Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 28 de febrero de 2019

El proletariado como la clase bien criada

Si se entiende a "pro" como "bien" y a "allo" como a la crianza, en el sentido de la creación, o de la generación, el proletariado es la clase bien criada, lo que es relativo, porque no fue del todo bien criada y porque la clase alta tampoco es del todo mala, pero en su mayoría es así. La ventaja del proletariado es que apocó sus ambiciones de poder y riquezas, aunque quizás demasiado, y algo mal.

No debemos engañarnos, el proletariado no es tan bien criado, tiene el nombre algo mal puesto, porque la crianza humana es capitalista, pero es verdad que no acumula mucho de más, o no tanto como la clase dirigente. Tiene más bien un exceso leve en la tenencia de algunos bienes de uso, simultánea a la de la falta de otros, en vez que excederse en la posesión combinada con la de valores de cambio en gran escala, de bienes de uso en medida mayor. La mala crianza del proletariado se nota en la explotación, y responde a la doctrinas oficiales, pero así también a la diferenciación social. En tanto que exista ésta, el proletariado, como grupo humano bien criado, no puede ser. Existe con un nombre cuestionable.

El proletariado es naif

En el sentido de que suele vivir en el lugar en que nació, aunque también migrara mucho, no en términos de conquista pero sí al modo colonizador, u otros menos hostiles. La mayor parte de la colonización fue hecha por emigrantes europeos que eran proletarios, por lo que la crítica al colonialismo debe serenarse, en tanto que no todos los europeos migrantes planeaban explotar el continente. Algunos plantearían vivir según sus tradiciones, cosa cuestionable pero distinta, otros sobrevivir. Algunos huyeron de pestes, a las que esparcieron por los continentes, así como de hambrunas, o de guerras y persecuciones. La colonización no fue sólo la conquista de territorios en los continentes exteriores a Europa sino también la emigración hacia allá del proletariado europeo, que se encontró con las poblaciones originarias y mestizó con ellas, así como lo hiciera la clase más privada de distinta forma. La izquierda a veces entiende mal el tema de lo naif, por lo ambivalente que es lo nativo y porque se entiende a la ingenuidad como lo ignorante, se supone que ser ingenuo es ignorar. En verdad, ser ingenuo es haberse generado en el sitio de residencia, pero para el proletariado éste puede ser la Tierra, porque el proletariado es la más internacionalista de las clases, aunque tiene sus recaídas nacionalistas, regionalistas y hasta localistas. A la vez, la clase capitalista también es terráquea, y tiene su trasnacionalismo, como su ignorancia, pero con la capacidad para someter al proletariado. Tiene un saber de mala superioridad. El proletariado es más de inferioridad mediocre, de calificación diabólica.

Así como el proletariado tiene su ignorancia, tiene también su saber, y es bastante inocente en términos de la apropiación económica, porque se apropia mucho mejor de lo que lo hace la clase mayor, pero eso no le quita sus macanas.

lunes, 25 de febrero de 2019

De la mala crítica humana

En las instancias humanas existe una disyunción que da cuenta de lo equivocado de la ideología principal de la especie, causada por una mala técnica ideativa, de un método fallido para el establecimiento de doctrina, la que no obstante se sostiene por la fuerza de las armas, en tanto que el ejército oficial es procapitalista desde que el capital adquiriera el predominio. Esa mala separación social, dada por la jerarquía, hace a la desigualdad de clases, factor de infelicidad social irremediable. El fetichismo, como lógica desbocada, atraviesa a los órdenes de la sociedad humana en general, adoptando formas diferentes en cada cual, siempre ligadas a una marca de mala separación, de identificación decadente de la realidad. El discernimiento humano no es necesariamente bueno, y hasta ahora se le descubrieron errores muy groseros, más aún en los ambientes más finos, de consecuencias hasta macro-criminales.

De la barra que separa al significante del significado

Así como en las ciencias médicas existe la diferenciación entre la salud y la enfermedad, y en las sociales distintas dicotomías, como la de la conciencia y el inconciente en la psicología, o la de los gobernantes y gobernados en la politología, en la semántica está la diferencia entre el significante y su significado, diferencia relativa porque hay significantes que suenan como su significado, la significación que imita el sonido de su objeto. La relación entre el significante y su significado se hace por convención, es decir, por invención compartida, invención que no es del todo artificial. Es un artificio creado por humanos, así como los otros vivientes significan también. La relación entonces está mediada por la cultura de la que los signos son parte. En economía está la distinción salarial, que diferencia a los proletarios del empresariado capitalista, con el empresariado popular como clase intermedia; en psicología la censura de la moral dominante, que impide o dificulta hacer conciente a lo negado por la doctrina dominante; en política a la escisión representativa la hace el voto, así como en comunicación la hace la mentira. En cada objeto de las ciencias hay una separación operada por algún elemento fideísta. En el derecho está la disimetría entre la legitimidad y la ley. El orden sagrado es lo que reúne a la clase dominante del capital, aunque sea de manera laica, que es de fidelidad extra-clerical.

La fe tiene un lugar importante en la discordancia entre el significante y el significado, combinada con su forma moderna, que es la capitalista, porque es un método de elaboración semántica y porque los credos aportaron mucho para que se generara la doctrina hegemónica. El auge de lo ficticio del capital va en línea con la jerarquización de verticalidad extrema existente en esta etapa de crisis, la de la gran financiarización del capital, así como con el relato de la posverdad, porque la potenciación de la fe y la religión con la ideología liberal moderna ayudó bastante al crecimiento inmenso y descontrolado de la especie en los últimos dos milenios, aumentado mucho desde el siglo XV, y más desde 1750, expansión que está en una etapa mucho más inestable que lo normal, lo de la técnica simple, desde la crisis de 1973, a partir de la cual el capital más especulativo adquirió la preminencia del sistema.

Aquello que desiguala a la verdad de la mentira es la calidad de la adecuación entre el representante y su objeto. Cuando el discurso no representa bien a su objeto se está ante mentiras malas, en tanto que la buena representación se caracteriza por ser más de concordancia entre la idea y la cosa a la que designa. A la vigencia del fideísmo liberal le corresponde la prevalencia del capital ficticio, con un gran incremento de la fraudulencia gobernante y periodística. A nivel bancario esta corrupción moral se corresponde con la aceptación del capital delictivo, el de los tráficos ilegales, los de la trata para la explotación sexual, el de drogas ilegales y el ilegal de armas, que no son los únicos ilegítimos y que se completan con la desidia empresarial ante una ley hipercompleja hasta lo incumplible. Una mala ideación no puede no corromperse, así como todo se corrompe antes o después, y se cae por su propia maldad, que la hace destruirse y caer, pero ¿cómo saber si una ideología es buena? La buena degeneración de la maldad del sistema será una necesidad indenegable, pero ¿cuál debiera ser?

El fetichismo, a nivel comunicativo, se da mediante la verosimilitud, es decir, la apariencia de verdad.

Del carácter blanco del capitalismo

El capitalismo es mestizo porque el liberalismo ecuménico abarca a la humanidad entera, pero en una mezcla liderada sobre todo por hombres blancos. El liberalismo, al venir del cristianismo europeo que se hubo esparcido en África, Oceanía, Asia y América cuando las primeras expediciones intercontinentales modernas, es principalmente blanco, así como lo son los estadounidenses. De eso que a la clase dirigente de ese país se la haya catalogado como blanca, anglosajona y protestante, más abierta en su base y más cerrada en su parte capitalista.

Economía purificante

En tanto que las finanzas son los valores puros, endiosados desde la moneda, la explotación es purificante en que engendra abstracciones finas, así como en el castigo se lastima al cuerpo para alcanzar lo divino. La economía capitalista replica la lógica de acometer prácticas autolesionantes para purificar el alma en la forma social de explotarse para acumular valor abstracto. La explotación no es sólo proletaria, sino que es total, abarca a la sociedad entera de maneras distintas.

El socioliberalismo se desprende del liberalismo

El liberalismo socialdemócrata es liberal a la vez que se le desprende, por lo que tiene de socialista, sin que hasta ahora se le haya separado. Es un socialismo democrático monoteísta, tolerante con la crítica al credo pero miembro de congregaciones religiosas, a la vez que promueve al capital: es de conciliación conservadora entre las clases, de conciliación favorable al capitalismo y al empresariado, ahora en crisis en el catolicismo pero firme en el protestantismo, presente en el continente latinoamericano por medio del evangelismo. El evangelismo es el protestantismo latinoamericano, alentado desde el protestantismo del imperio estadounidense, ya que a las iglesias se las financió desde allá. El tema entonces es que el pueblo es muy teísta, muy creyente en dioses de diversa índole. De la población mundial como el 70 por ciento debe ser teísta, sino más, y si no debe ser algo así. Cuando fue la revolución rusa sólo la comuna de París hubo sido un gobierno ateo. Ahora hay algunos países corregibles es cosas tremendas, una historia larga de fracasos y entre un sexto y un cuarto de la humanidad es atea. El cuestionamiento a los dioses estuvo en Sócrates, y ya en los asentamientos pre-civilizatorios debió existir como crítica al animismo jerárquico, y permaneció oculto durante la edad media, emergiendo de manera falsa en la ilustración como cientificismo fiel, que es el de la ciencia burguesa principal.

El de la creencia es un método práctico

La creencia incide en la práctica porque a la práctica se la decide con el pensamiento, que autoriza a actuar motrizmente siguiendo juicios morales derivados de ideologías conceptivas en su mayoría crédicas. La confusión entre las hipótesis y las tesis verdaderas sucede también en el materialismo, aunque allí es más cuestionable. En los países de constitución materialista a la creencia se la debe poder poner en su lugar más que en los liberales, de materialismo más fiel que científico, pero aquéllos no deben ser mucho mejores que éstos, en el caso de que sean mejores. El comunismo, como es materialista, es cientificista, así como es ateo, por lo que existe en sus países un cuestionamiento mayor a la religión téica, pero también procede muy mal por su ignorancia, por tener saberes insuficientes para sus planes de desarrollo. Tienen una ciencia incompleta, que condujo a imposiciones muy crueles sobre poblaciones indefensas, así como a la destrucción de gran parte del empresariado popular del mundo, con la ruina concomitante de sus empleados. La cuestión ecológica será un objeto de reprobación para el comunismo capitalista así como la explotación laboral. El comunismo no puede eliminar la desigualdad entre una clase empresarial y otra asalariada. De hecho la replica en sus países. La clase empresarial suele ser de estudios superiores a los de la obrera. Eso es un hecho mundial, ya que el capitalismo tiene un sistema de contratación asalariado, teísta hasta en la etimología de la moneda, a la que se llama así por el sobrenombre de la diosa Juno. La economía es de fe hasta en la palabra que se usa para referirse al capital impreso, la de la moneda, que es por Moneta, el apodo de Juno, la diosa de la maternidad del politeísmo romano. Por la vía del profesionalismo, que requiere de estudios superiores a los de los ciclos básico y medio, enseñado desde universidades bastante liberales, el empresariado de estudios superiores alcanzó un nivel más alto de extracción de valor que el de los profesionales asalariados y cuentapropistas, de una educación capitalista acorde con el teísmo y con la fe, al que luego se replicó en la especulación de las finanzas. Entonces, la socialización económica requiere de la crítica a la fe, por el lado de la profesión y porque la moneda, en sí misma, es un objeto teísta, relativo a la mitología romana antigua. La asunción social de la crítica a la fe es una condición tan necesaria para el socialismo como la socialización de las empresas grandes y medianas, porque las faltas de la fe implican daños macro en términos ecológicos, no sólo económicos sino también bélicos, tantísimo peores, o tal vez no porque la explotación laboral es constante: son factores destructivos permanentes y graves, el bélico como forma superior del laboral. Tanto los prejuicios como los juicios aparentes influyeron en las dos guerras mundiales habidas hasta ahora, que se prolongaron como guerras dispersas de menor intensidad, como una guerra mundial moderada, reducida a medio baja en las zonas de armisticio y muy intensas en las de guerra declarada, y crítica, con tenencia de bombas atómicas desde la segunda guerra grande. De allí que la cuestión cognitiva vaya a ser un problema urgente, incluso para quienes sobrevivieran a un estallido nuclear. El hecho de creer consiguió establecer doctrinas crédicas, por lo que hay una relación estrecha entre la fe y el gobierno religioso. Luego, como tema menor de la explotación natural, están los accidentes de las prácticas cometidas a creencia, también dados en otras especies, en las animales por lo menos, ya que la intuición es genitiva de los animales, y de los vegetales puede que lo sea. La diferencia con los vegetales es que los vegetales se mueven poco de acuerdo a su voluntad, pero algo se mueven, por lo que tienen que decidir su movimiento, a lo que hacen desde su sensibilidad. El hecho de que los animales no humanos sobrevivan da cuenta de que su sensibilidad les permite saber lo necesario para vivir, así como murieron por equivocarse.

Para que la humanidad viva bien de verdad la creencia tiene que ser reemplazada por el saber verdadero, que hasta puede no ser bueno, es decir, que de la concreción del paraíso en la tierra que sueña el socialismo distamos mucho. El socialismo ateo reemplazó el objetivo religioso de elevar el alma al paraíso luego de la muerte por el de concretar la utopía del paraíso terrenal, pero concretar eso es imposible, podría llevar siglos, porque para eso todos los humanos religiosos tendrían que abrazar el materialismo histórico, y eso como condición necesaria pero tal vez insuficiente.

El comunismo puede ser una religión, o ser como las religiones, pero a condición de que sea bueno. Sería una religión en el sentido de una relación de la sociedad humana entera, pero de discurso veraz. Entonces, la veracidad social es un indicador del proceso histórico, más propenso a creer que a la ciencia, lo que señala lo lejos que está el inicio de una socialización económica plena, ya que los obreros distan de comprenderla y de exigirla bien y en gran escala, otro tema necesario, además del de la obtención del gobierno ejecutivo. En eso sucede el fracaso del socialismo, sea el religioso, como el del socialcristianismo castrista, el del Foro de San Pablo, o el de la socialdemocracia atea, que gobierna poco, menos que el comunismo leninista, y sometida directo a la ley nacional del capital: a nivel mundial la ley trasnacional es capitalista, por lo que el mundo sigue siendo capitalista incluso en el bloque comunista, cuyos gobiernos son de capitalismo alterno, más de empresas gubernamentales que privadas, ahora en forma mixta. En el progresismo latinoamericano del Foro de San Pablo confluye el socialismo ateo del marxismo con el socialismo cristiano, como el de Maduro, Alfonsín y Lula, además de la izquierda demócrata cristiana, como parte del kirchnerismo, o del obradorismo, ambos progresismos de centrismo católico, el primero más de centroderecha y el segundo más proclive al socialismo primario, pero liberal. El liberalismo socialcristiano hace a la parte monoteísta del centroizquierda, así como la democracia religiosa es de centroderecha. Acá sitúo al FpV, de progresismo peronista demócrata cristiano, que es procapitalista heterodoxo desde que la iglesia católica sostiene al capital, aún ahora que está en fase crítica, y seguiría sosteniendo al fideísmo católico socialista en el caso de que se impusiera en los gobiernos. América Latina es un continente cristiano, separado entre católicos y protestantes, con hibridaciones originarias, africanas y de los otros continentes. Como las leyes son o bien católicas o bien protestantes, porque el liberalismo es de raigambre cristiana, los gobiernos fueron cristianos en general, habiendo habido pocos ateos, más bien esporádicos, con la excepción del de Cuba desde 1959, algo propenso al cristianismo obrero, como el del moralesismo, aunque sin haberse mezclado tanto con el pachamamismo inca: coinciden en el apoyo al progresismo católico franciscano, así como el socialcristianismo y el cristianismo liberal moderado en general. El progresismo masivo se concentra en este espacio político cuando el proletariado no se enfoca en el oligárquico: el proletariado es en gran medida creyente, de religiosidad popular, lo que hace a su conservadurismo y a su lentitud, cosa que tampoco deba ser constante. La crítica del proletariado lleva a reconocer su moderación y su derechidad, las que no están aseguradas, lo que marca el retraso social y las imposibilidades para el trotskismo, otro socialismo ateo, de social-democratismo poco asumido, lo que lo inclina a las acciones insurgentes. Las elecciones son buenas instancias para medir las aspiraciones políticas proletarias, que dan una pauta fuerte del estado de la conciencia social de la especie y que tienen mucho abstencionismo, lo que también habla de algo. La crítica al voto también es necesaria para la buena transformación, en tanto que el voto es un sistema fiel para la elección de los gobernantes. Ya si se separa entre gobernantes y gobernados está mal. En todo caso el gobierno social debiera ser entre gobernantes mayores y menores, de acuerdo a la edad, eso como modo de entenderlo, y eso no bastaría para que sea siempre bueno.

La humanidad es una especie mónida, de monos superiores. Los humanos somos los supremos de entre los monos antropoides.

El populismo de derechas trumpistas como conservadurismo duro

Entiendo a la oleada reciente de gobiernos de derecha retrógrada no como una reacción grande ni como de ultraderecha, sino como contrarreformistas, como gobiernos desprogresantes, de reacción leve, enmarcada en el constitucionalismo liberal, en tanto que apuntan a desmantelar las conquistas moderadas de sus antecesores progresistas, oscilantes entre la centroderecha y el centroizquierda.

El tema con la derecha dura es que la crisis capitalista la lleva a extremarse hacia la guerra, con armas atómicas de por medio. Los contrapesos a la ultraderechización, que vienen del liberalismo moderado, más inclinado al proteccionismo democrático de religiosidad popular, aparte del socialismo ateo, no pueden detener el impulso capitalista a la concentración y abstracción del capital, con la degeneración social que eso conlleva y los comportamientos sociales macro-suicidas, como lo son las guerras. El asunto es si la humanidad podrá asumir su mala conducta antes de caer en una guerra atómica, lo que es poco probable, y qué guerra atómica sería si se desencadenara, antes que el balance del uso de armas nucleares, quizás insuficiente para la desnuclearización.

De la poligamia en el comunismo

El objetivo mayor del comunismo es el establecimiento de la buena poligamia: la satisfacción de las necesidades sociales básicas es un fin en sí mismo que además apunta a la de las altas. La conyugalidad es de índole superficial en el entramado social, cuya base es sobre todo económica y cuyo intermedio es más que nada político, pero los niveles existen entremezclados: es una escala relativa. Los asuntos referidos a la socialidad más leve, como los de la amistad, el amor y el sexo, son superficiales, en el sentido de que hacen a las actividades más ligeras de la especie, lo que no es necesariamente malo, ya que la superficie es parte del todo social. Existe un prejuicio contra lo superficial, dado mucho en las corrientes populistas, que al priorizar al pueblo omiten atender bien a la cima social, lo que en términos filosóficos se traduce en el desdén por lo externo, el ornamento y lo alto, prejuicio también alimentado por las maldades causadas por la elite. El objeto del prarquismo, la toma de partido por el buen orden social, es que el conjunto social se componga bien, para lo cual deben ser buenos tanto su superficie como su fondo.

La legalización de la poligamia es una reivindicación inmediata, así como lo son los derechos de la sexualidad alterna, pero su existencia no podrá suceder del todo bien hasta que se hayan ordenado bien la economía y la política, porque las prácticas leves son determinadas principalmente por las más pesadas. Un escollo grave que tendrá dicha legalización es el de la oposición de las iglesias y la de sus adeptos, bastante dados a la monogamia absoluta, lo que se resuelve mediante la autocensura sexual y la concreción deshonesta, la primera vinculada simbólicamente al purgatorio, como detentadora de deseos tenidos por pecaminosos, y a la culpa de no cumplirlos, y la segunda al supuesto infierno, con el mito de los cuernos como forma fetichizada de comprender a la infidelidad matrimonial, siendo ambas patológicas, o bien a la sublimación y al coito distante, cuando no a los intercambios snobs de las parejas, que implican gratificaciones supletorias, a veces malas e insuficientes y que pueden haber derivado en manías acumulativas, como lo es la de la acumulación de capitales, si se troca a la tenencia de los seres amados por la de objetos que los representan subconcientemente. Con el amor a los dioses puede que haya pasado algo parecido, ya que se proclamó el amor a dios como modo mal trascendido de amor por la propia comunidad. La adopción de la buena poligamia general dependerá, además de del socialismo y del comunismo, necesarios para la liberación de la práctica individual, de la admisión verdadera de la cuestión sexual por parte de la sociedad, ya que entendiéndola mal no se puede enmaridar muy bien. La poligamia tampoco debiera ser impuesta de mal modo, ni ser absoluta, ya que cabría la posibilidad de establecer monogamias bien consensuadas. Es un tema de autogestión social del matrimonio, en relación a la económica y a la política, entre los demás rubros temáticos.

Con el patriarcado se le dio mucho lugar al orden económico porque el patrimonio es el dominio paterno, ya que "monio" viene de "moneo", palabra latina referida a la mente. El matrimonio es el dominio de la madre. En el patriarcado, las cuestiones paternas adquirieron preponderancia por sobre las maternas, como pasa con la economía y la política en relación a la crianza de los hijos. En el fratriarcado esto debiera ser igualado y las instancias repartidas según lo permitiera nuestro cuerpo.

La dialéctica y el progreso malo

El esquema de la dialéctica, en que a una tesis se le contrapone una antítesis y cuya tensión se resuelve en una superadora síntesis, tiene el error de dar a entender que a los problemas se los debe resolver siempre yendo hacia arriba. En ocasiones, como cuando algo fue mal erigido, la buena resolución del asunto precisa de que se lo baje, de una síntesis bien inferiadora. En el caso del mal progreso operado por el capitalismo, el defendido por la dialéctica hegeliana, de protestantismo liberal originario, hace falta mucho descenso, por lo mucho que se levantó mal para el sistema.

La idea del progreso, según la entiendo, es sinónima de la idea de la revolución, en tanto que el progreso supone una gradación para mejor a partir de cierto estado, en tanto que la idea de la revolución exige una nueva evolución. Las transformaciones menores que caracterizan al progreso, según se lo entiende usualmente, son cambios revolucionarios, pero que no modifican al sistema general por su cantidad menor, pero las llamadas revoluciones también son progresos grandes. El pasaje de un grado al otro implica una evolución nueva. El problema es que la revolución no es necesariamente buena: es más, casi siempre es más buena que mala, pero con males inmensos. Entonces, para los revolucionarios se vuelve necesario establecer una buena definición de la revolución, definir bien la meta de la revolución, a qué estadío social se quiere llegar, así como el modo de alcanzarlo. Sólo cuando hubiera buen consenso social sobre el objetivo y el método se debiera operar la transformación mayor, ya que ésta requiere de que sea la sociedad la que la haga, o al menos de que la ejecute la mayoría de la sociedad. La revolución debe ser mixta, es decir, tanto activa como pasiva, puesta en práctica por la infraestructura social como por la superestructura. La tendencia a la concentración de los sistemas jerárquicos hace que las mayorías sean propensas a ser progresistas, pero eso no se resolverá bien hasta que se haya asumido bien y socialmente la cuestión de lo sacro, porque la jerarquía es el orden sagrado, que en la modernidad es de economía y política fetichista. Hasta ahora las revoluciones generaron ampliaciones en el orden dominante, pasándose de sistemas mono-teocráticos a monarquías clericales y al republicanismo constitucional, en el que la clase dominante se compuso del empresariado laico, que es de culto extra-eclesiástico. Aunque haya habido esta ampliación, estabilizada en la oligarquía actual que es la clase capitalista, sigue siendo un sistema vertical. Una conquista sería la mesarquía, el gobierno de algunos, pero aún así no sería el de toda la sociedad.