Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 29 de febrero de 2016

Aclaración insistente

Cuando digo que el modelo actual es el pietismo capitalista no estoy contradiciendo el postulado de la determinación económica, porque el pietismo vigente es consecuencia de la agricultura: sucede que la primacía de la deteminación económica no impide que la religión haga una determinación subsiguiente, que impulsa al modo de producción capitalista basada en la agricultura.

Hay que diferenciar al modo de producción económico-social del tipo de actividad económica. Los tipos de actividades económicas son la agricultura, que incluye a la ganadería, la industria, los servicios, las finanzas, el comercio y el transporte, mientras que los modos de producción son el esclavista, el feudal y el capitalista, con los agregados que faltan. En ese sentido, históricamente, el desarrollo de la agricultura condujo a parte de la humanidad a asentarse en las ciudades, por lo que las creencias primitivas pasaron a desplegarse en las iglesias, desde las cuales los monjes hicieron a las distintas concepciones del mundo que se convirtieron en la razón de ser de sus seguidores en confluencia conflictiva con los relatos laicos para guiar la práctica, pero los primeros se plasmaron en las legislaciones estatales con mayor entereza: hay una alianza tácita o explícita entre las iglesias y las instituciones estatales, que es fácil de reconocer cuando se va a los centros administrativos urbanos, en los que están las entidades de gobierno, las plazas y las iglesias enfrente, además de las referencias teístas en las leyes constitucionales. En Europa, con la reforma y la contrarreforma cristianas, se abrió paso al liberalismo, que impulsó a las revoluciones burguesas que constituyeron al capitalismo vigente, ya de alcance mundial por medio del imperialismo y las colonizaciones; pero el capitalismo, si bien se separó del pietismo, no dejó de ser pietista del todo: en general, los capitalistas, son pietistas laicos, y si la lógica pía no se plasma absolutamente en la práctica social, sí tiene una influencia importante, históricamente distorsiva de la búsqueda de justicia, porque causa una comprensión oscurantista de la historia y de la moral. Esto, así dicho, tendría que ser estudiado en extenso en relación a la historia humana.

Añadir a la piedad en la definición del modo de producción es necesario para comprenderlo conceptivamente, no sólo económica y socialmente. Eso permite comprender el lugar de los credos en la determinación de las relaciones familiares, civiles, comerciales, amorosas, sexuales y demás, que tienen relación con la producción capitalista sin que ésta sea necesariamente su determinante principal: el determinante principal de la estructura de parentezco judeocristiana no es el capitalismo, ya que esa estructura viene desde la antiguedad. En todo caso, hay que establecer de qué formas la humanidad desempeñó sus prácticas históricamente, ya que, en tanto que la práctica humana es histórica, la influencia de sus determinantes cambia según cómo se hayan hecho las cosas, pero con predominio de la Tierra, la naturaleza y la economía después, antes que los órdenes superiores, como la ley, la ideología y demás, que luego contractuaron sobre aquellos.

También hay que tener en cuenta que el pietismo no se restringe a los sacerdotes, sino que abarca a los creyentes laicos, por lo que tiene gran influencia política.

Dos comentarios sobre el proletarismo

Que una práctica sea proletaria no implica que sea buena, ya que las hay que merecen correcciones, precisiones o la abstención de hacerlas, porque el hecho de ceñirse a las circunstancias y a las necesidades de la reproducción no garantiza que el acto sea justo. De igual manera, los monjes tienen prácticas proletarias, dadas a la familia, entendida en términos comunitaristas, a la servidumbre y a la necesidad, aunque esas prácticas sean amoldadas a los cánones píos, lo que a veces redunda en que sean injustas, pero no siempre: también en el eclesiado hay tendencias progresistas, que satisfacen, aunque no lo suficiente, porque están sujetos a la idea de que hay que salvar las almas mediante el sacrificio por concebir al nacimiento pecaminosamente, desde el mito de Adán y Eva en el caso cristiano, no sé en el islam ni en las otras religiones, de lo cual predican para que la gente laica cometa acciones dolorosas. No obstante, tampoco hay que suponer que los males humanos vienen todos de la cultura religiosa, ya que la barbarie vigente es consecuencia de un desorden que excede a las iglesias, y que atraviesa a la economía, a los gobiernos y al mundo laboral también.

domingo, 28 de febrero de 2016

El sujeto revolucionario es histórico

La idea socialista de que la clase trabajadora es el sujeto revolucionario es inexacta, ya que los trabajadores no siempre luchan por la liberación, sino que a veces son evasivos, como cuando se dedican al consumismo, retardatarios, cuando presionan para mantener las formas pías de comportamiento, e incluso reaccionarios, como cuando son xenófobos o fascistizantes. El sujeto revolucionario, en tanto que es histórico, o sea, de hecho, es el conjunto de personas que pugnan por la revolución, por una transformación de las prácticas humanas que nos libere del peso de las concepciones injustas, y por ende se compone de gente de todas las clases sociales, estén comunicados entre ellos para eso o no, que tienen en común el estar abocados a sus circunstancias, en vez que a los mandatos religiosos y propios, y el interés de que haya justicia social, por lo que son proclives al igualitarismo y la socialización. La izquierda tendría que reconocer esto, para dejar de marginar a los revolucionarios de las clases media y alta, y admitir el impulso revolucionario de los movimientos democráticos, que, aunque sean insuficientes, y algo equívocos, son progresistas, o sea, de un revolucionarismo poco conciente y algo desatinado, para establecer una alianza demócrata que combine las críticas internas con la política social y gubernativa, y que a la vez someta a un debate social a las prácticas malas del pietismo capitalista, para que se las reordene desde una concepción verdadera.

En tanto que el sujeto revolucionario es histórico, cambia permanentemente, según sean progresivas o regresivas las prácticas de cada quien, pero con la generalidad de ser propenso a considerar las circunstancias y a intentar que la humanidad goce, que viva para sí misma, lo que tiene que ser ordenado de buena manera porque si se goza mal, abusivamente, el goce es interrumpido por las consecuencias de ese abuso. Es un sujeto contingente pero que tiene que cumplir con los requisitos de ser prole y revolucionario, y es perfectible porque no es del todo bueno, y corregible también, por los desastres que hubo hecho.

sábado, 27 de febrero de 2016

El proteccionismo es menos capitalista que el liberalismo

Si bien las distintas variantes del proteccionismo fueron capitalistas, y pietistas, o poco críticas con el fideísmo, también la izquierda tiene que reconocer que el proteccionismo es menos capitalista que el liberalismo, ya que desestima a la especulación financiera, que es la principal fuente de captación de valor actual, en provecho de la valorización agrícola, industrial, comercial y de servicios, la economía más concreta, lo que no quita que haya que superarlo, aparte de que hay proteccionistas socialistas.

Para la crítica al proletariado

Insistiré en este punto aunque ya lo haya expuesto antes: el proletariado debe ser criticado. No sólo porque en general es pío y procapitalista, y tiene sus rudezas y barbaridades, sino porque todos debemos ser advertidos sobre lo que hacemos mal. La condescendencia socialista para con el proletariado es hipócrita, e impide que se corrija la política de izquierda, que termina en una agresión hacia la clase alta, sea capitalista o no, mientras que la clase trabajadora vota a los candidatos de la derecha, consume mal algunas cosas, es devota, se deja engañar por los medios de comunicación privatistas, es violenta genérica y sexualmente, y se equivoca en otras cuestiones, mientras que los militantes de izquierda le reprochan poco, porque los tienen de favoritos, un procedimiento que los deslegitima.

martes, 23 de febrero de 2016

Un problema del asalarismo socialista

El prejuicio socialista de que para ser de izquierda hay que ser asalariado, directa o indirectamente, además de ser injusto tiene la contra de que el empresariado que podría sumarse a sus filas, sea para liberarse de la responsabilidad de tener propiedades en exceso, sea para emanciparse del yugo de las religiones, o por los motivos que fueren, no se integra a las organizaciones socialistas, de lo cual sus partidos políticos merman su financiación, ya que tienen que limitarse a los aportes de los asalariados. El caso es más fácil de reconocer cuando se trata de la mal denominada pequeña burguesía, o sea, el empresariado pequeño y mediano, que tiene sus tendencias reaccionarias a la vez que otras progresistas, lo mismo que le pasa a la clase obrera, aunque desde una posición social inferior.

Aunque haya poca conciencia social al respecto, y un rechazo al socialismo de su parte en gran medida, el empresariado se liberaría de muchas de sus presiones de socializarse los medios de producción y ordenarse la sociedad consensuadamente, y ganaría en libertad para relacionarse con la gente.

domingo, 21 de febrero de 2016

Una respuesta a Emir Sader

Le voy a responder algunas cosas a Emir Sader de esta manera, mediante el blogspot, ya que anteriormente le escribí por el correo de lectores de Página 12 y luego de eso él sacó una nota, en ese mismo diario, acusándonos a los intelectuales críticos de los gobiernos progresistas de no ganar las elecciones, de ser ultraizquierdistas y de dedicarnos a responderles a los desarrollistas mediante correos electrónicos. Primero quiero decir que escribir correos electrónicos para contestar a las notas periodísticas no tiene nada de malo, y que yo les leo sus notas casi todos los días, sin haber tenido la posibilidad de contestarles casi nunca. Para eso tuve que poner este blogspot. Por otro lado, Emir Sader omitió poner en debate el contenido de los correos enviados, por lo que la cuestión de fondo se mantiene sin dilucidar. En tercer lugar, ni el trotskismo ni el ecologismo son ultraizquierdistas en general. La caracterización de los gobiernos progresistas como de izquierda, mientras que sus críticos seríamos unos extremistas, no es cierta, ya que los gobiernos progresistas oscilan entre la centroizquierda, como el PT, el PSUV, el MAS y el Frente Amplio, y el centroderecha, que es el caso del FpV, parte de cuya conducción hasta es conservadora, o sea, derechista, como lo son los gobernadores del Partido Justicialista de algunas provincias argentinas y algunos dirigentes sindicales. La acusación de ultraizquierdismo pretende aislar a la izquierda crítica de los gobiernos desarrollistas. No obstante, la crítica al idealismo de la izquierda es válida, porque lo hay y porque la izquierda crítica al progresismo gobernante exige cosas sin atender a las circunstancias que determinan a las cuestiones, por lo que se desacopla de la realidad a veces, y no otras, de igual manera que la hipocresía para con los gobiernos progresistas es perjudicial para las naciones y hasta para ellos mismos, porque al no corregirse sus errores se restan apoyos y se ganan opositores, lo que les merma fuerzas y favorece sus derrotas ante los liberales, la derecha, que es hegemónica mundialmente. Por eso es que debieran alentar la postura del apoyo crítico, e incluso las críticas sensatas y opositoras, aunque yo no comparta esa tesitura porque ignora las correlaciones de fuerzas, y corregirse la política a medida que evoluciona la historia, es decir, corregirse sobre la marcha.

Por otro lado, es malintencionado pretender que los descontentos con los gobiernos progresistas tendríamos que hacer partidos políticos y ganar las elecciones, como dijo Cristina Fernández, dado el peso de las iglesias y del capital, y las maniobras de los demócratas instalados en el sistema político, que nos lo impedirían, además del hecho de que muchos somos trabajadores o empresarios chicos que no tenemos ni tiempo ni dinero para costear partidos grandes; eso aparte de que en mi caso me estoy recuperando de los padecimientos de una celiaquía recientemente diagnosticada, a la que sufro desde la adolescencia y que me causó cansancio, dolores de panza intermitentes, erutos y depresión a lo largo de los últimos 20 años, y un acúfeno, osteopenia, irritabilidad y una contractura en el pie derecho en los últimos cuatro, con sus secuelas sociales, y de un desprecio político de parte del progresismo moderado y algunos atentados o malos tratos de los anarquistas, a la vez que de represiones policiales, lo que terminó en que renunciara al CLACSo y tuviera que rehacer mi vida, habiendo recibido muestras de solidaridad de poca gente más que de los fantasmas. Así que no les vale decir que no conozca la pobreza.

En resumen, la cuestión se reduce a que los gobiernos progresistas tendrán que aceptar que se los apoye críticamente, y que se los critique desde la oposición, sea de derecha o de izquierda, y hasta tendrían que convocar a que se haga eso de buena manera, ya que no tienen la verdad absoluta, por lo que ignoran lo que se intenta hacerles entender con las críticas, a las que tendrían que analizar, para juzgarlas, ya que no serán buenas del todo, y malas a veces, y a partir de eso responderlas satisfactoriamente; aparte de aceptar su superación por izquierda a mediano plazo, lo que podría ser de 20 a 300 años.

jueves, 18 de febrero de 2016

Pietismo y manipulación informativa

El hábito pietista de dar por ciertas a las creencias y a las palabras de los monjes y demás autoridades, y por buenas a las leyes, cosas que aparentemente relegan de responsabilidad a la gente común por los juicios y las decisiones que toman, tiene una consecuencia que favorece a la manipulación informativa, ya que los receptores de los mensajes de los medios de comunicación, acostumbrados a suponer que los que hablan dicen la verdad, los aceptan como ciertos sin someterlos a verificación, lo que facilita la manipulación y les dificulta dilucidar los errores comunicativos, que los hay muchos porque la comunicación mediática es dislocada, compleja y apresurada. Por eso es que las campañas de izquierda en contra de la manipulación debieran comenzar por alertar de la falsedad informativa y reclamar a los espectadores que cotejen los mensajes que reciben en vez que tomarlos por ciertos. Las representaciones deben ser tomadas por lo que son, o sea, como representaciones, que hablan sobre los objetos representados pero cuya veracidad sobre ellos debe ser comprobada: es decir que los espectadores tienen que hacer la crítica de los medios de comunicación, para lo que tienen que saber quiénes son sus dueños y productores, y qué intereses tienen.

Y más en general se tendría que exigir a la gente que juzgue por sí misma y que sea responsable de sus actos, cosa que no pasa lo que debiera.

El mal hábito cognoscitivo causado por la religiosidad es el de la credulidad.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Capitalismo, crecimiento y pobreza

Antes del capitalismo no había la desesperación actual por el crecimiento económico, ya que el feudalismo no se caracterizó centralmente por el aumento de la acumulación: esta necesidad es propia del capitalismo, que se basa en la acumulación como fin en sí mismo, por lo que requiere del aumento de la cantidad de producto constantemente, en una actitud adicta, ya que no se trata de una necesidad verdadera, sino de una compulsión. El desarrollismo vigente pretende reorientar ese interés para eliminar la pobreza mediante la distribución del producto que crece exponencialmente, pero esa pretensión también es falsa, porque la pobreza no es dada sólo por la escasez de bienes sino que es causada por todos aquellos factores que apenan a la humanidad.

Los análisis progresistas que achacan al capitalismo su incapacidad para superar la recesión iniciada en 2008 son peligrosos porque suponen que la humanidad debiera retomar la senda del crecimiento para resolver sus problemas, lo que conduce a una búsqueda que no solucionará el problema que intenta resolver, por lo que perpetuará la desgracia. Imagínense lo que sería si los progresistas asumieran los gobiernos, tras una crisis capitalista, y lograran que la economía mundial volviera a crecer a tasas del 8% anual. ¿A cuánta gente le arruinarían la vida al someterla a imperativos económicos que los harían trabajar y consumir excesivamente durante toda su vida? ¿Qué harían con los armamentos, automóviles, electrodomésticos y demás aparatos, que son de las principales causas de muertes, accidentes y molestias humanas? ¿Y cómo solucionarían el problema de la falta de socialidad, de compañía, que sería relegada porque la vida social no incrementa el producto bruto? ¡Ni siquiera hoy, después de dos siglos y medio de una acumulación capitalista que multiplicó varias veces el producto bruto mundial, son capaces de reconocer esto los desarrollistas! Y después salen con que es para generar trabajo para los desocupados. Pues bien, si quieren generar trabajo, tiene que ser trabajo bueno, social y repartido, ya que hoy en día hay trabajo de sobra para algunos y nada para otros, y muchas tareas vanas, o malas, y hechas bajo imposición autoritaria, de lo que son disociales. Si no, serán insultados por quienes padezcan las consecuencias de sus malas prácticas teóricas y políticas, pero pienso que ni así reconocerán sus errores, ya que hasta ahora no lo hacen, y buscan enfrascar en sus planes a la humanidad, como los mandones que creen que para que todo funcione bien el resto de la gente tiene que hacer lo que ellos dicen. Ese es un problema del proteccionismo, que es pío también, ya que carga con la lógica pastoral de la teología en el sentido de que supone que los letrados tienen la misión de conducir al común de la gente para una vida dichosa, de lo que se adjudican el puesto de mando, en vez que buscar la socialización del gobierno.

Para solucionar verdaderamente el problema de la pobreza hay que asumirlo en serio, con todos sus aspectos, en vez que centrarse en el producto bruto, que ya es excesivo desde hace mucho tiempo, y cuya desmesura causa explotación y varias otras desazones. Un requisito básico es que el modelo a seguir sea consensuado socialmente, pero con una sociedad conciente de sus fines. Por eso es que los progresistas tendrían que centrarse en la socialización paulatina, según sea posible, de los medios de producción, y en el decrecimiento económico, pero que alcance para que cada quien tenga lo necesario para vivir. La vía del crecimiento económico es una solución falsa, que no llevará a lo que se pretende con ella, y mientras tanto mantendrá a las pujas internacionales por los recursos terráqueos y naturales, entre ellas a las guerras, y a los demás males derivados de su error.

En ese sentido, un aspecto crucial será el de la cooperación internacional, ya que no se puede terminar la pobreza si las naciones se pelean entre sí para enriquecerse falsamente y a expensas de las otras, por lo que es necesario reemplazar a las identidades nacionales por la fraternidad humana, pero además, y más impotante, es que la humanidad aprenda a convivir, para lo que es preciso superar la creencia y la religión, aunque con eso no baste, ya que ambas hacen a identidades equivocadas, que causan enemistades y llevan a prácticas lesivas. Sin cooperación internacional, el paradigma desarrollista lleva a que cada nación fomente su industrialización, en vez que complementarse los países entre sí, lo que, aparte de explotación masiva y sometimiento de las poblaciones a los planes económicos, aumentaría el descalabro medioambiental y ocasionaría múltiples represiones para quienes se opusieran.

Esta es mi opinión. Pienso que es correcta, pero tal vez me equivoque, y no está socializada, por lo que el asunto tendrá que ser debatido.

viernes, 5 de febrero de 2016

De lo propio y de lo prole

Cuando se dice de una conducta que es propia, apropiada, impropia o inapropiada, sí se refiere a la piedad: se define al comportamiento en relación con el cánon pío de que se trate el caso, lo que me da para pensar si el propietariado no es la clase propia en el sentido de pro pía, en vez que en el sentido de detentadora de bienes. Pienso que puede que, de hecho, ambas cuestiones se hayan fundido en el mismo término, relativamente, lo que no quita que el proletariado sea apropiable y el propietariado desapropiable, lo que responde a las pujas por determinar la práctica humana.

Es curioso que haya una palabra para definir al acto de transformar al carácter humano de modo que el sujeto se comporte en favor de la piedad, la palabra “apropiar”, en su acepción conductual, no en la relativa a la tenencia, pero que su equivalente prole no sea tan fácil de discernir. La palabra “aprolar” no existe, pero sí existe “probar”, que sirve para definir a la práctica de poner al concepto en pro de le porque para probar algo hay que contrastarlo con la realidad circundante, y le, que es “ello”, remite a la realidad objetiva, y puede usarse para referir a la subjetiva, en tanto que lo pío es una práctica que responde a una realidad imaginaria basada en ideas incontrastables, de igual modo que hay prácticas y conceptos prole, imaginarios también estos últimos, pero de una imaginación que responde a la realidad objetiva.

Entonces, habría que corroborar si esta definición etimológica de propio y de prole es correcta. En ese sentido podría entenderse la relación entre las palabras que definen a las clases sociales y su ser en sí, ya que la clase propietaria es más proclive a atender a la piedad y a las pertenencias, mientras que la proletaria es más dada a la familia y a las circunstancias, por trabajar; pero eso tendencialmente, ya que hay prácticas contrapuestas a esa dicotomía, atravesada en general por relaciones de mando y obediencia, por la extracción del plusvalor y por la lucha social.

El hecho de que la propiedad se refiera tanto a la piedad como a las pertenencias es análogo a lo que sucede con la idea del bien, que tiene una acepción relativa a los productos fabricados y otra que remite a lo que cumple con lo que se piensa que son los mandatos de los dioses, o con las normas pías que se supone derivan de ellos, además de los otros sentidos que se le asignan, dados a la justicia, la necesidad y demás, en una puja histórica por definir un concepto cuyo origen ignoramos. En inglés la idea del bien es cercana a la de dios incluso en las palabras con que se los nombra, ya que el primero se escribe “good” y el segundo “god”. Algo parecido sucede con “fine”, que puede que sea una traducción de “fino” en el sentido de “dado a la fe”, como si la fe fuese causa de bondad.

Este esquema flexible, así esbozado, es incompleto, y falta comprobar si es correcto, además de que habría que incluirle las situaciones intermedias, con sus variantes y contrahechos ˗que los hay porque la lógica pía es oligofrénica, porque tiene que responder a la vez a sus ideas abstractas y a la realidad, las que se contrarían porque las ideas abstractas se basan en mentiras en vez que en verdades˗, como es el hecho de que la clase media alta, en general, se proletariza en actividades no directamente finas pero sí dadas a las materias eclesiásticas, como la administración de propiedades, que requiere de la lectura y de la escritura, y del manejo de la ley, que tienen una vinculación estrecha con los conventos y universidades privadas, aparte de con la legislación de los estados píos, de igual modo que la clase baja se propietariza con creencias pobristas, o degradadas, como el diablismo o los cultos esotéricos, que también están presentes en las otras clases sociales, a la vez que sus actividades laborales son más básicas y necesarias.

Ahora bien, que haya una relación íntima entre la piedad y la propiedad no quiere decir que ésta sea armónica, ni coherente, sino que es histórica, por lo que también es conflictiva: de allí las críticas a la iglesia vertidas por el liberalismo, que no impidieron que éste, en general, haya sido pío, pero de una piedad laica, que por momentos se desprendió de ella, centrándose en la acumulación capitalista mientras que toleró a las religiones.

jueves, 4 de febrero de 2016

De la frivolidad

Aunque parezca raro, la frivolidad viene de palabra latina “frĭō”, que quiere decir “triturado”, “molido”, y deriva de un término sánscrito referido a la injuria. El sentido de vano, o de fútil, que le damos nosotros hoy en día responde a que acusamos de frívolo a lo que no sirve a nuestros propósitos, como las cosas cuando se rompen; pero, como la gente es psicópata a veces, o no razona bien sus intereses, se desprecia como frívolo a lo que sea, esté o no roto y sin importar si es justo ese desprecio, como tantas veces se hace en las conductas prepotentes. Así llegó a ser que se asociara a la frivolidad con la fiesta, ya que la cultura católica, en sus malos momentos, reprime a la festividad porque no se condice con la solemnidad de su culto; pero lo mismo hicieron los comunistas, y los anarquistas también, porque los fiesteros no quisimos someternos a los imperativos del desarrollismo económico o a los de la seriedad de la política, porque no entendieron que la alegría que da el baile es un aspecto central de la calidad de la vida del que no gozamos lo debido.

En realidad, el modelo de desarrollo que se debiera alcanzar es uno que reduzca la producción de lo necesario para la humanidad a lo mínimo indispensable, para así liberar a las prácticas más agradables, en tanto que sean fáciles, que tendrían que estar presentes también en la producción necesaria; y más aún, se tendría que intercalar a la necesidad con la libertad, para lo que es preciso que se dejen de hacer las cosas prescindibles. De hecho, el objetivo es que las prácticas necesarias para la supervivencia de la especie sean ejecutadas libremente, es decir, levemente, livianamente, ya que la libertad está emparentada con la levedad, para lo que su realización tiene que estar bien repartida, lo que no puede ser si parte de la humanidad se atarea en cosas innecesarias, que además impiden la realización de otras prácticas, sin las cuales se puede vivir bien, pero que son agradables y deseadas.

De la comunicación verbal

Así como cuando la gente habla dice lo que dice sin tener siempre en cuenta debidamente lo que piensan aquellos con quienes habla, para saber lo cual tienen que darse lugar a que respondan, lo que precisa de un orden social dado para eso, con la comunicación escrita pasa lo mismo: los que escribimos no sabemos lo que piensan los que leen lo que escribimos, a no ser que nos respondan, lo que no puede suceder lo suficiente porque la escritura es un modo de comunicación sofisticado, difícil de ejercitar, y requiere de la tenencia de medios gráficos, a los que no todos los humanos tienen, aparte de interés y de la posibilidad de comunicarse. De allí que la escrita sea una comunicación insatisfactoria, lo mismo que puede suceder con la oral, aunque la oral tiene la ventaja de que no requiere conocimientos específicos ni medios artificiales. No obstante, no por eso hay que abandonar la escritura, pero sí reconocer sus dificultades; pero más importante que eso es el orden social, que es el mayor determinante práctico de la comunicación humana.

martes, 2 de febrero de 2016

Del origen del materialismo

La definición que dio el jesuita Segura Munguía del materialismo lo relaciona con la maternidad, por suponer que “materia” deriva de “madre”, igual que hizo León Rozitchner, lo que no explica porqué el materialismo sostiene la primacía de lo concreto a no ser que se entienda a la relación entre ambos según las prácticas de la generación uterina de los bebés, los trabajos de parto y las tareas de crianza, lo que sería un modo metafórico de vincular a la realidad con la concepción que busca explicarla. No obstante, tal vez esa relación etimológica sea correcta; pero tal vez el materialismo sea una condensación cientificista de lo que fueron las creencias primitivas en la divinidad de la Tierra, dadas a la idea de la “madre tierra”, creencias que existieron en África antes de la Grecia antigua y que perviven en canciones seculares, con resabios tradicionalistas, como “Welcome to Jamaica Reggae”, de Los Pericos, con esa idea de “Mamá África”, y que son como las cosmovisiones pachamámicas, en el sentido de que adoran a la Tierra y a la naturaleza, por lo que son propensas a cuidarlas, aunque mistificantemente, de igual manera que hay una tradición brujista en el materialismo histórico. De ser así habría que corregir el nombre del materialismo, para liberarlo de su lastre diosero y supersticioso. Eso podría explicar la cercanía que hubo entre el materialismo y el pachamamismo en el OSAL, además del indigenismo mariateguista; y la simpatía intermitente que hubo entre el comunismo y las adoraciones a los diablos, o a las creencias extraeclesiásticas, como es el caso de Bajtín, o el hecho de que la persecusión a los comunistas sea denominada “caza de brujas”, así como la búsqueda de libertad sexual de las concepciones emancipatorias, antecedida por las prácticas de los aquelarres. A estas cuestiones habrá que dilucidarlas, lo mismo que habrá que evaluar si corresponde seguir llamando “materialismo” al materialismo, o si no habría que reemplazarlo por un “entismo”, que también sería cuestionable porque deriva del vocablo griego “n”, dativo de “óntos”, participio de presente de “eimí”, que quiere decir “yo soy”: pero así es el lenguaje, que no se basa en una etimología que sería la verdad absoluta, de la que surgirían bien y mal las palabras, sino que es histórico, con la incertidumbre de los actos animales. El problema podría ser solucionado aceptando los usos a sabiendas de sus dislates.


Lecturas

León Rozitchner, La cosa y la cruz. Cristianismo y capitalismo. (En torno a las Confesiones de san Agustín), Buenos Aires, Losada, 2001; Acerca de la derrota y de los vencidos, Buenos Aires, Editorial Quadrata y Ediciones Biblioteca Nacional, 2011.

lunes, 1 de febrero de 2016

De que la razón y el pensamiento son sensitivos y sentimentales

Una manera perversa de comprender a la razón y al pensamiento como ideas puras condujo a la suposición de que ambos carecen de relación con las sensaciones, los sentimientos, la práctica y la realidad circundante. Por eso es que tuvieron que salir los impulsores del paradigma sentipensante a reconocer la relación entre las partes; pero, bien entendido, el pensar es sensitivo, ya que, los animales, al pensar, buscamos dar respuestas satisfactorias a nuestro sentir, para sentirnos bien, a no ser que estemos traumados o inmersos en silogismos abstractos que se agotan en sí mismos, lo que a veces sirve pero tiene sus problemas.

De la hermenéutica, el objetivismo y el “cosismo”

La hermenéutica es teísta porque literalmente hermenéutica quiere decir “náutica de Hermes”. Como arte de la interpretación, es una disciplina que se basa en lo que los griegos antiguos pensaron que era la técnica que Hermes empleaba para navegar, para lo cual, en sus relatos, Hermes interpretaba las circunstancias climáticas y marinas, entre otras, y según esa comprensión dirigía su barco. Lo primero que tienen que hacer los hermenéuticos, para interpretar bien la realidad, es reconocer esta cuestión y que Hermes, en tanto que dios griego, no existió por sí mismo, aunque sí lo hizo como una figura en la imaginación y en las conversaciones de quienes lo pensamos. Luego, habría que hacer una crítica de la exégesis, o sea, de la hermenéutica teológica, para diferenciar lo que hay de verdad de lo que hay de mitos en los libros tomados por sagrados. Por último, habría que hacer una crítica de la hermenéutica moderna, que la reemplace por un interpretativismo objetivista, que sea materialista y pretenda que la comprensión sirva para que la humanidad se ordene justamente.

La subjetividad es contemplada por el objetivismo, ya que la psique es un objeto, del mismo modo que los objetos son conocidos por las conciencias, existan por sí mismos o no, o sea, que el objetivismo, en tanto que doctrina interpretativa, depende de la subjetividad humana, pero no así los objetos que nos rodean, que existen de por sí: no necesitan de que los reconozcamos para ser, aunque a veces sí precisan de nuestra ayuda para perpetuarse.

El objetivismo tiene el problema de que en sus términos es difícil reconocer a la subjetividad del investigador como materia de indagación, porque el objetivismo es la doctrina que prioriza a los seres que yacen ante el investigador, no dentro de él, porque el prefijo “ob” denota una contraposición entre los entes yacientes y el ser que los conoce. El materialismo elude este problema porque puede tomar a la subjetividad de los seres congnoscentes como tema de estudio sin dificultad, aunque tiene la contra de que su raíz etimológica remite a la maternidad, y tal vez a la tierra, en vez que a las cosas. Este asunto se origina en el veto, que supuestamente responde a las buenas costumbres lingüísticas, pero que en realidad obedece al interés fideísta por imponer sus tesis, hecho al “cosismo”, es decir, a la concepción que prioriza la comprensión racional de las cosas, sean objetos o sujetos. De allí que sea necesario permitir entender la realidad en los términos del cosismo, que es una relaboración, mejor definida, del materialismo; y mejor aún es la ontología, ya que es estilísticamente más correcta, al menos para los usos actuales.

Hubo argumentos capciosos contra el objetivismo, que tienen razones válidas, pero insuficientes. Uno es el de la neutralidad de los investigadores: se adujo que los investigadores, al tener concepciones e intereses, no pueden hacer estudios objetivos porque aquellos los sesgan. Otro es la acusación de positivismo, como si la ciencia objetivista pretendiera acumular datos empíricos de los que se deducirían conclusiones sin que medie interpretación alguna. Al respecto cabe decir que plantear que los estudios sean objetivos no supone que los investigadores sean neutros, ni faltos de interpretación, sino que apunta a que las hipótesis sean sujetas a contrastaciones empíricas, a que haya una pesquisa que someta a prueba a los supuestos sostenidos por las concepciones. No se supone que los estudios objetivos conduzcan a saber la verdad absoluta, sino que sean cotejados con la realidad a la que explican para extraer conocimientos probados que son provisorios, corregibles, mejorables y refutables si están mal. Además, el materialismo hizo explícitas sus intenciones, expresó qué modelo de sociedad pretende, aunque haya sido malogrado. Las acusaciones hechas al objetivismo en realidad lo que ocultan es que no lo quieren porque son antisocialistas, o sea, teológicas, conservadoras, o cosas de esas, es decir que lo que presentaron como argumentos bien intencionados en un debate para la búsqueda de la verdad y del orden social que se le debe corresponder eran silogismos retóricos destinados a defender al sistema vigente. No obstante, el desdén objetivista por la subjetividad sí es un punto criticable, al que se puede superar desde una ontología verista que los contenga a ambos, a la objetividad y a la subjetividad, en una explicación cierta de la relación entre la realidad, la conciencia y la práctica, las últimas dos de las cuales son integrantes de la primera.

A lo que es la ciencia, todas dan cuenta de objetos, sean abstractos o concretos, pero las acusaciones vertidas sobre la indagación empírica cercenaron la materia investigable, inhibiendo desarrollos, lo que se nota en el campo del análisis cultural, en el que la perspectiva de la semiosis social, impulsada por Eliseo Verón, privó a muchos estudios comunicacionales de reconocer a los intereses de los emisores, o la relación entre la propiedad de los medios de comunicación y las programaciones, de igual modo que el estructuralismo francés se desentendió de las intenciones de los autores, lo que redundó en el análisis de corpus textuales desligados de sus circunstancias y que ocultaron sus aspiraciones, fuesen mercantiles o meritocráticas, mientras que a quienes explicitaban sus posturas políticas los condenaban por tenerlas, como si el éxito en los negocios académicos no fuese un suceso político, y eso por citar algunos ejemplos de un conjunto que es vasto, pero al que no conozco tanto como para describirlo en general. En las disciplinas científicas, sean sociales o no, hay muchos temas negados, ya que los científicos a veces no quieren y otras no pueden asumir los problemas causados por sus campos, lo que causa males a la naturaleza.

El estructuralismo tuvo un espíritu idealista, no sólo porque recalcara el lugar de los esquemas mentales en la determinación de la realidad sin reconocer los influjos contrapuestos, sino también porque priorizó, como objetos de estudio, a los entes ideales, como lo son las representaciones. Esto es claro en el caso de Verón y del Foucault de Las palabras y las cosas, y no sé si tanto el de Althusser. Me parece, aunque sé poco al respecto, que es el caso del psicoanálisis lacaniano, que pretendió curar con las palabras, sin reconocer la necesidad de transformar a la sociedad para solucionar los problemas psicológicos, lo que condujo a la privatización de la política de los psicoanalistas; pero aún así pienso que hay que valorizar al psicoanálisis, ya que en algo sirvió para educar al laicismo, para lo que es preciso analizarlo y corregirlo.


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En realidad, a fin de cuentas, el problema del conocimiento de la realidad es simple: hay que averiguar para saber, con el método que requiera el caso concreto, que puede ser imprefigurable o no, por lo que quizás sea preciso improvisar; y si hay dudas o críticas, hay que reconocerlas, contenerse y esperar, u olvidarse, hasta haberlas dilucidado, pero las condiciones para hacerlo no son las propicias, por lo que es preciso hacer reconocer a la humanidad que está equivocada en lo que lo está y que tiene que aprender a verificar sus supuestos lo suficiente antes de ejecutar las prácticas consecuentes a esa averigüación, para proceder de buen modo.