Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 30 de junio de 2016

De la pérdida del aura en el pensamiento de Walter Benjamin

Cuando Benjamin se lamentó en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica de lo que llamara la “pérdida del aura”, su unicidad original, formuló una crítica intuitiva a la insensibilidad de la industria de producción masiva, crítica que es cuestionable, porque la idea del aura tiene origen religioso, es de una concepción fetichista, proveniente del arte escolástico, en que a los retratos de los personajes religiosos se les pintaba una aureola alrededor de la cabeza. La pérdida del aura alude a la desacralización del arte operada por la burguesía, que no lo tornó materialista pero sí de un pietismo laico, permisivo para con el relego de la estética eclesial. No obstante, es una metáfora decir que las obras de arte tengan aura, porque no la tienen. A lo sumo algunas de ellas la contienen dibujada, o representada de otra forma, y pueden ser sacralizadas, pero eso es por su fetichización, a la que no se debe defender.

Lo que tiene de rescatable la crítica de Benjamin es que cuestionara al autoritarismo de la producción en serie, que sometió a empresarios y a obreros, entre otros, a un esquema productivista que los oprimió y explotó, que fue impuesto por los empresarios y ordenado para la provisión capitalista de productos para el consumo, al modo del comunitarismo pietocapitalista, que estropeó a las economías artesanales en Europa y las colonias. También hubo en Heidegger un intento de revalorizar la libertad del artesanado para decidir cómo trabajar, que supone un anhelo de resensibilización humana, pero Heidegger fue nazi, y si no me equivoco nunca dejó de ser católico. Este asunto merece un análisis serio, para el que no sé lo suficiente. Podrían hacerlo los anarquistas, que están muy adentrados en la lectura de Heidegger, aunque por desgracia poco críticamente.

El problema de la violencia se resolvería si se dejara de someter a la humanidad a lo que se supone que son los mandatos de los dioses, y demás esquematismos, y se ordenara nuestra ley para que el modo de ejercer las prácticas fuese decidido razonable, social y libremente.

miércoles, 29 de junio de 2016

Insistencia sobre la historicidad del esencialismo

Desde el materialismo habría que rescatar al esencialismo, pero no en el sentido absolutista que tiene en las tradiciones idealistas, que buscan las esencias como si éstas fueran las propiedades inmutables que definen a los seres, su abstracción pura, sino en un sentido historicista. Así, se podría comprender que la esencia es la cualidad del ser, su carácter, y que es cambiante, porque varía de hecho, según el ser sea.

Comprender al esencialismo históricamente permite dar cuenta de los hechos en sí mismos y de su transformación, a la vez que sus relaciones. En ese entendimiento, según fuere el caso estudiado, se podría distinguir a los rasgos fundamentales y a los accesorios del objeto, pero considerándolos a todos como partes de su esencia aunque con importancias diferentes, no obstante lo cual este esquema no aplica para todos los casos, ya que hay algunos en los que esa diferenciación no es clara, porque los elementos indagados no se le corresponden, y otras variantes, y además habría que reconocer que la comprensión exacta de los hechos no es posible en todos sus aspectos, por lo que a la ciencia se la debiera acotar a lo que tenga que ser para la dicha humana, que a su vez depende de su relación intrínseca y con el entorno.

sábado, 25 de junio de 2016

De la sensación

En el análisis que hice en los últimos días hablé de los sentimientos, pero no de la sensación. La sensación tiene que tener su lugar en la filosofía de la práctica social humana, ya que hace a nuestra vida. La explotación podría prevenirse si se atendiera a tiempo a las sensaciones dolorosas, que son los primeros síntomas de las prácticas lesivas, de igual manera que la placencia permite evaluar la salubridad de la práctica, aunque no sea lo único a tener en cuenta.

La alienación en la educación y en las otras prácticas

La alienación es la acción de alterarse, de “otrarse”, en el sentido de configurarse a sí mismo según la otredad. A la inversa, alienar a alguien es formarlo de acuerdo a otros. La alienación no es mala necesariamente, es un acto natural, que se da en el proceso de crecimiento y maduración corporal y psíquica, en todas las edades, y es relativa a la socialidad. El problema es que, como la humanidad tiene ideas falsas, que hacen a su moral y a sus otras prácticas, la enseñanza y los preceptos extraeducativos tienen males, que llevan a la mala alienación, a los actos mediante los cuales a las personas se las violenta durante su aprendizaje y sus otras actividades, una de las cuales es la laboral.

La alienación vigente es dolorosa porque la concepción en que se basa la práctica social menoscaba a los sentimientos en pos de los intereses idealistas, por lo que, cuando se está ante la opción de satisfacer a unos o a otros, a veces se elige desdeñar a los primeros en pro de los segundos, lo que da pena y un goce perverso: servir a los ideales da cierto goce, porque las comunidades idealistas lo premian y porque el idealismo contiene a cierto materialismo necesario para la reproducción social, pero a su vez este goce es doliente porque el premio requiere herir a los sentimientos. El problema a resolver es el de la conceptividad falsa, la falsa conciencia, que guía al resto de la práctica mala. La mala práctica se corrige mediante el análisis de sus errores, que lleva a la conciencia verdadera, la que permite guiar a la práctica bien, aunque no siempre del todo: entonces se vuelve a analizar las fallas para volverse a corregir, y así.

La conciencia verdadera aparejaría una alienación plenamente buena, en tanto que la vigente lo es parcialmente, una alienación que sería parte de una socialidad justa.

Lo que Marx escribió de que la alienación es cuando a los obreros se les quita el producto de su trabajo sin preguntárseles y sin atender a lo que piensan y sienten al respecto reconoció una de las características de la alienación mala, pero la temática es mucho más amplia.

viernes, 24 de junio de 2016

Truco para contener la eyaculación

Gemir. Al hacerlo, la energía que propulsa a la eyaculación se va por la boca, y entonces aquélla se contiene.

Autocorrección

Lo que dije del populismo sobre su relación con el eclesiastismo pobrista es por lo menos incompleto. Es más atinado para Argentina, según lo que sé, pero no sé mucho de lo que pasa con el resto del populismo, que es tanto mayor.

Para el orgasmo femenino

Una forma para lograr el orgasmo femenino heterosexual es que la mujer copule arriba del hombre, poniendo la concha a su gusto. Es la envaginación peneana, el enconchamiento vergal, a diferencia de la penetración vaginal. Es una forma de relación sexual.

Para los noticieros televisivos

Con el predominio mundial del capital financiero los noticieros televisivos adoptaron la estética del mercado bursátil, que tenía esas pantallas repletas de luces que se encendían y apagaban para formar los números y la letras según cambiaban las cotizaciones de la compañías, y que con la invención de la televisión pasaron a ser pixeladas, habiendo estado ya sobresaturadas de informaciones que cambiaban al segundo, al ritmo de los vaivenes especulativos. Los agentes de las bolsas tenían que ser jóvenes supereducados en economía y finanzas, con alto nivel para manejar cómputos matemáticos en relación a las novedades diarias de la política internacional, para procesar al instante montos grandes de datos, y comprar y vender rápido las acciones, padeciendo nerviosismo y crisis neuróticas en los casos más graves, cuando no los suicidios del crack de 1929.

La estética bursátil se replica en los noticieros por la sobreabundancia de la información, con toda esa serie de placas con datos simultáneos a la noticia central, aparte de los referidos a la temperatura, la sensación térmica, los horarios globales, los nombres de los programas o de los canales que los emiten y las publicidades, como la más reciente banda informativa, esa placa alargada debajo de la pantalla en que se publican noticias escritas, cuya redacción corre de la derecha hacia la izquierda mientras que se relatan las otras noticias. A eso habría que agregar la superposición de imágenes, como cuando los presentadores o entrevistados hablan del tema y mientras tanto a la nota se la ilustra con filmaciones del hecho.

En conjunto, esa superposición informativa distrae, y quiebra la atención de los espectadores, lo que termina por hacer que las notas sean mal comprendidas, ya que ellas son unidades coherentes cuyo sentido se comprende cuando se las interpreta desde el inicio hasta el final. Los directivos de los canales y de los noticieros debieran estar prevenidos de este problema y ordenar la estética de los programas para depurarla de estos malos perfeccionamientos. Ya de por sí hay muchas notas difíciles de entender, por la complejidad de las temáticas para quienes no somos especialistas, y menos se las entiende si se desvía la atención a las noticias adyacentes.

jueves, 23 de junio de 2016

Un ejemplo de cómo opera mal el teismo

Cuando Jorge Rafael Videla fue condenado por su actuación en la última dictadura militar argentina se justificó diciendo que su conciencia estaba tranquila con dios, o sea que, para sí mismo, él habría cumplido con el mandato divino, que habrá estado en consonancia con lo que hablara con alguna autoridad eclesiástica. Para él la acometida de la represión habría sido una misión requerida por dios, aunque sabemos que además está la cuestión del mantenimiento de las propiedades de la clase capitalista. Esto demuestra que por medio del discurso religioso las personas pueden autorizarse a sí mismas a cometer las atrocidades más crueles, e incluso desestimar a un tribunal estatal, con los acusadores, testigos, pruebas y testimonios que se le presentaron en el juicio. Tomó a la que consideraba como una guerra contra la subversión como parte de su deber de católico y general de las fuerzas armadas: unió lo que pensó que era su deber patriótico con su credo.

La religiosidad no suele causar actos tan desmedidos, pero deja confuso al ordenamiento de la práctica, por lo que puede terminar así o traer pesares menos graves o leves, así como en otras ocasiones lo define bien, pero su razonabilidad es algo aleatoria, porque se presta a las determinaciones subjetivas de los sacerdotes y de los fieles, lo mismo que le pasa de distinta forma al misticismo, como a los seguidores del superhombre nietzcheano que cometen atropellos como miembros de una secta de humanos que se consideran superiores al común. Es como una secta de la mala joda. Y también está la cuestión de que los movimientos democráticos y la guerrilla le metieron presión política y armada a la clase dominante, algo bien y algo mal, ante lo que ésta les respondió peor, pero hay que tenerle respeto, no sólo por su poderío militar sino también por su condición humana. El procesamiento de los represores mediante juicios estatales es una forma incompleta pero responsable de haber abordado el tema.

De la sinceridad

En el debate sobre la sinceridad hay una postura que sostiene que hay que decir lo que a uno se le viene a la mente, sin filtrarlo, para ser sincero, como en esa vanguardia de la escritura automática. Es una respuesta a la hipocresía de quienes dicen lo que les conviene, pero es insuficiente, porque muchas veces tenemos pensamientos malos, y si se los dice así como aparecen en la conciencia se puede hacer mal. La sinceridad precisa del análisis de los pensamientos propios y del direccionamiento apropiado de la expresión. Si no, quedaríamos hablando solos en cualquier parte, como le pasa a alguna gente que necesita ayuda.

La historia de la paja

Uno de los temas de interés humano que está taponado por la moralidad en curso es el referido a la masturbación, que es una práctica muy extendida entre los seres humanos de la que se charla poco. Hablar de la paja debiera ser una práctica corriente, ya que es parte de la sexualidad, lo mismo que debiera ser frecuente que la gente conversara de sus excitaciones sexuales y sus sentimientos amorosos, lo que está obturado por la moral pietopobrista y por parte del feminismo, aunque tienen sus razones también: habría que encontrar la manera de que se hable bien educadamente del deseo y la práctica sexual.

¿Sentir es una práctica?

Siendo que la práctica es la acción reflexiva e intencional, el sentir no sería una práctica, porque es espontáneo. Sin embargo, es controlable concientemente. En esa tensión entre el sentimiento y la mente se da la interacción entre el inconciente la conciencia. Hay que controlar los sentimientos para participar de la vida social, pero hacerlo es ingrato: los somete hasta hacerlos inconcientes cuando el orden social no quiere asumirlos porque está interesado en otras cosas. Eso es un modo malo de la alienación, pero tampoco habría que pensar en que el orden debiera obedecer acríticamente al sentir.

El sentir es prerreflexivo y aintencional. es una acción fisiológica, y debe ser el parámetro para medir la calidad de la vida. La satisfacción de las necesidades básicas, los derechos sociales y demás, apuntan a la que la gente se sienta bien. Lo que pasa es que la comprensión falseada de la cuestión confunde una cosa con la otra, lo que trastorna a la práctica gubernamental progresista, que terminó haciendo sentir mal para que la gente se sintiera bien. Un contrasentido, pero algo exitoso.

El objetivo, entonces, es que la práctica social humana permita vivir y haga sentir bien a las personas, lo que requiere de una conceptividad verdadera y del orden social que se le debiera corresponder. El sentir es pre-práctico, pero es el segundo objetivo de la práctica, porque es lo que más nos importa a los humanos después de vivir, en general, no siempre, ya que lo tenemos todo el tiempo y ya que nuestra vida es grata según sea él. Las conductas ingratas son alienantes de mal modo porque hacen sentir mal: la alienación mala es injusta. La justicia social requiere de que la humanidad viva para sí, lo que no puede ser con religión ni con órdenes productivos mal planteados.

Del sentido originario de la obra y la intencionalidad del autor

El estructuralismo se dedicó a intentar dilapidar la idea de que es importante conocer el sentido originario de la obra y la intención del autor, argumentando que centralizarse en el primero aparejaría cierto autoritarismo, que prescribiría cómo se debe leer una obra y menoscabaría la atención a las lecturas que se hicieran de ella, y que, como los humanos no somos sujetos plenamente concientes de nosotros mismos, y reelaboradores de saberes previos, la autoría es una ficción, con eso de que el sujeto es hablado por el discurso, que es una metáfora equívoca: los que hablamos somos los seres parlantes, la fonación y la escritura son actos corporales, hechos por los animales humanos que somos. Aquella idea se basa en algunas elaboraciones de Freud, de Barthes y de Althusser, y fue retomada por Lacan y Foucault, y capaz que por Derrida, según algo que leí suelto sobre él que no me basta para asegurarlo. En Argentina, este desarrollo fue sistematizado en la semiosis social de Eliseo Verón, que postula un análisis discursivo sin sujeto, en que los elementos significantes circulan en los discursos sin que importe lo que sus autores quisieron decir con ellos, lo que torna al estudio en antisentimental y en insensible, haciéndolo incapaz de entender el interés afectivo de la comunicación. Algo de aquello, sobre la censura al interés en las interpretaciones extraeuropeas de las obras eurocéntricas, hay en el paradigma poscolonialista.

Los humanos, cuando nos comunicamos, tenemos necesidades emotivas respecto de las personas con las que nos comunicamos: establecemos charlas para ponernos de acuerdo con quienes estimamos para concertar nuestras prácticas, y por eso nuestras intenciones son importantes, ya que son las que impulsan al acto comunicativo, de igual modo que el sentido de lo que queremos decir es importante también. Si no se le presta atención a la intención y al sentido originario de la expresión, la comunicación es comprendida mal, y la transmisión de mensajes es entendida como un ejercicio desabrido. Ahora bien, decir esto no quita reconocer que el inconciente existe, es un hecho histórico y responde a la incapacidad humana para hacer concientes nuestros deseos reprimidos, lo que a su vez es consecuencia de la práctica que responde a la conceptividad ruda: la humanidad, al sostener morales falsas, impide que los deseos naturales que no se corresponden con ellas sean expuestos con facilidad, lo que apareja su represión. De allí el inconciente, lo que no se puede decir o no se piensa siquiera, porque no se ordena a la práctica humana para que eso suceda, al orientársela hacia prácticas alienadas de ese ansia. El inconciente es síntoma de la alienación perversa porque es su consecuencia. Por otro lado, atender al sentido originario de la obra no debiera obstaculizar el reconocimiento de las interpretaciones que se hicieran de ella, y también críticamente, porque, así como las obras son cuestionables y celebrables, también lo son sus intepretaciones, que son otras obras asimismo. De igual modo, es necesario hacer una crítica de la intencionalidad discursiva, por la existencia de la manipulación ideológica, que se basa en intereses malos.

Lo más importante del asunto es que la humanidad pueda ser verdadera, o sea, que pueda asumir la realidad abiertamente, la subjetiva y la objetiva, porque eso permitiría hacer conciente a lo que está inconciente, reprimido por la censura moral establecida por la conceptividad vigente. Por eso es que la cuestión religiosa es primordial, está al nivel de la economía y de la política, ya que la práctica social humana se da con esos y los otros factores imbricados, aunque a este boceto analítico se lo pueda corregir, al haber históricamente una jerarquización cambiante entre los factores, que son todos materiales pero cuyo orden principal va de lo simple a lo complejo, pero con la existencia de la sobredeterminación y de las determinaciones alternativas. La asunción de la realidad es un proceso que forma parte del ordenamiento socialista de la práctica humana.

Hay una relación directa entre la falsedad, la opresión, la explotación y la mala alienación, porque la falsedad, al trastornar la comprensión y el sentido de la vida, causa una práctica que reprime a lo que no se condice con ella, y que a su vez en instancias más graves lesiona a las personas, no sólo a los trabajadores: estos cuatro factores son generales, afectan a la humanidad de distintas maneras, históricamente y según la clase social de cada quien. Piensen en los empresarios quebrados, en los traumas psicológicos de las monjas o en los altos militares reventados por las guerras, y esta ejemplificación es escueta. Por medio de la falsedad es que la humanidad se aliena de sí misma, niega su sentir y se lastima. El proyecto socialista es el de establecer un orden social que le dé al sentir el lugar que debe tener como factor definitorio de la práctica, pero eso requiere de que la humanidad sea verdadera, porque componer al sentir con la práctica necesita de educación buena.

miércoles, 22 de junio de 2016

Sobre las filosofías malditas

Al escribir sobre las filosofías malditas es difícil definir el grupo de doctrinas al que se refiere con ellas. ¿Cuáles son? En principio, son filosofías a las que se maldijo, ese es su rasgo distintivo, pero así dicho la caracterización no basta porque a todas las filosofías se las maldijo alguna vez. Una segunda acepción, más restringida, remite a las filosofías bajas, a las que son maldecidas por el poder dominante, por lo que se podría incluir en ellas a las corrientes y sectas filosóficas derivadas de Sócrates que fueron repudiadas por la aristocracia griega, como los estoicos, los epicúreos y los cínicos. No estoy muy seguro de esto, habría que preguntarle a los especialistas en filosofía antigua, ni tampoco sé qué fue de las filosofías contrarias al orden imperante en el medioevo, más allá de la tradición de las brujas, que no era una filosofía verdadera pero que sí tenía una concepción proletaria, por haber sido de laicos pobres, aunque supersticiosa, y dada a la experimentación con la materia. Y a esto habría que complementarlo con la historia del saber y del poder dominante en el mundo extraoccidental.

En la modernidad se pueden agrupar bajo este concepto a tradiciones disímiles, que lo que tienen de común es el repudio al iluminismo pietista burgués, aunque con excepciones variables según cada cual. Algunos ubican como filósofos malditos a Baruch Spinoza, a Nietzsche, a literatos como Baudelaire y Rimbaud, y a los primeros anarquistas, y al marxismo a veces se lo incluye, según el carácter de los pensadores marxistas y según la clasificación que se haga. También se ubica en ella a Sade y a Masoch, y entrarían varios literatos más, como Henry Miller, o Charles Bukowski, que habrán sido antiburgueses pero también fueron reaccionarios, algo parecido a lo de Matt Groening. También a lo de Borges y Bios Casares, que los maldijeron hasta los peronistas, con sus razones y sus sinrazones, y el grupo de Boedo, donde estuvo Roberto Arlt. Otros casos son los de los seudofilósofos que se alejaron del cristianismo y erigieron doctrinas alternativas, como el existencialismo de Schopenhauer, al que no leí casi nada, el de Camus y Sartre, de los que leí poco, o el planteo místico de Georges Bataille. Después vendrían Foucault, Lacan, Derrida, Deleuze, Guattari y sus afines, como Nancy. Aclaro que de los últimos cinco no leí casi nada, y que los consagrados por el pietismo y el liberalismo triunfante también fueron seudofilósofos, porque postularon la veracidad de sus ideas sin tener certeza sobre ella. Dieron por ciertas sus creencias, que a veces lo eran y otras no, lo que aparejó desastres terribles.

En conjunto, las filosofías malditas conforman un conglomerado incoherente y oscurantista, aunque tiene sus luces, y muchas veces son de un pietismo bajo, o sea, infernal, o purgatoriero. Dan miedo, y se les teme por justas razones, porque al no tener una idea clara de lo que es y de lo que debe hacerse llevan a ideas asustadizas y a prácticas ruinosas, que hacen sentir mal a quienes participan en ellas. Hay que hacerles una crítica, para componer una filosofía que rescate sus aspectos buenos y que sea amigable, y, mejor aún, sociable, para que los filósofos revolucionarios puedan disfrutar de la vida menos dificilmente que lo que prescribe el pietismo capitalista, lo que serviría para facilitar su superación.

El populismo se nutre bastante de estas filosofías, sobre todo en sus vertientes seudoizquierdistas. Decir que sean seudoizquierdistas no debiera entenderse como una ofensa, porque al socialismo le pasa bastante lo mismo, y causó catástrofes mayores, y porque para superar las falencias es necesario admitir que se las tiene, y aún siendo seudoizquierdistas tienen más razón que el común de las doctrinas derechistas, aparte de que la izquierda cientificista también está llena de yerros, pero comprende mejor porque es cientificista, aunque eso no sea garantía de bondad verdadera porque hay cientificismo falso y porque, para que sea la bondad verdadera, es toda la humanidad la que tiene que ejercerla: no basta con que la tengan algunas personas.

En realidad, habría que asumir que las concepciones malas no siempre lo son: tienen sus bondades, más o menos según son históricamente. Es un progreso de las prácticas primitivas a la bondad plena, con estadíos intermedios, contraflujos y muchísima violencia, cuya resolución depende de la acción humana: no hay un final feliz preprogramado.


Aclaración

Bajo el concepto de filosofías malditas en realidad agrupé no sólo a filosofías, sino también a estéticas, que contienen más o menos implícitamente a las filosofías y que les dieron motivos de argumentación, como esa idea de la muerte del autor que Roland Barthes retomó de la obra de Etienne Mallarmé, Paul Valéry y Marcel Proust.

Comentario sobre la relación entre la izquierda y el lumpenproletariado, y sobre la estrategia

Cuando dije que el socialismo tiene que tener una política para con el lumpenproletariado no me referí a que haya que poner locales partidarios o irse a manifestar o a militar en las villas, aunque eso podría ser, sino a tener una política, cuya forma habría que definir de acuerdo a las posibilidades de las organizaciones socialistas. Un aspecto de la relación tiene que ser la de representarlo bien, es decir, la de reconocerlo tal cual es, con sus problemas, sus dificultades, sus males y demás, para, aunque sea desde lejos, ayudarlo, lo que sería críticamente también, además de que se podría establecer una relación con las organizaciones villeras democráticas, que contendría debates políticos. Dada la magnitud del esfuerzo que requiere la estrategia revolucionaria, ella tendría que ser complementaria y fácil, y no cargar con la responsabilidad de las decisiones erradas que tomaran los aliados que condujeran los frentes democráticos, porque bastaría con aceptarlas señalando las disidencias a sabiendas de que el privatismo ejecutaría peores políticas y de que para corregirse, el democratismo, tiene que atender a las críticas que se le hagan, lo que no puede ser si éstas son hirientes. Esto permitiría abrir un ciclo de gobiernos reformistas que tendría que ser capaz de procesar sus errores por medio de la atención bien predispuesta a la crítica, en un período revolucionario de largo plazo, y con contraflujos, que podría incluir avances drásticos si fuera posible.

El tema es que para que la política socialista sea exitosa tiene que establecer buenas relaciones con el empresariado mediano y pequeño y con el lumpenproletariado, y de otro modo también con la clase más capitalista, pero habría que definir cómo sería esa relación, en un reformismo progresivo que habilitara a revoluciones más profundas. La confrontación responsable puede ser un modo de buena relación crítica, y habría que mantenerla incluso bajo represiones feroces, ya que la violencia irresponsable terminaría peor. Un criterio básico es el de que se mantenga a los órdenes sociales lo mejor posible, incluso aceptando a la explotación capitalista transitoriamente, ya que va a existir de todos modos hasta que las masas luchen por su abolición, no es una tarea que tenga que competer exclusivamente a los socialistas, y a partir de eso avanzar. Se debe plantear la política de acuerdo a las circunstancias vigentes, y no dejarse llevar por el acoso idealista revolucionario.

martes, 21 de junio de 2016

Moral pietista y corrupción

A raíz de las concepciones falsas los seres humanos tienen problemas para decidir sus prácticas, porque no tienen elementos morales suficientes para evaluarlas y ejecutarlas. Hay otras morales además de las pietistas, que tienen sus falencias y sus aciertos, pero quiero centrarme ahora en las pietistas. Lo que tienen de común entre sí todas las morales pietistas es que basan su conducta en lo que los fieles creen que son los mandatos de los dioses, por lo que sus relatos imaginarios sobre lo que son los dioses y sus designios para los humanos se tornan en preceptos a los que los humanos deben obedecer, y cuando no lo hacen los castigan. En el cristianismo estos mandatos están codificados en los diez mandamientos y en los cánones sobre el pecado, entre otras leyes.

El problema con esto es que sujeta a las personas a mandatos de seres imaginarios, por lo cual, cuando los humanos tienen que corregir su comportamiento de acuerdo a sus necesidades verdaderas, se les dificulta hacerlo, porque para eso tendrían que violar las leyes consideradas divinas, de lo que se encuentran en una situación contrariada, lo que obtura la resolución feliz del problema, aparejando prácticas desgraciadas. A esto se suma el hecho de que las concepciones pias son tortuosas, por lo que los fieles padecen de una tortura mental más o menos constante, que es física y a veces adopta otras formas de maltrato físico, mientras que se les exige cumplir con las leyes y con los reclamos sociales que requieren su transgresión, lo que redunda en la presión nerviosa y en la deseperación que, junto a los otros factores opresivos de la historia, causan colapsos psíquicos y corporales que llevan a las personas a pervertirse, incumpliendo la ley y dándose a conductas perniciosas, pero insisto que esto no es exclusivo del pietismo, sino que de otras formas, más o menos graves, sucede en las demás morales falsas.

Esto, igual, tiene que ser precisado, porque las morales se componen conflictivamente de distintos elementos, uno de los cuales es el canon eclesiástico y otro de los cuales es la ley estatal, que tienen coherencia entre sí en algunos aspectos y disrupción en otros, además de contradicciones internas, y ambos coexisten con el sistema de usos y costumbres y con las concepciones materialistas y con las místicas, cuya correlación interna y externa presenta características similares. La mayor parte de las naciones del mundo son pietistas, variando su religiosidad y el carácter del estado respecto de las iglesias según los casos, a la vez que un grupo menor es materialista, lo que se plasma en legislaciones estatales fideísticas o materialísticas, sin que eso determine a toda la práctica social de las naciones porque están las concepciones alternativas a las estatales, que pueden coincidir o no con los rasgos de aquéllas. Esta contracción moral causa una opresión neurótica en las personas porque tienen que obedecer a una ley algo mala y a su vez a los reclamos legítimos que son contrarios a ella, lo que pone a las personas ante dilemas a los que no se puede resolver tranquilamente porque quedan ante la opción de respetar la ley y ser ilegítimos o de ser legítimos e ilegales, eso en algunos casos; en otros el cumplimiento de la ley coincide con la legitimidad de la práctica.

Habría que establecer que la moral humana en general es parcialmente fallida, cuando hace mal, y algo buena, lo que depende de cómo nos haga sentir a los humanos, siendo que nuestros sentimientos responden a la relación intrahumana y a la de nuestra especie con las otras, atravesada por la lucha por la supervivencia pero también por la referida a la convivencia relativamente armónica, y a la que tenemos con los seres inertes: por eso es que la contaminación es desagradable, porque además de dañarnos a nosotros daña a nuestro entorno, cosa que nos apena así como nos enferma. De allí que el deseo de un medio ambiente saludable sea un reclamo humano, ya que nuestro bienestar depende de él.

viernes, 17 de junio de 2016

¿Porqué el socialismo pierde tanto en las elecciones?

Porque la organización de masas más grande del planeta es el conjunto de las iglesias, aparte del accionar de los medios masivos de comunicación, las campañas proselitistas, las coerciones de los sistemas electorales y demás; porque sus partidos van separados y peleándose entre sí y porque establecen pocos vínculos con las organizaciones proletarias populistas, dado su mal carácter, pero la separación no es un buen modo de resolver el tema, que pasa por el el establecimiento de relaciones críticas.

Del patoteo

El patoteo es la agresión de un grupo de personas enardecidas, lo que en inglés se llama “mobbing”, por “mob”, que es “turba”, “muchedumbre” o “multitud”. Lo mismo le cabe a la “muchachada” peronista cuando lucha mal, y a las prácticas de ganga, que son gangsteriles, así como al bandismo. El patoteo es un problema para las tesituras anarquistas, populistas y toninegristas, y el socialismo no estuvo exento de él, porque aquellas apelan a sujetos sociales definidos en esos términos y acríticamente: suponen, aunque no siempre, que tales sujetos son buenos en sí mismos, y que quienes se les oponen son malos en sí mismos, por lo que se autojustifican sus conductas agresivas y luego atacan. El patoteo es maniqueo y termina mal siempre. Antes o después la gente deja de apoyarlo, porque quienes se involucran en él padecen su violencia, son perjudicados por ella, no obstante lo cual puede persistir degradadamente por mucho tiempo, como las maras centroamericanas o las organizaciones de narcotraficantes o tratantes de mujeres, sucesoras de la trata de esclavos, la piratería y el contrabando. La política pietista y capitalista también tiene su patoterismo, y es la que oprime desde arriba, así como la prédica lumpenproletarista del populismo lo exacerba, porque idolatra a los delincuentes en vez que defenderlos críticamente.

La política de la gente común tiene que superar el patoteo para lograr sus objetivos, para lo que debe razonar bien, ser autocrítica constantemente consigo misma y enfrentar a sus rivales de buena manera.

La fascinación por las tribus urbanas que hubo en los estudios culturales después de la ola de dictaduras latinoamericanas derivadas del Plan Cóndor terminó por favorecer al patoterismo de baja o media intensidad que tuvieron esos grupos y que persiste, en particular en la cultura rockera, por su carácter condescendiente: es consecuencia de la disgregación social aparejada por esas dictaduras, pero ya venía de antes. Lo que pasa es que las dictaduras reprimieron al intento de superación del pietismo capitalista liberal de los movimientos democráticos, que también estaban algo mal planteados, porque cuestionaron poco al teismo y siguieron la tesitura de la teología de la liberación, aparte de la estrategia guerrillera guevarista, que en conjunto y con las otras tesis democráticas plantearon una confrontación violenta con la clase alta, que tiene superioridad militar, en vez que su determinación gradual por medio de la crítica social y la lucha legítima. Fue una lucha mal ordenada y peor respondida, cuya violencia resquebrajó a las sociedades, agudizando la barbarie, pero es comprensible que se ordene mal la lucha debido a la violencia histórica. No obstante, se la debe ordenar bien, porque si no, falla, y aún bien ordenada puede fallar, por la represión dominante, pero aún así es la única manera en que puede ser exitosa, y sería imperfecta, aparte de que las otras dejarían más errores pendientes de resolución.

jueves, 16 de junio de 2016

Del manejo del dinero

A la memoria de Demetrio

Una de las omisiones injustas para con la clase más propietaria, y que también obtura la resolución del problema en la clase más proletaria, es la que respecta al esfuerzo que requiere manejar el dinero. Los seres humanos, todos los días, le dedicamos tiempo y energía. Hay que acudir hasta donde están los billetes, meterlos en la billetera, llevarlos hasta el comercio, y ahí agarrarlos, contarlos, sumarlos, entregarlos, recibir el vuelto, guardarlo, llevarlo de vuelta a la casa y dejarlo en algún lugar, y eso para el uso más común de las compras, aparte de lo que cuesta ganarlo, a lo que habría que agregar muchísimos otros, como cuando hay que hacer viajes largos para pagar, o la operatoria de las transferencias bancarias, o el procedimiento de los juicios y de las especulaciones financieras, que requieren de un montón de actividades que se repiten y se repiten a lo largo de los años. Los contadores saben más de este tema, pero cada quien lo conoce desde su perspectiva. Y esto no da más que un panorama somero de la cuestión, al que se podría añadir el trabajo que implica la impresión de los billetes y la acuñación de las monedas, el sostenimiento del sistema financiero internacional, con todos sus edificios, muebles y aparatos, eléctricos y electrónicos, o lo que cuesta vigilarlo y robarlo, con todos sus accidentes y rutinas, además de la cárcel. Y aún si siguiera enumerando un rato largo me quedaría corto.

Toda esa gran tarea relativa al dinero, junto a las demás tareas prescindibles, obturan la socialidad. La gente necesita luego comunicarse entre sí, para hacerse compañía, para divertirse, para elaborar sus traumas, para pedirse o brindarse ayuda, o lo que fuere, y no podemos hacerlo, porque se tiene que hacer otras cosas, o porque la gente va de un lado para otro en medios de transporte que los alejan entre sí, de lo que la necesidad de acompañarse se suple algo en falso con los medios de comunicación, que también nos tienen recontra atareados, sea para comprarlos, aprenderlos a manejar, usarlos, pagarles las facturas, fabricarlos y así: hasta deshacerse de ellos es un problema. Una vez tiré mi celular a la basura por haberme hartado de la recurrencia de llamados, con vigilancia paterna de por medio, comprensible y opresiva también, y después los villeros les mandaron mensajes de texto con insultos a mis contactos, o algo así, ya que al aparato se lo agarraron unos cartoneros que juntaban basura por las calles de Paraná y Santa Fe y se lo llevaron a la villa, supongo que sería la 31. Me llegó una noticia de eso de parte de Pablo Vitale, que estaba entre mis contactos telefónicos porque hubimos sido compañeros del grupo de fotografía Mal de Ojo. Y eso no dice nada del acoso telefónico que se practica. Entonces, por eso del dinero, es que el reemplazo del sistema de intercambio monetario por el intercambio común de favores tendrá que ser uno de los puntos explícitos de la política socialista, es un aspecto de la práctica social humana que se situaría en la transición del socialismo al comunismo, pero no bastaría con eso, ya que también la humanidad tendría que dejar de hacer las cosas prescindibles para poder dedicarse a socializar lo necesario. La falta de socialidad nos causa una pena que es consecuencia de nuestros errores, y mientras tanto se nos va la vida en estupideces, pero también en las cosas entrañables.

Hubiera querido compartir del todo bien estos últimos meses con Demetrio, pero ya estábamos peleados. Ahora guardo su recuerdo. En el portón de su casa, uno de hierro desgastado, recién había una nota en papel escrita a birome de unos vecinos que le pedían ayuda urgente, supongo que con una reparación eléctrica, y una factura municipal. Pienso que la crueldad de su cinismo habrá sido una respuesta a la insensibilidad de nuestro sistema social, de igual modo que su cariño se compuso con la bondad humana. Fue un abuelo no reconocido para mí, por culpa del judeocristianismo, que nos falsea las relaciones de parentesco, y las sociales con ellas, eso aparte de las desigualdades propietarias, aunque ambas se ligan de hecho, pero nada justifica que me haya maltratado.

El fanatismo y el idealismo moderado

Ahora con los atentados del islamismo extremista resurge el debate sobre el fanatismo fideista, al que el cristianismo sostuvo durante el período de los conflictos religiosos, concluido con la Paz de Westfalia en 1648, a partir de la cual las distintas corrientes cristianas dejaron de matarse entre sí y adoptaron una postura tolerante, no exenta de conflictos pero moderados, repercutiendo eso en una agresividad generalizada pero no guerrera. Otros casos de extremismos idealistas fueron el del nazismo y el de la guerra fría, ya que los soviéticos podrían haber optado por una búsqueda pacífica del socialismo, que tampoco habría estado exenta de agresividad pero la habría reducido. En el caso del nazismo, la nación se fanatizó siguiendo a los mitos germánicos, en gran medida por la crisis económica derivada de las condiciones aberrantes para Alemania del armisticio de la primera guerra mundial.

Los religiosos moderados acusan al extremismo islámico, y a los otros fanatismos, y hacen bien al intentar ordenarlos, pero su posición es hipócrita porque no reconoce que el pietismo fanático es una versión radicalizada del moderado, por lo cual el moderado, que es masivo, es causa del fanático, ya que éste es una versión derivada de aquél: si no hubiera el moderado tampoco habría el extremista. La humanidad tendrá pendiente esta cuestión hasta que la haya enfrentado exitosamente, y lo mismo nos pasa con el idealismo ateo.

martes, 14 de junio de 2016

La decepción democrática

Los demócratas usualmente no tenemos en cuenta a la falsa conciencia ni a las malas prácticas de las masas, pensamos que ellas lucharán en procura de sus propios intereses, y que si la lucha no prospera se debe a la opresión de las élites, lo que es algo cierto, pero nos falta aceptar que la lucha laica tiene por lo menos 2500 años de historia, desde la democracia de Pericles, y seguro que proviene desde antes, no obstante lo cual todavía priman los regímenes oligárquicos, aunque bajo el modo de la democracia representativa. La masas cometieron un montón de faltas graves, aparte del pietismo y el procapitalismo: hicieron femicidios, violencia sexual, delincuencia, se aprovecharon de los beneficios del imperialismo, se evadieron de su responsabilidad política con los espectáculos deportivos y teatrales, se abusaron de la posición dominante de las urbes sobre la ruralidad, reprodujeron modelos familiares pios, oprimieron a los hijos para que estudiaran y trabajaran, propulsaron a las guerras nacionalistas y demás, cosas de las que los humanos no estamos exentos en general y que en ocasiones fueron bien hechas, o que podrían corregirse para que lo fueran. Así que no hay que hacerse pretensiones exageradas de las masas. Ajustar las pretensiones a la realidad histórica es una condición necesaria para acertar la política.

lunes, 13 de junio de 2016

Correctivos al anarquismo

A través del nietszcheanismo, el anarquismo se tornó misticista, y, por el sadismo y el masoquismo, degradante, y sexualmente frustrante. Ya tenía un problema serio por ser antisocialdemócrata, y ha de tener otras falencias, entre ellas la del cinismo, que tiene sus aciertos pero es superable. Así que debe hacer su autocrítica para recomponerse y luchar con las otras fuerzas democráticas, cosa que a veces sucede pero soslayadamente, y sin que la relación sea mantenida mediante la puesta en discusión de los puntos debatibles: se mantiene algo contrariada por la falta de diálogo, cuando no se rompe. Los anarquistas tienen que comprender las circunstancias ajenas para superar los prejuicios clasistas, esteticistas y demás con que se relacionan, lo mismo que nos pasa de otras formas a los de otras tendencias políticas. Es difícil, porque somos opimidos, pero es la única manera de enfrentar con éxito al sistema vigente.

Si no quisieran participar de las candidaturas electorales, bien podrían hacer un apoyo crítico y movimientista, o cotidianista, o lo que fuere, a los partidos democráticos, a la vez que plantear la superación del sistema representativo, cosa que también hacen algunos de los partidos socialistas, pero con paciencia, porque eso depende de muchos factores a los que no controlamos. Además, tendrían que diferenciar al control opresivo del control justo, ya que la confusión entre ambos a veces les causa un rechazo al control en sí que suele terminar en desastres.

También está el tema de las monstruosidades. Con eso de las aberraciones de los anormales al pietismo fino los anarquistas se acercaron al apoliticismo delictivo, y hasta tienen dificultades para enfrentarse a los asesinos seriales u otros agresores graves, como los quemacoches, entregándose a formas menos pesadas de hostilidad ellos mismos, con la excusa de la violencia de los de abajo contra los de arriba, que no sirve para atender a los problemas sociales porque eso requiere de la política estatal. En esa celebración de la morbosidad, los anarquistas foucaultianos y deleuzianos se dejan llevar inconcientemente por la ultraderecha, que es experta en elaborar discursos fantásticos sobre los criminales grotescos, como Hannibal Lecter o la saga de Resident Evil, que se basan en los prejuicios de los altos pietistas contra los excluidos de sus sistemas. Así, adoraron a sus verdugos, y hostigaron a sus compañeros, aunque en otras ocasiones actuaron distinto. Tienen la práctica contrariada por una comprensión confusa de la realidad, como le pasó a Bety La Fea cuando se peleó con la rubia karateca por haberle robado el novio.

¿Qué reformismo debe ser?

La política de la izquierda está trabada por comprender equívocamente al reformismo, en tanto que por medio del reformismo se han puesto en práctica políticas claudicantes e incluso desastres bienintencionados, lo que llevó a parte de la izquierda, pienso en el trotskismo en particular, a renegar del reformismo, aún cuando iban a elecciones, lo que los ponía en una situación paradójica, ya que participaban de la democracia representativa a la vez que renegaban de su forma de gobierno. El reformismo es necesario, y puede ser revolucionario, además de que las revoluciones habidas lo que hicieron fue establecer reformas progresivas, o sea que el debate entre reforma o revolución está falseado, ya que el punto central para la estrategia política es establecer cuál es la circunstancia en la que se opera, qué actores participan de ella, qué características tienen y cómo se los puede orientar para lograr el resultado deseado, lo que debe ser provisorio porque no se puede resolver todo de repente. Entonces, el asunto será definir qué reformismo debe ser y, llegado el caso, qué revolución, a sabiendas de que la revolución en realidad es un reformismo más drástico y profundo, pero que no se puede hacer sin la fuerza social necesaria, que no está garantizada de antemano por la opresión capitalista, ya que el proletariado es revolucionario en potencia, pero no siempre en acto, de igual modo que lo ha sido la clase dominante pero con la diferencia de que ésta tiende al conservadurismo ahora que se impuso tras haber vencido al feudalismo, o revoluciona en falso con las consideradas mejoras a la productividad, que no son tales en realidad. El revolucionarismo verdadero de la clase capitalista en realidad es impulsado por sus sectores marginales, que forman parte de la clase pero no son capitalistas, como tantos socialistas que fueron de la clase alta. A su vez, el revolucionarismo proletario responde a la opresión capitalista, pero no sólo a ella, sino a la opresión general del idealismo capitalista, a la vez que está falseado por él y que oprime conservadoramente para mantener las formas de este idealismo, con una política democrática redistribucionista que no cuestiona a las religiones y que reclama poco por la socialización de los medios productivos, pero eso también con excepciones y variabilidad histórica. La opresión popular a la clase alta tiene sus méritos y sus falencias, porque parte de una conceptualización democrática intuitiva y creyente.

Habría que evaluar la veracidad de esta caracterización y precisarla, para comprender cómo conducir al reformismo, lo que debiera ser desde una plataforma democrática progresista, dado el predominio hegemónico del idealismo capitalista.

La sobrepropietarización

La sobrepropietarización es el exceso en la fabricación de las propiedades, que redunda en el de su tenencia. Antes del capitalismo también la hubo, ya que se fabricaron cosas innecesarias, como las pirámides mayas y egipcias, o como las cosas pequeñas que no hacían falta, pero, con la técnica moderna, que se plasmó en la revolución industrial, la capacidad de fabricación se acrecentó extraordinariamente, aumentándose el producto bruto terráqueo en mucha cantidad. Los beneficios dados por el iluminismo mediante la ciencia trajeron algunos bienes a la humanidad, pero también permitieron que nuestra práctica fuese más potente y más eficiente sin estar bien conducida, porque al manejo de la materia aparejado por la técnica se le mantuvo el sentido idealista, presto a la piedad en el origen del capitalismo y complementado por la inclinación al desarrollo falso en el socialismo soviético y chino, con sus aliados y su contraparte liberal. El progreso humano dado por la ciencia es cierto y verdadero en algunas cosas, y el socialismo falso es parte de él, pero es corregible porque es fallido, dado que al orden social que se le corresponde le falta el sentido de la vida humana para sí, por lo que a la práctica se la orienta en pos de objetivos desagradables, sea el de salvar el alma o el de desarrollar a las naciones liberal o socialistamente, lo que redunda en que las personas tenemos que subordinar nuestros intereses a las causas sociales mal planteadas, cosa que nos trauma: es de un idealismo injusto.

La sobrepropietarización es un problema que trasciende a los trabajadores asalariados y que afecta a toda la sociedad humana planetaria: los lumpenproletarios se la pasan moviendo pertrechos viejos de un lado para el otro, y si no los mueven igual les ocupan lugar y los ensucian, del mismo modo que los grandes propietarios tenemos que lidiar con un montón de pertenencias, y encima con responsabilidades legales sobre algunas de ellas, lo que también desagrada, y eso no dice nada de los propietarios supergrandes ni de los propietarios asalariados, que tienen sus disgustos también por la producción mala. A esto habría que añadirle los conflictos internacionales, con las pujas imperialísticas, que también pretenden obtener propiedades que en cierta medida las naciones no necesitan: es un conflicto planetario basado en malos intereses. Las necesidades sociales verdaderas deben resolverse mediante la cooperación internacional, pero ella no podrá ser hecha de buen modo mientras que las naciones adopten concepciones falsas, por lo cual se la tendrá que hacer más o menos fallida mientras que se le esclarece la conciencia a las naciones.

El planteo socialdemócrata de socialización de las propiedades apunta a resolver el problema de la sobrepropietarización, y en cierta medida lo lograría en caso de concretarse bien, pero no bastaría con eso, porque además a la producción se la tendría que reducir al tamaño de lo que fuera necesario. Es por eso que hay cierto reformismo que tendría que ser adoptado hasta por la ultraizquierda, aunque críticamente, porque al haber vetado al reformismo se impidió a unos adquirir propiedades necesarias, y a otros sacárselas de encima cuando les estorbaban: es que la lucha interclasista está mal planteada. Tiene que haberla, pero justa, y hasta diría que la lucha proletaria, para lograr sus metas, tiene que estar a favor de la capitalesía, porque ella es mala a causa de la opresión que sufre, por lo que, de hacerse conciencia social sobre esa opresión, se facilitaría la construcción del socialismo bueno. Luchar a favor de la clase capitalista es una condición necesaria para el socialismo: sucede que ese favorecimiento requiere esclarecerles la conciencia, en particular respecto del idealismo religioso o productivista, y la socialización de los medios de producción que deban ser socializados, entre otras cuestiones.

Las concepciones políticas de izquierda, y las de derecha también aunque sea más difícil, debieran tener solidaridad transclasista la suficiente, ya que ella facilitaría la resolución de las demandas humanas razonables. Obstaculizarla falla la política, y todos somos responsables de nuestra práctica, pero su valoración debe ser comprensiva, lo que no implica quitarle punitivismo si se goza de hacer el mal, aunque la penalización debe ser tan sólo un momento en la búsqueda de una resolución satisfactoria para las partes en conflicto.

Otro problema importante, aparte de aquel sobre el tamaño de la producción, es el de su forma.

Hubo un debate sobre si la crisis económica actual es de sobreproducción o de subconsumo. El carácter principal de la crisis está dado por la superproducción, aunque también sucede que hay grandes sectores de la población mundial que consumen menos de lo que debieran. Lo que es reprobable es el planteo de que el consumo tendría que servir para mantener un nivel productivo excesivo, porque sobreatarea y trae otros problemas, como la dependencia de las materias primas, que causa guerras y otras intervenciones imperialistas, e incluso represión armada a poblaciones indefensas por parte de los ejércitos de los países a los que pertenecen esas poblaciones, estén los militares motivados por intereses directamente imperialistas o no, como le sucede a los paises bajo políticas de capitalismo nacionalista. Además, así puesto, el debate es economicista, por lo que no reconoce al problema conceptivo, ni a tantos otros que hacen a la pobreza. Lo que se necesita es que la humanidad tenga una concepción verdadera, para que sea justo su orden productivo, en el sentido integral, no en el restringido a la economía y a la política, u otros así.

viernes, 10 de junio de 2016

Una a favor de la creencia

La creencia es parte del proceso de conocimiento: sirve para elaborar las hipótesis. Lo malo es confundirla con la verdad.

jueves, 9 de junio de 2016

De la objetividad, la práctica y su decisión

Un error derivado del positivismo es el de confundir a la objetividad con la neutralidad valorativa, como si el científico pudiera ser un humano sin valores que examina la realidad tal cual es. Examinar la realidad tal cual es, absolutamente, es imposible, porque es demasiado rica en aspectos para ser comprendida totalmente, pero, no obstante, sí se podría conocer lo suficiente para que la práctica humana concrete un orden social justo. Para eso es preciso ceñirse a los objetos todo lo que sea necesario, y que la construcción del saber requerido sea social: no basta con que los científicos académicos sepamos la realidad social porque es toda la humanidad la que ejerce la práctica humana, por lo que todos los humanos tenemos que ser científicos, pero no en el sentido de poseer un conocimiento súper complejo sino en el de que sepamos que, para actuar, tenemos que averiguar lo suficiente, y proceder de acuerdo con eso corrigiéndonos en caso de haber reclamos razonables, además de debatir bien a los que no lo sean. A la práctica laboral, política, militar o la que fuere debiéramos detenerla ante los reclamos para examinarla mediante debates sociales, lo que es una práctica también, la de la toma de decisiones en conjunto. A algo de este precepto ya lo tenemos los humanos en general, pero no lo que debe ser.

Los humanos siempre tenemos valores subjetivos, a los que debemos cuestionar en pos de que nuestra vida sea justa.

Pensamiento sobre el clasismo social humano, con una disgresión sobre el racismo

Primero aclaro que el comúnmente llamado clasismo en las ciencias sociales no es cualquier clasismo, sino uno social, y además es humano, ya que las otras especies de seres vivos también se organizan en clases sociales, pero en esos casos habría que averiguar si las diferenciaciones no se establecen de acuerdo a las características fisiológicas y a las funciones sociales que se les corresponden. En la humanidad es claro que las clases sociales no se diferencian según características biológicas sino de acuerdo a relaciones de hecho, cuyos determinantes son los que son, entre ellos los biológicos.

En segundo lugar, con el clasismo pasa igual que con el racismo: que según cómo se lo entienda puede ser malo o no. El racismo puede llegar a ser la comprensión de los grupos humanos de acuerdo a sus características físicas, las razas, que variaron históricamente y que hoy en día están mestizadas en general, siendo difícil, sino imposible, encontrarlas en estado puro, y también es verdad que esos supuestos estados puros tampoco lo fueron tan así, porque vienen de una evolución natural previa en que hubo otros mestizajes, e incluso mutaciones transespecísticas. Los así considerados estados puros en realidad son estados en que un grupo de especímenes adquiere características netamente diferentes de otros grupos con los que igual, aunque estén separados, podrían reproducirse sexualmente si copularan, pero esa diferenciación neta dura un tiempo y varía históricamente después. Entonces, el racismo bien entendido es bueno y es necesario, porque comprende a un aspecto de la historia natural: lo malo es el racismo malo, el que falsea la comprensión de la realidad y la práctica social. Con el clasismo pasa igual. Si no se lo entiende para bien, hace daño, y llevó a las discriminaciones clasistas en distintos sentidos: la discriminación de los pobres por parte de los ricos, y viceversa, con sus intermedios y variantes extrañas, y así. El clasismo bueno tiene que dar cuenta objetivamente de lo que son las clases sociales con un afán transformador igualitarista y justo, o sea, pacifista. La agresión entre las clases, en vez que una lucha responsable, es un obstáculo en el camino del socialismo, al que será difícil eludir porque las clases son perversas por haber sido mal educadas, a causa de las concepciones fallidas, por lo que sus prácticas de relacionamiento interclasista están atravesadas por los malos tratos, que a su vez provocan más violencia, en tanto que eso coexiste con prácticas buenas.

miércoles, 8 de junio de 2016

La aristocracia capitalista

Usualmente asociamos la aristocracia a la nobleza, porque la burguesía que hizo la revolución capitalista impuso esa versión de la aristocracia, ya que, en la época de las revoluciones burguesas, los mejor educados eran los de la nobleza monárquica, aunque esa mejor educación fuera falsa. A alrededor de dos siglos y medio de esas revoluciones, hoy en día, los mejor educados, también en falso, ya no son sólo los nobles, sino que en su mayoría son capitalistas. De allí que el gobierno de los mejor mal educados sea capitalista, que pasaron de posiciones progresistas a reaccionarias porque la educación privada de más alto nivel suele ser conservadora y clerical, aunque a través del renacimiento adoptara un carácter iluminista piero.

Del derecho al honor y la representación

En realidad, las injurias no debieran lesionar el honor de las personas, porque la gente tendría que tomar a los insultos por expresiones cuya veracidad habría que averiguar. De ese modo, se podría difamar tranquilamente, porque quienes supieran de la difamación la someterían a crítica, y luego de ella, si fuera suficiente, reconocerían la verdad. Así se ubicaría a los difamadores falsos, y se protegería la imagen de las personas de buena manera. El problema con la difamación es el mismo que el de la creencia, que es el de que las personas no analizan lo suficiente la relación entre los enunciados y sus objetos, por lo que se yerra al tomar a los primeros por verdaderos sin saber que lo sean. La creencia falsea la relación entre las ideas y las cosas a que se refieren cuando permite tomar por ciertas a las primeras sin haberlas cotejado con las segundas lo necesario. Ante las difamaciones, los cuestionables no son sólo los difamadores y los difamados, sino también los otros involucrados, quienes las perciben, ya que su toma de posición debe ser correcta, es decir, que deben considerar a las injurias como enunciados que requieren comprobación, remitir el juicio a lo sabido con certeza y buscar que se averigüe su verdad, lo mismo que vale para la comunicación en general.

lunes, 6 de junio de 2016

Del consumismo en Argentina durante el kirchnerismo

Ahora los privatistas argentinos están criticando al consumo de los trabajadores mejor pagos durante el kirchnerismo diciendo que los gobiernos posteriores a la protesta de 2001 los acostumbraron a comprar demasiado, y los kirchneristas les responden, pero sin reconocer que al haberse centrado en el consumo, en vez que en la emancipación, se condujo al proletariado a una práctica retardataria y reproductora de la cultura del consumo descartante, que usa productos y los desecha no tanto para satisfacer las necesidades humanas sino también para sostener un nivel económico exagerado, y con un modelo industrial que genera muchos residuos que no son biodegradables. El modelo democrático tiene que garantizar un consumo óptimo pero no excesivo, y priorizar la emancipación y la producción ecológica.

Una de las causas del declive progresista

Aparte del golpismo imperialista y liberal, y de las causas intrínsecas más reconocidas con que se explica la crisis del ciclo de gobiernos progresistas latinoamericanos, a algunas de las cuales empezaron a asumir, está la cuestión de que el desarrollismo aburre. No es sólo que es explotador, porque tiene un productivismo compulsivo, que reprime a los deseos y lesiona a las personas en pos de las metas socioeconómicas, sino que le dio a la diversión un lugar complementario al sistema laboral, según el cual las actividades de la educación, el trabajo y la militancia podían componerse con el entretenimiento en tanto que éste aportara a la generación de demanda agregada requerida por el proteccionismo, y a su fomento cultural. El entretenimiento fue así añadido al modelo de desarrollo como un factor más en el esquema de crecimiento, convirtiéndose en otra causa de explotación, porque a las tareas ordinarias se sumó la de consumir esparcimiento, que requiere de esfuerzo también. Cumplir con las pautas del modelo progresista requiso entonces hacer muchas tareas. El supuesto relajo se convirtió en una tarea también, no porque fuera obligatorio sino porque se lo practicó compulsivamente, y algo a presión.

Así la diversión terminó siendo pesada, una carga más, lo que desmoralizó a las naciones con gobiernos keynesianos, restándole apoyo a sus políticas, que además tuvieron un cariz puritano, de un cristianismo seudobondadoso, cosa que redundó en que las naciones se volcaran a consumir las laceraciones del entretenimiento liberal, porque allí encontraron un escape a la hipocresía bonachona pía pobrista, pero ese escape fue falso también. La demonización al liberalismo hecha durante los gobiernos pios pobristas le brindó las ventajas que tiene el diablismo, cierta facilidad para eludir las normas y celebrar la acometida de prácticas prohibidas, pero con malas maneras.

Hay que decir que la hipocresía populista es preferible a la liberal, aunque sea inferior que el socialismo ateo, que tiene sus hipocresías graves también, porque hasta que no haya conciencia social suficiente respecto de la relación entre la religión y la política las naciones oscilarán intuitivamente entre proyectos pietistas, con menor presencia de los ateos, pero eso es histórico también, o sea que puede que cambie la configuración sociopolítica, pero la devoción de las naciones es un factor a tener en cuenta en la estrategia de la izquierda, y debe ser afrontada explícitamente. Dado el carácter ampliamente pietista de las naciones, el socialismo tendría que aprender a componer su estrategia en una relación crítica con los religiosos progresistas, mientras que se relaciona, desde una crítica diferente, con el pietismo conservador, y mientras que ejerce su autocrítica.

miércoles, 1 de junio de 2016

De la acumulación de capital y el teísmo

La acumulación capitalista es una compulsión, una conducta irracional, porque no sirve para la justicia social, que debe ser un objetivo prioritario de la práctica humana, en vez que la falsedad de salvar el alma. Habría que averiguar si no es un sucedáneo de la adoración a los dioses, ya que, así como la humanidad se perdió de gozar de la vida en el pasado por obedecer a ideas falsas, que eran, entre otras, las de los dioses, le agregó a ellas la de conseguir capital, que en estado puro también es un ser abstracto, son números en la imaginación, como los dioses pero representantes de las propiedades.

La compulsión a acumular propiedades, al igual que las conductas maniáticas religiosas, son consecuencia de la prohibición al placer, que está mal hecha porque bien ordenado el placer social podría ser bueno y porque mal prohibido es dañino, pero para eso la humanidad equivocada tendría que reconocer que está perdiendo la vida por causas vanas y ordenarse para el goce de sí, para disfrutar la vida en común.

Segundo comentario sobre la miseria

La etimología de la miseria puede no provenir de la misa, sino de la palabra inglesa “miss”, que es “perdición”, o “maldad”, si es que no de otra, lo que no quita que la religión se relacione históricamente con la miseria porque su concepción del mundo es mala, por basarse en mitos, y mandar a hacer mal por eso mismo, ya que impide que la práctica se ordene según el querer humano que no se condice con sus preceptos, aunque ese querer también tiene que ser analizado, porque no siempre es bueno. Para clarificar el lugar del capitalismo, otra fuente de miseria, en la práctica social, habría que entender mejor su relación con la religión, y habría que entender que la práctica social tiene varios determinantes que a su vez se influyen entre sí, así como la forma en que se dio esa relación en el pasado.

Lo mismo puede ser que el significado que le dí antes a “mezquita” esté mal.

Las religiones corrompen a los creyentes porque los someten a ideas tormentosas, que los hacen sufrir reiteradas veces, porque ellos las toman por verdad, a partir de lo cual temen a la ira de seres imaginarios a los que consideran superpoderosos, por lo que piensan que ellos pueden destruirlos con sólo desearlo, y que conocen permanentemente sus acciones visibles y hasta lo más recóndito de sus sentimientos, entre otras cosas parecidas a éstas, como lo es la amenaza de discriminación y castigo sobre quienes fueran descubiertos en pecado, lo que termina siendo una tortura psicológica que pervierte a los fieles y los impulsa a reprimirse y maltratarse entre sí, cosa que falsea a toda la práctica social aunque tenga sus tendencias opuestas. Hay que considerar que los capitalistas, al ser en general laicos piadosos de clase alta, suelen estar moralmente quebrados, no sólo por la concepción que portan sino también por la competencia económica y la lucha de clases, por lo que son corruptos, además de por el hecho de ser criados en medio de relatos sobre el origen del universo y el deber ser humano de los que luego constatan que no se corresponden con la realidad social, por lo que se decepcionan. La decepción causada por la comprobación de que las historias pias falsamente bondadosas son ilusorias es una de las causas de la corrupción capitalista, de igual modo que lo es la laceración social a la que padecen durante su formación educativa, con toda esa tradición de traiciones y subyugaciones que hay en la enseñanza privada, aunque no sea exclusiva de ella.

También hay que contemplar que ese problema, el de la falsedad pía como causa de la corrupción capitalista, se replica de otro modo en el proletariado, causando su conservadurismo, y lo mismo sucede, pero también de otra forma, con el desarrollismo socialista, cuyos seguidores oprimen a quienes lo critican a fin de lograr sus metas, a las que no podrán alcanzar plenamente porque aquél está socialmente cuestionado por desconocer aspectos importantes de la realidad que hacen a la adopción consensuada del proyecto de orden social, causando una obediencia desganada, y su impugnación, además de por el hecho de que las naciones se relacionan entre sí, por lo que sus proyectos de orden nacional colisionan, lo que hace fallida a su cooperación.