Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Del mito de las energías renovables

El hecho de que cuando parte de la humanidad afronta el problema de la contaminación causada por los gases de emisión industrial lo hace mediante la apelación a la llamada energía renovable, o limpia, da cuenta de que todavía no asume en serio la cuestión. Si se quisiera reemplazar a toda la energía de combustión por paneles solares y aerogeneradores, que se sumarían a las turbinas hidroeléctricas, habría que extraer una cantidad enorme de metales y petróleo para fabricar los aparatos y el cableado, y las terminaciones de la red energética, lo que aparejaría un desplazamiento gigante de productos, mediante camiones, barcos y aviones, una explotación laboral inmensa, y también del consumo, ya que los usuarios de los equipos a combustión tendrían que proveerse de los nuevos aparatos y cambiar sus sistemas de provisión energética. Aparte, habría que destruir muchas instalaciones, como las estaciones de servicio que quedarían abandonadas, lo que causaría un montón de basura, y eso entre muchísimas otras cosas, como sería el rearmado de la legislación mundial, la comercialización, la enseñanza del funcionamiento de las máquinas, la adaptación de los aparatos y las pujas competitivas que habría. Es cierto que a gran parte de las instalaciones de la industria a combustión se las debe desarmar, pero eso no está contemplado en los planes de quienes proponen las llamadas energías renovables, y si lo estuviera sería insuficiente. Según los planes en vilo, las energías “limpias” se superpondrían a las actuales, lo que incrementaría aún más la contaminación, y ni aunque las segundas reemplazaran, total o parcialmente, a las primeras, se solucionaría el problema. Se acrecentaría así la contaminación de las ondas eléctricas y electromagnéticas, de las que ya hay mucho en las ciudades, que tienen consecuencias nocivas para la salud psíquica, corporal y social: causan nerviosismo, cáncer, insomnio, preocupaciones, un estilo de vida acelerado y dado a los ruidos fuertes, manías comunicativas, robos, oligopolios, etc., con sus consecuencias. La verdad es que la manera en que la clase capitalista trata el asunto es de una hipocresía y una deshonra espantosas. Cometen crímenes contra la Tierra, de lesa naturaleza y de lesa humanidad. También otros lesivos para la socialidad y la buena comunicación.

La solución, por más que lo nieguen, es la racionalización de la energía, y su uso según sea imprescindible.

Verar

Hay muchos problemas a consecuencia de que los hispanoparlantes no podemos decir y conjugar el verbo “verar”, debido a que no es aceptado por la Real Academia Española. La RAE es una institución que depende del reino de España, y por eso del rey y su consorte, por lo cual hay que tener en cuenta que es conservadora y reaccionaria, al igual que el idioma que propugna. Es decir, que no hay que darle importancia en lo que no corresponde. Vale decir “verar” y sus derivados, lo que verará.

Familiar a verar es acertar.

Del paradigma de la diversidad sexual

Es de celebrarse que se haya aceptado cierta variedad sexual, aunque todavía hay a quienes le repugna, pero también hay que reconocer que muchos de sus defensores también reprimieron, o discriminaron, a la sexualidad así llamada “normal”, es decir, que marginaron a los considerados heterosexuales, lo que causó represión, y encima a veces para sacar ventaja en la competencia para obtener revuelques: una miseria espantosa. Quienes suscriben el paradigma de la diversidad sexual, según lo entienden las organizaciones lésbicas, gays, transexuales y demás, no siempre reconocen que la así llamada heterosexualidad es parte de aquella, y que entonces deben aceptarla y alentarla en tanto que una forma más de los amores. Es más, hay que decir que la clasificación de las sexualidades es insatisfactoria, ya que fuerza a las personas a definir una, o varias, orientaciones sexuales, que en realidad son precarias y que pueden ser fijas o cambiar, a veces y constantemente. Y además no son del todo verdaderas: así como a los “heterosexuales” no les atraen todas las personas del sexo opuesto, a los “homosexuales” tampoco les atraen todas las del mismo sexo. Ni tampoco así se tiene en cuenta a las sexualidades transespecistas, es decir, entre seres de distintas especies, sean animales o vegetales, o inertes. Más o menos lo mismo pasa con los amores transetáreos, con la sexualidad lejana -la paja- y con los sentires de quienes no están enamorados ni apetecen sexo, o sea que no hay que condenar a los que no tienen ganas ni a los reprimidos, los llamados “tapados”, sino dejarlos ser y ayudarlos, y también reconocer que todos somos y fuimos inapetentes y tapados en tal o cual aspecto, ya que los vaivenes del deseo y la opresión capitalista así lo causan.

Tampoco satisface el uso del término “lesbiana” para las mujeres que aman a mujeres, porque remite a la isla de Lesbos, que sólo por circunstancias históricas fue lugar para el amor entre ellas. Lo mismo ocurre con el término “gay”, que quiere decir “gayo”, sinónimo de alegre, o animoso. Tal vez “gay” sea la traducción de “joy”, en inglés, del “joie” francés y de “joia” en brasileño. Y quizás sea la “joda” castellana. Es decir que hay gays que son varones que aman a mujeres, y mujeres que aman a varones. También hay que tener en cuenta que no hay que hacer un imperativo de la alegría y que la tristeza es parte de la vida.

El uso de palabras de psiquiatría tipologizante, como “homosexual”, “heterosexual” y “bisexual”, etc., tampoco satisface, no sólo por ser términos de la psiquiatría capitalista sino porque apuntan a fijar nominalmente al deseo sexual, que fluye y varía, sino siempre a veces.

Además, cuando la gente se sexúa, no le importa clasificar su especie de amor, sino amar, y no a un subtipo humano sino a alguien o a algunos en particular.

Lo importante es reconocer los amores en concreto de las personas, que son concretos, a tales y a cuales, en variación más o menos constante, y no según las reglas de las tipologías.

Muchas veces la definición de una orientación sexual no es sincera, sino que es forzada por quienes componen el paradigma de la diversidad, y termina impidiendo a los amores que no se corresponden con ella.

Otra cuestión a discutir es esa noción de transexualismo que lo supone ligado a la operación de cambio de sexo, ya que si no se presume que la persona es transgénero. Esa definición del transexualismo es cercenadora, es decir, falsa por incompleta. No es preciso operarse para ser transexual. Y más aún, el transexualismo es una forma que todavía no es simple de llamar a la sexualidad. Darle un carácter especial a la ropa que se usa y a las maneras de comportarse es una simbolización, parecida al fetichismo pero sin credo.


Anexos

1. Un problema serio que tiene el paradigma de la diversidad sexual es haber aceptado el mote de “putos”, que es una identidad falsa, impuesta por el capital para subordinar en pro de las instituciones a quienes quieren libertad sexual. Tienen que reconocer esto y reemplazar a esa identidad por una verdadera.

Otro problema serio es que no todos sus miembros reconocen que la libertad, sexual o de la índole que fuere, requiere del comunismo.

Habrá que investigar qué relación etimológica hay entre la diversidad y la perversión. La relación puede que esté en que la diversidad, al conformarse en reunir distintas versiones de la realidad, como son las de los colectivos sexuales, en algo se desentiende de la verdad, y por eso es perversa cuando lo es. Las versiones pueden ser buenas o malas según sean. La perversión es de las versiones malas.

También es un problema la tendencia al sexismo.

2. En la edad media, los gays eran los trovadores y los poetas, no porque fueran homosexuales sino por su carácter festivo. Al menos así lo sugirió Nydia Grotta en la nota 14 del cuento “El Cristo de la calavera” publicado en las Leyendas de Gustavo Adolfo Becquer, editado por Losada en Buenos Aires y en 1981, libro aburrido por mojigato, nota en la que sostuvo que la gaya ciencia fue el conjunto de reglas para trovar o componer poesía de los cantautores provenzales y catalanes en los siglos XIII y XIV. Confirmé esta definición en la Enciclopedia Salvat.

3. La joda tal vez sea una manera de hablar del juego, por lo que los jodones serían los jugadores. Los bufones, llamados “jokers” en las cartas francesas, son los “joqueros”, o sea, los jocosos. Pero hay que recordar que no toda forma de jugar es buena. También que “game” suena parecido a gay.

4. El uso de categorías psiquiátricas para definir la orientación sexual es válido si es bien entendido, es decir, si se entiende que la orientación sexual designada por ellas es momentánea o, más bien, que dura lo que dura, lo que puede ser de mucho a poco tiempo, según sea.

La pedofilia es el amor a los niños

Etimológicamente, la pedofilia contiene a los términos griegos “paidós”, que significa “niños”, y “philia”, que es “amor”, o “amistad”, o “filiación” en el sentido de “relación”. Cuando se equipara a la pedofilia con el abuso sexual a los menores se comete una equivocación. Los así llamados pedófilos no son tales, sino abusadores sexuales de niños.

Ese abuso es malo, pero hay que reconocer que es natural sentir amor, e incluso deseo sexual, por los niños, y también que los niños tienen deseos sexuales, para encontrar una solución al problema, que debe ser la sexualidad consentida o el encauce del deseo en prácticas aceptables. Para que esa clase de sexualidad sea consentida no basta con que la consientan quienes la practiquen, aunque si quieren intentarán hacerlo aún con las prohibiciones sociales que haya, sino que es preciso que el conjunto de la humanidad admita la verdad relativa al deseo sexual, verdad que ya fue estudiada por la psicología, aunque pueda precisársela. Y no obstante, de aceptársela, habría que precisar los modos que serían aceptables. También habría que definir los modos no sexuales de amores y cariños aceptables entre adultos y menores.

El vocablo que debiera utilizarse para hablar del relacionamiento sexual con niños es el de “pedosexia”.

El egoísmo es bueno y natural

Uno de los mecanismos para romper la resistencia opositora que emplean los capitalistas, y que viene de la tortura psicológica eclesial, es el ataque al egoísmo, al que acusan de causar el goce de sí indiferentemente de la vida de los demás. Lo mismo hacen con el individualismo. En realidad, lo que busca ese acoso es la obediencia de los acusados, por medio de una denuncia de indiferencia que es falsa pero que en tanto es creída por parte de la comunidad involucrada en el caso apareja el maltrato hacia aquellos.

En verdad, el egoísmo es bueno y natural. Todos los seres vivos buscamos gozar, salvo los reaccionarios, que a la vez que lo buscan se lo prohíben por culpa de sus creencias. La búsqueda del goce pleno de sí mismo requiere del goce ajeno, por lo cual el egoísmo lleva al altruísmo, aunque a veces a los otros los matemos y transformemos para gozar. Cuando se finge gozar en medio del dolor ajeno no se goza de verdad, aunque según sea se goza bien aunque a ciertos otros les vaya mal. Pero ese goce es repudiable.

Capital y oligofrenia

En tanto que las religiones son falsas, tropiezan siempre con la sensatez de la gente que las cuestiona para averiguar qué hay de verdad en la prédica. De allí que se entabla un combate entre los impulsores de las doctrinas y quienes las ignoran, o piensan distinto, cosa que se repite en las doctrinas falsas que no son religiosas, como el productivismo, que no busca mandar en nombre de los dioses pero que sí pretende imponer un orden que no reconoce a las verdades de quienes no quieren ser explotados, o desean otras cosas. Entonces, quienes intentan imponer a esas doctrinas, apelan a distintos tipos de fuerzas, sean torturadoras o de apariencia amable, y demás, para someter a los refractarios y convencerlos, o hacer que demuestren haberlas aceptado aunque no lo hayan hecho, lo mismo que hacen para sí mismos, por lo cual se viven muchos años de pujas constantes o recurrentes, repletas de trampas, ataques y manijeos, en los que se defiende hasta la vida de sí. Luego de pasarse décadas de esa manera, y siglos en términos generacionales, los cuerpos se abaten, se desgastan, se rompen y enferman, quedan traumados física y psicológicamente, y más por haber las otras pujas históricas, como son las guerras, las competencias           -empresariales, gubernamentales, comerciales o de las que fuere-, las peleas familiares y las de amistades, y así. Ese reviente redunda en una pérdida de la inteligencia, que es la oligofrenia, más dada en las esferas de alta competencia, pero generalizada. Y hasta hay promotores de su estética, que pretenden que se goce de la alienación. La perversión capitalista parece ilimitada, pero no lo es.

Al decir que la oligofrenia es generalizada quiero decir no que los hombres seamos todos oligofrénicos sino que nuestra inteligencia, por más que progrese, es retrogradada por el capital, es decir, que no es lo brillante que sería si se lo terminase. También que los capitalistas se favorecen del progreso de la inteligencia, cosa que es buena en tanto que son prole pero que es mala en tanto que son capitalistas.


Anexo

Cuando se critica a la ciencia por el mal uso que se hizo de ella hay que tener en cuenta que se hizo un mal uso por falta de ciencia: si los humanos hubieran sabido bien las cosas, no habrían hecho el mal uso. Pero eso no quita que parte de la ciencia es mala, no porque no pueda cumplir sus objetivos, ya que los cumple, sino porque, por no tener en cuenta ciertas cosas que exceden a su ámbito, o que son soslayadas dentro de él, los científicos perjudican, a otros y a sí mismos, tal como sucede en las ramas de la ingeniería bélica e incluso en gran parte de las de la industria. Una parte importante de este problema es que muchos científicos son religiosos, o productivistas, y forzados, y por eso no reconocen ni hacen reconocer los problemas soslayados por esas doctrinas, y cometen y hacen cometer las acciones a las que esas doctrinas predisponen, lo que hace daño, ya que no detienen ni reforman su hacer cuando se les oponen los reclamos de quienes no eran contemplados por aquéllas.

Ese problema, entre otras cosas, es consecuencia de la separación disciplinaria que hacen las universidades, por buscar la especialización productiva.

martes, 11 de noviembre de 2014

Lo que hay de legítimo en el machismo capitalista

No se alarmen las feministas por el título. Llegaremos a acordar.

Primero quiero diferenciar al machismo en sí, que es el ser de los machos, que a los machos nos es dado por la naturaleza -y por eso cuando se acusa al machismo se comete una herida indebida-, del machismo capitalista, que es el ser de los machos según les enseña a ser la cultura capitalista. Cuando las feministas critican al machismo se refieren al machismo capitalista -aunque hay brutalidades en el machismo común, que hay que eliminar-. A esto lo digo por haber quienes fuimos heridos por ese error en la categorización, ya que los machos somos machos, aunque no siempre machistas píos ni brutos, y entonces recibimos el insulto todos por igual, como si fuéramos todos iguales en todo, aunque no nos correspondiera. En eso las feministas se tienen que corregir. Los varones antipatriarcales somos machos también.

Luego, señalo que cuando los varones cometen las violencias del machismo capitalista es porque les enseñaron a hacer eso, es decir, que no se les enseña a comportarse bien, para amarse bien, sino a maltratarse, por causa de la falsedad de las piedades y de la brutalidad que no se corrige por culpa del capitalismo. Para gente así, mal enseñada, la sexualidad y el amor son cuestiones muy difíciles, ya que a la censura común que hay al respecto, que nos dificulta saber qué hacer del tema, se suma una maraña enorme de prejuicios y otros maltratos que hacen que el sexo y el amor sean a la vez cosas deseadas y objetos de repudio y represión. Pero los machos capitalistas, a la vez que se maltratan al respecto, sienten algunas veces deseo amoroso y sexual, al que muchas veces no saben plasmar bien en la práctica, y por eso sufren. De allí que no es del todo buena la política que busca perseguir y condenar a los machos capitalistas, porque no termina con el problema de base, que es el capital, por lo cual no resuelve el problema, y dificulta reducir las brutalidades. Es una respuesta acusadora y violenta, más dada a la venganza que a la solución. La manera buena para resolver el problema es hacer reconocer y terminar el capital, y enseñar las verdades que eduquen a la gente en las formas buenas del sexo y del amor, lo que no quita que en lo inmediato valga perseguir, inhibir, enjuiciar, detener y encarcelar a los hombres violentos, según sea lo que hayan hecho, aparte de que hay que esclarecerles la conciencia.

Por otro lado quiero señalar que las mujeres, incluso las feministas, muchas veces son capitalistas, o entran en ese maltrato, por lo cual cometen acciones equivalentes, a las que repudian cuando las hacen los varones, como son engañar, medir vergas, tratar a la gente de cornuda, prostituirse, confabular, reprimir a los malos, ostentar encuentros sexuales, hostigar a enamorados, serrucharles el piso a sus compañeros de oficina, etc. Vale lo mismo para varones y mujeres, y demás, la violencia que hay en ponerse en pareja, que excluye a los enamorados que no son parte de ella. Aunque se entiende que esto es por la opresión histórica, y se les celebra el amor, es una cosa que duele y que hay que superar.

Cuando se miden vergas, se comparan culos, o tetas, y las otras cosas de esas, hay algo en eso que es legítimo. Por eso a veces la gente lo disfruta. Pero también hay algo de injusto, y por eso se lo censura. Habrá que encontrar una solución que no sea la censura ni la exposición hiriente de las ideas sexuales, o sea, la charla sexual gozosa, que requiere de que se cumplan las condiciones de los charlantes, que hay que conocer, además de la justicia social, etc.


Anexo

La acusación al machismo en sí tiene origen en los prejuicios religiosos, que condenan a la animalidad en nombre de la fineza y que pretenden refinar a los humanos. Entonces, el pensamiento propio, propio en el sentido de pro pío, ataca al ser común de los machos para forzarlo a lo que llaman enaltecerse en la identidad sofisticada de varón, que vale en su acepción común pero que tiene el origen latino de “varo”, y tal vez el germano de “baro”, por “valeroso”, en esa noción de la hombría celebradora de la fuerza de los hombres que impusieron el orden humano, y de ciertos hombres por sobre otros, que sirvió también a unas mujeres y que oprimió a otras, imposición que en muchos casos podría haber sido reemplazada por un diálogo que lograra una convivencia pacífica, igual que hoy en día hay gente que glorifica a los guerreros. Pero más allá de este origen, el ataque propio al machismo supone que la gente educada superó su animalidad, que la animalidad es mala, bárbara o salvaje, y que a los machos hay que agredirnos para que nos comportemos refinadamente. Las propietarias no admiten estar equivocadas ni luchan por una buena enseñanza, o sea, por la enseñanza de la verdad, ya que toman por verdad a las falsedades de sus doctrinas propias. Las feministas socialistas, muchas veces por dejarse llevar por esta lógica, repitieron el ataque al machismo. Lo mismo les pasa cuando aceptan la identidad feminista, que es propia porque es refinada. A la maldad del machismo no hay que atacarla sino corregirla bien, pero para eso hay que terminar la explotación capitalista, que embrutece a la gente. En el capitalismo la gente no puede ser buena siempre, porque el capital es falso y falsea a las personas.

Segundo anexo

Para reducir la violencia doméstica hay que desactivar el mito de los cuernos, que condiciona falsamente a las relaciones de pareja, causando recelos, pena y violencia, inevitables en tanto rige el mito porque el deseo sexual se dirige a muchas personas. También hay que abolir la explotación laboral, que mantiene a los trabajadores al límite de la paciencia y les resta tiempo y fuerza para ayudar en las tareas domésticas, y también a la concepción judeocristiana del matrimonio y de la potestad de los hijos, que impide en mucho la crianza comunal.

Otra cosa, difícil de tratar pero que hay que hacerlo, es que en la persecución a la violencia machista hay cierto prejuicio contra los hombres acusados que lleva a que sus respuestas muy pocas veces sean tomadas en cuenta. Es verdad que los acusados muchas veces mienten para escudarse, pero también es cierto que puede que lo que dicen sea cierto, o que aunque no sea del todo cierto tenga algo de legitimidad, y si se lo desestima se comete una injusticia. Un problema es que por la ideología predominante hay parte de la legitimidad social que no es dicha, porque no se la tomaría en serio, lo que causa una falsedad que hace a la violencia.

De uso de los géneros al comunicarse

La cuestión del uso correcto de los géneros al comunicarse no está bien resuelta. Haber agregado artículos y terminaciones femeninos, como cuando se dice “los y las...”, o “argentinos y argentinas...”, no es suficiente y se presta a una sobreabundancia de términos. Llevado al absurdo habría que decir “las, les, los, lis y lus”, y aún así quedarían otros pidiendo que se incluya a los diversos excluidos, como las “læs”, etc. Y habría que decir “argentinas, argentinos, argentonis, argentunis...”, y seguir así, lo que haría imposible hablar. Más fácil es decir “los” y “las”, y las variantes, según la mayoría de aquellos a los que se nombra, y sin pretender que el lenguaje sea siempre exacto, lo que también es un disparate.

La filosofía, garrón

Es necesaria en tanto que persiste la brutalidad humana, pero debo señalar que filosofar no es bailar y cantar entre seres amados con la humanidad plena de placer. La pena es que la humanidad puede lograr vivir a pleno con facilidad, pero no lo hace por necia, porque por orgullo se niega a reconocer sus errores, y repite mentiras muchas veces, lo que le hace hacer mal.

Una cosa importante que no se puede hacer plena dentro del marco del industrialismo, por lo menos hasta ahora, es la economía lúdica, que hace del trabajo un placer. No es cuestión de que se mantenga a la industria tan grande como ahora y que además se la haga lúdica, sino de reducirla al nivel de lo necesario y de que se dé lugar a otros tipos de economías más proclives al ludismo, aunque todos requieren sus seriedades. Estos también debieran ser reducidos a lo necesario, para dar lugar al tiempo libre. En realidad, el tiempo libre de trabajo, es decir, el tiempo en que no se trabaja, si bien es importante, no es más importante que el trabajo libre, o, bien dicho, que el hacer necesario libre, ya que el trabajo deriva del instrumento de tortura romano llamado tripalión. El así llamado trabajo debe ser gustoso y podría ser voluntario, ya que se lo haría a placer y por el placer de convivir.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Burguesía, capitalesía y extracción de clase de la izquierda. Lo capital del proletariado

La burguesía es la clase de humanos que vivimos en los burgos, en las ciudades. Cuando se califica a la clase capitalista de burguesa se comete un error, que tal vez provenga del insulto que los bandidos de la Edad Media le dieron a los burgueses, a los habitantes de las ciudades amuralladas. El término “burgués” viene del germano “vört”, que se pronuncia “fort” y que quiere decir “fuerte”. En la Germania medieval, para defenderse de los ataques de los bandidos, los burgueses instalaron fuertes, en cuya construcción con los serruchos y martillos se hizo ese sonido, vört, y tal vez por eso a los burgos se los llama así, onomatopéyicamente. Lo mismo vale para los términos “constructo” y “estructura”, ya que suenan a obra de carpintería.

Hoy en día todos los habitantes de los burgos somos burgueses, cosa que deben reconocer especialmente los socialistas y más aún los anarquistas, que a veces se las dan de bandidos pero que ya no viven en la intemperie sino en casas construidas con martillos y serruchos, y con otros materiales de la construcción, y con electricidad, agua potable, cloacas y gas, y teléfono e internet, es decir, que deben precisar sus ideas y sus reclamos, muchos de los cuales son justos. Lo que no es justo es la impostura.

Entonces, ahora que se entiende que los burgueses somos ciudadanos y que los que no somos burgueses son campesinos, les reitero a los lectores que el nombre de la clase capitalista no es burguesía sino capitalesía, y que en tanto que la capitalesía es la clase que acepta al conjunto de las piedades la clase obrera en gran medida es capitalista, o sea que se rige por las doctrinas pías del país en el que esté, no siempre, igual que todos los humanos, pero sí a veces. Esto explica en mucho el fracaso de la política socialista para con el proletariado: el socialismo interpela al proletariado con propuestas superadoras del estado de cosas actual pero se topa con los prejuicios religiosos de los obreros, que les fueron inculcados por los curas de las iglesias populistas. En tanto que los socialistas no son plenamente concientes de esta cuestión no hacen una política precisa al respecto, y por eso, entre muchas otras causas que sí son reconocidas bien, domina el capital. Lo que se opone al obreraje -caracterizado por el salariazgo-, sea urbano o rural, no es el capital, sino el empresariado -sea artesanal, comercial, inmobiliario, industrial o financiero, etc.- y el gobierno, en una oposición que también es una relación comunicada. También se le diferencia el clero.

Además, en tanto que la izquierda no reconoce a la parte liberal de su extracción de clase, las llamadas profesiones liberales, que son de clase media y media alta, y menos todavía a los de clase alta, el proletariado pobre la considera con recelo, porque reconoce la diferencia de nivel social pero ella no le es explicitada por los socialistas, por lo cual los obreros saben que queda sin ser dicha esa parte de la verdad, y se resienten. El socialismo es transclasista, por lo que incorpora a hombres -el término “hombres” es genéricamente neutro, aunque no siempre el uso que se hace de él- de todas las clases sociales, incluso de las altas, que se apartan de las piedades al hacerse socialistas, aunque no del todo siempre, sino confusamente a veces, como en el llamado socialismo cristiano.


Anexo

Vörterix, la radio de Mario Pergolini, tal vez quiera decir “burguesía”, como una presunta provocación de derecha de este, a mi juicio, mal transgresor, que es un empresario capitalista del rock.

Crítica al latinoamericanismo

Aparte de tener mal nombre, de lo que ya escribí en otra nota, el latinoamericanismo es parcial: al no ser mundial, prioriza a Latinoamérica por sobre el resto del mundo, y por eso daña a éste y a Latinoamérica. Es cierto que es una defensa ante el imperialismo estadounidense y europeo, pero no reconoce a los pueblos de Estados Unidos y de Europa lo suficiente, y como aliados, y tampoco a los demás imperialismos, como el ruso, el chino y el brasilero, ni a los sueños imperiales de los dirigentes de los demás países, por lo cual les permite persistir y avanzar en sus propósitos. Es preciso reemplazarlo por el terrismo, o el mundialismo, según el comunismo bien hecho.

Eso no quita que valga transitoriamente la integración regional, cuyo modo debe precisarse y que tiene el problema del interés subimperialista brasilero y las demás dominaciones inter e intranacionales. Lo mismo vale para la alianza estratégica con Rusia, China y las otras potencias emergentes. De por sí esos países tienen el problema grave de que son imperiales, o sea, de que son naciones de potencias militares que buscan el desarrollo por medio de la industrialización agropecuaria y fabril y de la financiarización capitalistas, o su equivalente ateo para el caso chino, que mantiene a las formas capitalistas pero sin credo, por lo cual hacen a un modelo explotador, uno de cuyos subproductos es la alta contaminación. Y no obstante, habrá que confirmar si los imperios ruso y chino buscan una relación de subordinación para con las naciones inferiores menos opresiva que la de los Estados Unidos. En ese caso la alianza tiene valor ante el imperialismo estadounidense, pero se debe corregir al modelo de desarrollo que implementa, ya que contiene explotación prescindible y ya que el modo de vida humano que propulsa puede hacerse sin explotación.

De la política socialista y populista para con el lumpenproletariado

De la descalificación de Marx y de Engels al lumpenproletariado, que tal vez haya respondido a las agresiones con que los lumpenproletarios tratan a los ricos, viene que el socialismo tiene una política errada para con los más pobres. Si bien es cierto que a veces los harapientos son delincuentes e inmorales, no hay que desdeñarlos, sino corregirlos. Para que se entienda bien la cuestión, y no se me evada el planteo con cizañas, agrego que hay que corregir a quien sea que lo necesite, sin importar su clase social. Aquel desdén causa que el socialismo carece de una política cierta para con el lumpenproletariado, que la merece por el simple hecho de que son seres vivos. En eso, el socialismo tiene que reconocer su error y cambiar para lograr un planteo placentero.

El populismo, al dirigirse a los pobres, enfrenta directamente al problema, pero deshonestamente: por una parte predica entre los pobres el odio contra los ricos y contra los socialistas, porque son sus rivales políticos; por otra, no los vera, es decir, no les hace reconocer toda la verdad -ya que hay partes de la verdad que son contrarias a su doctrina-, y los pierde en creencias, por lo cual impide su liberación total, aunque en algunas cosas los ayuda.

El lumpenproletariado es el proletariado en harapos. “Lumpen” es “harapo”, o “andrajo”, en alemán, por lo cual los socialistas cometieron una falta de respeto para con ellos al usar el término peyorativamente, ya que la ropa no determina la calidad de las personas, y ya que no es solución descalificar a quienes se comportan mal, aunque eso fue una respuesta embroncada ante las agresiones recibidas por parte de los harapientos.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

El cientificismo comunista es cosa de enamorados de la vida

Hay un prejuicio erróneo por parte de snobs y de posmodernos, además de los liberales y católicos, y a veces de los populistas románticos, en contra del cientificismo comunista, al que acusan sin razón de ser desapasionado y productivista, frío como las tuercas de las vigas de los galpones ferroviarios en invierno. Ese prejuicio se basa en una idea cierta, que viene de reconocer lo que fue el desarrollismo industrializador de la URSS. Los que prejuzgan eso no suelen admitir que aquél fue semejante al estadounidense, pero, más importante, es que quienes pensaron en el desarrollo de las fuerzas productivas lo hicieron para asegurar que se produjeran los bienes necesarios para la existencia de la humanidad entera, por lo cual su tarea se basó en el amor a la humanidad.

El objetivo que persigue el cientificismo comunista sigue en pie. Lo que resta es darle forma a las fuerzas productivas, en mucho desarrolladas demasiado, y más aún concentrarse en la enseñanza de moral a la humanidad, ya que eso es lo que hace falta para lograr aquel objetivo, concentrarse en hacer que la humanidad sea verdadera, lo que terminaría a muchas violencias de las llamadas físicas y psicológicas, que en definitiva son lo mismo: la psique es corporal y el cuerpo el psíquico. Pero más importante es reconocer el amor a la naturaleza y a la Tierra, y más en general al universo, porque así se ordenaría bien el hacer humano.

El hecho de que el comunismo sea una cosa de enamorados de la vida no quita que en su nombre se hayan cometido injusticias, por lo cual vale la crítica al comunismo cuando es justa.


Anexo

El isotipo del CLACSo me parece que representa a cuatro llaves de tuerca atornillando la base de una viga de galpón industrial, lo que se condice con el desarrollismo que propugna.