cuernos, donde el embarazo considerado ilegítimo apareja la condena y donde el uso de anticonceptivos no está autorizado abiertamente. Y eso sólo por mencionar algunas cosas que se me ocurren de improviso. La historia de la opresión sufrida por la clase capitalista está por reconocerse.

De allí que los capitalstas sean corruptos en general, porque son sometidos a un modo de vida que por falso es lesivo, de las psiquis, de los cuerpos, de la moralidad y demás. Además, las normas que tienen que cumplir son incumplibles, porque son sofisticadas y porque son muchas y contradictorias entre sí, de lo cual la cultura capitalista es una que condena duramente las faltas a las normas instituidas a la vez que acepta su incumplimiento de hecho, lo que a los capitalistas les causa un temor y un estado de alerta permanente. En conjunto, todo esto, y lo demás que no escribí, les quiebra la solidaridad, el sentido común, la alegría de vivir, las buenas intenciones y las demás cosas buenas de la humanidad, que les subsisten quebradas, lo que apareja los maltratos capitalistas: las guerras, los ataques, las amenazas, las acusaciones, la competencia permanente y demás.

Esta lógica viene de la falsedad de las culturas pías, por lo cual la piedad es el problema principal, ya que es la causante del mal subsiguiente que es el capital, que también es un mal en sí, por lo que no basta con deshacer a la piedad, sino que a la vez hay que tratar al capital, pero entendiendo sus relaciones con sus factores adyacentes.

Cuando que se habla de “los ganadores del modelo”, o se los ve en sus vacaciones en las islas paradisíacas, y las otras cosas de esas, hay que recordar que los capitalistas son degraciados, por falsos, lo que sirve para no enojarse, y hay que evitar enojarse para buscar respuestas que permitan resolver el problema histórico de la falsedad humana, con la opresión que apareja.


***

La relación de esta explicación con la estrategia socialista radica en que los socialistas tienen una relación agresiva para con los capitalistas, lo que es malo y debe ser superado mediante la comprensión y la aserción. La relación de los socialistas con los capitalistas debe ser una relación asertiva, es decir, que comprenda a las causas que los llevan a ser lo que son y que intervenga según esa comprensión de una manera tal que haga que los capitalistas sean concientes de qué es lo que determina la opresión que sufren, para que acepten el reemplazo del capitalismo por el socialismo, en el cual los capitalistas saldrían ganando de verdad, ya que las relaciones que los atormentan serían suplantadas por relaciones verdaderas y gratas. Y eso no quita que valgan las confrontaciones fuertes contra el capital, en tanto que sean maduras y bien ordenadas, o sea, pacifistas y responsables.

La estrategia socialista está mal planteada en algunos aspectos, en particular en que, al no advertir el lugar de la piedad en la determinación del modelo capitalista, tiene una política poco conciente para con ella, que no reconoce sus lazos con el proletariado, por lo que los socialistas apelan al proletariado en su estrategia sin notar que el proletariado es puesto a favor del capitalismo mediante la piedad, aunque esté en conflicto con él por la opresión económica y por la extracción del plusvalor, entre las otras cosas, y aunque esté en conflicto con la piedad porque es falsa, de la misma manera que los monjes están en conflicto consigo mismos. También hay que ser asertivos con los monjes, y reconocer la opresión que los sujeta, aunque sea causada, en parte, por ellos mismos. 

Esa ignorancia de la derechización pía del proletariado, sumada a su idealización por los socialistas, lleva a que los socialistas más se peleen entre sí por conducir al proletariado, que les responde poco y cuya derechización apenas critican, en vez que articular una estrategia conjunta, que es necesaria, aunque no suficiente, para construir el socialismo: es una condición que debe ser mantenida en una estrategia a largo plazo, con las críticas y discusiones que haya que dar. El proletariado debe ser criticado, ya que es pío y ya que reproduce al capitalismo cuando vota a sus gobernantes y a los líderes sindicales capitalistas, cuando cumple con las normas de la piedad y cuando pretende que los socialistas las cumplamos, entre otras cuestiones. Del mismo modo, el socialismo debe terminar de abandonar el acoso clasista que hace para con los socialistas de clase media y alta, y rechazar el acoso clasista del populismo, ya que la gente no elige la clase en la que nace y ya que para ser socialista no hace falta ser de clase baja, sino que basta con adherir al socialismo. El socialismo debe reconocer que la opresión no es sólo la que sufren los trabajadores asalariados, sino que se expande por el conjunto de las sociedades a causa de la falsedad pía.


Anexo

Esto, así esbozado, tiene que ser completado y, si acaso, corregido. En particular, falta explicitar la política socialista que debe ser para con el pequeño y mediano empresariado, y también para con el grande. A las objeciones trotskistas para con eso, y a las demás que hubiere, respondo que los socialistas tienen que tener una política para con el conjunto de la humanidad, por lo que deben definir una relativa al empresariado, lo mismo que para el lumpenproletariado, el campesinado y el eclesiado. De otra manera no podrán gobernar un bloque hegemónico, ya que carecerían de apoyos en cuatro clases sociales.

Eso de que el proletariado es la clase capaz de tener una concepción universalista es mentira. Primero hay que reconocer que históricamente no la tuvo hasta ahora, y tampoco podría tenerla porque sólo puede considerar los aspectos de la historia que puede considerar desde su posición de clase. Es la humanidad entera la única que puede dar cuenta de toda la humanidad, pero para eso toda la humanidad tiene que ser verdadera y vivir en forma comunista, lo que es una meta a lograr progresivamente.

Otro punto a cuestionar es la metáfora de que la lucha de clases es el motor de la historia. La historia, en tanto que el conjunto de hechos, se hace a sí misma. Es la historia la que mueve a la historia. La lucha de clases tiene un lugar central en la historia humana, pero ese lugar central no la justifica por sí misma, es decir, que la lucha de clases no es buena en sí: es una puja entre las clases sociales, que causa traumas. Los actos proletarios, o los humanos en general, insertos en esa lucha, pueden tener un sentido emancipatorio, y entonces sí son buenos, pero no hay que hacer una apología de la lucha de clases en sí misma porque no siempre la merece. La represión capitalista, y la violencia proletaria desmedida, son parte ilegítima de la lucha de clases, además de que la colaboración entre las clases es otro motor de la historia, que actúa contrariado con la lucha, y algo de ella es bueno. Lo malo de la colaboración entre las clases es que mantiene a la desigualdad social, pero la igualdad social no bastaría para cesar la opresión, ya que podría haber un piísmo, un pietismo, que fuera socialista, en que habría igualdad social bajo patrones religiosos, que también oprimirían, por lo que además del socialismo es precisa la verdad, o sea, el cientificismo. Tal vez más que el socialismo científico habría que postular el cientificismo socialista.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

De la praxis

La praxis en realidad es la práctica. Los marxistas a veces pensaron que la praxis es la acción reflexionada, para diferenciarla de las acciones que no son reflexionadas, pero las prácticas siempre son reflexionadas. Los griegos antiguos definieron a la práctica como las acciones de los negocios, las ocupaciones, la política, la guerra y demás, para diferenciarla de las acciones biológicas, como son la nutrición, el crecimiento y la respiración. Lo que tienen de específico las prácticas es que son acciones reflexionadas y voluntarias: la gente, para ejecutarlas, las piensa primero, y luego las ejecuta a voluntad. Además, la práctica es intencional: de allí que el carácter de la intención con que se ejecuta la práctica sea importante.

A lo que los marxistas designaron con el nombre de praxis en realidad es a las prácticas buenas, diferentes de la mala praxis, que también requiere reflexión y voluntad, e intención, pero en la cual su implementación es hecha de mala manera. Las prácticas buenas, además, requieren de consenso y de que su reflexión y ejecución sean conjuntas, o sea, hechas por el conjunto de los humanos involucrados en las circunstancias en que la práctica se inserte, pero además tienen que considerar bien al resto de su entorno y corregirse según las consecuencias que detecten luego de haberla realizado.

Y a esto lo digo sin ser marxista, para no personalizar, pero sí comunista y materialista histórico, o sea, seguidor del planteo de Marx en lo que lo merece, pero críticamente y abierto a aceptar mis errores derivados de eso al entenderlos.

martes, 22 de septiembre de 2015

De la sanción, la salud y la enfermedad

La sanción tiene, en principio, dos acepciones, que son la de castigo y la de promulgación. En relación a la primera, cabe decir que su formulación tiene origen devoto, según el cual la ascesis dolorosa santifica. La sanción es comprendida como una “sanación”, es decir, como un castigo que sana al pecador al purificarlo mediante dolores. Es un absurdo, por supuesto, pero está vigente en las órdenes piadosas y en las sociedades. Por eso es que las palabras “sano”, “santo” y “sanción” son parecidas. Tienen en común su origen en el vocablo latino “săcĕr”, que viene del osco sakir y del umbro sakra, además de relacionarse con el hitita šaklāiš. “Săcĕr” es “sacro”, “sagrado”, “consagrado a una divinidad”. El sacerdocio deriva de él. Además, viene de “Sancŭs”, una divinidad del pueblo prerromano sabino, equivalente a Hércules, llamado “Sanco” en el español actual.

En esta triple significación de “sanción”, como castigo, como cura y como convalidación legal, se advierte la trama que reúne, aunque sea en falso, a la religión con la medicina y con la justicia, trama extendida a otros ámbitos sociales, como la educación y la industria. Esta unión no es absoluta, es decir, que en ninguno de estos ámbitos los hombres pretenden siempre obtener los resultados que buscan por medio de dolores, pero es una lógica subyacente que sigue operando de algún modo, contrariando a las buenas prácticas que la humanidad pretende en ellos cuando es sensata.

Lo mismo sucede con la salud. Al igual que “salvación”, el término “salud” deriva de “salvus”, que es“salvo”, como “salvado”, por “entero”, “íntegro”. Los religiosos, si bien yerran en sus prácticas para salvar a la gente, ya que la idea del juicio final es falsa, y causan problemas de salud al condenar a los humanos por los pecados, hacen bien al promover la socialidad, cosa que hacen intuitivamente, mezclando bondades y maldades, por basarse en una mezcla también entre verdades y falsedades. Los saludos que se dan las personas también hacen a su salud, porque el trato amable incide en las psiques y los cuerpos, y los saludos hacen a las relaciones humanas. Por eso es que la falta de saludos hace daño, pero para que los haya lo que debe ser la gente tiene que ser verdadera y buena, ya que cuando está mal los enojos los dificultan.


Lectura

Giorgio Agamben, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Pre-Textos, 1998.


Anexo

A diferencia de lo que sucede con la sanción, la relación que sugerí en mi tesina de licenciatura entre la enfermedad y el infierno, por ser palabras similares, no es cierta: el término “enfermedad” viene del latín “infirmus”, que quiere decir “no firme”. El agregado de cuestiones infernales a la enfermedad es connotativo.

domingo, 20 de septiembre de 2015

De cómo se define el deber ser humano y de cómo debe definirse

El deber ser humano es contractivo, ya que nuestra práctica responde a luchas que se expanden por todos los ámbitos de la sociedad, no obstante lo cual hay un deber ser dominante, que pretende regular a la práctica humana en general, que es resistido y desobedecido a veces, u obedecido a desgano, porque es parcialmente ilegítimo, y es ilegítimo porque no tiene en cuenta a cosas que deben ser tenidas en cuenta.

El conjunto de las nociones dominantes sobre lo que debe ser la humanidad se centraliza en las instituciones pías, la principal de las cuales es la iglesia, que es seguida por la ley constitucional, que es su correlato laico y que establece las normas supremas reguladoras de las restantes, sean jurídicas, económicas, políticas, culturales y demás, a las que se agregan las leyes y los reglamentos que se les subordinan, y eso en relación con las otras legislaciones supremas, como son los tratados internacionales de rango constitucional. Para eso, los sacerdotes sintetizan a algunos de los conceptos de la filosofía y de las ciencias, a la vez que soslayan a otros, que son sostenidos por los luchadores sin que lleguen a legalizarse: es la legitimidad proscrita, que impulsa a los procesos revolucionarios, además de lo cual existe la reproducción laica de los mandatos sacerdotales, que es la que plasma a las doctrinas religiosas en las leyes estatales. Esto no quita que en la creación de las leyes intervienen varios actores sociales, además de los eclesiásticos, como son los empresarios y los trabajadores.

Para que el deber ser sea legítimo debe responder a los reclamos sociales o, más bien, a las verdades reprimidas, esto es, a las razones reprimidas que merezcan ser tenidas en cuenta por ser buenas, sin importar de qué clase sean sus portadores, para lo cual las leyes y el gobierno deben ser sociales, ya que, al no serlo, los gobernantes no reconocen bien a las verdades de quienes están excluídos de su conformación, ni le dan curso a sus demandas, lo que apareja a la violencia de los delincuentes, que transgreden a las leyes porque las leyes no representan a sus intereses buenos, ni reconocen las opresiones que sufrieron; pero además, las iglesias deben cambiar su carácter, o sea, deben ser centros filosóficos abiertos de la sociedad: deben ser socializadas y responder a la verdad, lo que las mantendría en tanto que asambleas sociales, ateas y científicas, en que la gente se encontraría para aprender y enseñar a comportarse, y demás.


Comentarios

1. Entender así las cosas no implica desconocer la determinación económica de la piedad, que es un determinante subsiguiente a aquélla: así como las creencias primitivas fueron posibilitadas por la recolección, la caza y la pesca, las iglesias son consecuencia de la agricultura, que permitió que algunos de los humanos se asentaran en territorios en que erigieron las ciudades y sus construcciones, determinantes de sus prácticas posteriores. El impulso desatado por la reforma protestante y la contrarreforma católica, ambos a su vez sucesores de la agricultura, propiciaron a la Revolución Industrial, que luego causó cambios políticos y religiosos, etc.

2. La palabra “mojigato”, más que derivada de “gato”, como sostienen muchas de sus definiciones, me parece que viene de “monje” y que quiere decir algo así como “monjado”, o sea, “de carácter monjero”.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Fe, piedad y modos de producción

El vocablo “fe” viene del latín fídēs, derivado de fīdō, los que a su vez provienen de los vocablos griegos pístis, cuya grafía original es πίϭτις, y peíthō. El término griego más cercano a peíthō que encontré es el de πείσομαι, que remite a πάϭχω y a πείϑω. El último de esos dos se refiere a significados habituales relativos a la fe, como son el convencimiento, la persuación, la seducción, el consejo, la confianza y la creencia, y a otros, menos usuales, como el engaño, el soborno y sucumbir. El primero, πάϭχω, quiere decir “sufrir”, “padecer” y “afectarse”.

¿Porqué la fe tiene esa ambivalencia, es decir, ese sentido, supuestamente positivo, relativo a la confianza, a la vez que los negativos de sufrir y padecer? El diccionario de la Enciclopedia Salvat define en general a la fe como la confianza o el buen concepto que se tiene de algo, el crédito que se les da a las cosas por la autoridad del que las dice o por su fama pública, como una palabra o una promesa dada y como la seguridad o aseveración de que una cosa es cierta. En particular, para su acepción religiosa, señala que para el cristianismo es una adhesión personal, gozosa y libre del creyente, a la palabra de dios, “a la verdad revelada por Dios a los hombres para enseñarles el camino de la salvación”. Y prosigue: “es, con la esperanza y la caridad, una de las tres virtudes teologales, y un misterio que sólo se explica por el Amor inconmensurable de Dios; obsequio gratuito de Dios al hombre, la fe exige de éste una respuesta de fidelidad a Dios y a su Palabra. Tener fe es afirmar y vivir humildemente la realidad de Dios, proclamar y manifestar, por medio del acto de fe y de una vida de fe, que Dios existe, se preocupa de nosotros, nos habla y está presente entre nosotros. La fe implica, pues, un encuentro y un diálogo entre Dios y el hombre, en cuanto que Aquél respeta la libertad de éste en cuanto ser racional; no hay oposición entre fe y razón, porque la fe del cristiano se basa en unos motivos de credibilidad racionales a partir de la presencia real de Dios en la historia de los hombres; la plenitud de la fe no choca con la razón humana, sino que la ilumina, la eleva y la integra en una perspectiva más rica: el designio de salvación de Dios”. Por extensión, ese diccionario la define en relación con la religión que fuese.

En ese pasaje se pueden apreciar varias cosas. Por un lado, que no se señala que la fe es incierta, o sea, que las cosas en las que se confía puede que no sean lo que parecen ser, lo que es importante porque la humanidad, para decidir qué hacer, tiene que saber con certeza qué es aquello a lo que operará con su práctica, además de lo que quiere hacer, y que las consecuencias de sus actos no serán malas de una manera tal que sea mejor no hacerlos. La humanidad, cuando se lleva por la fe, se autoriza a sí misma a hacer cosas sin saber que lo que vaya a hacer sea bueno, nada más confía en que así será, y por eso es que a veces sus actos causan pena. Manejarse según creencias causa incontinencia, ya que la gente, en vez que detenerse a pensar y a debatir qué hacer hasta saber cómo hacerlo y que será bueno, se lanza a actuar directamente, sin haber evaluado bien sus propósitos y circunstancias. En segundo lugar, esa definición da por cierto que dios existe por sí mismo, como un ser exterior a la imaginación humana, y las demás cosas que se le adjudican, como haber creado el universo, dar la palabra a la humanidad, y demás, aparte de componer en falso a la fe con la razón. Desde una perspectiva racionalista consecuente no se puede afirmar la existencia de dios por sí mismo, sino que hay que concluir que es una creencia humana que no puede ser demostrada, ya que los creyentes lo suponen ubicado por fuera del universo, adonde no se puede ir para comprobar que no está. Es una argucia retórica hecha por los teólogos para evadirse de reconocer que sostienen una falsedad. Antes decían que el infierno estaba en el centro de la Tierra, lo que fue refutado por la geología sin que los eclesiásticos todavía lo admitan. En tercer lugar, la define como un misterio, es decir, como un mito. Ambas palabras tienen la misma raíz griega, relativa a la mística, y son mentiras, tanto los mitos como los misterios. En cuarto lugar, es una definición que da lugar a formas de locura no reconocidas como el hecho de pensar que dios nos habla, con ese conjunto de diálogos fantásticos que los creyentes hacen con sus dioses imaginados, o que está entre nosotros, entre otras supersticiones. En conjunto, esas creencias falsean a la humanidad, que mezcla actos que responden a esas falsedades con otros sí referidos a las verdades: pero esa mezcla, por tener falsedades, dificulta ordenarnos para vivir felizmente, y no permite reconocer a nuestros deseos cuando son contrarios a las doctrinas fieles, por lo que causa su represión.

La piedad, del latín pĭĕtās, viene del osco piíhiúi y del umbro pihar. La Enciclopedia Salvat la define como una disposición religiosa del espíritu que predispone al culto divino, un amor entrañable a los padres y objetos venerados y como lástima, misericordia y conmiseración. En cambio, el diccionario de latín de Segura Munguía la define como el conocimiento y cumplimiento de los deberes para con los dioses, la patria, los padres, los hijos, etc. La falsedad de esta cuestión radica en que quienes definen cuáles son esos deberes son los sacerdotes, apelando a una supuesta voluntad de los dioses que en realidad es inventada por ellos mismos. Así, justifican sus arbitrios en seres imaginarios y mandan a obedecer al común de la gente en base a sus designios. No es que los sacerdotes sean concientes de hacer esa manipulación: ellos creen que obedecen a las disposiciones de los dioses, pero no es así. De esta manera, la noción suprema con que se ordenan las sociedades, es falsa, por lo que las sociedades se ordenan mal. Cabe mencionar que los mandatos píos se expanden por todos los restantes órdenes de la vida social, sean económicos, políticos, jurídicos, sanitarios, educativos, culturales y demás, aunque son contrariados por las restantes concepciones del mundo, que pueden ser de religiones menores, o científicas, lo que tampoco es garantía de que sean verdaderas, es decir, que el cientificismo crea una vía para la verdad y el bien, pero debe ser cumplido bien para lograrlos. El asunto se complica porque las religiones adoptan los conceptos científicos, pero falsamente, lo que confunde a la humanidad y le dificulta saber qué hacer. En ocasiones, hacen suponer que el bien es aquello que cumple con sus doctrinas.

Los modos de producción son las maneras en que las sociedades se conducen a sí mismas. El concepto central de “producción” es el latino dūcō, que quiere decir “conducir”, “guiar” o “llevar”. La educación es un derivado de él. Entonces, los modos de producción son regímenes que ordenan en general a toda la sociedad. El esclavismo, el feudalismo y el capitalismo son definidos por el carácter de su economía, pero son modelos que regulan a las sociedades en general, no sólo en materia económica, aunque subsumen a los restantes ámbitos sociales a la economía, en una relación histórica, es decir, en la que los elementos de cada espacio interactúan según lo hacen de hecho, aunque con algún orden, en que, a la vez que prima la Tierra y la naturaleza, y luego la economía, las prácticas humanas responden a la piedad y a sus demás determinaciones, sean políticas, culturales o las que fueren. El hecho de que las sociedades se ordenen a sí mismas supone que existen por naturaleza, es decir, que existen porque sus integrantes nacen, lo que depende de la Tierra y es consecuencia de la evolución de sus especies. Entonces, al ser el capitalismo el sistema que se basa en la acumulación de capital, es decir, en la acumulación de valor abstracto, es preciso entender porqué la acumulación de valor es reproducida por los capitalistas, y para eso sirve recordar que los capitalistas son seres piadosos en general. La piedad es un sistema transmodal, o sea, que atravesó a los distintos modos de producción, incluso a los primitivos, que tenían sus creencias, ya que la humanidad, hasta ahora, se regimenta en general desde los mandatos emanados de las instituciones que se supone representan a los dioses, las que muchas veces incorporan verdades científicas, cuando pueden adaptarlas a sus doctrinas. “Docto”, del que derivan “doctor” y “doctrina”, también viene de dūcō.

Resta entender la relación entre la piedad y las prácticas de los capitalistas, que fue señalada por Max Weber, pero que al parecer también está en las obras inéditas de Marx. Hay la intuición de esto en la expresión “religión de la mercancía”, más explícita en algunos comentarios de Gramsci, aparte de en los estudios de Foucault, a los que hay que analizar para no dejarse llevar por sus errores.


Lecturas

Michel Foucault, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 1989; “«Omnes et singulatim»: hacia una crítica de la razón política”, en ¿Qué es la ilustración?, Madrid, Ediciones La Piqueta, 1996.

Antonio Gramsci, Antología, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2010.

Enciclopedia Salvat. Diccionario, Barcelona, Salvat Editores, 1972, vocablos citados.

José M. Pabón S. de Urbina, Diccionario manual “Griego clásico-Español”, Barcelona, Vox, 2007, vigésima edición, vocablos citados.

Santiago Segura Munguía, Nuevo diccionario etimológico “Latín-Español” y de las voces derivadas, Bilbao, Universidad de Deusto, 2006, tercera edición, vocablos citados.


Anexos

1. “Docilidad” y “disciplina” también proceden de dūcō, por lo que hay que distinguir a la educación buena de la mala, ya que al no hacérselo se cae en una lucha contra la disciplina en sí misma, como les pasa a veces a los anarquistas, lo que no corresponde porque la disciplina buena es necesaria para la calidad de la vida humana.

2. Puede ser que la piedad y el fideísmo tengan una misma raíz etimológica, ya que son términos de resonancia similar.

3. Habrá que investigar, en un diálogo crítico con la tesis de La ética protestante y el espíritu del capitalismo, porqué los capitalistas acumulan capital, a diferencia de los proletarios, que también suelen ser creyentes. Tal vez la cuestión radique en que la piedad proletaria, de la religiosidad popular, propugna el ascetismo de bienes materiales, mientras que la piedad del clero alto, como la masonería, faculta a la acumulación, eso aparte de la opresión de la clase dominante, que expulsa hacia abajo a quienes no forman parte de ella, históricamente, es decir, con excepciones y variantes. Es preciso recordar que la masonería fue un aglutinante muy importante de los burgueses revolucionarios en contra del absolutismo monárquico, tanto en Europa como en América. No obstante, no habría que exagerar la incidencia religiosa en el afán de lucro, ya que depende de la ambición empresarial, que tiene causas históricas más allá de las pías.

4. La etimología también es una ciencia sujeta a pujas. Para este caso, el diccionario etimológico con el que trabajo fue editado por la Universidad de Deusto, que pertenece a la Compañía de Jesús, los jesuitas, por lo que responde a esa concepción. De allí que no haya en él, más que marginalmente, definiciones contrarias a la fe.

5. El materialismo histórico confundió la determinación material con la económica, porque la economía es una práctica más básica que la espiritualidad, lo que redundó en el planteo economicista, que supone que la práctica humana está deteminada más por la economía que por la ideología; pero ese planteo es inexacto. Ciertamente, la materia es anterior al pensamiento, que también es material porque se realiza a través de las sinapsis neuronales, que involucran a las dendritas y a la transmisión de los impulsos nerviosos, que responden a la interacción humana con su ambiente, y también la nutrición es previa al pensar, lo mismo que la economía es precondición para la espiritualidad. No obstante, la práctica humana es determinada por la conceptualización. Los actos animales más primarios respondieron a las determinaciones instintivas, pero, una vez realizados, a partir de la creación evolutiva de los cerebros, los animales comenzamos a conducirnos mediante nuestras ideas. Por eso es que reconocer a las ideas como determinantes de la práctica es materialista también. De allí que postular que el sistema vigente no es el capitalismo, sino el pietismo capitalista, es materialista, porque concibe al pietismo como un factor material y porque entiende que su conceptualización contiene y condujo al capitalismo. El capitalismo, entendido así, es el modo de acumulación de la fase conceptiva actual, que es pía.

Nueva etapa

Con este posteo se inicia una nueva etapa del blog, luego de haber fracasado en mi primer intento para explicar la relación entre la piedad y el capitalismo. Espero lograrlo en la segunda.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Declaro un error mío que es grave

La idea central en que me basé, y que está en “La determinación del capital y la estrategia socialista”, la de que la propiedad es una noción derivada de la religión, no es cierta. La propiedad no es “pro piedad” sino “aquello que es apartado”. Viene de proprivus, cuyo término central es privus, privado, apartado, y que tiene por sinónimos a “singular”, “particular” y “aislado”. Las conclusiones seguidas a eso también deben ser descartadas para su corrección. Del mismo modo, no pude confirmar que “proletario” sea el término para referirse a quienes están “por ello”, es decir, dedicados a las cosas a su alrededor, lo que, si bien puede que sea cierto, no se condice con la definición usual referida a la progenie. Entonces, la idea central que sostuve es incorrecta. Esa relación que planteé entre las creencias y la propiedad no es esencial a su historia, sino secundaria, y habrá que reconocerla.

Y no obstante, dado el peso de las iglesias en la dirección de las sociedades, la piedad es central en el capitalismo, ya que las doctrinas religiosas son articuladores de los distintos aspectos de la vida social, a la que pretenden regular totalizantemente. Las piedades son ideologías que intentan ordenar la vida social, pero son resistidas por ser falsas, ya que al serlo le hacen mal a la humanidad. Habría que decir que la clase capitalista es un bloque compuesto por los propietarios de los medios de producción, parte de los cuales son las iglesias, ya que permiten la reproducción social, o sea, que no todos los medios de producción son económicos, sino que los hay de varias índoles, como son los de la sanidad, la educación, la cultura, la justicia, etc. Las relaciones de determinación van de lo simple a lo complejo: las producciones más básicas dan lugar a las medias, y éstas a las altas, pero luego hay contradeterminaciones de lo alto hacia lo bajo, y relaciones entrecruzadas entre los factores, en las que priman la Tierra y la naturaleza.

Entonces, la propiedad, es un material que la humanidad toma del resto de la naturaleza, o de la Tierra, y que lo aparta. Lo transforma mediante el trabajo, y entonces se lo queda para sí. La diferencia entre la propiedad privada y la pública está en quiénes se quedan con los productos del trabajo, si la elite o el proletariado, pero eso no es lo único a tener en cuenta: hay que comprender porqué la clase capitalista es lo que es y hace lo que hace, ya que eso facilitaría la política socialista, que para mal es proclive a veces a formas de violencia superables, no mediante prácticas absolutamente pacíficas, sino también mediante violencias pacifistas, bien ordenadas mediante la razón, que deben ser medidas, no exageradas. Habemos propietarios de los medios de producción -los inmuebles lo son, ya que sirven para la reproducción de la vida, igual que lo es el saber científico-, que los socializaríamos a gusto si pudiéramos vivir como se debe sin ellos, lo que hoy no se puede por la barbarie capitalista. Y hay a quienes los medios de producción les son impuestos por herencias, cuya legislación y cuyo modelo familiar de traspaso no eligen. Y los demás son oprimidos también, aunque sean millonarios, lo que no quita que también sean delincuentes muchas veces, pero a esa delincuencia, aparte de penarla provisoriamente, hay que comprenderla para resolverla desde sus causas primeras.

Lamento y me disculpo por el dislate.

martes, 8 de septiembre de 2015

Mi postura ante el feminismo

Tal vez no lo parezca, por las críticas que hice al feminismo y por mi defensa del machismo bueno, pero yo soy feminista, en el sentido de que estoy en contra del patriarcado y a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, además de compartir las reivindicaciones por el derecho al aborto y contra los femicidios, la feminización de la pobreza y la violencia machista, aparte de estar a favor de la libertad sexual, los derechos de las mujeres al parir y demás.

Mi crítica al feminismo no es en contra del feminismo como tal, aunque sí cometí errores terminológicos cuando lo critiqué, sino en contra de los males que tiene el feminismo y a los que se debe reconocer, ya que no está exento de ellos, como no lo están tantas cosas en la historia humana. Mi defensa del machismo no es la defensa del machismo violento, sino de aquellas cosas que los hombres hacemos bien, y es necesaria porque esas cosas son parte del machismo, y parte importante de la historia humana. Además, el acoso feminista al machismo no distingue bien esta cuestión, por lo que a veces las feministas agreden a los hombres por el sólo hecho de juntarse entre hombres, como si eso fuese malo en sí mismo. Es una crítica para que el feminismo precise su política para con el machismo.

En ese sentido, soy feminista y machista, en tanto ambos sean buenos, ya que, en sí, ser feminista es inclinarse hacia las mujeres y ser machista es hacerlo hacia los hombres, y es bueno hacerlo según lo sea. El humanismo, bien entendido, es feminista y machista, ya que la humanidad se compone de hombres y de mujeres. Esta definición, así dicha, no comprende bien a los transexuales, por lo que se los debe incluir en ella. Y también vale criticar a la humanidad, ya que tiene males, igual que vale celebrar sus bondades.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

La culpa

La culpa viene del término osco “kulupu”. Lo que pienso al respecto de la culpa es arriesgado porque no tengo la certeza de que sea verdad, pero lo diré igual, habiendo aclarado que es una reflexión que debe ser cotejada.

La culpa, entendida como pena, pesar, remordimiento, angustia, o como acusación o responsabilización, puede que sea un sinónimo de “golpe”, como las trompadas, las piñas, los impactos de las armas de guerra y los golpes psicológicos. Son palabras que tal vez sean relativas: suenan parecido. Los humanos, ante las injusticias, cuando no las sabemos procesar debidamente, podemos tener respuestas de pasividad o agresividad ilegítimas. Las respuestas culpabilizadoras son de las violentas: son respuestas golpistas. Uno de los grandes problemas asociados a eso es que, al ser el capitalismo un sistema falso, que predica una justicia falsa también, ya que se atiene a los cánones eclesiásticos, teológicos y de legalidad propietaria, los seres humanos tenemos una noción de la justicia equivocada: estamos, en general, mal alienados, por lo que la culpabilización, o sea, las distintas variantes de golpismo, priman en la búsqueda pretendida de justicia, pero no la logran.

El kirchnerismo y la crítica

El kirchnerismo, y más en particular la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, tiene a veces una idea equivocada de la crítica, ya que hoy en día estamos acostumbrados a las críticas malas, hirientes. La crítica viene de “cribar”, acción que en su origen fue la de pasar los cereales por un tamiz para separar la parte comestible de la que no lo es. La frase de “separar la paja del trigo” viene de la criba. Luego, el término adquirió el sentido de “analizar”, o sea, de evaluar, en una circunstancia, qué elementos la componen y cuáles son sus relaciones, y decidir según eso, y otros factores, qué hacer de ella. Entonces, la crítica bien hecha es buena, y debe ser distinguida de la acusación y de las críticas malas. Las críticas buenas se caracterizan por hacer sentir bien a quienes las reciben, y por mejorar la calidad de la vida.

En general, las críticas mezclan aspectos buenos y malos, por lo que hay que discernirlos.

martes, 1 de septiembre de 2015

La dietética es una ciencia

La dietética es la ética alimentaria, o sea, que es científica, y busca ordenar bien la alimentación humana. Se basa por un lado en el saber médico, ya que entiende la relación entre la salud y la ingesta, pero, más en general, puede y debe llegar a ser parte de las ciencias sociales porque la alimentación humana requiere de explotación agroindustrial. Además, los trastornos alimenticios tienen relación con la opresión, ya que la compulsión a ingerir responde a los traumas sufridos por las personas.

Por otro lado, el sobrepeso debe ser entendido como parte de la pobreza, ya que, además de ser consecuencia de la recepción de maltratos, de las dificultades para hacer ejercicio que hay en las ciudades y de la falta de educación gastronómica, dificulta la vida. En ese sentido, tanto el sobrepeso como la desnutrición hacen a la pobreza humana.

En tanto que la dietética es una ciencia, todas esas malas concepciones, rudas, que exaltan el consumo desmedido de carnes, o de los alimentos que fueren, son retrógradas, además de violentas.

Los socialistas debemos adoptar a la dietética como parte del programa de lucha.