Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Una reflexión a partir del nombre de la URSS y de Heidegger

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fue un proyecto, no llegó a concretarse como tal, sino que llegó a ser un conjunto de naciones cristianas ortodoxas, con un gobierno de ideología socialista, mal planteada, que derrocó al zarismo luego de que éste fuera diezmado por la Primera Guerra Mundial, y que además de perseguir a la disidencia implementó un capitalismo de estado, ya que hizo una acumulación de capital abstracto centralizada en el estado soviético. Las naciones soviéticas no querían el socialismo. Ni siquiera entendían lo que es en su versión escrita. Estaban inmersas en creencias teológicas monárquicas y renacentistas, pero querían sacarse de encima al absolutismo del imperio zarista. Las cuestiones socialistas científicas eran poco conocidas por el campesinado, poco dado a la ciencia letrada, porque los campesinos apenas sabían leer, aunque hicieron el socialismo oral, del que deriva el socialismo científico escriturario. La socialización de los medios de producción fue una consigna anarquista a la que los siervos de la gleba no entendían muy bien, ya que estaban cavilando razonamientos religiosos, de si se les iba a ir el alma al cielo, o qué es el bien, pero en términos de lo que escucharon en los sermones, que hizo a lo que ellos entendían como sentido de la vida, a la vez que lo cuestionaban, pero poco, no lo suficiente: todavía las que fueron las naciones soviéticas son de índole religiosa, siguen siendo cristianos ortodoxos, aunque a la vez tienen expectativas de liberación, que hacen a la construcción del socialismo como objetivo a alcanzar. Habría que estudiar la historia de la iglesia ortodoxa en las repúblicas soviéticas para saber qué hizo durante el período de gobierno del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), y qué relación tuvo con su caída.

El PCUS implementó una política productivista, de desarrollo de los aspectos sociales tenidos en cuenta hoy por la ONU, medidos en los índices de desarrollo humano, lo que hizo entrar a las naciones soviéticas a la modernidad con esa mezcla entre la religión y la ciencia propia del renacentismo, que se prolonga a su fase capitalista, y sin sacarse de encima el lastre del gobierno superior, de la centralización del gobierno, que estaba atacado y psicótico por la puja interbloques con los países en que predominaba el capitalismo empresarial privado, el bloque estadounidense, con el que tenía una rivalidad conceptual y armamentista, y un enfrentamiento bélico mundial, la Guerra Fría. En esas circunstancias, no podía hacerse el socialismo en la URSS, pero el nombre del país lo prometía, por lo que sus habitantes esperaron que se cumpliera la promesa que les enseñaban en las escuelas mientras soportaban la explotación del modelo soviético y la confrontación intersistémica con las potencias de gobiernos píos. De allí que se decepcionaran. El socialismo adquirió el sentido de las palabras despreciadas, dejó de entusiasmar, y la mayoría de los soviéticos ni siquiera supo entonces que lo que vivían no era el socialismo sino un cristianismo con capitalismo de estado y un gobierno comunista que intentaba iniciar una transición al socialismo, interrumpida por la caída de la URSS y mal hecha, porque el PCUS no atendió a las razones de los disidentes, que tenían verdades legítimas que no fueron consideradas en el modelo de desarrollo, aparte de que ni las naciones estaban listas ni le fuera permitido por las potencias pías.

El proyecto socialista persiste, porque la humanidad tiene el deseo de vivir felizmente, y entra en crisis ante los factores que le estorban, que son humanos también; y persistirá, aunque no haya garantía de que se cumpla, ya que busca resolver los problemas históricos para hacer realidad el deseo humano bueno reprimido. Lo que pasa es que el socialismo puede contener malas ideas, que llevan a malas prácticas; no es una conceptualización perfecta porque responde violentamente a la violencia dominante. Aunque aparente ser una pálida decirlo, no lo llegaremos a ver cumplido, y tal vez no sea nunca, ya que depende de la práctica humana, que responde a concepciones falsas a las que muchos humanos se aferran neciamente en gran medida. No quieren dejar de ser religiosos, ni terminar al capital, por lo que es previsible una crisis prolongada, crisis durante la que desplegaremos nuestra lucha los socialistas, que somos jugadores, o sea, gays, humanos que pretendemos mejorar para que se puedan cumplir nuestros deseos naturales, que queremos ordenar a la práctica humana para que se pueda disfrutar la vida, o sea, relacionarse afectivamente, sin lograrlo lo que queremos y haciéndolo lo que nos sale, cosa que no quita que haya que criticarnos y corregirnos, ya que no siempre jodemos bien: a veces, con estrategias políticas militaristas, y escolares, dejamos de hacerlo, o lo hacemos contrariadamente, lo que no es motivo de condena pero tiene que ser juzgado, ya que eso implicaría su desarme, y la joda no es lo único que debemos hacer. Este punto, el de la relación entre el juego y la política, es precisable.

Es que la historia humana es muy desastrosa, y desde hace mucho tiempo, desde su inicio, y desde que la civilización incrementó sus poderes ostensiblemente por las técnicas, aumentando el de su brutalidad, lo que es muy nocivo en esta época de barbarie. La técnica es un problema enorme, de los más grandes de la filosofía, pero no es el único, y hay que abordarlo desde el cientificismo, pero a su vez el cientificismo tiene que ser fácil, no recargado de sobra como lo es hoy en día, y social. Lo de Heidegger fue una metafísica de la técnica, o sea, su comprensión poética, mitológica y deshistorizante. No se puede solucionar los problemas aparejados por la técnica desde el planteo de Heidegger porque él llegó a nombrar el tema de estudio pero mal, y no avanzó en sus características históricas, ni en una crítica a las concepciones humanas teístas, menos aún al desarrollismo, según el cual el despliegue de la técnica pía capitalista continúa. Es que la teoría heideggeriana era falsa, era una teoría, una diosería, de un esencialismo piero, como un verso para seducir a las señoritas, reacio a confrontar a su entorno para quedar bien con él, mientras que a los proscritos los mataban en los campos de concentración. Mientras el nazismo y el estalinismo se desplegaban Heidegger estaba hablando del develamiento del ser en la filosofía griega, y ni siquiera lo escribió en términos fácilmente comprensibles, y cargó las culpas en la llamada “tecné provocante”, a la que ni siquiera definió claramente como para que se la pudiera comparar con las técnicas que la humanidad efectivamente empleaba en ese entonces, eso aparte de haber hecho listas negras cuando fue rector de la Universidad de Friburgo. Mucha de la gente que lee a Heidegger no lo entiende, porque es enigmático, y mientras tanto hay un montón de problemas concretos, de la historia contemporánea, a los que no responden. Es que los nazis y los estalinistas, y siempre cada quien cuando prioriza sus ideas malas por encima de los seres concretos que están a su alrededor, pretenden someterlos a sus designios, porque les importa más la concreción de sus ideas que los seres a su alrededor, de lo que hacen daño. La prioridad para guiar la práctica tiene que ser el bienestar de los seres vivos, relativamente hablando, lo que tampoco puede ser en el capitalismo, porque éste los subsume a sus objetivos acumulativos. En el orden capitalista también prima una idea mala, derivada del idealismo teísta, que causa una compulsión empresarial. Es la concepción abstracta fideísta, que es purista y fina de fineza mala, que impone una forma interpretativa de la realidad que se prioriza a sí misma en vez que a los objetos de los que predica. No hace a su idea de la realidad importante, sino de la mezcla entre la religión y la concepción capitalista, y busca transformar a la realidad de acuerdo a su idea, pero, como es mala, el mundo objetivo no le responde como desea, y mientras tanto molesta. Para que la transformación de la realidad según nuestras ideas sea buena la realidad tiene que ser comprendida bien por la humanidad, y hacerse la transformación consensuadamente.

El socialismo científico es la formulación política del proyecto socrático, que, al distinguir la creencia del saber, asentó al materialismo porque para saber hay que atender a los hechos concretos objetivos, lo que, trasladado a la política, lleva al proyecto socialista. De allí que los seguidores de Sócrates tiendan al materialismo, y es probable que éste haya sido retomado por Sócrates de los esclavos griegos, que estuvieron atentos a la resolución de los problemas de la vida concreta, porque eran sirvientes; no obstante lo cual hay desfiguraciones del materialismo hechas por la teología. Y también hay teísmo proletario, a la vez que materialismo propietario. Es la práctica de toda la humanidad la que tiene que ser acertada.


Notas

1. La vida y la obra de Heidegger requieren un análisis completo, no como en este boceto de quien apenas lo leyó, pero basta con saber que fue nazi para invalidarle la tesis. Los heideggerianos debieran ponerlo en cuestión hasta entender bien qué es lo que quizo decir, ya que lo siguen sin haberlo entendido. Me parece que no se lo puede entender, porque el mismo Heidegger se encargó de que su explicación sea críptica: tomaba conceptos a los que definía idealmente, con pocas referencias tangibles, y después les cambiaba el significado, y sin explicar bien lo que querían decir, lo que redunda en que al leerlo hay que estar infiriendo qué acepción utilizó para cada término importante en cada momento, lo que es imposible y torna imposible comprenderlo. Y si me equivoco y hay quienes lo hayan entendido bien, lo reconoceré cuando lo sepa.

2. Los populistas rusos también difundieron las ideas socialistas universitarias entre el campesinado, que a su vez hizo a esas ideas desde su saber común, entremezclado con elementos religiosos e imperiales que lo contrariaron.

3. En lo que también falló el nombre de la URSS fue en proclamar que se trataba de un estado soviético, ya que el poder de los consejos de obreros y campesinos les fue arrebatado por el PCUS. Las naciones de gobiernos píos también tienen falsedades en sus promesas, pero lo que prometen como razón de ser es la salvación del alma luego de la muerte, por lo que sus habitantes obedientes no pretenden que esa promesa les sea cumplida en vida, lo que, aunque hace a una expectativa falsa, no es desmentido por los muertos, que no pueden decir qué pasó con sus almas luego de haber fallecido. Obviamente, hay otras cuestiones a tener en cuenta: las económicas y demás. Lo que el materialismo histórico no reconoce lo suficiente todavía es que las fuerzas religiosas también son materiales. Aunque se basen en la espiritualidad, son concretas: tienen gente, edificios, libros y demás, igual que es concreta la espiritualidad. Los espíritus son imágenes psíquicas que dependen de la sinápsis neuronal, que a su vez se relaciona con el resto del cuerpo y con la sociedad.

Otra cuestión es que tampoco se trató de una unión de repúblicas, ya que al menos la nación rusa no era una república, sino un imperio absolutista, y no sé las demás naciones que compusieron a la URSS.

4. La caracterización de la URSS como un conjunto de estados naciones cristianos con capitalismo de estado debe ser reformulada, ya que requiere ser dilucidada mediante el estudio serio de su historia.

martes, 29 de diciembre de 2015

De la fenomenología y la nada

Apenas empecé a leer El ser y la nada, de Sartre, y lo dejé, porque es un libro rebuscado, pero recuerdo que Sartre empezó por preguntarse qué es el ser y se respondió que es lo que aparece, a partir de lo cual todo su razonamiento desvaría, ya que hay seres que no aparecen ante ningún observador, como los que están en galaxias lejanas, a los que olvidamos comúnmente, no obstante lo cual ellos son igual. Plantear que los seres se definen por su apariencia es lo que convierte a la ontología sartreana en una fenomenología, que termina por circunscribirse a la apariencia de los seres, en vez que a su esencia histórica. “Fenomenología”, etimológicamente, quiere decir “ciencia de la apariencia de las cosas”, ya que “logos” es “ciencia”, “fe” es “apariencia”, o “luz”, en el sentido de “el modo en que la cosa se ve”, y “noúmeno” es “cosa”.

La nada, por otra parte, es un concepto humano. No es algo que exista en la realidad exterior a nuestro pensamiento. Hasta los agujeros negros del universo son algo.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Fuego, fe y finanzas

La fe es asociada a la pureza y a la refinación porque viene del vocablo griego “phao”, que quiere decir “fuego”. Por eso esas alusiones que la ligan a lo inmaterial, a lo fantasioso, a las imágenes intocables. En el trabajo sobre la materia, el fuego representó la cúspide de una elaboración, que pasó por la búsqueda de madera y por su incineración, que proveyó de luz y de calor, aparte de permitir a la gente mantener alejados a los animales que querían comérselos por las noches.

De manera análoga, las finanzas son el aspecto más refinado de la economía, alto en el orden social, y basado en valores puros, abstractos. Que sea más refinado no quiere decir que sea bueno, nada más quiere decir que la sociedad se ordenó para trabajarlo con más dedicación, en un orden injusto. Por eso es que el mundo de las finanzas es el más fino, junto al del alto clero, porque tiene más trabajo forzoso incorporado, como esos edificios grandes, prolijos y relucientes. Los valores abstractos también son concretos, pero de una concretud diferente de la del valor de uso y de las cosas a las que representan. Al igual que las ideas, son la concreción de una abstracción, que transforma su materialidad sin dejar de ser material su producto final: se expresa en billetes, bonos, letras de cambio, saldos informáticos, etc., así como las ideas son imágenes mentales hechas de fantasía.

Contra el heroísmo

Un resabio de teísmo en el socialismo es el heroísmo, que es mitológico, por lo que tiene pretensiones exageradas para los hombres, que no podemos ser más que lo que somos, aunque nos quepa cierta superación.

¿Es posible una metafísica materialista?

Haré obvia mi ignorancia en materia de metafísica, ya que la conozco poco. En dichos de Atilio Boron me pareció ser sinónimo de especulación teológica, o idealista, pero en la busqueda que hice en el Google salió otra acepción que la define como una filosofía del ser. De ser así, es posible una metafísica materialista, además de que sería necesaria para superar a la metafísica heideggeriana, de la que sé poco, pero recuerdo que es poética, o alegórica, o sea, imprecisa, además del tema de su nazismo. Tendría que conocer mucho de su obra para criticarla definitivamente.

Los materialistas abordaron las cuestiones de la metafísica desde la ontología.

Para saber si es posible una metafísica materialista habría que saber qué es la metafísica en sí, etimológicamente, ya que se le pueden haber dado acepciones históricas incorrectas al significado que se le dió al ser creada. Y también habría que analizar si fue correcta la creación del término.


Conclusión

En tanto que la metafísica es la ciencia de lo que está más allá de la física, es falsa en sí, ya que más allá de la física no hay nada: sólo por la creencia en los dioses puede sostenerse que haya algo más allá de la física, aunque sea una proposición equivocada. Por eso es que el materialismo acierta al plantear la comprensión del mundo desde la ontología, que es el derivado de la metafísica una vez que se lo hubo depurado de sus acepciones religiosas.


Lecturas

Martin Heidegger, Introducción a la metafísica, Barcelona, Gedisa, 2003; ¿Qué es metafísica?, sin datos.


Anexo

De acuerdo a la definición de metafísica dada en Wikipedia, un editor de las obras de Aristóteles encontró en su colección de escritos, al lado de los de física, a los de su reflexión sobre los entes, por lo que los agrupó bajo el título de Metafísica para dar cuenta de que eran los que estaban al lado de los de física. Entonces, la metafísica aristotélica no se refiere totalmente a lo sobrenatural, sino a la ciencia sobre los entes, la ontología, aunque lo considerado suprahistórico tiene lugar en la ontología aristotélica, porque en De Anima Aristóteles aceptó la existencia de los dioses, y al intelecto activo lo concibió como la capacidad superior humana en tanto que equivalente el poder divino de dar forma a la materia a partir de sus ideas. La llamada metafísica tiene que ser denominada ontología porque esa palabra designa bien a aquello de lo que trata, pero la metafísica, en sí, no supone la creencia en entidades sobrenaturales, aunque sí lo hace en algunas de sus vertientes, en particular en las teológicas, que suponen que las esencias divinas son entes absolutos que se encarnan en los seres concretos, lo que es reprobable.

domingo, 27 de diciembre de 2015

De que la Coca-Cola también lleva a drogas duras

La Coca-Cola, igual que el mate, el té y el café, llevan a algunos a la cocaína y el paco porque tienen el mismo principio activo. Son versiones livianas de éstos.

La Coca-Cola es una infusión de hojas de coca y nuez moscada, también llamada “cola”, con jugo de limón, azúcar y gas. Sin el gas, tranquilamente se la podría hacer en las casas, como cualquier té, y según las distintas recetas, como la que es sin azúcar, o con jugo de limón maduro. Que la Coca-Cola es precursora del consumo de drogas duras da cuenta el hecho de que la cocaína es exitosa más en los países en que es exitosa la Coca-Cola; pero lo mismo pasa con el mate: aunque en la mayor parte de los casos esto no suceda, los cocainómanos y pacómanos suelen ser consumidores de bebidas de coca, mate, te y café. Y también se relacionan con los alcoholes. Lo que es preciso es un orden bueno en el consumo de las drogas embriagantes, que depende de su fabricación y que podría ser malo aún en un orden productivo desmercantilizado. Eso aparte de la atención a los adictos, que tiene que reconocer el lugar de la violencia histórica en las toxicopatías.


Lectura

Antonio Escohotado, Aprendiendo de las drogas, Anagrama, sin datos.

¿Hay una verdad?

Discernida la verdad de la creencia, en tanto que la verdad es una idea cierta de la cosa a la que se refiere y la creencia es una idea que es incierta porque no fue probada lo suficiente, hay que admitir que históricamente, en el pensar humano, las ideas se dan de manera confusa, mezclándose las verdades con las falsedades y las creencias en las interpretaciones de la realidad.

Lo que sí es cierto es que la realidad es una. Por más que haya diferentes interpretaciones de la realidad, lo que es, o sea, el ser, el conjunto de todos los hechos del mundo, es uno; y es múltiple: es una multiplicidad cambiante algunas de cuyas partes son aprehendidas intelectualmente por los seres vivos animales. Ahora bien, una cosa es que la realidad sea una y otra es que haya una verdad que la replique, ya que eso requeriría que la realidad haya sido comprendida bien y totalmente, lo que es imposible, pero, no obstante, la humanidad sí puede reconocer bien aquellos aspectos de la realidad que son importantes para que viva felizmente. Entonces, no hay una verdad absoluta, pero existe una verdad, o sea, el conjunto de verdades compuesto por aquellas que están en la mente de cada ser pensante, que se dan confundidas con las mentiras y las incertidumbres, y la compresión verdadera que la humanidad tiene de la realidad puede mejorarse o empeorar, según sea su desarrollo histórico y el de su conciencia.

Alguna vez podría haber una única verdad provisoria y humana, es decir, la compresión verdadera y compartida por los humanos de aquellos aspectos de la realidad cognoscibles e importantes para la especie, pero ese saber sería histórico, o sea, que la verdad sería relativa, no sólo en el sentido de que no se entendería todo lo que es, sino también en el de que la humanidad comprendería bien su historia en general, pero, además, los humanos comprenderían en singular, y por grupos, sus particularidades, por lo que el saber seguiría siendo relativo aunque fuera científico en general, y estaría atento a contrastar sus ideas con los hechos concretos, lo que no siempre pasa con el relativismo actual.

Eso de que “la única verdad es la realidad”, que dijo Juan Domingo Perón, no es cierto. La realidad es la realidad, y la verdad es el conjunto de ideas que la comprenden bien, conjunto que no reconoce a toda la realidad y que no es tenido por nadie, sino que está disperso en las mentes de cada pensante. Lo que sí es cierto, y que es la intención de la frase, es que la verdad tiene que dar cuenta de la realidad de buena manera. Y las mentes son cerebrales, o sea, que la comprensión de la realidad es un hecho histórico efectuado por organismos biológicos, que luego actuaron algo según ella. De allí que la comprensión adecuada de la realidad sea necesaria para el ser humano. Por eso es que la filosofía debe ser verdadera del todo, entendido a ese todo relativamente, lo mismo que al decir que la humanidad debe ser verdadera del todo, por lo que es inválida la aceptación de la religión y por lo que es un deber humano su determinación. Cuando digo que tiene que ser verdadera del todo no me refiero a que sepa absolutamente, sino a que haya reemplazado a la religión por el saber, y luego entender al mundo en base a los hechos concretos. A que la humanidad tenga una continencia y un orden discursivo que le permitan vivir según sus propios designios en una relación buena consigo misma y con su entorno.

De la refinación de la pasta

La fineza es la terminación de las obras. Las cosas finas son más elaboradas, lo que no quiere decir que sean buenas. Nada más quiere decir que requisieron más trabajo. Los fideos no existieron hasta que se inventara el cuchillo, o sea, hasta que se acható el metal a martillazos, y después fueran afiladas las vainas con otros metales y piedras, pero también hasta que algunos humanos se asentaron en ciudades: amasar pasta supone la agricultura y la carpintería, aparte de la arquitectura y la molienda. Fueron creados en la antigua China, de allí los fideos de arroz, a los que Marco Polo llevó a Italia; pero antes, se hicieron pastas que no requerían ser cortadas a cuchillo, como los ñoquis y los borí borí, derivados de las tortillas. También hay fideos hechos a mano: se desarma la masa y se aplasta a los pedazos enharinados con los dedos.

Los fideos, en tanto que pasta fina, más angosta que las anteriores, son de alto nivel de elaboración, aunque sean de consumo popular. Comparten con la fe el hecho de ser más terminados, más refinados. La fe, igual que la fineza, es más depurada que otras cosas. ¿El “fide”, de “fideo”, es por “fide”, el vocablo latino para hablar de la fe?

El trabajo también es una práctica cuestionable, y debe serlo porque hace a la historia humana y terráquea.

sábado, 26 de diciembre de 2015

De la idolatría a Perón, con una reflexión posterior

Lo mismo que Juan Manuel de Rosas y Eva Duarte, Perón es poco criticado por los peronistas. Seguro que hay muchos peronistas que lo critican, y para quienes decir esto sea injusto, pero tengo que decirlo, porque criticarlos puede no tener nada de malo y hasta es bueno aún, ya que sólo mediante la crítica, que es el análisis de sus vidas, se los puede reconocer. Si no se admite que Rosas fue un estanciero no le pueden reconocer la pena por haber estado relacionado con sus congéneres según ese rol social. Otro fue el de presidente. Pero además, al omitir discutir el latifundismo, se demora la socialización de la tierra, lo que contraría incluso a los terratenientes de hoy, sean capitalistas o no. Y a esto no lo digo en su defensa, sino para que se los comprenda, ya que no veo otro modo de guiar la práctica política que no se base en la comprensión y la admisión de la realidad.

Lo mismo vale para Eva Duarte: criticarla no es para agredirla, sino para que se la reconozca, y así se la juzgue bien. Es preciso criticarlos para no hacerles un personalismo, que es una idolatría, lo que tiene fanatismo, lo que vale igual para Lenin o quien fuere.

Pasa así también con el hecho de que los tres hayan sido presidenciales, ya que ese rol político los superpuso por encima de casi todos sus contemporáneos. Desde un punto de vista igualitarista, eso tiene que ser reconocido también, como debe serlo la manera en que ellos vivieron su separación respecto del común de la gente, por haber sido dirigentes, con sus buenos y sus malos aspectos.

sábado, 19 de diciembre de 2015

Una idea rara de expresar

Dado por supuesto que los capitalistas suelen creer en la idea de que la gente, según se comporte, es cornuda o divina, concluyo que, al haber sido sometidos, relativamente, por los populistas, deben haber tenido la fanstasía, delirante pero histórica, de ser más cornudos que los proletarios, ya que el prejuicio católico postula que el proletariado, cuando es descontrolado y pecador, es bastante cornudo, y más cornudos deben serlo quienes se someten a él. Es un delirio, por supuesto, pero seguro que han de haber razonado así.

En base a semejantes razonamientos no pueden darse prácticas políticas ni económicas buenas, o sea, que ese dislate agregó más violencia a la existente.

Detalle de hortensia rosa en vidrio esmerilado

En día nublado.


En día soleado.


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Del abuso capitalista a los estados

Los capitalistas a veces plantean que las empresas privadas tienen el mérito de sostenerse por sí mismas, a diferencia de las iniciativas populares, que requieren ayuda de los estados, a los que parasitan. Hasta ese punto llega su descaro y su impunidad para decir cualquier cosa. El capital siempre absorbió recursos de los estados, porque los estados disponen la provisión de mano de obra calificada mediante la educación y la salud, de fuerzas armadas que reprimen la protesta y de distintos subsidios, como lo son la construcción de infraestructura, la reducción de impuestos a cambio de fundaciones caritativas, el rescate ante las quiebras y muchas cosas más, como la organización del circuito comercial y la omisión de la persecusión a sus delitos.

El capital no sólo requiere de los estados para mantenerse, sino también de la solidaridad social, ya que los trabajadores en ocasiones soportan abusos para no ser antipáticos, ya que entienden la función social de sus tareas, pero eso no quita que los capitalistas son abusados también.

martes, 15 de diciembre de 2015

De la naturalización de la familia judeocristiana en el psicoanálisis

Esta idea que sigue me suena cuestionable, 
pero igual la publico,
ya que si me equivoco otros me corregirán.
ElJua Nete

Un error que tiene el psicoanálisis es que basa sus ideas en el modelo familiar judeocristiano, como si todos los seres humanos occidentalizados nos formáramos en familias tipo que funcionaran normalmente, según la norma pía capitalista vigente, de lo que se derivarían los conflictos primarios que hacen a nuestra maduración psicológica y los conflictos secundarios derivados del incumplimiento de esa normalidad imposible de alcanzar: otra vez esa lógica equivalente a la idea de que vivimos en deuda porque nacimos pecaminosamente. No obstante, aquél planteo no es del todo incorrecto, ya que existe un modelo familiar judeocristiano, en el que está el padre, la madre, los hijos, los hermanos, los primos, tíos, abuelas, nietos, suegras, cuñados, nueras y demás, con todos sus rituales de relacionamiento, como los bautismos, confirmaciones, casamientos, cumpleaños, navidades, fiestas de egresos, aniversarios, etc. Es un modelo familiar histórico al que se ha naturalizado y que impide la crianza comunal, aparte de dificultar la solidaridad social, ya que la gente muchas veces no se siente responsable de lo que le pasa a quienes son externos a sus familias, por no considerarlos familiares, y de forzar a las personas a comportarse según sus pautas, ya que las personas están sujetas a la ley, que a su vez lo presupone. Y además, ese modelo familiar, se adaptó al capitalismo ˗o se hizo conforme con él, ya que ambos se dan en un proceso de influencia recíproca y con los otros factores determinantes de la historia humana˗, con esa ética del esfuerzo individual, de la aceptación de las normas, de la superación de pruebas que implican la obsecuencia con las autoridades, etc. El problema que tiene ese planteo es que es tipológico, o sea, que por una parte naturaliza a ese modelo familiar, y por otra no reconoce bien a los factores históricos exteriores al modelo que inciden en él, ni a su influencia en lo que le es externo. No obstante, hay explicaciones superadoras de este problema a las que no puedo citar porque no las conozco, pero sé de la existencia de la psicología social. ¿Cómo explicarían los psicoanalistas la formación psíquica de las personas huérfanas, por ejemplo, que no tuvieron padres a quienes matar simbólicamente? En esos momentos apelaron a razonamientos reprobables, por ser poco serios, como la figura del padre˗Estado en los orfelinatos. Además, eso de que los hijos quieren matar simbólicamente a sus padres para quedarse con sus madres es una afirmación cuestionable: Freud la retomó del mito de Edipo, que era una leyenda derivada de las creencias religiosas griegas.

Lo que le falta al psicoanálisis es indagar en el resto de la realidad concreta que hace a la historia humana, ya que toda la realidad tiene incidencia en nuestras psiquis y ya que hasta que no lo reconozcan no harán una psicología socialista, que debe ser porque el socialismo sanaría muchos traumas psicológicos, porque la humanidad se ordenaría según el saber verdadero, que reconocería muchas de las verdades de cada quien que hoy en día no son reconocidas porque la humanidad no acepta lo suficiente lo que no se condice con sus concepciones dominantes, ya que eso la llevaría a tener que admitir sus errores.

¿Porqué el capitalismo no es considerado una patología?

Es evidente que la psiquiatría y la psicología ordinarias son procapitalistas, ya que tienen una clasificación de enfermedades duramente severa para con las faltas a la moral dominante, mientras que a una compulsión tan evidente como la de acumular propiedades excesivas la consideran un hábito saludable.

¿Cuál es el banco más rolinga?

El Supervieille.

jueves, 10 de diciembre de 2015

De la multipolaridad geopolítica

Hay una tesis de la oposición al imperialismo estadounidense que sostiene a la multipolaridad, que señala que en la geopolítica aquél se completa con los imperialismos de Europa ˗con sus diferenciaciones internas en las que predominan Alemania, Gran Bretaña y Francia˗, y el bloque que reúne a los imperialismos ruso y chino con los imperialismos menores de la India y Brasil, en alianza con las potencias emergentes de Sudáfrica y Argentina. Por otra parte está Japón, aliado con los Estados Unidos mediante el Tratado Trans-Pacífico, al igual que con potencias menores como México, Perú y Chile. Este es un panorama bastante incompleto, al que le faltan África y Oceanía, y gran parte de Asia, y muchas cuestiones intrínsecas a las regiones mencionadas antes.

Esta multipolaridad es cierta, aunque a su tesis le falta distinguir sus jerarquizaciones internas. Tiene el anhelo de igualar al bloque estadounidense ˗que está aliado con la Unión Europea en el combate a la yihad y en negociaciones por un acuerdo de librecomercio˗, con el de los BRICS, lo que le hace perder objetividad, y es acrítico para con los imperialismos inferiores al estadounidense, lo que dificultará la convivencia amónica entre las naciones, ya que las potencias mayores dentro del espacio de los bloques mundiales subordinados al estadounidense también subyugan a sus potencias menores, lo que no es reconocido bien, aparte de ser capitalistas y demás cuestiones.

También cabe decir que el espacio de la UNASUR está en cuestión por el retroceso de los gobiernos progresistas en Argentina, Venezuela y Brasil, lo que repercute en el de los BRICS.

No obstante lo dicho antes, la lucha antimperialista tiene que hacerse con las fuerzas existentes, por lo que será preciso definir cómo debe ser la relación entre las naciones, sean imperiales o no.

En respuesta al planteo de algunos anarquistas sobre las prácticas de la izquierda partidaria en las asambleas bonaerenses de 2001 y 2002

Me referiré vagamente al tema porque no lo recuerdo con mucha precisión, pero recuerdo que Christian Ferrer, al igual que algunos anarquistas de la asamblea de Villa Urquiza, y tal vez otros de Unidos por el Río, tenían la idea de que las asambleas iniciadas en diciembre de 2001, luego de que De la Rúa declarara el estado de sitio, estaban compuestas por ciudadanos genuinos, de un lado, y, de otro, por militantes de la izquierda partidaria que fueron a ellas para cooptarlas o acumular militantes para sus filas. Hay que decir que esa crítica es cierta, en el sentido de que los partidos de izquierda fueron a reclutar militantes, y que sus militantes se alternaron en las intervenciones sin explicitar siempre de qué partidos provenían, bajando una línea partidaria que no era hecha explícita, y peleándose entre sí solapadamente, lo que fueron maniobras reprobables. Pero también vale señalar que los anarquistas también tenían una línea política implícita, que era la del asambleísmo horizontalista, apartidario y antipartidario, y que los restantes participantes de las asambleas también tenían sus ideas políticas, algunas peronistas, es decir, que esa imagen de unos ciudadanos inocentes, entre los que estaban los anarquistas, operados por militantes partidarios malintencionados, no fue exacta. Cada bando tiene sus razones y sus sinrazones. El problema es que no se puede concertar una práctica política conjunta entre ambos, y los terceros interesados, lo que dificulta que los socialistas obtengan espacios en los gobiernos, que es un requisito para socializarlos, y para implementar medidas sociales, y resistencias en común, hasta ese entonces. A los bandos les falta un balance para una práctica política complementaria, que es un requisito para lograr sus objetivos. De otro modo no lo conseguirán, porque los triunfos políticos requieren de alianzas mayoritarias.


Lectura

Christian Ferrer, “Reveses de Argentina”, en Artefacto. Pensamientos sobre la técnica, N° 5, Buenos Aires, sin datos.

Comentarios dispersos sobre Vigilar y Castigar

En Vigilar y castigar, de Michel Foucault, encontré algunos errores. El primero es que Foucault confundió a la verdad con la verosimilitud, es decir, que en su relativismo tomó por verdad a lo que los humanos consideraron que eran las verdades. Fueran las pretendidas verdades de los humanos piadosos, o aquellas solapadas de los “anormales”, para Foucault se trató de una confrontación entre verdades, cuando en realidad las así consideradas verdades eran nada más que las creencias de cada bando, creencias que contenían verdades a la vez que falsedades. Es que al relativismo le falta la confrontación científica de las ideas con la realidad: plantea la búsqueda de la verdad como en un debate retórico, de lo que escribió John Stuart Mill en Sobre la libertad, donde decía que para llegar a la verdad había que reconocer todas las opiniones relativas al tema de discusión, y concluirla tras haberlas analizado, aunque dándole menor importancia también se refería a la necesidad de dar lugar a la experiencia para alcanzarla. Aparte, Foucault, en algunos pasajes retomó a la idea de dios sin ponerla en discusión, lo que hizo partir sus razonamientos con una base falseada, que le impidió concluir en una crítica a la piedad. Más precisamente, en el libro hay una crítica intuitiva a la piedad, que no llega a formularse sistemáticamente, pero que atina a ello.

Tercer punto es que el alma no es sólo una construcción social, sino que es un rasgo de la naturaleza humana. Al igual que los demás seres vivos, los humanos nacemos con alma: es una característica nuestra que es biológica, a la vez que es modelable y modeladora de la sociedad. De allí la necesidad de que las almas sean sanas, lo que requiere de una comprensión social verdadera de la realidad.

En cuarto lugar, el poder no es sólo el poder dominante. En este libro, a diferencia de en sus elaboraciones posteriores de la microfísica del poder, Foucault identificó al poder como aquél de los dominadores, sin reconocer los poderes de los subalternos, el infrapoder, lo que tiene el perjuicio de causar que los dominados no reconozcan que ejercen poderes, lo que les dificulta la política.

Quinto, el libro tiene un problema con los tiempos verbales, que no fueron conjugados correctamente, lo que es un error bastante frecuente en la literatura.

Por último, muchas veces el autor recurrió al uso del término “economía”, así, entrecomillado, para referirse a la racionalidad. Es que no supo distinguir que la modernización que él describió para el sistema penal era un complemento de la racionalización operada por la clase capitalista. En ese sentido, la característica distintiva de la modernización fue la racionalidad pía burguesa, precursora de la capitalista, que no es una racionalidad verdadera del todo, aunque tuviera sus hallazgos científicos. Entender esto sirve para hacer una crítica superadora del iluminismo en vez que para descartarlo, lo que es degradante en ciertos aspectos, ya que el iluminismo contuvo algunas verdades que sirven a la humanidad.


Nota

La crítica al pietismo Foucault la retomó del marqués de Sade, que se equivocó en algunas cosas pero no en ser naturalista ni en criticar al pietismo. Hablo de escritores, porque la crítica oral es el basamento común de la escrita, pero sus rastros son comprobables por deducción, porque las que se hicieron ya no están: quedan sus vestigios nada más.

Crítica a la escritura

Lo malo de la escritura es que, al conocerse según los escritos, se privilegia a los saberes expresados en ellos, en desmedro de los saberes simples, lo que, por un lado, nos dificulta reconocer la historia de las naciones no escriturarias, y por otro nos hace proclives a estar ante los escritos, en vez que con otros seres con quienes querríamos estar, y de otras maneras que leyendo, como bailar. Los saberes simples son los expresados mediante la voz, como los hablados, y además está el problema de que el intelectualismo gráfico podría ser hecho de buena manera, lo que no es siempre así. Este análisis no es para que se deje de escribir, aunque esa sea una posibilidad: apunta a que se reordene la escritura, y en particular las tecnologías con que se escribe, por sus males.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Sobre la idea del fin de ciclo de los gobiernos progresistas latinoamericanos

Desde la crisis del gobierno brasilero, iniciada con la merma electoral del PT en las elecciones que por poco margen ganó Dilma Rousseff, y luego completada por la pérdida de la presidencia del FpV en Argentina y la posible derrota del PSUV en las legislativas del próximo 6 de diciembre, tomó fuerza la idea, que ya existía desde antes, de que el ciclo de los gobiernos progresistas latinoamericanos está llegando a su fin. Al respecto cabe decir que, si bien puede que eso sea posible, es aventurado señalarlo, ya que los factores y relaciones a tener en cuenta son muchos y cambiantes. Parece una idea basada en una mezcla de certidumbres con el deseo de que esos gobiernos caigan. Eso por una parte. Por otra, está la cuestión de la caracterización de esos gobiernos como hegemónicos. Personalmente, disiento de que los gobiernos progresistas latinoamericanos sean hegemónicos. Es cierto que a nivel regional llegaron a establecer organismos directrices, como la CELAC y la UNASUR, y a liderar el MERCOSUR, pero también es verdad que la OEA, liderada por los Estados Unidos, sigue vigente, al igual que el NAFTA, y que está el reciente TTP. Más bien pienso que los gobiernos progresistas latinoamericanos ejercen una hegemonía subalterna al liderazgo dominante estadounidense, en términos de la geopolítica internacional; pero además, en términos del sistema mundial, los gobiernos progresistas, en los países en que mandan, están subordinados al capital trasnacional, por el dominio del capital trasnacional en el planeta, además de ser capitalistas ellos mismos, aunque populistas, que es el caso de Argentina y de Ecuador, aunque Rafael Correa tiene una formulación más compleja, híbrida con la del Socialismo del Siglo XXI, o de permitir la reproducción capitalista desde posiciones más bien socialcristianas, o socialdemócratas, como en Brasil, Venezuela, Bolivia, Uruguay, Nicaragua y Chile. En ese sentido, los gobiernos progresistas son espacios subalternos de cuestionamiento al liberalismo, acotados, y liberales también en muchos aspectos, lo que a veces es bueno, ya que el liberalismo tiene logros buenos que son mejorables, a la vez que males superables también. Estos gobiernos tienen que ser caracterizados en el marco de una estrategia socialista mundial y a largo plazo, ya que si no se les hacen críticas injustas.

Otro aspecto a tener en cuenta es que estos gobiernos tienen muchos puntos cuestionables, a los que se debe criticar bien para que las críticas sean bien recibidas, lo que no les es fácil porque tienen por una parte mucha presión en contra desde arriba, desde el privatismo, y una responsabilidad inmensa respecto de las naciones a las que dirigen, y por otra parte una rudeza que se los dificulta, rudeza de la que la humanidad no está exenta en general. Por eso es que es necesaria una crítica justa, no sólo para con ellos, pero también para con ellos; pero además está la cuestión de que las críticas que se les hacen a los progresistas no los comparan con los proyectos liberales que se les oponen, como Cambiemos en Argentina o la Mesa de Unidad Democrática venezolana, lo que los favorece y da cabida a que se las acuse de “hacerle el juego a la derecha”, lo que es cierto aunque esa no sea su intención, porque la crítica se circunscribe a los progresistas sin sopesarlos con los liberales. Aclaro sobre esto que los gobiernos progresistas se ejercen en el marco de sistemas dominados por actores y legislaciones liberales, por lo que no podrían dejar de ser liberales incluso aunque lo quisieran, pero, en el marco del liberalismo dominante en el mundo, implementan políticas democratizantes, que aspiran o no a superar el capitalismo pero sí al progreso, que facilita y es una condición necesaria para su superación, aunque también tienen malas prácticas. El peligro es que efectivamente el fin de ciclo suceda y los gobiernos progresistas sean reemplazados por gobiernos conservadores, lo que implicaría un retroceso social y situaría a la lucha emancipatoria en un nivel inferior, aunque la historia no vuelva para atrás, al que luego habría que remontar para pasar a una fase superior. Aquí hay un problema serio con parte de la izquierda, con la izquierda opositora a los gobiernos progresistas, que tiene que mantener las críticas buenas pero que también tendría que colaborar a sostenerlos, aunque exigiéndoles correcciones, y más cuando existe el riesgo de que perezcan ante los conservadores, porque, si no, no se podrá pasar a una etapa superior. La idea de que con una revolución se saltearían etapas tal vez pudiera ser concretada, pero es remota y quizás falsa, y es innecesario optar por ella a la vez que descartar la superación gradual, ya que los avances se hacen de acuerdo a la coyuntura concreta, que casi siempre no está lista para progresos bruscos: pensemos en cómo terminó la revolución rusa. La teoría del “cuanto peor, mejor” es falsa y contraproducente, además de causar peleas vanas entre los demócratas, sean socialistas o populistas. La solución es la de apostar por el gradualismo y la drasticidad según lo permita la correlación de fuerzas.

Me parece que, dado lo que sé, y tal vez me equivoque, no se puede predecir tanto el futuro como para estar seguro de que el ciclo de los gobiernos progresistas llegue a su fin. Ya cayó el gobierno populista argentino y el brasilero está en serias dificultades, lo mismo que el venezolano y no sé el de Ecuador, ni los demás, pero incluso si la tesis del fin de ciclo se comprobara como cierta habría poco qué celebrar, ya que su triunfo se debería no a la superación de esos gobiernos por izquierda, sino a la restauración conservadora, por lo que esa celebración sería un festejo desgraciado, del que tendríamos que recuperarnos con gobiernos que restablecieran las medidas democráticas que estamos perdiendo ahora. La oscilación de los conservadores y los demócratas en los gobiernos latinoamericanos se inició con el modelo agroexportador, aunque tiene experiencias previas, y sería osado pretender que vaya a terminarse pronto, por lo que es probable que el progresismo en declive se recupere en los próximos años, luego de que vuelvan a fracasar los liberales. Hay que tener en cuenta que, en tanto que el capitalismo es pío, y la piedad es falsa, los gobiernos capitalistas siempre van de fracaso en fracaso, alternándose las opciones partidarias como una búsqueda también fallida de las naciones por recomponerse tal como lo deseamos los humanos cuando deseamos bien. Lo anterior no quita que sea necesario un diálogo político que prepare al espacio democrático en general, sea de los progresistas actualmente en los gobiernos o de los opositores, para establecer pautas de discusión que permitan el reconocimiento de los análisis necesarios para la conciencia política que deben tener las sociedades y los gobiernos. Y también la izquierda opositora tiene que reconocer que las sociedades están en un nivel de atraso del que los gobiernos democráticos son poco responsables, estado que impide los avances, aunque en otros casos los que retrasaron hayan sido los gobiernos. Un punto importante es que los proletariados de los países de los gobiernos progresistas votaron mayoritariamente por los partidos de esos gobiernos, lo que no justifica sus errores pero sí da cuenta de que los gobiernos progresistas no pueden implementar los puntos democráticos del programa socialista sin dificultad ˗porque el proletariado, como las naciones, es cristiano en general, y parcialmente procapitalista˗, sino que tienen que estar mayormente concentrados en resistir los ataques de la derecha imperialista a la vez que lidiar con sus propios males, con los males del capitalismo y con la responsabilidad de mantener a las naciones que lideran.


Anexos

1. El privatismo no es que no sea democrático, ya que la democracia representativa es un invento suyo, del alto capital, que impuso su modo de gobierno con las revoluciones liberales. Lo que pasa es que su forma de democracia es de las más restringidas, acotada al sufragio y a las otras garantías constitucionales. En el caso del populismo, la democracia se amplía a los derechos sociales, pero también es circunscrita, ya que no es una democracia directa, o social, lo mismo que le sucede a los demócratas socialistas cuando están sujetos al constitucionalismo liberal. Ahora bien, que la oligarquía sea democrática representativamente, por aceptar la democracia representativa, no quita que también sea antidemocrática, ya que la representación es falsa, por lo que reprime a los intereses sociales que no son tolerados por los representantes, lo mismo que le sucede a los populistas y a los socialistas en los gobiernos representativos, aunque de distintas maneras, ya que ellos están predispuestos de otras formas a aceptar los reclamos sociales.

También hay que tener en cuenta que el apego liberal a las legislaciones capitalistas no les impide la delincuencia ni el abuso de los vacíos legales, que son aspectos no regulados por la ley establecida pero sí juzgables por la moral común, es decir, que no debiera haber que legislarlos, ya que bastaría con tener sentido común para guiar la conducta. Un problema de las piedades es que los piadosos, al suponer que el comportamiento bueno es aquél conforme a la ley, relegan al sentido común como guía de conducta, y lo violentan, excusándose en la ley escrita o en los vacíos legales sin importárles las consecuencias de sus prácticas.

2. Eso de que la izquierda opositora a los gobiernos progresistas “le hizo el juego a la derecha” fue cierto pero en momentos puntuales, y no intencionalmente sino por la casualidad de la coyuntura. Quienes sostuvieron esa crítica omitieron completar la explicación con las generalidades del caso, que concluyen en que la izquierda es contraria a la derecha, lo que es obvio pero no siempre reconocido.

De la condena a los yihadistas

Dentro del espacio de la gente que no es extremista, el laicismo tolerante, hay una actitud cuestionable con respecto al yihadismo, que es la que sostiene que, en tanto que el yihadismo es fundamentalista y bélico, es necesario derrotarlo militarmente para luego de eso impulsar una coexistencia pacífica entre las naciones. Esta postura es criticable en varios aspectos. En primer lugar, en que no aborda el problema de las religiones, por lo que oculta su falsedad, lo que mantiene en vigencia a los mitos con que los creyentes explican sus motivos de vida y causa enfrentamientos, ya que los miembros de los distintos credos se tratan de infieles entre sí, cosa que en los peores momentos lleva a las peleas, además de las ambiciones imperialistas involucradas en el conflicto bélico. En segundo término, esta postura no cuestiona a los intereses armamentistas y militaristas, que presionan a favor de las intervenciones armadas no sólo por sus metas económicas, es decir, para que se vendan los armamentos y para obtener petróleo, sino también por su cultura guerrera. En tercer lugar, se arroga una pretendida bondad, ya que supone que el laicismo tolerante es bueno y pacifista, y busca una coexistencia armónica entre los grupos, mientras que sostiene al proceder de la OTAN, de Rusia y de Turquía, que son las potencias bélicas mayores y que causan estragos más grandes que los que están haciendo los yihadistas.

Desde una perspectiva socialista, lo que debe proponerse es el reconocimiento del lugar que tienen las religiones como factor determinante del conflicto, lo mismo que los intereses imperialistas, y plantear una coexistencia entre las naciones basada en la verdad y la cooperación, del mismo modo que deben cuestionarse los enclaves extractivos e industriales, y las políticas gubernamentales y estatales, que intervienen en la fabricación de los armamentos.

Las potencias pretendidamente moderadas, la OTAN y Rusia en particular, si de verdad quisieran enfrentar bien al conflicto, tendrían que proponer un armisticio, efectuar una guerra defensiva contra la yihad y buscar desarmarla por medio de la diplomacia y de la interrupción de los recursos bélicos con que se abastece.