Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Los bebés de la clase alta, soberbios

En tanto que la soberbia es la superioridad, los bebés de la clase alta son soberbios porque están en una posición social superior a la gente de las clases media y baja, de igual modo que la clase media es soberbia para con la clase baja.

Entonces, a la soberbia hay que enfrentarla bien, no acusarla, como se hace corrientemente, ya que la sociedad está jerarquizada, lo que implica la existencia de superioridades e inferioridades, clasistas y de otros tipos, que a veces revierten a aquéllas. Enfrentarla bien requiere hacerla conocer en lo que es en realidad, y luchar por la igualdad social, ya que sin ella la soberbia persistirá, aunque se la combata.

Capital nacional y trasnacional

El capital, en tanto que es histórico, es nacional cuando permanece dentro del territorio del estado-nación en que se produjo, y es trasnacional cuando lo atraviesa. Muchas empresas pequeñas y medianas son de capitales nacionales, o son poco trasnacionales, y dependen de la protección de los gobiernos para persistir, dada la mayor productividad del capital trasnacional.

Del mismo modo, el capital trasnacional lo es más o menos según traspasa las fronteras nacionales históricamente, y se arraiga en las naciones según lo hace históricamente. Plantear eso no es una defensa del capital nacional, ni del trasnacional, pero tampoco un ataque: es postular una idea para que se lo reconozca tal cual es, lo que es necesario para elaborar una estrategia superadora, que no debe ser la de atacar al capital, sino la de determinarlo.

De la teoría del valor socialmente necesario

Antes de entrar en el tema debo aclarar que no estoy muy familiarizado con El Capital, del que leí el primer tomo apenas, y el principio del segundo, por lo que la idea siguiente puede ser equívoca.

Si no entendí mal y recuerdo bien, Marx, cuando describió la creación del valor de cambio industrial, sostuvo que el valor de cambio de las mercancías de esa rama económica se define en general por el valor socialmente necesario para producirlas, o sea, por la combinación del capital constante y del capital variable en la productividad fabril. Como criterio general, tiene algo de validez ese planteo, pero no es totalmente histórico, por lo que mantiene ignorados a los otros determinantes del valor de cambio, sea industrial o no, como lo es la relación entre la oferta y la demanda en la compra y la venta de las mercancías, lo que postula la escuela liberal. Esa relación entre la oferta y la demanda en la determinación del precio, que es el valor de cambio mercantil, ya que el valor de cambio mercantil es el valor monetario por el cual se intercambian las mercancías, es real y es parte del proceso de producción económica. Lo que pasa es que la ley de la oferta y la demanda es incompleta: describe al intercambio de mercancías sin reconocer a los demás factores que intervienen en el asunto, como la presión sindical, las conquistas legales, la solidaridad humana, las trampas, los manejos sobre la desesperación ajena, las luchas de los consumidores, las pérdidas de stock por robos, la compensación de los perjuicios por sabotajes, las patologías e intereses extraeconómicos de los empresarios, obreros, sindicalistas y funcionarios estatales y tantos más.

La creación del valor de cambio, en tanto que es histórica, responde a los factores a los que responde según lo que la humanidad hace de ella de hecho, pero con la generalidad del valor socialmente necesario, que no aplica siempre de la misma manera ni en los mismos lugares: es histórica también. Esto permite comprender el aumento en el valor de cambio hecho por los empresarios, que con su tarea se lo agregan al precio de las mercancías, lo que tiene una importancia proporcional menor en las grandes empresas, y que es mayor, o total, en las empresas medianas y pequeñas. También permite reconocer la incidencia de las guerras y las catástrofes en la determinación de los precios.

Este es el caso de los vendedores ambulantes, que son empresarios de empresas unipersonales, y que compran mercadería a la que le añaden la cantidad de valor de cambio que necesitan para vivir, o un poco más, o menos, según lo que vendan. Este es un tipo de los tantos casos que hay en la producción mercantil.

Eso de que el precio es distinto del valor de cambio no es verdad: es una idea equivocada de Marx, que se centró exclusivamente en la producción al interior de las fábricas, y sin reconocer las tareas de los empresarios, decir lo cual no quita reconocer la opresión empresarial ni la necesidad de socializar los medios de producción.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Ambientalismo, terrismo y naturismo

Siendo que el ambientalismo es una concepción que reconoce a lo que circunda a la humanidad, contiene al terrismo y al naturismo, ya que la Tierra y la naturaleza que no es humana rodean a la humanidad; pero el ambientalismo también se refiere a las creaciones humanas, como las urbes y sus construcciones, que de igual modo nos rodean.

El terrismo, según lo entiendo, es una concepción que reconoce el valor de la Tierra para la naturaleza, por lo que postula su protección y su explotación racional. Es como el pachamamismo, pero ateo y científico.

El naturismo es la concepción proclive a la naturaleza, es decir, al conjunto de seres vivos, ya que el vocablo latino natura viene de “nascor”, o sea, “nacer”, por lo que se refiere a los seres nacidos.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Para la clasificación social y la estrategia socialista

Entendida la producción en sentido general, como reproducción del conjunto social, no sólo como producción económica, los medios de producción son más que la tierra, las herramientas, las maquinarias, las construcciones, los vehículos, las instalaciones infraestructurales, como los puertos, rutas y aduanas, la ciencia y la fuerza de trabajo, por lo que es preciso redefinir el esquema clasista del materialismo histórico, incorporando a él a los medios de producción que fueron ignorados o menos reconocidos, como las iglesias, las sedes de gobierno, las escuelas, los hospitales, los medios de comunicación, los saberes comunes, los centros culturales, las artes, los comercios y tantos más a los que hay que reconocer, como las charlas informales, los debates políticos y las propagandas. Eso permitiría resolver la distancia que hay entre el análisis de clase marxista clásico y aquel otro, más completo, pero no lo suficientemente dado a reconocer la relación entre las clases y los medios de producción mercantil, basado en la jerarquización entre las clases baja, media y alta, y sus subtipos: es el que postula la escala social.

Quiero señalar mi incomodidad con el uso que se hace de la categoría de “burguesía”, porque su etimología alude a la clase de los habitantes de las ciudades, diferente de la de los campesinos, en vez que a la clase capitalista. Es un término utilizable pero cuestionable también. Asimismo, hay un problema con la distinción entre propietarios y proletarios, ya que los trabajadores también poseen medios de producción, como lo son la fuerza de trabajo, las herramientas, las viviendas, los electrodomésticos, los partidos políticos y las técnicas, y ya que los empresarios tienen proles. Este problema con la definición está causando una traba en la estrategia socialista, que tiene que lidiar con un debate impreciso sobre cuál es el sujeto de la revolución y qué alianzas establecer para conseguir el gobierno, debate en el cual no es tenido en cuenta lo suficiente el lugar de las religiones en la reproducción social.

Entonces, de abajo hacia arriba, está primero la clase baja, llamada lumpenproletariado, que quiere decir “proletariado harapiento”, es decir, “familias andrajosas”, y que son los villeros. “Proletariado” es “conjunto de familias”, ya que “prole” es “familia”, por lo que “proletario” es “familiero”, independientemente del tipo de ingreso que tenga. “Lumpen” quiere decir, en alemán, “harapo”, “andrajo”. Esta clase se caracteriza por sus ingresos bajos. Sus miembros son desocupados, indígenas sin tierra, o apartados en parcelas chicas; pequeños agricultores, asalariados pobres, artesanos, cuentapropistas chicos y pequeños empresarios. Cuando se habla de la “burguesía nacional”, refiriéndose al pequeño y mediano empresariado, hay que tener en cuenta que esa categoría incluye a los empresarios lumpenproletarios, que son aquellos hombres y mujeres que tienen empresas informales, como los pequeños comerciantes de las villas y los agricultores de subsistencia, y que tienen sus pertenencias maltrechas, sean sus ropas, sus casas, sus automóviles, sus barrios, los medios de transporte públicos, las escuelas y los hospitales que utilizan, las iglesias a las que acuden o sus materiales de trabajo, como lo son los carruajes, las tiendas improvisadas y las carpetas rotas. Los socialistas deben tener una política para con el lumpenproletariado, ya que hasta ahora lo que hicieron en gran medida fue descalificarlo por ser delincuente o retrógrado, cosa que a veces no es verdad, aparte de que es necesario incorporarlo porque son seres humanos, y de que los proletarios y los capitalistas a veces también son delincuentes y retrógrados. Esta clase, el lumpenproletariado, hace una acumulación pequeña de capitales más bien concretos: tienen viviendas, títulos, vehículos, herramientas, electrodomésticos, relaciones sociales, saberes y demás, además de pequeños ahorros y maquinarias fabriles.

Luego, está la clase media, llamada proletariado, pero que en realidad no se compone únicamente de obreros asalariados, sino también de otras capas, de ingresos equivalentes, o algo mayores, compuesta por cuentapropistas, artesanos, agricultores y empresarios de mayores réditos que el lumpenproletariado, que a veces en nada o en poco le quitan el plusvalor a sus empleados, sino que más bien valorizan por su propio trabajo, que en algunos casos agrega más valor que el común de los trabajadores por basarse en técnicas complejas, de un nivel educativo medio o alto. Hay que tener en cuenta que los asalariados de clase media son propietarios de medios de producción: aparte de su fuerza de trabajo, que es un medio de producción, tienen el conocimiento de las técnicas para producir económicamente, o una mejor posición por antigüedad laboral, o cuestiones de esas índoles, que hacen a su remuneración. En otras ocasiones, sea por un mayor nivel educativo y laboral, o por contar con más empleados, o mayores tierras, y demás equivalentes, este proletariado supera al común de los trabajadores y empresarios medios y se acerca a la clase alta, con un mayor nivel de extracción de plusvalor, no sólo realizado en las empresas, sino en el conjunto social: este sector goza de mejores barrios, limpieza municipal, viviendas, escuelas y hospitales, etc., es decir, de mayores recursos estatales y privados puestos a su disposición. La clase no se define sólo por el nivel adquisitivo familiar sino también por el resto de los servicios sociales a los que accede. En esta clase se encuentran los profesionales, que si bien no le quitan plusvalía a nadie, se benefician de las tareas bajas de quienes les sirven, y tienen acceso a medios de producción como lo son las instituciones educativas y sanitarias, que, aunque no les pertenecen, porque son estatales o privadas, les es permitido utilizarlas, lo que es una forma intermedia de la tenencia, y eso no quita las opresiones que sufren en ellas. Esta clase acumula capital en mayor medida que la anterior, pero no es capitalista, ya que no se inclina mucho por la acumulación de capital: hace una acumulación medianamente interesada en ello. Dentro de los capitales acumulados por esta clase, igual que para las clases baja y alta, hay que contar al capital cultural, al social y al político, ya que hay quienes tienen pocas pertenencias materiales pero gozan de un gran prestigio simbólico, o académico, u otros equivalentes, que los hacen sobresalir por encima de otros que tienen más dinero. Muchos socialistas, que dicen ser proletarios, y que lo son, están dentro de este grupo, que es superior al común de los trabajadores, y se equipara relativamente al de los empresarios medianos.

La clase capitalista, llamada burguesía, es la de los grandes empresarios, e incluye a los ejecutivos, aunque sean asalariados, a los grandes terratenientes y a los financistas. También al alto clero y a la mayoría de los gobernantes, aunque otros son proletarios y hasta algo andrajosos a veces. Cabe mencionar que, dado que la socialidad capitalista está quebrada, las tres clases sociales son lúmpenes en su socialidad, aunque eso varía según su moral y sus prácticas concretas. La llamada burguesía es la del “gran capital”, y está inmersa en la lógica de la acumulación de capital como fin en sí mismo y en gran escala, compulsivamente, aunque no siempre: no todos los miembros de la clase alta buscan la acumulación de capital, sino que algunos simplemente nacieron en esa clase y tienen que lidiar con eso, e incluso los grandes empresarios y gobernantes tienen una inclinación familiera, y de servicio al resto de la sociedad. Su alto nivel de sofisticación les conlleva un modo de vida estricto, de alta competencia, poco sincero y bastante falso en algunos aspectos, por lo que es bastante mísero y opresivo. Es una clase muy proclive a sostener las posturas más reaccionarias de las iglesias, que suelen ser sus guías espirituales, e incluso aunque algunos de sus miembros sean relativamente pobres en pertenencias, gozan de liderazgo social, de capacidad de dominio, lo que los sitúa a alto nivel. Su sistema de vida les implica, en algunos aspectos, ser más oprimidos que los proletarios, por la sujeción a las reglas estrictas de las religiones y de los colegios privados y a los imperativos del dominio político y económico, además de tener terrores derivados de los mitos religiosos, como el miedo al infierno o a los diablos, o el acoso estricto conforme con las leyes pías.

Cabe repetir que, en tanto que la acumulación de valores no es buena en sí misma, sino que requiere de un orden para serlo, los así considerados privilegiados también tienen una vida pobre, por lo que no deben ser acosados por ser ricos en pertenencias, pero sí criticados por eso de buena manera, y se debe reconocer los males que sufren y se les debe hacer reconocer las consecuencias del modelo en que se basa su riqueza, de modo tal de favorecer su aceptación del socialismo, lo que no quita que también haya que imponérselos. Pero también hay que admitir que el socialismo debe racionalizar la economía, por lo que en él la humanidad tendría menos bienes fabricados que los que tiene hoy, pero tendría los necesarios y ganaría en riqueza social y ambiental, además de gozar de que el resto de la naturaleza y la Tierra estarían en buen estado.


Anexos

1. El término “familia”, relativo al de “proletariado”, viene del vocablo latino “famulus”, derivado del osco “famel” y del umbro “famerías”, y en la antigua Roma quería decir “sirviente”, “esclavo”, “doméstico” y “sumiso”, con una acepción para los sacerdotes en tanto que siervos de las presuntas divinidades. Por eso es que se equipara al proletariado con los trabajadores, ya que los trabajadores son la clase sometida por los dominantes, equivalentes actuales de los amos antiguos. Pero eso no es toda la historia, ya que, por una parte, el término “familia” tiene la acepción referida a las relaciones de parentesco, de las que participan tanto los sirvientes como los mandantes y ya que, por otra, los propietarios también sirven a los proletarios, en el sentido de que se encargan de su mantenimiento, proveyéndoles de dinero cuando les pagan sus salarios, garantizándoles la producción alimentaria con que se nutren, los demás bienes que consumen y las prestaciones sociales estatales, como la salud y la educación, que requieren de un esfuerzo gubernamental, aunque, dada la falsedad pía, y capitalista, esta relación es insuficiente y hace a un modo de vida mísero. Asimismo, la contraposición entre capitalistas y trabajadores supone falsamente que los dominantes oprimen a los dominados sin que haya opresiones de abajo hacia arriba y sin reconocer las penas de la clase alta, debidas a esa opresión desde abajo y a muchas otras causas, entre las cuales está la opresión que los explotadores se imponen a sí mismos, lo que dificulta acertar la estrategia de lucha, que tiene que incluir a la socialización de los medios de producción pero que también tiene que reconocer a las verdades históricas que no reconoce, como es el hecho de que ser dominante tiene muchos disgustos, o sea, que es algo malo, indeseable y oprimido también, por lo que, en realidad, los dominadores no quieren vivir como viven, pero se aferran a ello cuando la lucha de clases los pone ante la disyuntiva de ser sometidos por la violencia desde abajo, por lo que esa violencia es contraproducente, ya que impide a la clase alta aceptar la socialización. De allí que sea necesaria la violencia legítima, que está dificultada además porque la clase alta también comete violencias desmedidas, que enfurecen a los proletarios, por lo cual a ellos no les sale responderles bien.

2. Aparte de los medios de producción de propiedad individual y colectiva están los estados, que también son medios de reproducción social, y que son centrales a las naciones, ya que contienen a los gobiernos y a sus administraciones, sean armadas, jurídicas, financieras, educativas, sanitarias y demás. Los estados son objetos sociales, pertenecientes a las sociedades, y determinantes de sus territorios, pero cuyos elementos no son de tenencia individual, salvo por medio de contratos que habilitan a los ciudadanos a utilizarlos momentáneamente, de igual manera que son poseídos por los gobernantes mientras ejercen sus cargos.

3. La clasificación social ordena a las sociedades según la tenencia de medios de vida, entre los que están los de producción, de la población, y que son relativos a los valores que los humanos creamos con nuestro esfuerzo, no sólo mediante el trabajo; pero la escala social no es lo único que importa en la historia humana, es decir, que no sólo es precisa la igualdad social sino también el cese de las opresiones debidas a las falsedades humanas, algunas de las cuales no tienen relación directa con la apropiación del valor de cambio. Hay que reconocer que, dadas la piedad y la lucha de clases, la clase alta sufre grandes opresiones, para cumplir con las reglas de las leyes que regulan a la actividad empresarial, las de las gubernamentales, etc., entre las cuales está el heterosexismo reproductivo, la monogamia, el familiarismo y los rituales religiosos, la prohibición de la eutanasia y tantas más, por lo que muchas aspiraciones del socialismo provienen de la clase alta, que o bien las inició o bien las acompañó luego de iniciadas en las clases que le son inferiores, como la libertad sexual, la legalización de las drogas, el sufragio femenino e incluso la socialización de los medios de producción, que es una idea de Marx, retomada de anhelos anteriores a él, a la que sostuvo junto a Engels, que era hijo de un empresario textil, la industria más alta de su época. También hay que recordar que ambos eran burgueses, en tanto que habitantes de los burgos, y que Marx fue de clase media o media alta, por haber sido hijo de un comerciante con estudios universitarios. No fueron capitalistas, sino burgueses socialistas.

4. Anulo esta nota porque define mal al lumpenproletariado y al proletariado, al equiparar al primero con las villas, que no son del todo lumpenproletarias, y al segundo con la clase media. El lumpenproletariado se compone de la clase indigente. Luego viene el proletariado más pobre, bastante villero pero también habitante de barrios bajos, y el más formal, más de clase baja alta y media.