Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 30 de diciembre de 2014

Para decidir qué hacer

Cuando las ideologías tienen errores, o faltas, o cosas de esas, lo que siempre sucede, los hombres que se conducen según sus ideas se equivocan en ciertos aspectos. En esas ocasiones, quienes se equivocan, sienten que algo en su hacer no les place, pero no lo hacen conciente, y entonces su acción en algo les disgusta. Para hacer bien hay que atender al sentir y hacer de acuerdo con él. Las ideas se le deben corresponder. Aquello no es fácil, porque el hacer humano es conjunto, con correspondencias y contracciones, y por ser falseada, la humanidad, fuerza a hacer mal. En el capitalismo el hacer humano es contraccional, mezcla bondades y maldades, porque la humanidad es en parte verdadera y en parte falsa. En los regímenes políticos de inicio de transición al socialismo también hay falsedad, e incompletudes en la ciencia, que causan errores.

El sentir, humano y el del resto de la naturaleza, no es objeto de la ciencia lo que debe ser.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Para la relación entre los partidos y los movimientos, grupos e individuos socialistas y demócratas

En el marco de las leyes vigentes, el gobierno de los estados es ejercido por representantes electos de los partidos políticos. Eso fue establecido en las constituciones, que aunque son ilegítimas rigen porque tienen la aceptación de las mayorías propietarias, y aliadas, que así lo imponen. Entonces, los partidos socialistas son indispensables. Hasta tanto no se reformen las constituciones, o se las reemplace por leyes comunes, el socialismo y el democratismo progresista mundiales deben impulsar a los partidos de izquierda, sea militando en ellos o no, es decir, luchando por fuera de ellos pero en complemento. Eso implica que los movimientos sociales, y los demás socialistas y demócratas, los deben apoyar, al igual que los partidos tienen que reconocerlos y ayudarlos en lo que corresponda. Un problema que tendrán los partidos es que deben sujetarse a la ley estatal, que establece que se conformen jerárquicamente, con autoridades, elecciones reglamentadas y demás, lo que en la práctica luego dificulta la democracia interna e impide el trato igualitario para con los extrapartidarios. La izquierda en general, y en especial la que hasta ahora es antipartidaria, debe reconocer el problema, ya que a veces acusan de autoritarismo a los partidos ignorando la ley que los sujeta, lo que no quita que hay cierto autoritarismo partidario que puede ser superado. En izquierda incluyo al anarquismo, que aunque no vaya a aceptar a los partidos tendrá que pensar en el tema porque por ahora no hay otra manera de tomar el poder de los gobiernos, que si bien no es todo el poder social sí es central en el orden de los estados-naciones. La prédica antipartidaria, al dificultar que los socialistas partidarios obtengan el poder de los gobiernos de los estados, los perjudica a sí mismos, y no obstante también es preciso que los partidos incorporen las críticas ciertas de los antipartidarios, sean anarquistas, autonomistas, autogestionarios, etc., para que sean democráticos.

Habrá que hacer una relación fluida entre los partidos y los movimientos, grupos e individuos, que depende de la politización social en general y de la descentralización de la acciones partidarias, pero con un núcleo que resuma las cuestiones. Ese núcleo ya está vigente hoy en día -pienso más en Argentina pero hay que tener en cuenta a todas las naciones-, pero su hacer no es del todo satisfactorio todavía, en parte porque no da las respuestas esperadas a muchos de los planteos sociales y en parte por la reticencia de ciertos movimientos, grupos e individuos para con ellos. Hay que tener en cuenta que en tanto que los dirigentes y militantes de mayor rango de los partidos son pocos en relación a los demás miembros de las naciones, su capacidad de dar respuesta a las cuestiones de toda la sociedad es muy limitada. Pero no obstante así se los debe apoyar, con paciencia y sin pretender soluciones prontas para las cuestiones que no se puede resolver fácilmente, porque que ellos estén en el gobierno hace más fácil la vida al común de la gente y permite ampliar la lucha por la reforma constitucional y la legalidad común.

Los partidos socialistas también deberán aceptar que se les luche y manifieste en contra siempre que se hayan equivocado, y si no lo hubieran hecho deberán comprobarlo en un debate público y sin reprimir a los que se les opongan, y lo mismo a la inversa. Es más, los gobiernos progresistas debieran apoyarse en las movilizaciones, incluso en las que se les oponen bien, para ampliar la política democratizadora, cosa que no hacen por testarudez, porque adoptaron los prejuicios desarrollistas, que los llevan a aliarse con los capitalistas para hacer crecer el producto bruto, lo que apenas reduce un poco la pobreza, en ciertos términos, pero que también la acrecienta por incrementar la explotación y la represión a las poblaciones que se oponen a eso, cosa que no miden los índices.

La idea de obtener el poder gubernamental y estatal mediante la huelga general es incierta. La huelga general sirve para otras cosas. El poder del gobierno estatal se obtiene mediante elecciones, o insurrecciones, que muy dificilmente y con muchos muertos y heridos podrían derrotar a los ejércitos y policías, de lo que los insurrectos saldrían traumados y con menos fuerzas para gobernar y responder a los embates posteriores.

Aunque no se dé una respuesta placentera a este planteo, la cuestión permanecerá vigente hasta que se lo haga, y por eso hay que pensarlo y debatirlo.


Anexo

Para el caso de los partidos democrátas y populistas, el socialismo puede pujar por su sostén en el poder estatal y por inclinarlos, más o algo, hacia el progresismo, en una relación crítica, a la vez que aliente a los partidos de izquierda. Hasta que no estén preparados estos últimos, y las circunstancias necesarias para que gobiernen, los partidos populistas son la opción electoral presidencial, y de los poderes ejecutivos de los distritos menores, menos mala ante el privatismo. Hay variaciones de esto, y otras circunstancias coyunturales, que en los casos concretos requerirán otras soluciones, como cuando los socialistas están cerca de ganar los poderes ejecutivos.

Cabe añadir que en tanto sea necesario se debe establecer una alianza electoral, crítica también, con los demócratas y los populistas, para expulsar del gobierno a los privatistas, a lo que habrá que precisar luego, pero mucho tiempo después, cuando hayan sido preparadas las circunstancias, para que sea liderada por los socialistas. Hay que asumir que la lucha será larga y que la correlación de fuerzas es muy desfavorable, ya que el capital es compuesto por el grueso de las iglesias, las finanzas, las empresas, las fuerzas armadas, los gobiernos, los partidos políticos, la educación y la salud, las administraciones públicas, los medios de comunicación, los sindicatos, las asociaciones civiles y deportivas, algunos movimientos sociales, etc.

Para el caso del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, no se puede desplazar al macrismo sin un frente entre los populistas, los demócratas, los comunistas y los socialistas, es decir el FpV, el ala progresista de la UCR -y la parte que se le escindió-, el PC, el PCCE, los partidos socialistas chicos, el MST y el FIT, Unidad Popular, el PCR, etc., e incluso, con los errores cometidos, hasta el PS, el GEN y Libres del Sur. Y él debiera ser acompañado por los movimientos y demás organizaciones e individuos sociales. Ese frente no será hecho pronto, y tal vez nunca, pero estará pendiente la cuestión hasta que se haya derrotado al privatismo. Es bastante irresponsable que las razones parciales y los personalismos lo impidan, porque luego el macrismo nos perjudica a todos los habitantes porteños y extraporteños, e impide las soluciones para los problemas comunes. Lo que Trotsky haya dicho sobre los frentes populares no vale para ahora, ni obstan para aquello las razones ciertas de los trotskistas, que tienen que reconocer la totalidad del problema. La fragmentación de la unidad de la izquierda que operan los trotskistas, y quien fuere cuando fuere, es un error político, cosa grave, ya que se puede aliar y criticarse. Establecer una alianza no hace responsable a las partes de las acciones ajenas, salvo que las apoyen. En una alianza crítica se convive en discusión, y se pueden socializar los puntos críticos, para que las naciones se hagan responsables y luchen por medidas políticas progresivas.

martes, 9 de diciembre de 2014

La tasa de desperdicio fiscal y los conchetos

Entre el pago de la deuda fraudulenta y la evasión de impuestos se genera el desperdicio fiscal, o sea, el dinero que los estados restan a las naciones en favor del capital financiero. En Argentina, durante los tres gobiernos kirchneristas, según Héctor Giuliano se pagaron 190 mil millones de dólares por la deuda estatal -de origen dictatorial y privado- y, de acuerdo a Página 12 y 6,7,8, se evadieron entre 200 y 370 mil millones. Tomando por supuesta una evasión de 280 mil, eso da un total de 470 mil millones de dólares desperdiciados por el estado argentino o, dicho de otra manera, quitados a la nación por los financistas. Téngase en cuenta que hay que precisar el monto y que los privatistas también son parte de las naciones porque son naturales. Para los peronistas, que acusan al capital financiero de ser la causa de casi todos los males, señalo que ese traspaso de fondos es hecho por y durante el gobierno populista, o sea que hay una mezcla de complicidad, permiso tácito e incapacidad debida a las circunstancias que avala a esos delitos, mezcla hecha entre el capital público en el estado y el financiero en el sector privado. La política financiera kirchnerista es una especulación que pretende resolver el problema mediante la reestructuración de la deuda y la persecución de los evasores pero que no lo hace: ni enjuician y cesan el pago de la deuda injusta ni terminarán la evasión -ni menos aún impondrán una política impositiva justa, aunque toman medidas al respecto-. Harán algo que será en parte aparentador, e insuficiente, y que hará que el problema persista a futuro. Y si me equivoco, bien para todos. La deuda es impagable, así que el problema no se solucionará con las reestructuraciones, al igual que es una locura pretender que el resto de las naciones del mundo, imperial y subordinado, llegue al nivel de explotación al que llegó la argentina en estos últimos años para pagarla. Otra cosa a tener en cuenta es que esa política financiera obliga al estado argentino a mantener el agronegocio, la megaminería y la extracción hidrocarburífera, etc., para obtener los fondos para los pagos, por lo que causa la opresión y las sujeciones aparejadas a ellos. Pretender que el resto del mundo se pliegue a un modelo semejante es un insulto a la humanidad.

Los organismos de estadística podrían incluir entre sus indicadores a la tasa de desperdicio fiscal, con un nombre bueno, que se obtendría de calcular su monto en relación a la cantidad de habitantes según un período dado. Así, para Argentina en los últimos doce años, la tasa estimada, para 40 millones de habitantes, sería de 3 mil 900 dólares, unos 39 mil pesos por habitante y por año. Cabe decir que aparte de calcular la tasa es preciso resolver el problema, porque si no puede pasar como con la concentración de la tierra, a la que se mide sin que se la revierta. Aunque eso es en muy poco responsabilidad de los desarrollistas en tales organismos, ya que concierne a las naciones, es una cuestión pendiente que se debe encarar con una puesta en discusión de la falsedad de las religiones, que es la base de la guía para la acción del privatismo, que concentra las tierras y las ganancias, y del populismo. Habrá que hacer estudios etnográficos del chetaje para averiguar mejor la relación entre la educación privada y el capital privado -así de tonto como suena-. Se le dice chetaje por derivar de concheta, que es la forma cruel con que los pobres designaron a las mujeres de la así dicha concha estrecha, lo que es una acusación que no resuelve el problema: sienta posición pero no acierta -y mientras tanto ambos se quedan con las ganas de dunga, cuando las tienen, lo que es natural, y se pelean, como los cónyugues de las parejas falsas que no pueden verbalizar lo que sienten por la tapadera de los tabúes píos-. Es una pelea de castrados. Tampoco reconoce que los privados son oprimidos por su ideología: la contraposición entre opresores y oprimidos tiene falsedad. Los oprimidos son oprimidos por los opresores, pero ambos son oprimidos por culpa del capital, es decir, que los opresores se oprimen entre ellos y son oprimidos por los llamados “de abajo”, quienes también se oprimen entre sí. Por eso es que la lucha de pobres contra ricos es injusta. La lucha debe ser contra la falsedad y por la verdad, con la socialización de las pertenencias y el modo de vida naturista que se le relaciona. Eso no implicaría que cualquiera podría tomar cualquier cosa de cualquier otro y de cualquier manera. La socialización debe ser correcta y justa. Históricamente será hecha justa e injustamente, es decir, consensuada y con violencia, pero hay que ser concientes de que la violencia causa el rechazo y la contraviolencia, por lo que dificulta la socialización. En realidad, la violencia es injusta, venga de donde venga, y por ende cuando es ilegítima es retrasadora.

Los que se oponen a la renta básica universal porque no quieren mantener a ociosos tienen que saber que el ocio no es malo en sí mismo, que con la renta bajaría la delincuencia de los jóvenes pobres, en particular de los dados al narcotráfico, y que están manteniendo las superganancias de los ladrones más grandes.

Aparte hay que tener en cuenta que el problema es mundial, y que cuando no se lo enfrenta acá eso repercute en el resto del mundo y a futuro. También que la reestructuración de deudas impulsada por el gobierno argentino en la ONU no solucionará la cuestión, ya que apunta a que las naciones paguen deudas ilegítimas, lo que las hace reproducirse. Es la legalización de un crimen. Para que los crímenes no se repitan en el futuro se los debe sentenciar justamente y establecer la conciencia histórica relativa a ellos en la humanidad. Hasta tanto perdurarán, y por eso es que son injustas las contemplaciones a su puesta en juicio.


Propuesta

La salida es que se haga una campaña socioestatal entre las entidades de los estados, las organizaciones sociales -incluidos los partidos políticos, que son organizaciones socioestatales- y la gente suelta, sean populistas, socialistas, etc., para concientizar del tema, en complemento a la investigación en los estados y entidades supranacionales. Esa campaña debiera ser en las naciones, en las regiones y mundial. En parte ya fue iniciada y formalizada, pero le hace falta impulso.

Los gobiernos progresistas deben llevar la idea de que se investigue y socialice la información de las deudas estatales, para juzgarlas, a las entidades supranacionales, como la ONU, el MERCOSUR, la UNASUR, la ALBA, la CELAC, la Unión Europea, la CARICOM, el G-77, el G-20, etc.


Anexos

1. Según la nota citada de Héctor Giuliano, la deuda del estado argentino es de 302 mil millones de dólares, aunque en Wikipedia se la estima en casi 138 mil, siendo que, siguiendo a esta última fuente, luego del default de 2001 era de 144 mil millones, lo que da cuenta de que apenas se desendeudó muy poco, 6 mil millones, si es que no aumentó a poco más del doble, o lo que sea. El gobierno está en falta por no socializar los datos lo suficiente. En vez que mostrar tanto fútbol profesional, y otras banalidades, la televisión debiera usarse para difundir información de cuestiones como ésta. El argumento de que disminuyó el porcentaje de la deuda en relación al PBI, aunque sea cierto, es una sofisticación que apunta a que Argentina obtenga fondos de inversión en el mercado internacional de capitales y encubre la realidad, ya que la deuda sigue siendo inmensa, causa que se haga mucha explotación para pagar sus intereses y, en tanto no se la enjuicia estatal y socialmente, nada impide que en el futuro se vuelva a contraer más, aparte de que se le paga a los estafadores -según la ley sensata, no según la ley estatal-. Otra cosa a tener en cuenta es que la atención social y gubernamental puesta en la deuda resta tiempo para atender a otras cuestiones, más importantes porque hacen a la vida del conjunto de la población, es decir, que causa la desidia del gobierno respecto a ciertas cuestiones de la gente común. Es de lesa humanidad por eso también, no en el sentido en que lo entiende la jurisprudencia internacional, sino en el sentido llano de que lesiona a la humanidad, y también lesiona al resto de la naturaleza, y a la Tierra, por la explotación que requiere.

2. Las culturas religiosas hacen mal porque, al ser falsas las doctrinas que profesan, quienes las siguen comprueban que no las cumplen ni siquiera quienes las enseñan, lo que los lleva a traicionarlas. De allí que el capitalismo se basa en una doctrina que por falsa es acompañada de una cultura que autoriza a que se la incumpla, lo que causa a un modo de vida tramposo. Por eso es que la humanidad tiene que ser verdadera.

3. Jorge Altamira, dirigente del Partido Obrero, trotskista, también trabajó ampliamente la cuestión de la deuda.


Lecturas

Pablo Anino, “Año nuevo, deuda nueva” y “El Club de París también la «levanta con pala»”, en La Izquierda Diario, Buenos Aires, PTS, 6 y 10 de enero de 2015. El autor estima a la deuda del estado argentino en 215 mil millones de dólares y en 200 mil el monto de los pagos hechos durante el kirchnerismo.

Héctor Giuliano, “Argentina: la nueva deuda en BONAR 2024”, en ARGENPRESS, 9 de diciembre de 2014. Léase también “Argentina: la deuda pública en 2015”, en CADTM, 30 de diciembre de 2014, en el cual estima a la deuda en casi 302 mil millones de dólares. Téngase en cuenta que el autor integra el Proyecto Segunda República, una entidad nacionalista, desarrollista, industrialista, anticolonial, peronista, patriótica, militarista y capitalista, entre otras cosas. Tienen página web.

Wikipedia, “Historia de la deuda externa argentina”, al 16 de diciembre de 2014.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Gramsci n´chatutí

Un error de Antonio Gramsci fue asignar a los intelectuales de clase media el rol destacado de organizar culturalmente el bloque histórico contrahegemónico. Con los aciertos y las buenas intenciones que tiene el planteo, hay que reconocer que la lucha por el socialismo en tanto que sistema político verdadero debe ser una responsabilidad de cada ser humano por igual, aunque provisoriamente se la haga según el rol histórico de cada quien. El lugar destacado que se nos atribuyó a causa del planteo gramsciano llevó a sobrecargar a los intelectuales de clase media y media alta, que tuvimos que estudiar, trabajar y militar a la vez, aparte de ocuparnos de las tareas domésticas y demás, o sea, a una superexplotación que todavía no es bien reconocida. Mientras, las congregaciones, con mucha más gente y presupuesto, llenaron de iglesias a los barrios proletarios y lumpenproletarios, formando un ejército de derecha que aunque en cierta medida es inconciente de serlo favorece al capital: reproduce al modelo familiar judeocristiano, apoya a los candidatos de derecha, los vota, enaltece al sacrificio, condena al aborto, reprime al placer y demás.

Esto también es consecuencia de la obsecuencia de muchos socialistas para con el proletariado: como es explotado omiten a veces señalarles las derechadas -las propiadas-, mientras que tampoco notan bien la opresión que padecemos nosotros mismos. Los socialistas somos oprimidos por el capital privado desde arriba y por el capital público, o populista, desde abajo. Y no obstante nos quitamos, en parte, la opresión de la falsedad del capital.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Del mito de las energías renovables

El hecho de que cuando parte de la humanidad afronta el problema de la contaminación causada por los gases de emisión industrial lo hace mediante la apelación a la llamada energía renovable, o limpia, da cuenta de que todavía no asume en serio la cuestión. Si se quisiera reemplazar a toda la energía de combustión por paneles solares y aerogeneradores, que se sumarían a las turbinas hidroeléctricas, habría que extraer una cantidad enorme de metales y petróleo para fabricar los aparatos y el cableado, y las terminaciones de la red energética, lo que aparejaría un desplazamiento gigante de productos, mediante camiones, barcos y aviones, una explotación laboral inmensa, y también del consumo, ya que los usuarios de los equipos a combustión tendrían que proveerse de los nuevos aparatos y cambiar sus sistemas de provisión energética. Aparte, habría que destruir muchas instalaciones, como las estaciones de servicio que quedarían abandonadas, lo que causaría un montón de basura, y eso entre muchísimas otras cosas, como sería el rearmado de la legislación mundial, la comercialización, la enseñanza del funcionamiento de las máquinas, la adaptación de los aparatos y las pujas competitivas que habría. Es cierto que a gran parte de las instalaciones de la industria a combustión se las debe desarmar, pero eso no está contemplado en los planes de quienes proponen las llamadas energías renovables, y si lo estuviera sería insuficiente. Según los planes en vilo, las energías “limpias” se superpondrían a las actuales, lo que incrementaría aún más la contaminación, y ni aunque las segundas reemplazaran, total o parcialmente, a las primeras, se solucionaría el problema. Se acrecentaría así la contaminación de las ondas eléctricas y electromagnéticas, de las que ya hay mucho en las ciudades, que tienen consecuencias nocivas para la salud psíquica, corporal y social: causan nerviosismo, cáncer, insomnio, preocupaciones, un estilo de vida acelerado y dado a los ruidos fuertes, manías comunicativas, robos, oligopolios, etc., con sus consecuencias. La verdad es que la manera en que la clase capitalista trata el asunto es de una hipocresía y una deshonra espantosas. Cometen crímenes contra la Tierra, de lesa naturaleza y de lesa humanidad. También otros lesivos para la socialidad y la buena comunicación.

La solución, por más que lo nieguen, es la racionalización de la energía, y su uso según sea imprescindible.

Verar

Hay muchos problemas a consecuencia de que los hispanoparlantes no podemos decir y conjugar el verbo “verar”, debido a que no es aceptado por la Real Academia Española. La RAE es una institución que depende del reino de España, y por eso del rey y su consorte, por lo cual hay que tener en cuenta que es conservadora y reaccionaria, al igual que el idioma que propugna. Es decir, que no hay que darle importancia en lo que no corresponde. Vale decir “verar” y sus derivados, lo que verará.

Familiar a verar es acertar.

Del paradigma de la diversidad sexual

Es de celebrarse que se haya aceptado cierta variedad sexual, aunque todavía hay a quienes le repugna, pero también hay que reconocer que muchos de sus defensores también reprimieron, o discriminaron, a la sexualidad así llamada “normal”, es decir, que marginaron a los considerados heterosexuales, lo que causó represión, y encima a veces para sacar ventaja en la competencia para obtener revuelques: una miseria espantosa. Quienes suscriben el paradigma de la diversidad sexual, según lo entienden las organizaciones lésbicas, gays, transexuales y demás, no siempre reconocen que la así llamada heterosexualidad es parte de aquella, y que entonces deben aceptarla y alentarla en tanto que una forma más de los amores. Es más, hay que decir que la clasificación de las sexualidades es insatisfactoria, ya que fuerza a las personas a definir una, o varias, orientaciones sexuales, que en realidad son precarias y que pueden ser fijas o cambiar, a veces y constantemente. Y además no son del todo verdaderas: así como a los “heterosexuales” no les atraen todas las personas del sexo opuesto, a los “homosexuales” tampoco les atraen todas las del mismo sexo. Ni tampoco así se tiene en cuenta a las sexualidades transespecistas, es decir, entre seres de distintas especies, sean animales o vegetales, o inertes. Más o menos lo mismo pasa con los amores transetáreos, con la sexualidad lejana -la paja- y con los sentires de quienes no están enamorados ni apetecen sexo, o sea que no hay que condenar a los que no tienen ganas ni a los reprimidos, los llamados “tapados”, sino dejarlos ser y ayudarlos, y también reconocer que todos somos y fuimos inapetentes y tapados en tal o cual aspecto, ya que los vaivenes del deseo y la opresión capitalista así lo causan.

Tampoco satisface el uso del término “lesbiana” para las mujeres que aman a mujeres, porque remite a la isla de Lesbos, que sólo por circunstancias históricas fue lugar para el amor entre ellas. Lo mismo ocurre con el término “gay”, que quiere decir “gayo”, sinónimo de alegre, o animoso. Tal vez “gay” sea la traducción de “joy”, en inglés, del “joie” francés y de “joia” en brasileño. Y quizás sea la “joda” castellana. Es decir que hay gays que son varones que aman a mujeres, y mujeres que aman a varones. También hay que tener en cuenta que no hay que hacer un imperativo de la alegría y que la tristeza es parte de la vida.

El uso de palabras de psiquiatría tipologizante, como “homosexual”, “heterosexual” y “bisexual”, etc., tampoco satisface, no sólo por ser términos de la psiquiatría capitalista sino porque apuntan a fijar nominalmente al deseo sexual, que fluye y varía, sino siempre a veces.

Además, cuando la gente se sexúa, no le importa clasificar su especie de amor, sino amar, y no a un subtipo humano sino a alguien o a algunos en particular.

Lo importante es reconocer los amores en concreto de las personas, que son concretos, a tales y a cuales, en variación más o menos constante, y no según las reglas de las tipologías.

Muchas veces la definición de una orientación sexual no es sincera, sino que es forzada por quienes componen el paradigma de la diversidad, y termina impidiendo a los amores que no se corresponden con ella.

Otra cuestión a discutir es esa noción de transexualismo que lo supone ligado a la operación de cambio de sexo, ya que si no se presume que la persona es transgénero. Esa definición del transexualismo es cercenadora, es decir, falsa por incompleta. No es preciso operarse para ser transexual. Y más aún, el transexualismo es una forma que todavía no es simple de llamar a la sexualidad. Darle un carácter especial a la ropa que se usa y a las maneras de comportarse es una simbolización, parecida al fetichismo pero sin credo.


Anexos

1. Un problema serio que tiene el paradigma de la diversidad sexual es haber aceptado el mote de “putos”, que es una identidad falsa, impuesta por el capital para subordinar en pro de las instituciones a quienes quieren libertad sexual. Tienen que reconocer esto y reemplazar a esa identidad por una verdadera.

Otro problema serio es que no todos sus miembros reconocen que la libertad, sexual o de la índole que fuere, requiere del comunismo.

Habrá que investigar qué relación etimológica hay entre la diversidad y la perversión. La relación puede que esté en que la diversidad, al conformarse en reunir distintas versiones de la realidad, como son las de los colectivos sexuales, en algo se desentiende de la verdad, y por eso es perversa cuando lo es. Las versiones pueden ser buenas o malas según sean. La perversión es de las versiones malas.

También es un problema la tendencia al sexismo.

2. En la edad media, los gays eran los trovadores y los poetas, no porque fueran homosexuales sino por su carácter festivo. Al menos así lo sugirió Nydia Grotta en la nota 14 del cuento “El Cristo de la calavera” publicado en las Leyendas de Gustavo Adolfo Becquer, editado por Losada en Buenos Aires y en 1981, libro aburrido por mojigato, nota en la que sostuvo que la gaya ciencia fue el conjunto de reglas para trovar o componer poesía de los cantautores provenzales y catalanes en los siglos XIII y XIV. Confirmé esta definición en la Enciclopedia Salvat.

3. La joda tal vez sea una manera de hablar del juego, por lo que los jodones serían los jugadores. Los bufones, llamados “jokers” en las cartas francesas, son los “joqueros”, o sea, los jocosos. Pero hay que recordar que no toda forma de jugar es buena. También que “game” suena parecido a gay.

4. El uso de categorías psiquiátricas para definir la orientación sexual es válido si es bien entendido, es decir, si se entiende que la orientación sexual designada por ellas es momentánea o, más bien, que dura lo que dura, lo que puede ser de mucho a poco tiempo, según sea.

La pedofilia es el amor a los niños

Etimológicamente, la pedofilia contiene a los términos griegos “paidós”, que significa “niños”, y “philia”, que es “amor”, o “amistad”, o “filiación” en el sentido de “relación”. Cuando se equipara a la pedofilia con el abuso sexual a los menores se comete una equivocación. Los así llamados pedófilos no son tales, sino abusadores sexuales de niños.

Ese abuso es malo, pero hay que reconocer que es natural sentir amor, e incluso deseo sexual, por los niños, y también que los niños tienen deseos sexuales, para encontrar una solución al problema, que debe ser la sexualidad consentida o el encauce del deseo en prácticas aceptables. Para que esa clase de sexualidad sea consentida no basta con que la consientan quienes la practiquen, aunque si quieren intentarán hacerlo aún con las prohibiciones sociales que haya, sino que es preciso que el conjunto de la humanidad admita la verdad relativa al deseo sexual, verdad que ya fue estudiada por la psicología, aunque pueda precisársela. Y no obstante, de aceptársela, habría que precisar los modos que serían aceptables. También habría que definir los modos no sexuales de amores y cariños aceptables entre adultos y menores.

El vocablo que debiera utilizarse para hablar del relacionamiento sexual con niños es el de “pedosexia”.

El egoísmo es bueno y natural

Uno de los mecanismos para romper la resistencia opositora que emplean los capitalistas, y que viene de la tortura psicológica eclesial, es el ataque al egoísmo, al que acusan de causar el goce de sí indiferentemente de la vida de los demás. Lo mismo hacen con el individualismo. En realidad, lo que busca ese acoso es la obediencia de los acusados, por medio de una denuncia de indiferencia que es falsa pero que en tanto es creída por parte de la comunidad involucrada en el caso apareja el maltrato hacia aquellos.

En verdad, el egoísmo es bueno y natural. Todos los seres vivos buscamos gozar, salvo los reaccionarios, que a la vez que lo buscan se lo prohíben por culpa de sus creencias. La búsqueda del goce pleno de sí mismo requiere del goce ajeno, por lo cual el egoísmo lleva al altruísmo, aunque a veces a los otros los matemos y transformemos para gozar. Cuando se finge gozar en medio del dolor ajeno no se goza de verdad, aunque según sea se goza bien aunque a ciertos otros les vaya mal. Pero ese goce es repudiable.

Capital y oligofrenia

En tanto que las religiones son falsas, tropiezan siempre con la sensatez de la gente que las cuestiona para averiguar qué hay de verdad en la prédica. De allí que se entabla un combate entre los impulsores de las doctrinas y quienes las ignoran, o piensan distinto, cosa que se repite en las doctrinas falsas que no son religiosas, como el productivismo, que no busca mandar en nombre de los dioses pero que sí pretende imponer un orden que no reconoce a las verdades de quienes no quieren ser explotados, o desean otras cosas. Entonces, quienes intentan imponer a esas doctrinas, apelan a distintos tipos de fuerzas, sean torturadoras o de apariencia amable, y demás, para someter a los refractarios y convencerlos, o hacer que demuestren haberlas aceptado aunque no lo hayan hecho, lo mismo que hacen para sí mismos, por lo cual se viven muchos años de pujas constantes o recurrentes, repletas de trampas, ataques y manijeos, en los que se defiende hasta la vida de sí. Luego de pasarse décadas de esa manera, y siglos en términos generacionales, los cuerpos se abaten, se desgastan, se rompen y enferman, quedan traumados física y psicológicamente, y más por haber las otras pujas históricas, como son las guerras, las competencias           -empresariales, gubernamentales, comerciales o de las que fuere-, las peleas familiares y las de amistades, y así. Ese reviente redunda en una pérdida de la inteligencia, que es la oligofrenia, más dada en las esferas de alta competencia, pero generalizada. Y hasta hay promotores de su estética, que pretenden que se goce de la alienación. La perversión capitalista parece ilimitada, pero no lo es.

Al decir que la oligofrenia es generalizada quiero decir no que los hombres seamos todos oligofrénicos sino que nuestra inteligencia, por más que progrese, es retrogradada por el capital, es decir, que no es lo brillante que sería si se lo terminase. También que los capitalistas se favorecen del progreso de la inteligencia, cosa que es buena en tanto que son prole pero que es mala en tanto que son capitalistas.


Anexo

Cuando se critica a la ciencia por el mal uso que se hizo de ella hay que tener en cuenta que se hizo un mal uso por falta de ciencia: si los humanos hubieran sabido bien las cosas, no habrían hecho el mal uso. Pero eso no quita que parte de la ciencia es mala, no porque no pueda cumplir sus objetivos, ya que los cumple, sino porque, por no tener en cuenta ciertas cosas que exceden a su ámbito, o que son soslayadas dentro de él, los científicos perjudican, a otros y a sí mismos, tal como sucede en las ramas de la ingeniería bélica e incluso en gran parte de las de la industria. Una parte importante de este problema es que muchos científicos son religiosos, o productivistas, y forzados, y por eso no reconocen ni hacen reconocer los problemas soslayados por esas doctrinas, y cometen y hacen cometer las acciones a las que esas doctrinas predisponen, lo que hace daño, ya que no detienen ni reforman su hacer cuando se les oponen los reclamos de quienes no eran contemplados por aquéllas.

Ese problema, entre otras cosas, es consecuencia de la separación disciplinaria que hacen las universidades, por buscar la especialización productiva.

martes, 11 de noviembre de 2014

Lo que hay de legítimo en el machismo capitalista

No se alarmen las feministas por el título. Llegaremos a acordar.

Primero quiero diferenciar al machismo en sí, que es el ser de los machos, que a los machos nos es dado por la naturaleza -y por eso cuando se acusa al machismo se comete una herida indebida-, del machismo capitalista, que es el ser de los machos según les enseña a ser la cultura capitalista. Cuando las feministas critican al machismo se refieren al machismo capitalista -aunque hay brutalidades en el machismo común, que hay que eliminar-. A esto lo digo por haber quienes fuimos heridos por ese error en la categorización, ya que los machos somos machos, aunque no siempre machistas píos ni brutos, y entonces recibimos el insulto todos por igual, como si fuéramos todos iguales en todo, aunque no nos correspondiera. En eso las feministas se tienen que corregir. Los varones antipatriarcales somos machos también.

Luego, señalo que cuando los varones cometen las violencias del machismo capitalista es porque les enseñaron a hacer eso, es decir, que no se les enseña a comportarse bien, para amarse bien, sino a maltratarse, por causa de la falsedad de las piedades y de la brutalidad que no se corrige por culpa del capitalismo. Para gente así, mal enseñada, la sexualidad y el amor son cuestiones muy difíciles, ya que a la censura común que hay al respecto, que nos dificulta saber qué hacer del tema, se suma una maraña enorme de prejuicios y otros maltratos que hacen que el sexo y el amor sean a la vez cosas deseadas y objetos de repudio y represión. Pero los machos capitalistas, a la vez que se maltratan al respecto, sienten algunas veces deseo amoroso y sexual, al que muchas veces no saben plasmar bien en la práctica, y por eso sufren. De allí que no es del todo buena la política que busca perseguir y condenar a los machos capitalistas, porque no termina con el problema de base, que es el capital, por lo cual no resuelve el problema, y dificulta reducir las brutalidades. Es una respuesta acusadora y violenta, más dada a la venganza que a la solución. La manera buena para resolver el problema es hacer reconocer y terminar el capital, y enseñar las verdades que eduquen a la gente en las formas buenas del sexo y del amor, lo que no quita que en lo inmediato valga perseguir, inhibir, enjuiciar, detener y encarcelar a los hombres violentos, según sea lo que hayan hecho, aparte de que hay que esclarecerles la conciencia.

Por otro lado quiero señalar que las mujeres, incluso las feministas, muchas veces son capitalistas, o entran en ese maltrato, por lo cual cometen acciones equivalentes, a las que repudian cuando las hacen los varones, como son engañar, medir vergas, tratar a la gente de cornuda, prostituirse, confabular, reprimir a los malos, ostentar encuentros sexuales, hostigar a enamorados, serrucharles el piso a sus compañeros de oficina, etc. Vale lo mismo para varones y mujeres, y demás, la violencia que hay en ponerse en pareja, que excluye a los enamorados que no son parte de ella. Aunque se entiende que esto es por la opresión histórica, y se les celebra el amor, es una cosa que duele y que hay que superar.

Cuando se miden vergas, se comparan culos, o tetas, y las otras cosas de esas, hay algo en eso que es legítimo. Por eso a veces la gente lo disfruta. Pero también hay algo de injusto, y por eso se lo censura. Habrá que encontrar una solución que no sea la censura ni la exposición hiriente de las ideas sexuales, o sea, la charla sexual gozosa, que requiere de que se cumplan las condiciones de los charlantes, que hay que conocer, además de la justicia social, etc.


Anexo

La acusación al machismo en sí tiene origen en los prejuicios religiosos, que condenan a la animalidad en nombre de la fineza y que pretenden refinar a los humanos. Entonces, el pensamiento propio, propio en el sentido de pro pío, ataca al ser común de los machos para forzarlo a lo que llaman enaltecerse en la identidad sofisticada de varón, que vale en su acepción común pero que tiene el origen latino de “varo”, y tal vez el germano de “baro”, por “valeroso”, en esa noción de la hombría celebradora de la fuerza de los hombres que impusieron el orden humano, y de ciertos hombres por sobre otros, que sirvió también a unas mujeres y que oprimió a otras, imposición que en muchos casos podría haber sido reemplazada por un diálogo que lograra una convivencia pacífica, igual que hoy en día hay gente que glorifica a los guerreros. Pero más allá de este origen, el ataque propio al machismo supone que la gente educada superó su animalidad, que la animalidad es mala, bárbara o salvaje, y que a los machos hay que agredirnos para que nos comportemos refinadamente. Las propietarias no admiten estar equivocadas ni luchan por una buena enseñanza, o sea, por la enseñanza de la verdad, ya que toman por verdad a las falsedades de sus doctrinas propias. Las feministas socialistas, muchas veces por dejarse llevar por esta lógica, repitieron el ataque al machismo. Lo mismo les pasa cuando aceptan la identidad feminista, que es propia porque es refinada. A la maldad del machismo no hay que atacarla sino corregirla bien, pero para eso hay que terminar la explotación capitalista, que embrutece a la gente. En el capitalismo la gente no puede ser buena siempre, porque el capital es falso y falsea a las personas.

Segundo anexo

Para reducir la violencia doméstica hay que desactivar el mito de los cuernos, que condiciona falsamente a las relaciones de pareja, causando recelos, pena y violencia, inevitables en tanto rige el mito porque el deseo sexual se dirige a muchas personas. También hay que abolir la explotación laboral, que mantiene a los trabajadores al límite de la paciencia y les resta tiempo y fuerza para ayudar en las tareas domésticas, y también a la concepción judeocristiana del matrimonio y de la potestad de los hijos, que impide en mucho la crianza comunal.

Otra cosa, difícil de tratar pero que hay que hacerlo, es que en la persecución a la violencia machista hay cierto prejuicio contra los hombres acusados que lleva a que sus respuestas muy pocas veces sean tomadas en cuenta. Es verdad que los acusados muchas veces mienten para escudarse, pero también es cierto que puede que lo que dicen sea cierto, o que aunque no sea del todo cierto tenga algo de legitimidad, y si se lo desestima se comete una injusticia. Un problema es que por la ideología predominante hay parte de la legitimidad social que no es dicha, porque no se la tomaría en serio, lo que causa una falsedad que hace a la violencia.

De uso de los géneros al comunicarse

La cuestión del uso correcto de los géneros al comunicarse no está bien resuelta. Haber agregado artículos y terminaciones femeninos, como cuando se dice “los y las...”, o “argentinos y argentinas...”, no es suficiente y se presta a una sobreabundancia de términos. Llevado al absurdo habría que decir “las, les, los, lis y lus”, y aún así quedarían otros pidiendo que se incluya a los diversos excluidos, como las “læs”, etc. Y habría que decir “argentinas, argentinos, argentonis, argentunis...”, y seguir así, lo que haría imposible hablar. Más fácil es decir “los” y “las”, y las variantes, según la mayoría de aquellos a los que se nombra, y sin pretender que el lenguaje sea siempre exacto, lo que también es un disparate.

La filosofía, garrón

Es necesaria en tanto que persiste la brutalidad humana, pero debo señalar que filosofar no es bailar y cantar entre seres amados con la humanidad plena de placer. La pena es que la humanidad puede lograr vivir a pleno con facilidad, pero no lo hace por necia, porque por orgullo se niega a reconocer sus errores, y repite mentiras muchas veces, lo que le hace hacer mal.

Una cosa importante que no se puede hacer plena dentro del marco del industrialismo, por lo menos hasta ahora, es la economía lúdica, que hace del trabajo un placer. No es cuestión de que se mantenga a la industria tan grande como ahora y que además se la haga lúdica, sino de reducirla al nivel de lo necesario y de que se dé lugar a otros tipos de economías más proclives al ludismo, aunque todos requieren sus seriedades. Estos también debieran ser reducidos a lo necesario, para dar lugar al tiempo libre. En realidad, el tiempo libre de trabajo, es decir, el tiempo en que no se trabaja, si bien es importante, no es más importante que el trabajo libre, o, bien dicho, que el hacer necesario libre, ya que el trabajo deriva del instrumento de tortura romano llamado tripalión. El así llamado trabajo debe ser gustoso y podría ser voluntario, ya que se lo haría a placer y por el placer de convivir.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Burguesía, capitalesía y extracción de clase de la izquierda. Lo capital del proletariado

La burguesía es la clase de humanos que vivimos en los burgos, en las ciudades. Cuando se califica a la clase capitalista de burguesa se comete un error, que tal vez provenga del insulto que los bandidos de la Edad Media le dieron a los burgueses, a los habitantes de las ciudades amuralladas. El término “burgués” viene del germano “vört”, que se pronuncia “fort” y que quiere decir “fuerte”. En la Germania medieval, para defenderse de los ataques de los bandidos, los burgueses instalaron fuertes, en cuya construcción con los serruchos y martillos se hizo ese sonido, vört, y tal vez por eso a los burgos se los llama así, onomatopéyicamente. Lo mismo vale para los términos “constructo” y “estructura”, ya que suenan a obra de carpintería.

Hoy en día todos los habitantes de los burgos somos burgueses, cosa que deben reconocer especialmente los socialistas y más aún los anarquistas, que a veces se las dan de bandidos pero que ya no viven en la intemperie sino en casas construidas con martillos y serruchos, y con otros materiales de la construcción, y con electricidad, agua potable, cloacas y gas, y teléfono e internet, es decir, que deben precisar sus ideas y sus reclamos, muchos de los cuales son justos. Lo que no es justo es la impostura.

Entonces, ahora que se entiende que los burgueses somos ciudadanos y que los que no somos burgueses son campesinos, les reitero a los lectores que el nombre de la clase capitalista no es burguesía sino capitalesía, y que en tanto que la capitalesía es la clase que acepta al conjunto de las piedades la clase obrera en gran medida es capitalista, o sea que se rige por las doctrinas pías del país en el que esté, no siempre, igual que todos los humanos, pero sí a veces. Esto explica en mucho el fracaso de la política socialista para con el proletariado: el socialismo interpela al proletariado con propuestas superadoras del estado de cosas actual pero se topa con los prejuicios religiosos de los obreros, que les fueron inculcados por los curas de las iglesias populistas. En tanto que los socialistas no son plenamente concientes de esta cuestión no hacen una política precisa al respecto, y por eso, entre muchas otras causas que sí son reconocidas bien, domina el capital. Lo que se opone al obreraje -caracterizado por el salariazgo-, sea urbano o rural, no es el capital, sino el empresariado -sea artesanal, comercial, inmobiliario, industrial o financiero, etc.- y el gobierno, en una oposición que también es una relación comunicada. También se le diferencia el clero.

Además, en tanto que la izquierda no reconoce a la parte liberal de su extracción de clase, las llamadas profesiones liberales, que son de clase media y media alta, y menos todavía a los de clase alta, el proletariado pobre la considera con recelo, porque reconoce la diferencia de nivel social pero ella no le es explicitada por los socialistas, por lo cual los obreros saben que queda sin ser dicha esa parte de la verdad, y se resienten. El socialismo es transclasista, por lo que incorpora a hombres -el término “hombres” es genéricamente neutro, aunque no siempre el uso que se hace de él- de todas las clases sociales, incluso de las altas, que se apartan de las piedades al hacerse socialistas, aunque no del todo siempre, sino confusamente a veces, como en el llamado socialismo cristiano.


Anexo

Vörterix, la radio de Mario Pergolini, tal vez quiera decir “burguesía”, como una presunta provocación de derecha de este, a mi juicio, mal transgresor, que es un empresario capitalista del rock.

Crítica al latinoamericanismo

Aparte de tener mal nombre, de lo que ya escribí en otra nota, el latinoamericanismo es parcial: al no ser mundial, prioriza a Latinoamérica por sobre el resto del mundo, y por eso daña a éste y a Latinoamérica. Es cierto que es una defensa ante el imperialismo estadounidense y europeo, pero no reconoce a los pueblos de Estados Unidos y de Europa lo suficiente, y como aliados, y tampoco a los demás imperialismos, como el ruso, el chino y el brasilero, ni a los sueños imperiales de los dirigentes de los demás países, por lo cual les permite persistir y avanzar en sus propósitos. Es preciso reemplazarlo por el terrismo, o el mundialismo, según el comunismo bien hecho.

Eso no quita que valga transitoriamente la integración regional, cuyo modo debe precisarse y que tiene el problema del interés subimperialista brasilero y las demás dominaciones inter e intranacionales. Lo mismo vale para la alianza estratégica con Rusia, China y las otras potencias emergentes. De por sí esos países tienen el problema grave de que son imperiales, o sea, de que son naciones de potencias militares que buscan el desarrollo por medio de la industrialización agropecuaria y fabril y de la financiarización capitalistas, o su equivalente ateo para el caso chino, que mantiene a las formas capitalistas pero sin credo, por lo cual hacen a un modelo explotador, uno de cuyos subproductos es la alta contaminación. Y no obstante, habrá que confirmar si los imperios ruso y chino buscan una relación de subordinación para con las naciones inferiores menos opresiva que la de los Estados Unidos. En ese caso la alianza tiene valor ante el imperialismo estadounidense, pero se debe corregir al modelo de desarrollo que implementa, ya que contiene explotación prescindible y ya que el modo de vida humano que propulsa puede hacerse sin explotación.

De la política socialista y populista para con el lumpenproletariado

De la descalificación de Marx y de Engels al lumpenproletariado, que tal vez haya respondido a las agresiones con que los lumpenproletarios tratan a los ricos, viene que el socialismo tiene una política errada para con los más pobres. Si bien es cierto que a veces los harapientos son delincuentes e inmorales, no hay que desdeñarlos, sino corregirlos. Para que se entienda bien la cuestión, y no se me evada el planteo con cizañas, agrego que hay que corregir a quien sea que lo necesite, sin importar su clase social. Aquel desdén causa que el socialismo carece de una política cierta para con el lumpenproletariado, que la merece por el simple hecho de que son seres vivos. En eso, el socialismo tiene que reconocer su error y cambiar para lograr un planteo placentero.

El populismo, al dirigirse a los pobres, enfrenta directamente al problema, pero deshonestamente: por una parte predica entre los pobres el odio contra los ricos y contra los socialistas, porque son sus rivales políticos; por otra, no los vera, es decir, no les hace reconocer toda la verdad -ya que hay partes de la verdad que son contrarias a su doctrina-, y los pierde en creencias, por lo cual impide su liberación total, aunque en algunas cosas los ayuda.

El lumpenproletariado es el proletariado en harapos. “Lumpen” es “harapo”, o “andrajo”, en alemán, por lo cual los socialistas cometieron una falta de respeto para con ellos al usar el término peyorativamente, ya que la ropa no determina la calidad de las personas, y ya que no es solución descalificar a quienes se comportan mal, aunque eso fue una respuesta embroncada ante las agresiones recibidas por parte de los harapientos.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

El cientificismo comunista es cosa de enamorados de la vida

Hay un prejuicio erróneo por parte de snobs y de posmodernos, además de los liberales y católicos, y a veces de los populistas románticos, en contra del cientificismo comunista, al que acusan sin razón de ser desapasionado y productivista, frío como las tuercas de las vigas de los galpones ferroviarios en invierno. Ese prejuicio se basa en una idea cierta, que viene de reconocer lo que fue el desarrollismo industrializador de la URSS. Los que prejuzgan eso no suelen admitir que aquél fue semejante al estadounidense, pero, más importante, es que quienes pensaron en el desarrollo de las fuerzas productivas lo hicieron para asegurar que se produjeran los bienes necesarios para la existencia de la humanidad entera, por lo cual su tarea se basó en el amor a la humanidad.

El objetivo que persigue el cientificismo comunista sigue en pie. Lo que resta es darle forma a las fuerzas productivas, en mucho desarrolladas demasiado, y más aún concentrarse en la enseñanza de moral a la humanidad, ya que eso es lo que hace falta para lograr aquel objetivo, concentrarse en hacer que la humanidad sea verdadera, lo que terminaría a muchas violencias de las llamadas físicas y psicológicas, que en definitiva son lo mismo: la psique es corporal y el cuerpo el psíquico. Pero más importante es reconocer el amor a la naturaleza y a la Tierra, y más en general al universo, porque así se ordenaría bien el hacer humano.

El hecho de que el comunismo sea una cosa de enamorados de la vida no quita que en su nombre se hayan cometido injusticias, por lo cual vale la crítica al comunismo cuando es justa.


Anexo

El isotipo del CLACSo me parece que representa a cuatro llaves de tuerca atornillando la base de una viga de galpón industrial, lo que se condice con el desarrollismo que propugna.

viernes, 31 de octubre de 2014

De la aceptación de las teorías del Big Bang y de la evolución por el Papa Francisco

Más allá de que esté bien que el Papa haya aceptado ambas ideas -y de que la traducción para “teoría” es “diosería”-, la Iglesia católica es incapaz de abordar lo esencial del debate, porque eso la llevaría a tener que deshacerse. Lo esencial es que la creencia en dios es incierta, es decir, que no hay pruebas científicas que la hayan corroborado y, más aún, que de lo investigado se concluye que es una creencia equivocada: los dioses, y el de los cristianos también, son inventos humanos. Pero incluso dentro de los términos ahora reconocidos por la Iglesia hay contradicciones de las que no van a hacerse cargo, salvo que me equivoque, como es el hecho de que los estudios antropológicos sobre el origen de la humanidad refutaron al mito de Adán y Eva. Para ser consecuentes con la aceptación del estudio sobre la evolución humana la Iglesia tiene que reconocer que ese mito es falso. ¿Hará eso? Lo mismo vale para con el mito de la creación del universo en siete días. Lo menos que corresponde es que la Iglesia reconozca que la Biblia contiene errores y que convoque a investigar qué hay de cierto en lo que dice, con buena predisposición a asumir lo que se descubra equivocado.

lunes, 27 de octubre de 2014

Crítica al trotskismo

Los trotskistas también se equivocan. Es humano. Siempre se cubren como para que no se los pueda correr por izquierda, porque no les gusta que los critiquen mal, lo que está bien y es comprensible, ya que a nadie le gusta ser mal criticado. Pero se zarpan. Sobre todo porque entran a buscar los supuestos errores en los demás, algunos que son ciertos y otros que son la convivencia con los capitalistas, y demás, y luego acusan en base a eso -y el acoso es una práctica de derecha-. Pero no reconocen los aciertos ajenos lo mismo que los errores, ni tampoco la historia de las relaciones entre los socialistas y los capitalistas, entre los primeros ellos mismos. No es que los trotskistas nunca se relacionaron amistosamente con los capitalistas. Y después escrachan a los centroizquierdistas con las fotos, o les aplican la regla transitiva al antojo, lo que llevó a chantadas, con cierta verdad, pero también con cierto arbitrio. En mucho son idealistas, y a esto lo digo a sabiendas de que muchas veces en las que tienen razón no se les hace caso, e incluso se los maltrata por complicidad con el capital. Ahí el centroizquierda tiene que corregirse. El capital también tiene que corregirse, pero no puede hacerlo porque se basa en mentiras que hacen a una cultura de la trampa que tienen muy instalada. Por eso es preciso verar al capital. Al centroizquierda también le costará corregirse, y a la izquierda también en lo que debe, lo mismo que al resto de las líneas políticas.

A los trotskistas les cuesta reconocer la relación que hay entre la vida cotidiana y la política partidaria, sindical y del gobierno estatal, por lo que critican con mucha violencia a los empresarios y a la burocracia sindical, etc., pero luego consumen los productos de sus fábricas sin reconocer el esfuerzo que hicieron esos empresarios para que los trabajadores los crearan. Aunque es un esfuerzo falseado, y no deba ser así, es un esfuerzo que les cuesta. Tampoco reconocen las tareas buenas de los burócratas sindicales, lo cual no quita que se debe terminar al burocratismo: los burócratas sindicales son autoritarios, represores, brutos y criminales muchas veces, pero también se explotan a sí mismos para sostener las conquistas obreras del populismo y los productos que se fabrican en ese modelo. Recrean y se recrean en un régimen explotador, y son semejantes a los mafiosos, que dan ayuda a los de su estirpe mientras mantienen una jerarquía autoritaria, pero para superar el problema no basta con acusar sus maldades sino que hay que reconocer toda la cuestión, hacerla conocida y que se haga en consecuencia. Lo mismo para los empresarios, y también hay que entender las causas que hacen a la inmoralidad empresarial, para que no se haga una acusación sino una comprensión del problema que sirva para solucionarlo. Por supuesto, la violencia del capital a veces hace que esto sea imposible, o indeseable, pero tiene que ser así.

Además, el trotskismo hace a un personalismo, acrítico para con León Trotsky, y eso no debe ser.

Respecto del voto, hacen un planteo purista: toman al voto como una declaración de principios en vez que como una elección práctica coaccionada por las circunstancias de dominación del capital, lo que les lleva a agredir a quienes votaron a los capitalistas o a sus aliados.

A lo que deben llegar, igual que todos, es a una coherencia entre lo que hacen y lo que dicen, una coherencia que no sea absoluta sino histórica, y comprensiva con las faltas a ella, que las habrá, pero dispuesta a corregirse.


Anexo

Los planteos de la independencia de clase y del clasismo son errados. En tanto que los humanos somos seres terráqueos, no se puede separar a las clases sociales sino imaginariamente, por lo que ese planteo lleva a una contracción entre el pensar y la práctica. Es cierto que hay algo de válido en ese planteo, al intentar juntar a los obreros con los partidos socialistas, para una lucha en común, pero se debe precisarlo porque así dicho es insuficiente, por lo que lleva a errores políticos que le facilitan mantener su dominio al capital. El clasismo es parcial cuando se convierte en obrerismo, y piensa esquemáticamente a la segmentación de la humanidad. Las clases son regulares y cambiantes a la vez, es decir que son históricas, o sea que el clasismo vale pero si es bien entendido, y sin el interés de vengarse de los capitalistas, como en el planteo de hacerles pagar la crisis, a la que se debe superar sin que nadie pague nada, porque si no los capitalistas se resistirían, más que si se propone una solución que no los perjudique -la socialización de los medios de producción no sólo no los perjudicaría en realidad, sino que los aliviaría, al repartirse en común y deshacerse en parte el grueso de tareas de que se han apropiado, o sea, que dejarían de ser superexplotados-. Entre ambos planteos, el de la independencia de clase y el clasismo, se elude la meta de verar a la clase capitalista empresarial, y también a la obrera que es pía. No obstante lo dicho, reconozco que todavía me es algo confusa la cuestión y también que el resto de la izquierda es poco dada a verar al capital. A veces esquivan el debate religioso. No se lo da lo que debe ser.

El clasismo, cuando se posiciona como obrerismo, es obsecuente para con los trabajadores, o sea, acrítico, como si los trabajadores no se equivocaran en nada, y tampoco reconoce las verdades de los empresarios, que las tienen. El clasismo, para ser cierto, debe reconocer toda la verdad, no sólo la obrera, y también toda la falsedad, no sólo la empresarial. Esa es la base para una política correcta. Asimismo, cuando se equipara al proletariado con el obrerío, se excluye de él a los restantes movimientos sociales, que son proletarios aunque no sean de trabajadores, ya que se atarean en pro de le.

El clasismo lleva a la discriminación de clase contra los grandes capitalistas, o contra los ricos cuando se trata del clasismo anarquista y populista. A la capitalesía y a los ricos no hay que discriminarlos, sino acertarlos.

Otro tema es la ilusión de que los gobiernos de los estados tienen más poder del que tienen en realidad, por lo que a veces los cuestionan por cometer injusticias sin contemplar la correlación de fuerzas que los sujeta. Es necesario que la consideren para que los trotskistas acierten la política.


Segundo anexo

Los trotskistas tienen que aceptar una formulación de las ideas que les permita convivir bien con los capitalistas mientras los confrontan y determinan, es decir, comportarse y asumir en palabras lo que hacen, cosa que realizan más o menos bien, aunque no siempre, en gran mayor parte por causa de los capitalistas, que los reprimen. Eso les permitiría plantearse una política de conjunto con el resto de la izquierda en la que puedan señalar todas las críticas que corresponden a la vez que se conquistan poco a poco, y mucho de repente, según las circunstancias, los espacios del poder estatal y social. La idea de tomar el poder de los estados por un golpe de fuerza, como fue la revolución rusa, es inviable por la fuerza de los ejércitos, las policías y las demás instituciones, y por el apoyo, tácito y expreso, del proletariado al capital -aunque es cierto que esa relación es cambiante-. Recuérdese que durante la revolución rusa el ejército zarista y los de los capitalistas europeos estaban destrozados por la primera guerra mundial.

Además, no es del todo acertada esa caracterización que distingue entre la izquierda revolucionaria y la izquierda democratizante: la izquierda democratizante también es revolucionaria -y la revolucionaria es demócrata-. Ambas difieren en la caracterización del populismo y del progresismo desarrollista, pero apelan a la democracia electoral, y de manera distinta a la lucha social. Que hagan política así por separado retrasa la liberación. Los trotskistas tienen que entender que relacionarse con los capitalistas no es necesariamente ni una traición ni una falta, aunque sí tiene sus problemas, pero no queda otra ya que los capitalistas son seres humanos que también hacen a la historia y que son nuestros coterráqueos. La cuestión es definir qué relación se tiene con ellos, que debe ser la de la convivencia respetuosa y la de la determinación por medio de la verdad. Es más fácil decirlo que hacerlo, y habrá que soportar sus maldades, a las que cometerán de todas formas, pero es la manera justa y fácil, que permite relacionarse con toda la gente, y por eso tener mejor llegada a las masas.

También hay que combinar el reformismo con el revolucionarismo en una política de largo plazo.

No todo el pensar es en palabras

Desde Sigmund Freud al menos se piensa que el pensar es en palabras, que al pensar se hace un discurso mental dado por el lenguaje. Hay pensares que no son lexicales, sino instintivos, o sensoriales. Cuando la gente camina no va pensando en palabras cada cosa que va a hacer, pero sí se las imagina según los sentidos. Y así con todo al vivir. Para los demás animales vale lo mismo: no piensan sólo mediante sus lenguajes sino también sensorialmente.

Del armamentismo, la guerra y el productivismo

Es una obviedad decirlo, pero hay que hacerlo porque hoy en mucho no reconocemos ni lo obvio, que el capital armamentista fomenta las guerras para vender su stock. Así de cruel. También están los dislates religiosos, la búsqueda de minerales y de grandes negocios, el dominio geopolítico y demás. Entre ellos se causa a las guerras, que son siempre un despropósito y que dan cuenta de la inmadurez de la humanidad, inmadurez que no podrá ser superada en tanto existan las religiones y las identidades parciales, como son los nacionalismos, y se mida al éxito de los gobiernos en términos productivistas, pero más en general en tanto que la humanidad no haya aprendido a vivir bien, para lo cual todos los humanos debemos reconocer nuestra historia. Los humanos somos monos terráqueos con un pasado, un presente y un futuro común. No se trata de enseñar a cada hombre los libros de historia, sino las conclusiones de los balances de los conflictos históricos, aunque valga historiar. Esa es una tarea común a cada cual de los miembros de la especie humana, por lo que se la debe repartir por igual a cada humano.

Aparte hay un problema muy grande, y muy estúpido, dicho esto con dolor, derivado del desarrollismo: como el desarrollismo es una noción vacía, una metáfora en que sus objetos se des-arrollan, se desenvuelven, se presta a interpretaciones malas, como la que tiene la ONU, que hizo del desarrollismo un paradigma con metas, indicadores y acciones para cumplirlas, de manera tal de que a veces le prestan más atención al paradigma que a la realidad, lo que lleva a insensateces tales como ser el hecho de que se fomenta a las explotaciones mineras e hidrocarburíferas, que en gran medida sirven para fabricar armamentos, vehículos y electrodomésticos, la gran mayoría de los cuales no hacen falta, porque sirven para aumentar el producto bruto por habitante, sin responder a los perjuicios concretos que eso causa y sin concluir en que lo que importa es la vida para sí, en vez que el esquema con el que se pretende mejorarla.

Habrá que asumir que la ayuda para vivir debe ser hecha más por todos los humanos por igual que por los organismos supranacionales, y que la política del organismo mundial que haya en la Tierra debe responder al común de la humanidad, y ser crítica, o verdadera, porque así como es ahora nos hace daño. También habrá que asumir que la muerte es una cosa con la que vivimos y a la que hay que enfrentar sin una sensibilidad exagerada, es decir, con una sensibilidad justa, que no haga un drama de ella sino un motivo de auxilio y compañía mundano.

Y también hay que dejar ese prejuicio imperial de que el aumento de la producción indica sí o sí un progreso y un éxito gubernamental.

Lo que hay que averiguar es qué economía es la que hace falta para que todos los humanos tengamos lo suficiente para vivir, pero no según los prejuicios productivistas y consumistas que hay hoy en día -que son propios-, sino según las necesidades verdaderas, vitales, y ordenar a la acción humana según eso, aunque tal criterio, si bien sirve para reducir el esfuerzo puesto hoy en la economía, no alcanza para concebir la fusión de la economía en la vida en común.


Anexo

Los gobiernos progresistas, y todos en general, tienen que asumir que la explotación minera y energética se destina en ciertos casos al armamentismo y a otras producciones prescindibles, por lo cual son cómplices indirectos de los perjuicios que ellos causan, lo mismo que vale para los empresarios y hasta en ciertos casos para los trabajadores de los ramos. El hecho de que sean trabajadores, es decir, de que trabajan en eso por necesidad, no quita que hay algunos que se enriquecen en exceso, como los dirigentes sindicales y los obreros más calificados, y que muchas veces no dan la lucha para resolver el problema, ni siquiera la que sí pueden dar. Los empresarios también están condicionados a explotar, por la formación castradora y productivista que recibieron, pero igual son responsables de sus acciones y de no haberla discutido. La cuestión, como siempre, no es condenar sino resolver el problema, lo que requiere de la predisposición de todos los humanos. Se responderá a esto lo que sea, pero seguirán los problemas hasta que todos los hombres se hayan hecho responsables de lo que les corresponde.

De la religiosidad popular

Aunque les duela a los populistas, enternecidos con la inocencia y las iniciativas pequeñas e ignoradas de los pobres, se debe terminar a la religiosidad popular. Tomaré los casos del Gauchito Gil y de San La Muerte para explicarme.

El mito del Gauchito Gil es un mito, o sea que no se sabe qué tiene de cierto, y si fue verdad que se cumplió lo que le predijo a quien lo asesinara antes de recibir el golpe que lo mató, fue una coincidencia, una casualidad. Siempre hay muchas casualidades a las que los creyentes acuden para justificar sus mitos, pero los mitos siempre son mentira, y causan problemas en vez que soluciones. Para el caso, ahora los pobres, cuando se les mueren sus seres queridos en accidentes en las rutas, automovilísticas o ferroviarias, le erigen altares al Gauchito Gil, por lo cual en parte se contentan con eso, hacen el duelo así, aunque luego lo prosiguen, y a veces luchan poco o nada por una política de transporte que resuelva el problema de los accidentes.

La creencia en San La Muerte es usada por los narcotraficantes y por pequeños delincuentes para no tener tanto miedo a morir en sus acciones, porque piensan que San La Muerte los protegerá, y entonces los lleva al delito y a hacer maldades que los dañan a ellos y a los demás.

Aparte, mientras están ocupados en hacer sus altares, no se dedican a las cosas necesarias, y empobrecen por eso a la vida en común, además de que luego los altares y los símbolos se les ensucian, por lo que vivimos con esa mugre. Ese es un problema menor pero es un problema, igual que ese comercio falso que es la santería.

Lo mismo vale para el culto de los diablos carnavaleros que hicimos los socialistas. Aunque se vaya a seguir haciendo el carnaval, con los mitos que tiene, se los deberá reemplazar por festejos fáciles de hacer.

sábado, 4 de octubre de 2014

Del gorileo

Asumir los errores de sí mismo es revolucionario. Entonces, los peronistas tendrán que asumir que se equivocaron al gorilear, ya que el gorileo es metafórico, y por eso no dice bien lo que intenta decir. Además, por ser impreciso, se usa de distintos modos, para nombrar a los antiperonistas en general, ubicando por igual a la izquierda con la oligarquía, lo que es un error grande que causó su alianza, que duró poco por no tener base firme, pero que fue y puede volver a ser. Pero aparte, por no explicarse bien, no hace reconocer fácilmente lo que sí tiene de bueno, la crítica a la oligarquía, por lo cual apenas deja entrever las conclusiones políticas a las que apunta, que luego hay que descubrir, pero que hasta tanto permanecen ocultas. Por eso, y porque separa a los demócratas, retrasa la liberación social. Eso para el gorileo de la izquierda peronista.

El gorileo de la derecha peronista no se dirige tanto a la oligarquía, con la que la derecha peronista se alía en crisis, como a la izquierda, a la que se descalifica por no ser peronista, como si el peronismo fuese bueno por sí, y lo que se le opone malo por sí. Es una lógica de opuestos bastante ruda.

En conclusión, para aclarar la conciencia política los debates deben ponerse en términos ciertos, porque si no se habla de cosas confusas y no se entiende bien lo que se quiere decir, y se acaba en peleas. Y mayor todavía es la falta de respeto para con los gorilas de verdad, esos monos grandotes que viven en la selva, que apenas hacen poco más daño del que les es necesario para vivir. Los gorilas no son terratenientes, ni financistas, ni grandes empresarios, ni se equivocaron en ciertas cosas, como los socialistas -en parte por la represión recibida, en parte por prejuicios de clase media, y demás-, al comprender al populismo. Y el populismo también es incierto. Hay buenas razones para ser contrario al peronismo cuando se es compañero de lucha por la emancipación humana.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Un balance anticipado y parcial de las elecciones brasileras

Aparte de los demás aspectos de la cuestión, a los que no trataré porque los ignoro, un problema importante que tiene el Partido de los Trabajadores es que durante su último mandato desconoció mucho a los movimientos sociales: cuando el modelo desarrollista chocó con la oposición de éstos el gobierno brasilero fue incapaz de corregir su política e incorporar las críticas ciertas a su programa, por lo cual en algunos casos la política gubernamental para con los conflictos sociales fue la de la represión. Los cuadros mayores del PT y sus aliados todavía no asumen esto, lo que es un problema grave. Y se soslayó a conflictos sociales y a reivindicaciones importantes -la urbanización de los barrios precarios, postergada por las obras para el mundial de fútbol, la aceleración de la reforma agraria, la preservación de la amazonía y de los indígenas, el problema del tránsito, etc.-. También a la crítica de la política macroeconómica y financiera que hizo Roberto Leher en el Observatorio Social de América Latina -hay que leerla para averiguar qué tiene de cierta-.

Quienes participan de los conflictos sociales, cuando sus reclamos no son atendidos y cuando son reprimidos, restan su apoyo al gobierno, o sea que no sólo que lo dejan de votar sino que tampoco lo apoyan en la campaña electoral. Y también está la periferia del conflicto, la gente que no participa directamente pero que simpatiza o es influída por él. Entonces, al desconocer a los conflictos sociales, el gobierno del PT se restó un apoyo importante, crucial en este momento de empate con la avanzada liberal y privatizadora liderada por Marina Silva, quien además es evangelista. Hay que tener en cuenta que puede que el evangelismo sea impulsado por la iglesia protestante estadounidense, es decir, que quizás sea parte de una avanzada político-religiosa e imperialista. Los que seguro lo son son los testigos de Jehová. Se tienen que hacer estudios al respecto, para confirmar y precisarlo. Lo del ambientalismo de Marina Silva tiene mucho de retórica, que se aprovecha de que el Papa sostiene una línea discursiva preocupada por la contaminación, aunque sin llevar las conclusiones a lo que tienen que llegar. Basta para saberlo reconocer que la apoyan las mega-corporaciones, que son de lo más contaminador -aparte de que su candidato a vicepresidente impulsa la explotación agrícola latifundista, y es por ende contrario a la reforma agraria-.

En ese sentido, hay que corregir al desarrollismo. El desarrollismo de los gobiernos progresistas de Latinoamérica es un plan que, si bien no es el mismo en todos los países, tiene una líneas directrices a las que se debe cuestionar, ya que contienen errores que llevan a considerar al crecimiento económico como una necesidad absoluta, indispensable para reducir la desigualdad y la pobreza. Y el vivir bien, para lograrse, necesita que la economía decrezca o se termine, y se transforme, al menos en ciertos ramos -el armamentismo, los transgénicos y el resto de la agricultura latifundista, la urbanización con fondos del lavado de dinero, el automovilismo, la electrodomestia y muchos más, los de la economía mal sofisticada-. Entonces, en un programa transitorio, se debe incorporar a las críticas ciertas de los movimientos sociales para corregir la política desarrollista. Eso le daría mucha fuerza a los gobiernos de transición al socialismo, aparte de terminar muchas injusticias.

A la gente nos basta con poco para ser felices, lo justo y necesario. Más que eso, el mal consumismo, trae muchos problemas, que van en contra de la vida para sí. Parte esencial de la vida para sí es que la comunidad humana elija a la política concientemente, y las soluciones políticas para sus problemas, por lo cual los reclamos sociales legítimos deben ser respondidos bien por los gobiernos estatales.

La satisfacción popular que da tener y hacer un gobierno que lucha por la justicia es algo a lo que todavía no se aprecia lo suficiente, y de lo que no pueden dar cuenta los indicadores de las encuestas. Por eso cada vez que los gobiernos son injustos causan disgustos sociales que los perjudican, y los gobiernos deben ser firmes en la construcción de la economía moral, ya que el capital no lo es. Por ahora estamos lejos de eso, porque el constitucionalismo liberal es diosero y porque el comunista es capitalista.


Anexo

Cuando los reclamos de los manifestantes son injustos, equivocados o desacertados, o no se los puede satisfacer fácilmente, los gobiernos debieran iniciar un debate, con ellos y con el resto de la sociedad interesada, para aclarar la cuestión y decidir si corresponde buscar un acuerdo. Así se controla a los manifestantes cuando son insensatos. Pero también hay que comprender las causas de esa insensatez, para no terminar en una acusación y sí en una asunción del problema que expresan las manifestaciones que tienen muchas irracionalidades. El problema es que en el marco de la piedad la concordia social no se puede establecer, por las diferencias en el modo de entender a la historia adoptadas por los credos y por los rencores interculturales consecuencia de las peleas ancestrales, medievales y modernas. Las culturas humanas se explican la realidad a sí mismas según un entremezclamiento de ideas religiosas, nacionalistas, bélicas, reaccionarias, conservadoras, y más, de carácter resentidas, que hacen a la agresividad internacional, tan preponderante como el capital.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Contraversión de “Es la vida que me alcanza”

Cuando me levanto temprano a la mañana
es porque mi vieja me rajó de la cama.
Tomo el desayuno con tostadas quemadas
y no digo nada porque me rajan la cara.

Es la vida, que me agarra, de una pata.
Es la vida, que me agarra.

Vuelvo del colegio y me saqué un cero.
Llego a mi casa y me rompen los huevos.
Vuelvo del colegio y me saque un uno
llego a mi casa y me rompen el culo.

Es la vida, que me agarra, de una pata.
Es la vida, que me agarra.


Me la cantó Leonardo Coronel, hijo de los caseros de la quinta de al lado a la que viví, cuando era chico, a mediados de los ochenta, en Villa Udaondo, ahora Parque Leloir, un día que nos juntamos a jugar. Hoy él es jardinero. Me lo encontré esta mañana y me dijo que está jodido por el consumismo y el exceso de trabajo. Tiene tres automotores -dos camionetas y un automóvil-, y sabe que le bastaría con una camioneta con cuatro asientos.

Para la crítica de los medios de comunicación y para la de los de producción en general

Aparte de los estudios de la tenencia de los medios de comunicación, la llamada propiedad, que es de lo más importante, y de los contenidos de los programas -y de las demás cuestiones usuales como el alcance geográfico, la diversidad de voces, la participación de la sociedad en la toma de decisiones y en la programación, etc.-, hay que hacer una crítica de las propagandas. Ideológicamente son de lo peor que hay en el mundo, y suelen pasar como si nada en los debates universitarios y políticos. Es preciso un organismo de control y censura de tamañas bestialidades. No se puede permitir cosas semejantes como el higienismo aterrante, la manipulación psicológica, la discriminación disimulada, etc., que se hace en las propagandas. Las propagandas siguen liberalizadas fieramente.

Ahora bien, más importante que la llamada propiedad de los medios de comunicación, son los medios de comunicación en sí, o sea, el aparataje técnico y la forma de comunicarse que causa. De por sí, la fabricación de los aparatos es antidemocrática porque, por ser aparatos complejos, requiere explotación y la enseñanza de saberes sofisticados, accesibles a pocos -no se los puede enseñar a todos los hombres, las mujeres entre ellos-, sea la de los saberes de ingeniería y de geología necesarios para la extracción de las materias primas, su transporte y transformación para la fabricación de los equipos, sea la del manejo de los aparatos, que luego de un tiempo se tiran y hacen mucha basura. Pero además, la forma de los medios refuerza a la jerarquía -basada en que hay quienes trabajan para la fabricación de los medios, quienes los operan y quienes deciden sus programas y estrategia- en el sentido de que los mensajes van desde el punto emisor a la masa de receptores, que no pueden responder inmediatamente al emisor, o en el control político e ideológico que el sistema de medios opera en tanto que parte de la dominación capitalista en general, es decir, que la forma más dispersa de la transmisión de los mensajes en internet es distinta a la de los medios que transmiten de un punto a la masa pero no escapa mucho al control capitalista mundial, aunque es menos vertical, o más horizontal. En verdad es una comunicación privatizada mediante el uso de aparatos electrónicos.

A lo que apunta esta explicación es a que la comunicación, para ser democrática del todo, debe ser natural, porque la comunicación natural no requiere someter a nadie para que se fabriquen los aparatos. Pero lograr eso, si es que se lo logra, llevará mucho tiempo, en que valdrán las luchas progresivas por la democratización y socialización de los medios de comunicación. Eso no quita que si fueran bien fabricados y usados, y según se lo decidiera democráticamente -pero entonces la decisión debiera ser de consenso total, no de mayorías, porque las minorías son perjudicadas en la lógica de la democracia de mayorías; y también se tendría que tener en cuenta al sentir humano relativo al resto de los seres involucrados, y a ellos en sí mismos-, valdrían los medios de comunicación de cierta complejidad, y lo mismo vale para los demás medios de producción. Eso aparte de que aquello es preciso para terminar de contaminar y explotar. Los humanos todavía no sabemos hablarnos bien y mucho entre nosotros, no lo que deseamos, y no podemos aprenderlo lo que se debe por estar atareados en sofisticaciones delirantes. Es decir, que la realización del deseo humano requiere de la economía natural, y de que la cultura sea verdadera.

Al decir que la comunicación, y más en general la producción, debe ser natural, no quiero decir que haya que prescindir totalmente de las tecnologías artificiales, incluso de las complejas, sino que se las debe reducir al nivel de lo imprescindible. Una condición para que sea bueno que se fabriquen y usen los aparatos técnicos es que la humanidad sea honesta, por lo cual la enseñanza debe volcarse mucho más a ese cometido que al incremento de la ciencia dedicada a la complejización de las técnicas más altas, que ya alcanzaron en muchos ámbitos el nivel que tienen que tener, y más, más allá de que le valgan algunas mejoras incluso en aquellas áreas. Es muy malo y sirve no para mucho que la humanidad tenga medios de producción muy sofisticados a los que usa en gran medida para hacer maldades, como son las guerras, la especulación financiera, la explotación de la naturaleza y laboral, los fraudes, las mentiras, las trampas y demás.

martes, 9 de septiembre de 2014

Un bicho colorado sobre una madera

Se les dice vaquitas de San Antonio, pero son bichos colorados.



Cerró Jazz & Pop


Más que para celebrar que haya cerrado, puse la foto para que se haga un balance de la comercialización del canto popular: Jazz & Pop fue un boliche en el que había que comprar una bebida para permanecer, o ser músico profesional. No se podía bailar, ni entrar gratis, ni tocar así nomás, por lo que iba poca gente aparte de los músicos, encumbrados en general, aunque del circuito under porteño y montevideano. Muy buenos tocadores, pero circunscritos al nivel de la elite de la música afro-rioplatense. Hace falta que esos toques se oigan y se bailen en la calle, y para eso hay que restringir el tránsito automotor, etc.


Agregado del 19 de marzo de 2018

Esta nota es mala, porque no tendría que haberme contentado de que cerrara este boliche. Lo que me entristecieron fueron las malas condiciones en las que existió.

Pieza, peso y pecado

La humanidad, al trabajar la materia, hace piezas, a las que valora en pesos. Al exceso en la explotación de la materia es a lo que los cristianos quisieron limitar cuando acusaron al pecado -que viene de “pesar” en el sentido de “hacer piezas”-, pero como se tergiversó la comprensión de esta cuestión -y se entiende por pecado aquello que fija el dogma de la iglesia-, la condena al mismo se aplica mal, se dirige a otras cosas, cuya relación con la explotación no se ordena bien, y no logra su objetivo original, que permanece como un deseo poco consciente, aparte de causar represiones vanas.

Los términos “pecuniario”, “peculado” y “especulación” vienen de “peso”, al igual que los actos que se les corresponden.


Corrección

La relación etimológica que establecí entre el pecado y el peso casi seguro que no es cierta. De acuerdo a lo que invetigué en el diccionario, el pecado es la falta, el error, aunque la definición que leí es convencional, o sea, que no explica cómo se deriva una palabra de la otra, por lo que no es segura del todo. No obstante, la idea subyacente que propuse, la de que la humanidad intenta ordenar píamente su producción económica para no hacer más mal del necesario, lo que es un problema muy importante desde que los humanos aprendimos a manejar los elementos, por lo que tenemos un poder superior al del resto de las especies, esa idea, sigue en pie, aunque haya que expresarla correctamente. También sigue en pie el planteo de que las iglesias, al comprender tergiversadamente la realidad, no pueden lograr el propósito legítimo al que aspiran, la felicidad de la naturaleza, por lo que se las debe criticar.

lunes, 8 de septiembre de 2014

¿Qué es el objeto?

Es eso que yace ante quien lo conoce. El prefijo “ob” denota la oposición de aquel ante éste. La raíz, “jeto”, quiere decir “yacente”. Viene del latín “iectum”.

sábado, 6 de septiembre de 2014

El sujeto de la revolución: la naturaleza común

El sujeto humano de la revolución es el ingenuaje, es decir, los naturales humanos y comunes súbditos de la capitalesía. Búsquese la definición de “ingenuo”. “Sujeto” quiere decir “que yace bajo”, “que subyace”, subyacente. “Yacer” es “lay” en inglés, y “lazer” en portugués, sinónimos de “placer” en el sentido de “place” -en inglés-, “lugar”, por “alojar”. Es relativo a “plaza”.

El sujeto revolucionario subyace ante el poder capitalista, que es alto. La capitalesía, por ser falsa no sólo se oprime a sí misma y al proletariado sino que también oprime al resto de la naturaleza y a la Tierra que la circundan. Por ende, ese resto de la naturaleza se siente mal por causa de la opresión capitalista, y quiere su fin, para sentirse bien. No se lo puede convocar a la acción revolucionaria, pero acompaña y alegra la vida del proletariado durante la lucha. El proletariado no es una clase fija del todo: es la clase que se atarea en pro de le, es decir, en pro de ello, en pro de lo que es a su alrededor, en especial de sus hijos, pero no sólo de ellos. El propietariado es la clase que se atarea en pro de la piedad, es decir, del culto de los dioses. Entonces, son clases con cierta regularidad pero con cambios constantes también. Cuando los propietarios se atarean en pro de le son proletarios, y viceversa. Por eso una parte importante de la política capitalista es la de educar religiosamente al proletariado. Para eso es el populismo, el ser de la doctrina pía para el pueblo, del bajo clero y sus agregados -el empresariado mediano y pequeño, la administración pública, cierto profesionalismo, la policía y el ejército bajo, el proletariado y el campesinado creyentes, etc.-, que es contraxial y confuso porque mezcla líneas propias con líneas prole, pero que esencialmente es capitalista. Por eso alientan a las formas de la religiosidad popular, y toleran a los misticismos -contradictoriamente según las circunstancias-, a los que prefieren por sobre el ateísmo, el anarquismo, el socialismo, el comunismo y el naturismo. No obstante, también es cierto que el populismo es ejercido por ateos y demás a la izquierda, que están subordinados confusamente en él, a menudo bajo identidades prostitutas. El populismo oscila según los vaivenes de la lucha de clases y de la conciencia humana, igual que el privatismo y las demás ideologías, pero tiene el objetivo específico de conceder, contener y convertir en pío al proletariado, aunque no bajo la propiedad privada sino bajo la pública. En eso, es indirectamente funcional al privatismo, que se desharía sin la piedad. En otras cosas chocan. Por eso el populismo es hegemónico luego de las insurrecciones: la capitalesía apela entonces a él para mantenerse y evitar el socialismo. También por eso es cercano a la socialdemocracia y, aunque menos, al socialismo, y tiene diálogo con todas las ideologías. Se lo puede terminar haciendo conciente a la humanidad de lo que es, de que los dioses son falsos y de que por eso se debe hacer el socialismo. El populismo es malo, pero peor es el privatismo, que es el ser privado, apartado, del común de la gente: el alto clero, las finanzas, la cúpula del ejército, el gran capital productivo, los dueños de los medios de comunicación, etc. El populismo es el capital público, de propiedad pública, y el privatismo el privado, de propiedad privada.

Lo que hace a la lucha de clases es la puja entre la verdad y la falsedad -a la que subyace la contracción entre el goce y el dolor-, es decir, que es una lucha para que la acción se haga según la certeza o la fe -falso es izar la fe, y la falsa conciencia es la conciencia que iza la fe-. La certeza, por ser verdadera, hace sentir bien, mientras que la falsedad hace sentir mal -por eso explota-. La lucha prole es para sentirse bien, y por eso la hace la naturaleza común, y entre humanos, la de la gente simple. Es contraria a las complicaciones. Pero eso cuando la gente es verdadera. Cuando la gente es falsa, sea proletaria o propietaria, es antirrevolucionaria, y viceversa.

La política y su relación con la verdad

Habrá que confirmar que la política sea la ética de la polis, que el término es una contracción de “polis” y “ética”.

Cuando los ciudadanos griegos se agruparon en las polis, además de esclavizar a otros hombres y de someter a las mujeres cometieron muchas otras barbaridades: saqueos, asesinatos, trampas, violaciones, mentiras, etc. Son las que relata el teatro y la literatura griegos. Eso fue causado entre otras cosas por la mitología, ya que los adultos griegos algunas veces decidieron su hacer según el relato que se hicieron de los dioses y de sus mandatos para con los hombres. De ahí que les fuera preciso aprender a comportarse. La filosofía, entonces, surgió, en una convivencia conflictiva con la mitología, y dentro de la filosofía surgió la ética, la ciencia de la moral, de las buenas costumbres, que piensa y establece las pautas de conducta. La ética hace desde aquel entonces un balance de la experiencia histórica y concluye qué es lo que debe hacerse para convivir bien. Como rama de la filosofía, está despojada de prejuicios religiosos. Pero, como los religiosos retomaron a la filosofía y a la ética, también hacen planteos de esa índole, a los que subordinan a la doctrina de fe, por lo cual siempre están en crisis y contracción, ya que por ser falsos no pueden lograr el objetivo que se proponen.

Para que la humanidad viva bien la ética tiene que ser verdadera, es decir, no religiosa sino cierta, y por eso es que se debe abolir a las religiones, aparte de las demás cuestiones que plantea el socialismo. No obstante, hay que reconocer que, aún con todo lo confuso y perjudicial que fue, las religiones iniciaron un orden, falso pero real, a lo que era el salvajismo humano, que no era muy terrible pero que sí se podía, y se puede, ordenarlo. También es cierto que el salvajismo, en comparación a la barbarie que la humanidad hace con las nuevas tecnologías, a veces es preferible. Pero la solución no es el salvajismo sino la convivencia fácil. Por eso, a la vez que se busca garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones -y no se debe lograr mucho más que eso en términos de la producción económica-, la política debe orientarse a enseñar a los humanos a comportarnos, para terminar los males que dependen del hacer humano y dar lugar al disfrute de la convivencia y la socialidad libres. Para eso se le debe enseñar la verdad a cada quien, pero antes hay que saber qué es la verdad. De allí que es preciso superar al relativismo con el todismo -el objetivismo trata de lo que yace ante los hombres que conocen, y por eso no los toma a sí mismos como objetos del saber-, ya que la verdad es una, hay una verdad, compuesta de las verdades que conoce cada quien. Los humanos, al conocer, damos por verdades lo que creemos que lo son, pero a veces esas creencias no son ciertas, y entonces nos equivocamos. Para resolver eso se charla, se discute y se investiga, se descarta lo que se comprueba errado, y si bien lo que tomamos por verdad puede que no lo sea del todo, así se aprende, se la corrige y se la completa. La verdad es la idea cierta de la cosa, a la que se hace y reconoce en común.

También es cierto que la humanidad tiene que aprender a esperar a haber descubierto qué hay de verdad en lo que piensa y qué consecuencias tendrían sus acciones antes de hacer, para saber si hacerlo o no.


Fuentes

Eurípides, Las troyanas, sin datos, expuesta en el teatro Andamio 90 en 2000 bajo dirección de Marta Lubos.

Homero, La odisea, sin datos.


Nota

La política, me parece, no lo pude confirmar aún, no es la ética de la polis sino que es lo relativo a la segunda.

¿Qué son la ley y la legitimidad?

La legitimidad, bien entendida, es la cualidad de la ley íntima. La ley es una liga, un lazo. Viene del término griego “legein”, que es “ligue”, lo que causa al logos. Inteligir, de lo que viene la inteligencia, es ligar entes, o sea, seres. La ley inicia y prohíbe relaciones entre los seres y, en regímenes estatales, las establece. Pero como la humanidad muchas veces es inmoral, la ley es pervertida y regula en falso al orden social, por lo cual hiere. Es entonces cuando es ilegítima, es decir, cuando la gente, íntimamente, reconoce que la ley es mala. La legitimidad es la cualidad de la ley que es aceptada íntimamente por las personas. Por eso la ley debe ser legítima.

Hay otras maneras de entender a la legitimidad, pero son incorrectas.

Para saber lo que pasó cuando Jesús escuchó el así llamado mensaje de dios

Cuando Jesús escuchó la supuesta voz de dios asignándole la misión de redimir a la humanidad tuvo una alucinación. Quizás haya comido centeno podrido, ya que fue un carpintero pobre. Los hongos que le salen a las semillas de centeno cuando se pudren son los del ácido lisérgico, que causa alucinaciones. Quizás un contemporáneo suyo le haya susurrado a la distancia ese mensaje imaginario. De haber sido así, ¿quién fue el bromista?


Anexo

Muchas veces, en las expediciones en barco, se llevó centeno, en que se habría creado ese hongo, lo que explicaría los cantos de sirena que escucharon los marineros. Un chico me contó que, cuando llegaron las carabelas de Colón a América, las tripulaciones estaban embriagadas de ácido lisérgico. A esto hay que confirmarlo.

América es un nombre feo

América, el nombre judeocristiano de este continente en el que escribo, es por Américo Vespucio. Le pusieron el nombre a un continente para homenajear a Américo Vespucio -que fue corresponsable de genocidio y de ecocidio, ya que impulsó al interés conquistador que los ejecutó-. Pero además, el nombre Américo es por la virgen María. A Américo Vespucio lo nombraron así en homenaje a la así llamada virgen María -quien no fue virgen, ya que la virginidad es una noción fetichista: fue una humana, sexual desde que nació, por haber sido hembra, y que se embarazó sexualmente como todas las que lo hicieron-. “Marica”, también se emparenta a esa María: en su origen, decir “marica” fue un insulto proletario a los hombres afeminados y a las mujeres criados en la tradición del culto a ella. Luego adquirió otros usos que no reconocen a este origen, y apunta a los tramposos en general -en particular si son hombres afeminados o mujeres impunes-. Lean la definición de “marica” de Wikipedia. Por supuesto que ser amujerado no tiene nada de malo. Lo malo es hacer trampa, sin importar la identidad sexual que se tenga, pero el mariconeo es tramposo porque se funda en la práctica de los seguidores de la llamada virgen María, práctica que es tramposa porque es de una tradición falsa.

Entonces, si la latinidad llega a provenir de la leche, latte en italiano, una traducción válida, aunque irrespetuosa, para América Latina, es la de “marica lechera”. Y aunque así no sea hay que cambiarle el nombre al continente.

sábado, 30 de agosto de 2014

Porqué las vacaciones son “careta”

Las vacaciones vienen de “vagar”, término emparentado con el dios Baco. Entonces, son pías en sí, y son la contraparte del año de trabajo y empresa. Fueron establecidas por el Estado de bienestar para reactivar la producción por medio del consumismo y para que descansen los trabajadores. Pero también son explotadoras. El relajo que se promete en vacaciones no hace realidad a la vida deseada por los vacacionantes, que se esfuerzan once meses para andar apresurados en el decimosegundo. Eso pasa por priorizar la lógica de Baco -el imperativo de relajarse- en vez que atender únicamente a los deseos humanos buenos, que causan una buena relación con los demás seres, aunque ella sea la de matarlos para vivir, ya que se limita el asesinato y la explotación al nivel de la imprescindibilidad, o poco más.