Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 30 de diciembre de 2014

Para decidir qué hacer

Cuando las ideologías tienen errores, o faltas, o cosas de esas, lo que siempre sucede, los hombres que se conducen según sus ideas se equivocan en ciertos aspectos. En esas ocasiones, quienes se equivocan, sienten que algo en su hacer no les place, pero no lo hacen conciente, y entonces su acción en algo les disgusta. Para hacer bien hay que atender al sentir y hacer de acuerdo con él. Las ideas se le deben corresponder. Aquello no es fácil, porque el hacer humano es conjunto, con correspondencias y contracciones, y por ser falseada, la humanidad, fuerza a hacer mal. En el capitalismo el hacer humano es contraccional, mezcla bondades y maldades, porque la humanidad es en parte verdadera y en parte falsa. En los regímenes políticos de inicio de transición al socialismo también hay falsedad, e incompletudes en la ciencia, que causan errores.

El sentir, humano y el del resto de la naturaleza, no es objeto de la ciencia lo que debe ser.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Para la relación entre los partidos y los movimientos, grupos e individuos socialistas y demócratas

En el marco de las leyes vigentes, el gobierno de los estados es ejercido por representantes electos de los partidos políticos. Eso fue establecido en las constituciones, que aunque son ilegítimas rigen porque tienen la aceptación de las mayorías propietarias, y aliadas, que así lo imponen. Entonces, los partidos socialistas son indispensables. Hasta tanto no se reformen las constituciones, o se las reemplace por leyes comunes, el socialismo y el democratismo progresista mundiales deben impulsar a los partidos de izquierda, sea militando en ellos o no, es decir, luchando por fuera de ellos pero en complemento. Eso implica que los movimientos sociales, y los demás socialistas y demócratas, los deben apoyar, al igual que los partidos tienen que reconocerlos y ayudarlos en lo que corresponda. Un problema que tendrán los partidos es que deben sujetarse a la ley estatal, que establece que se conformen jerárquicamente, con autoridades, elecciones reglamentadas y demás, lo que en la práctica luego dificulta la democracia interna e impide el trato igualitario para con los extrapartidarios. La izquierda en general, y en especial la que hasta ahora es antipartidaria, debe reconocer el problema, ya que a veces acusan de autoritarismo a los partidos ignorando la ley que los sujeta, lo que no quita que hay cierto autoritarismo partidario que puede ser superado. En izquierda incluyo al anarquismo, que aunque no vaya a aceptar a los partidos tendrá que pensar en el tema porque por ahora no hay otra manera de tomar el poder de los gobiernos, que si bien no es todo el poder social sí es central en el orden de los estados-naciones. La prédica antipartidaria, al dificultar que los socialistas partidarios obtengan el poder de los gobiernos de los estados, los perjudica a sí mismos, y no obstante también es preciso que los partidos incorporen las críticas ciertas de los antipartidarios, sean anarquistas, autonomistas, autogestionarios, etc., para que sean democráticos.

Habrá que hacer una relación fluida entre los partidos y los movimientos, grupos e individuos, que depende de la politización social en general y de la descentralización de la acciones partidarias, pero con un núcleo que resuma las cuestiones. Ese núcleo ya está vigente hoy en día -pienso más en Argentina pero hay que tener en cuenta a todas las naciones-, pero su hacer no es del todo satisfactorio todavía, en parte porque no da las respuestas esperadas a muchos de los planteos sociales y en parte por la reticencia de ciertos movimientos, grupos e individuos para con ellos. Hay que tener en cuenta que en tanto que los dirigentes y militantes de mayor rango de los partidos son pocos en relación a los demás miembros de las naciones, su capacidad de dar respuesta a las cuestiones de toda la sociedad es muy limitada. Pero no obstante así se los debe apoyar, con paciencia y sin pretender soluciones prontas para las cuestiones que no se puede resolver fácilmente, porque que ellos estén en el gobierno hace más fácil la vida al común de la gente y permite ampliar la lucha por la reforma constitucional y la legalidad común.

Los partidos socialistas también deberán aceptar que se les luche y manifieste en contra siempre que se hayan equivocado, y si no lo hubieran hecho deberán comprobarlo en un debate público y sin reprimir a los que se les opongan, y lo mismo a la inversa. Es más, los gobiernos progresistas debieran apoyarse en las movilizaciones, incluso en las que se les oponen bien, para ampliar la política democratizadora, cosa que no hacen por testarudez, porque adoptaron los prejuicios desarrollistas, que los llevan a aliarse con los capitalistas para hacer crecer el producto bruto, lo que apenas reduce un poco la pobreza, en ciertos términos, pero que también la acrecienta por incrementar la explotación y la represión a las poblaciones que se oponen a eso, cosa que no miden los índices.

La idea de obtener el poder gubernamental y estatal mediante la huelga general es incierta. La huelga general sirve para otras cosas. El poder del gobierno estatal se obtiene mediante elecciones, o insurrecciones, que muy dificilmente y con muchos muertos y heridos podrían derrotar a los ejércitos y policías, de lo que los insurrectos saldrían traumados y con menos fuerzas para gobernar y responder a los embates posteriores.

Aunque no se dé una respuesta placentera a este planteo, la cuestión permanecerá vigente hasta que se lo haga, y por eso hay que pensarlo y debatirlo.


Anexo

Para el caso de los partidos democrátas y populistas, el socialismo puede pujar por su sostén en el poder estatal y por inclinarlos, más o algo, hacia el progresismo, en una relación crítica, a la vez que aliente a los partidos de izquierda. Hasta que no estén preparados estos últimos, y las circunstancias necesarias para que gobiernen, los partidos populistas son la opción electoral presidencial, y de los poderes ejecutivos de los distritos menores, menos mala ante el privatismo. Hay variaciones de esto, y otras circunstancias coyunturales, que en los casos concretos requerirán otras soluciones, como cuando los socialistas están cerca de ganar los poderes ejecutivos.

Cabe añadir que en tanto sea necesario se debe establecer una alianza electoral, crítica también, con los demócratas y los populistas, para expulsar del gobierno a los privatistas, a lo que habrá que precisar luego, pero mucho tiempo después, cuando hayan sido preparadas las circunstancias, para que sea liderada por los socialistas. Hay que asumir que la lucha será larga y que la correlación de fuerzas es muy desfavorable, ya que el capital es compuesto por el grueso de las iglesias, las finanzas, las empresas, las fuerzas armadas, los gobiernos, los partidos políticos, la educación y la salud, las administraciones públicas, los medios de comunicación, los sindicatos, las asociaciones civiles y deportivas, algunos movimientos sociales, etc.

Para el caso del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, no se puede desplazar al macrismo sin un frente entre los populistas, los demócratas, los comunistas y los socialistas, es decir el FpV, el ala progresista de la UCR -y la parte que se le escindió-, el PC, el PCCE, los partidos socialistas chicos, el MST y el FIT, Unidad Popular, el PCR, etc., e incluso, con los errores cometidos, hasta el PS, el GEN y Libres del Sur. Y él debiera ser acompañado por los movimientos y demás organizaciones e individuos sociales. Ese frente no será hecho pronto, y tal vez nunca, pero estará pendiente la cuestión hasta que se haya derrotado al privatismo. Es bastante irresponsable que las razones parciales y los personalismos lo impidan, porque luego el macrismo nos perjudica a todos los habitantes porteños y extraporteños, e impide las soluciones para los problemas comunes. Lo que Trotsky haya dicho sobre los frentes populares no vale para ahora, ni obstan para aquello las razones ciertas de los trotskistas, que tienen que reconocer la totalidad del problema. La fragmentación de la unidad de la izquierda que operan los trotskistas, y quien fuere cuando fuere, es un error político, cosa grave, ya que se puede aliar y criticarse. Establecer una alianza no hace responsable a las partes de las acciones ajenas, salvo que las apoyen. En una alianza crítica se convive en discusión, y se pueden socializar los puntos críticos, para que las naciones se hagan responsables y luchen por medidas políticas progresivas.

martes, 9 de diciembre de 2014

La tasa de desperdicio fiscal y los conchetos

Entre el pago de la deuda fraudulenta y la evasión de impuestos se genera el desperdicio fiscal, o sea, el dinero que los estados restan a las naciones en favor del capital financiero. En Argentina, durante los tres gobiernos kirchneristas, según Héctor Giuliano se pagaron 190 mil millones de dólares por la deuda estatal -de origen dictatorial y privado- y, de acuerdo a Página 12 y 6,7,8, se evadieron entre 200 y 370 mil millones. Tomando por supuesta una evasión de 280 mil, eso da un total de 470 mil millones de dólares desperdiciados por el estado argentino o, dicho de otra manera, quitados a la nación por los financistas. Téngase en cuenta que hay que precisar el monto y que los privatistas también son parte de las naciones porque son naturales. Para los peronistas, que acusan al capital financiero de ser la causa de casi todos los males, señalo que ese traspaso de fondos es hecho por y durante el gobierno populista, o sea que hay una mezcla de complicidad, permiso tácito e incapacidad debida a las circunstancias que avala a esos delitos, mezcla hecha entre el capital público en el estado y el financiero en el sector privado. La política financiera kirchnerista es una especulación que pretende resolver el problema mediante la reestructuración de la deuda y la persecución de los evasores pero que no lo hace: ni enjuician y cesan el pago de la deuda injusta ni terminarán la evasión -ni menos aún impondrán una política impositiva justa, aunque toman medidas al respecto-. Harán algo que será en parte aparentador, e insuficiente, y que hará que el problema persista a futuro. Y si me equivoco, bien para todos. La deuda es impagable, así que el problema no se solucionará con las reestructuraciones, al igual que es una locura pretender que el resto de las naciones del mundo, imperial y subordinado, llegue al nivel de explotación al que llegó la argentina en estos últimos años para pagarla. Otra cosa a tener en cuenta es que esa política financiera obliga al estado argentino a mantener el agronegocio, la megaminería y la extracción hidrocarburífera, etc., para obtener los fondos para los pagos, por lo que causa la opresión y las sujeciones aparejadas a ellos. Pretender que el resto del mundo se pliegue a un modelo semejante es un insulto a la humanidad.

Los organismos de estadística podrían incluir entre sus indicadores a la tasa de desperdicio fiscal, con un nombre bueno, que se obtendría de calcular su monto en relación a la cantidad de habitantes según un período dado. Así, para Argentina en los últimos doce años, la tasa estimada, para 40 millones de habitantes, sería de 3 mil 900 dólares, unos 39 mil pesos por habitante y por año. Cabe decir que aparte de calcular la tasa es preciso resolver el problema, porque si no puede pasar como con la concentración de la tierra, a la que se mide sin que se la revierta. Aunque eso es en muy poco responsabilidad de los desarrollistas en tales organismos, ya que concierne a las naciones, es una cuestión pendiente que se debe encarar con una puesta en discusión de la falsedad de las religiones, que es la base de la guía para la acción del privatismo, que concentra las tierras y las ganancias, y del populismo. Habrá que hacer estudios etnográficos del chetaje para averiguar mejor la relación entre la educación privada y el capital privado -así de tonto como suena-. Se le dice chetaje por derivar de concheta, que es la forma cruel con que los pobres designaron a las mujeres de la así dicha concha estrecha, lo que es una acusación que no resuelve el problema: sienta posición pero no acierta -y mientras tanto ambos se quedan con las ganas de dunga, cuando las tienen, lo que es natural, y se pelean, como los cónyugues de las parejas falsas que no pueden verbalizar lo que sienten por la tapadera de los tabúes píos-. Es una pelea de castrados. Tampoco reconoce que los privados son oprimidos por su ideología: la contraposición entre opresores y oprimidos tiene falsedad. Los oprimidos son oprimidos por los opresores, pero ambos son oprimidos por culpa del capital, es decir, que los opresores se oprimen entre ellos y son oprimidos por los llamados “de abajo”, quienes también se oprimen entre sí. Por eso es que la lucha de pobres contra ricos es injusta. La lucha debe ser contra la falsedad y por la verdad, con la socialización de las pertenencias y el modo de vida naturista que se le relaciona. Eso no implicaría que cualquiera podría tomar cualquier cosa de cualquier otro y de cualquier manera. La socialización debe ser correcta y justa. Históricamente será hecha justa e injustamente, es decir, consensuada y con violencia, pero hay que ser concientes de que la violencia causa el rechazo y la contraviolencia, por lo que dificulta la socialización. En realidad, la violencia es injusta, venga de donde venga, y por ende cuando es ilegítima es retrasadora.

Los que se oponen a la renta básica universal porque no quieren mantener a ociosos tienen que saber que el ocio no es malo en sí mismo, que con la renta bajaría la delincuencia de los jóvenes pobres, en particular de los dados al narcotráfico, y que están manteniendo las superganancias de los ladrones más grandes.

Aparte hay que tener en cuenta que el problema es mundial, y que cuando no se lo enfrenta acá eso repercute en el resto del mundo y a futuro. También que la reestructuración de deudas impulsada por el gobierno argentino en la ONU no solucionará la cuestión, ya que apunta a que las naciones paguen deudas ilegítimas, lo que las hace reproducirse. Es la legalización de un crimen. Para que los crímenes no se repitan en el futuro se los debe sentenciar justamente y establecer la conciencia histórica relativa a ellos en la humanidad. Hasta tanto perdurarán, y por eso es que son injustas las contemplaciones a su puesta en juicio.


Propuesta

La salida es que se haga una campaña socioestatal entre las entidades de los estados, las organizaciones sociales -incluidos los partidos políticos, que son organizaciones socioestatales- y la gente suelta, sean populistas, socialistas, etc., para concientizar del tema, en complemento a la investigación en los estados y entidades supranacionales. Esa campaña debiera ser en las naciones, en las regiones y mundial. En parte ya fue iniciada y formalizada, pero le hace falta impulso.

Los gobiernos progresistas deben llevar la idea de que se investigue y socialice la información de las deudas estatales, para juzgarlas, a las entidades supranacionales, como la ONU, el MERCOSUR, la UNASUR, la ALBA, la CELAC, la Unión Europea, la CARICOM, el G-77, el G-20, etc.


Anexos

1. Según la nota citada de Héctor Giuliano, la deuda del estado argentino es de 302 mil millones de dólares, aunque en Wikipedia se la estima en casi 138 mil, siendo que, siguiendo a esta última fuente, luego del default de 2001 era de 144 mil millones, lo que da cuenta de que apenas se desendeudó muy poco, 6 mil millones, si es que no aumentó a poco más del doble, o lo que sea. El gobierno está en falta por no socializar los datos lo suficiente. En vez que mostrar tanto fútbol profesional, y otras banalidades, la televisión debiera usarse para difundir información de cuestiones como ésta. El argumento de que disminuyó el porcentaje de la deuda en relación al PBI, aunque sea cierto, es una sofisticación que apunta a que Argentina obtenga fondos de inversión en el mercado internacional de capitales y encubre la realidad, ya que la deuda sigue siendo inmensa, causa que se haga mucha explotación para pagar sus intereses y, en tanto no se la enjuicia estatal y socialmente, nada impide que en el futuro se vuelva a contraer más, aparte de que se le paga a los estafadores -según la ley sensata, no según la ley estatal-. Otra cosa a tener en cuenta es que la atención social y gubernamental puesta en la deuda resta tiempo para atender a otras cuestiones, más importantes porque hacen a la vida del conjunto de la población, es decir, que causa la desidia del gobierno respecto a ciertas cuestiones de la gente común. Es de lesa humanidad por eso también, no en el sentido en que lo entiende la jurisprudencia internacional, sino en el sentido llano de que lesiona a la humanidad, y también lesiona al resto de la naturaleza, y a la Tierra, por la explotación que requiere.

2. Las culturas religiosas hacen mal porque, al ser falsas las doctrinas que profesan, quienes las siguen comprueban que no las cumplen ni siquiera quienes las enseñan, lo que los lleva a traicionarlas. De allí que el capitalismo se basa en una doctrina que por falsa es acompañada de una cultura que autoriza a que se la incumpla, lo que causa a un modo de vida tramposo. Por eso es que la humanidad tiene que ser verdadera.

3. Jorge Altamira, dirigente del Partido Obrero, trotskista, también trabajó ampliamente la cuestión de la deuda.


Lecturas

Pablo Anino, “Año nuevo, deuda nueva” y “El Club de París también la «levanta con pala»”, en La Izquierda Diario, Buenos Aires, PTS, 6 y 10 de enero de 2015. El autor estima a la deuda del estado argentino en 215 mil millones de dólares y en 200 mil el monto de los pagos hechos durante el kirchnerismo.

Héctor Giuliano, “Argentina: la nueva deuda en BONAR 2024”, en ARGENPRESS, 9 de diciembre de 2014. Léase también “Argentina: la deuda pública en 2015”, en CADTM, 30 de diciembre de 2014, en el cual estima a la deuda en casi 302 mil millones de dólares. Téngase en cuenta que el autor integra el Proyecto Segunda República, una entidad nacionalista, desarrollista, industrialista, anticolonial, peronista, patriótica, militarista y capitalista, entre otras cosas. Tienen página web.

Wikipedia, “Historia de la deuda externa argentina”, al 16 de diciembre de 2014.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Gramsci n´chatutí

Un error de Antonio Gramsci fue asignar a los intelectuales de clase media el rol destacado de organizar culturalmente el bloque histórico contrahegemónico. Con los aciertos y las buenas intenciones que tiene el planteo, hay que reconocer que la lucha por el socialismo en tanto que sistema político verdadero debe ser una responsabilidad de cada ser humano por igual, aunque provisoriamente se la haga según el rol histórico de cada quien. El lugar destacado que se nos atribuyó a causa del planteo gramsciano llevó a sobrecargar a los intelectuales de clase media y media alta, que tuvimos que estudiar, trabajar y militar a la vez, aparte de ocuparnos de las tareas domésticas y demás, o sea, a una superexplotación que todavía no es bien reconocida. Mientras, las congregaciones, con mucha más gente y presupuesto, llenaron de iglesias a los barrios proletarios y lumpenproletarios, formando un ejército de derecha que aunque en cierta medida es inconciente de serlo favorece al capital: reproduce al modelo familiar judeocristiano, apoya a los candidatos de derecha, los vota, enaltece al sacrificio, condena al aborto, reprime al placer y demás.

Esto también es consecuencia de la obsecuencia de muchos socialistas para con el proletariado: como es explotado omiten a veces señalarles las derechadas -las propiadas-, mientras que tampoco notan bien la opresión que padecemos nosotros mismos. Los socialistas somos oprimidos por el capital privado desde arriba y por el capital público, o populista, desde abajo. Y no obstante nos quitamos, en parte, la opresión de la falsedad del capital.