Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 17 de agosto de 2017

Aspectos poco reconocidos del hedonismo

Al hedonismo se lo suele equiparar con la propensión a obtener placeres como los del acto sexual, la alimentación, la embriaguez u otros, como el del arte sonoro, o el de los paseos, pero se lo asoció poco con los placeres convivenciales de carácter más público, como lo sería el ejercicio del autogobierno social, o el de la autogestión económica. Ambos serían placenteros porque les permitirían a las personas vincularse gratamente, y en cuestiones fundamentales para la supervivencia, pero en el marco de concepciones falsas no pueden tener el éxito necesario, porque las personas están mal predispuestas para eso por los juicios equivocados y por sus consecuencias prácticas.

miércoles, 16 de agosto de 2017

De que el valor de cambio tanto como los dioses son abstracciones puras

Ya debo haber escrito esto antes, pero no me acuerdo. Así que lo vuelvo a tratar.

Una cuestión central a la economía fideísta, y a su derivada en el capitalismo socialista, es la del carácter puro del valor de cambio. En tanto que representación mental, como números en la conciencia, el capital llega al máximo nivel de pureza alcanzado hasta ahora, como la representación subjetiva que se hace de los dioses, que son ideas puras. Como valores financieros, objetivados en billetes, títulos de deuda y acciones, este capital se concretiza más, y más aún lo hace cuando se trata de las sedes fabriles, la maquinaria, las herramientas, la tierra y otros parecidos a éstos. Entonces, de abajo hacia arriba, hay una transformación de la materia que parte de la más concreta y que llega hasta la más abstracta, que son las ideas puras de la especulación capitalista, necesarias para la transferencia de liquidez. Eso demuestra la afinidad conceptual entre el capitalismo y la piedad, que existe porque el capitalismo es un sistema fetichista y que enaltece a la razón pura, de raigambre kantiana, una filosofía tanto pietista como protoburguesa, que tiene antecedentes en la filosofía medieval y antigua, en particular en el aristotelismo, en el que el intelecto activo fue asimilado a los dioses por su capacidad de hacer que se transforme a la materia según sus designios, y que además era burgués en el sentido de urbano, y era aristocrático, aunque al modo esclavista. El modo de producción griego antiguo fue un politeísmo esclavista y patriarcal con gobiernos más o menos hipoárquicos, en tanto que eran entre tiránicos y democráticos, pero de un democratismo restringido a los hombres libres, que eran minoría.

La lógica que reúne al capitalismo con la religión es una lógica boba. Todas las lógicas religiosas tienen algo de bobería, más que las ateas, que también la tienen, en tanto que la bobería es un rasgo del carácter humano que es más preponderante en las creencias. Por lo tanto, es una lógica que aplica históricamente, con excepciones, variantes y dislates.

La razón abstracta no es mala en sí misma, y es necesaria para la buena convivencia.

martes, 15 de agosto de 2017

El conflicto social como furcio productivo

En el psicoanálisis está la idea de que el furcio es una manifestación de lo inconsciente, de aquello, en el plano del sentido anímico, que es reprimido por la lógica dominante, y que queda latente, mientras que las personas pujan por darlo a conocer cuando lo recuerdan, sin poder lograrlo comúnmente, por lo que lo expresan cuando el orden dominante se debilita o entra en crisis, porque entonces pierde fuerza o se fisura, permitiendo la emergencia de ese sentido subyacente, mediante los actos fallidos. El superyó, que es la interiorización psíquica del orden moral dominante, se basa en la ideología dominante, que, como contiene a una concepción del mundo y del deber ser, pretende ordenar a la conducta de acuerdo con ambas, lo que requiere de la represión de aquellos impulsos naturales a los que no hayan reconocido bien, porque en tanto que no lo hicieron no los pudieron tematizar como cuestiones importantes para la formación del carácter y merecedoras de permiso y encauzamiento social. El problema es que, en tanto que la concepción dominante está falseada por sus malas ideas, no puede representar bien a los aspectos de la realidad contrarios a su perspectiva, lo mismo que le sucede a las concepciones dominadas con las cuestiones con las que les sucede, pero que en general no están mal condicionadas por el interés sociocapitópata, ni tanto por la religiosidad estricta.

Con la conflictividad social sucede algo parecido, en tanto que el orden social dominante pauta un modo de interrelación humana que pretende que las personas nos comportemos tal como éste estipula, sin importarle a veces qué vida concreta nos depara, por lo cual queda un sustrato de reivindicaciones que no es atendido por la clase dominante, porque su ideología no lo representa bien, y que llega a manifestarse mediante su proclamación por parte de los actores que las elevan, y con menos dificultad cuando el sistema dominante entra en crisis mayores.

lunes, 14 de agosto de 2017

En defensa de lo etéreo y de lo suave

Acá, por la prédica piadosa y pobrista, prendió, incluso en la izquierda, la necesidad de lo grave, lo serio y lo consistente, la consustancialidad pesada, que fue entendida de mala forma. Por eso la insistencia en permanecer en la base, en lo más concreto, en la materialidad robusta, tomando a la ligereza y a la medianía como cualidades despreciables, como frivolidades de acomodados, de gente vana e inservible. Ni la una ni la otra idea sirvieron para resolver a la historia humana debidamente. Ambas son imposturas, basadas en una clasificación de la materia inteligada a la escala social, que reserva lo sutil para la clase alta, lo mediocre para la media y lo más grosero a la baja. Es una entelequia equivocada. Lo etéreo y lo suave, tanto como lo mediocre, son parte de la esencia de la historia humana, y deben estar bien compuestos con lo más macizo, pero eso requiere de la igualdad social y de la verdad sapiente.

viernes, 11 de agosto de 2017

Joder, foder, cojer. Dos dimensiones de la sexualidad

Hay una semejanza entre estas palabras, que entremezcla al juego con el sexo. Los españoles a coger le dicen follar, y dicen joda como sinónimo de molestia, como acá cuando se la trata a la gente de jodida, equiparándola a maltratante, o a frita. Cuando dicen que alguien está jodido es que fue perjudicado, o mal quistado. Hay una remisión de la joda al maltrato, como cuando la gente pide que no la jodan, e irse de joda e le dice a salir de juerga, a parrandear, formas adultas de jugar. Entonces, tanto la actividad sexual, la sexicación, como el juego, están mal definidos, al ser parte de un orden social mal producido. La falencia gay es correlativa a la mala productividad general del orden social, porque la coexistencia humana es conjunta y se influencia recíprocamente, pero asimismo lo es su éxito, y por el mismo motivo a la inversa.

La sexualidad es lúdica, y en la prostitución es de un ludismo fallido, por ser de amor falso, a consecuencia del sometimiento sexual y de su financiarización, el mercantilismo es cortamambo, es desenamorante, y el ludismo las más de las veces es asexual, y también de cualidad variable según su composición con la del resto del orden social.

La sexualidad se compone de dos partes. Una es la natural, el sexo corporal, el biológico. La otra es la cultural, la que se forma con la socialización, que abarca tanto a la identidad social como a la sexualidad ejercida, a la práctica sexual.

Para precisar la crítica a la clase dominante

Hasta ahora, la crítica a la clase dominante viene remarcando sus faltas, sin hacerlo tanto con sus logros ni con las injusticia que sufriera. Estimarlos debidamente es necesario para deponerla de buen modo. Al progresismo le falta asumir que la injusticia social no se debe sólo a la maldad de la clase dominante, sino también a su contraparte de las clases dominadas.

jueves, 10 de agosto de 2017

Atendido por su dueño...

Soliloquio de San Pedro. “Arturo... Ernesto... María Claudia... Roberta... Mmmhh... ¡No está!...”. “Me dijo usted que se llama Pato ¿no?”. El interlocutor asiente. San Pedro se toma una pausa en la que se rasca la barbilla, y afirma: “Se va a tener que ir para abajo, mijíto”. “¡¡Pero señor!!”. “¡Blá bla blá!”... Argumento chanta. Y allá abajo lo mandaron.

miércoles, 9 de agosto de 2017

... y de la del vidrio esmerilado. Impresionistas, tropicales y seriadas














El carnaval no puede suceder tan bien durante el gobierno privado,
ni en el popular fidente, ni en el capitalista.
El anhelo carnavalero no puede concretarse completo en la piedad,
por lo que el socialismo ateo deberá deponer a la teocracia,
tanto a la islámica, cuyo republicanismo es monárquico,
como a la cristiana, cuyo cual es constitucional,
ambos sufragistas en general; 
y así deberá hacer con las otras,
como las místicas y las animistas,
porque aunque sean originarias son teístas,
se explican la realidad miteramente.

El carnavalismo internacional tiene su falta grave,
por ser carnavalista,
por avalar el consumo de carne animal no humana,
y tiene otras tantas faltas graves,
pero debe ser porque la ingesta de carne animal es necesaria para vivir sanos. 
Es que se explota a la ganadería de sobra,
por la compulsión acumulativa de finanzas,
para las cuales el ganado es una fuente de capitalización,
en tanto que se lo mercantiliza,
y por la mala dietética de la barbarie en curso.

El aval social para la ingesta de carne animal también debe ser bien moderado,
pero eso requiere de la socialidad productiva.
Es preciso que la humanidad peque bien.

El carnaval bien podría ser preponderantemente vegetariano
y hasta vegano por períodos,
y aún así ser carnaval,
porque la vegetal también es carne.

La carne es el tejido mascable de vivientes descuartizados.

Transformaciones de la foto borrosa de la canasta de frutas

















Olodumeras. Estas deformaciones fotográficas son primitivistas,
y hasta críticas de la religiosidad africana.
Son olodumeras por la banda de samba rock.
En la última se nota el eje de la ventana,
a lo alto a la izquierda,
sobre el borde de la canasta,
bajo la que está su sombra y el relieve del cuenco de kinotos.

Apellidarse así es nombrarse algo mal

Apellidarse remite a la economía porque el apellido es laboral. El apellido es laborista, se apellidó a laburantes. Muchos apellidos remiten a labores anteriores, a las tareas agrícolas, a las artesanales, a las de los gremios. El apellido corriente proviene de una herencia laboral, a la que se ordenó píamente, va del apellido paterno a los hijos de los matrimonios y de las parejas deshechas; se le superpuso orden teísta a las propiedades fabricadas, que pasaron a discurrir en el legal, que en la herencia son manejadas según la familiariedad pietista, hoy capitalista, desde que la modernidad, que era pietista, porque el monarquismo renacentista fue pío, antes de convertirse en absolutista, se tornara en capitalista, cuando el fideísmo moderno se convirtió en capitalista, luego de la revolución industrial, de cuño fidente. Aquélla fue una revolución industrial fidente, de compulsión productiva creedora, diestra y modular, serial, de modernidad féica, sobre y mal producente en algunos aspectos, la revolución de la energía a combustión de carbón, que se combinó a la mecánica para las bobinas ferroviarias y navieras, que después funcionarían a motricidad cilíndrica a combustión de nafta, diésel y gasoil, antes que a biocombustibles, y luego a la carbonífera le seguiría la energética de la electricidad, como la hidráulica y después la eólica, modernidad que más tarde adoptaría a la energía nuclear, de explotación de metales radioactivos. Entonces, los apellidos tienen una carga laborera y su fetichización, llevan a la fe en su historia porque su historia es fea. Los nombres y apellidos remiten a la historia humana, se los conformó en ella. En el capitalismo los nombres de las personas están disociados de la práctica individual, aunque no del todo, pero no se apela a la gente según lo que estén haciendo como podría hacérselo. Apellidar viene de apelar, y los apellidos tienen un origen laboral porque a las personas, a veces, se las denominó según el trabajo que hacían.

La hicencia de los apellidos está eclesiada, tiene iglesias, y en inglés a lo feo se le dice ugly. Se le dice así porque la fealdad es églica, eclesial, y como la iglesia también pautó al saber, también intervino en la conformación de los apellidos, por haber ordenado a su producción laboral y por haberlo hecho con la conceptual: los “Fernández”, que eran fierreros, herraron cruces santificadas, como los “Fernandos”, o los “Ferrer” y los “Ferrero”, o las tallaron los Tagliaferro. Los oficios fueron ordenados para la producción de civilizaciones creyentes, por lo que se trabajó para creer, para proveer de productos fabricados al ordenamiento religioso. El creyente es un orden fallado que rige en gran parte del planeta, por lo que muchas tareas fueron dedicadas a la fabricación de los elementos religiosos, y los otros también fueron relativos a la religión. Hubo mucha explotación requerida por ésta, para los templos, para sus libros, para su iconicidad, sus plegarias y papelerías, para los archivos, en otros de los cuales se guardó a papeles estatales, con información apellidada durante gobiernos pieros. La producción laboral capitalista es fideísta, teniendo bondades, y de un materialismo también algo malo en los gobiernos ateos. Como la apellidación internacional está en parte mal producida, al idear algo mal la humanidad, el apellido lleva una forma algo mala, una forma laboral en parte mal ideada. Es la nominación algo mal producida, en tanto que a las naciones las guía un idealismo algo fallado, en conjunto capitalista, en parte materialista y en parte fidente, fallido por su fidencia, por su capitalidad y por su mala materialidad, por lo malo de su materialismo. De allí que el apellidaje se haya formado tanto laboral como píamente. Los apellidos se formaron laboralmente, pero esa laboralidad fue pía, incluso en el bloque socialista, que tiene un pasado fidente, creyeron en Confucio, y de internacionalismo competitivo: su materialismo es insuficiente por sus propios defectos y por los del bloque liberal pío.

Al ser conjunta la práctica humana, el materialismo, para imponerse, tiene que lograr que de toda a gran parte de la humanidad sea atea, aparte de socialista: la revolución productiva requiere la de su parte conceptual. El socialismo no puede ser exitoso entre naciones teístas, por lo que precisa de la internacionalización del ateísmo. El materialismo no puede avanzar sobre el teísmo sin el ateísmo, pero tampoco capitalizando mal, porque eso le agrega mal al orden social, que termina siendo algo mal producente, o sea, llevando una coexistencia contrariada, que en parte está mal direccionada por los gobiernos, en tanto que la clase dominante idea algo mal, lo que le pasa al comuliberalismo chino y al cubano, que tienen de liberal a su capitalidad, a la liberalidad de las concepciones comunistas, no exentas de mala frivolidad entre los méritos que también tienen, y que son bastante importantes. La clase dominante internacional se compone de una parte teísta, la alta de los distintos credos, y de otra parte atea, que también es capitalista. Entremedio de eso está el imperialismo, las potencias mundiales pujando entre sí, con guerras y competencia geoestratégica. El capitalismo, como fetichización comercial, ya que es una economía de intercambio de bienes fetichizados, atraviesa a todas las naciones, y tuvo un antecedente en la acumulación de las ciudades florentinas, la de los Médicis banqueros tras el fin de la edad media, que impulsaron al materialismo burgués y liberal que siglos después sería capitalista. Maquiavelo fue un florentino liberal, como fue liberal medieval Dante Alighieri, antes que Miguel de Cervantes. El liberalismo tiene su pasado monárquico, ya que existió junto al nobiliarismo, el reinado de la nobleza, con todos sus estamentos, donde tuvo lugar su gestación previa. El bloque socialista contiene a varias religiones, y conflictivamente, a la vez que existe el ateísmo en las naciones del bloque fideísta, que es liberal en tanto que el liberalismo es multirreligioso, mientras que acepta subordinadamente a la disidencia arreligiosa cuando no le disputa la posesión de los grandes medios productivos. Es transconceptivo y tolerante en tanto que impera. Cuando no lo hace, se vuelve agresivo.

El liberalismo es trasnacional porque atraviesa a las naciones, por su compostura interreligiosa, atestada de crisis, tiene crisis estructurales permanentemente, pero eso no es sólo por el capital, ni por el nacionalismo, el imperialismo, el hombrismo o la barbarie. La producción humana es ordenada también clericalmente. El clero impuso un orden que está muy inmerso en la cultura, y en la dominante, aunque no lo sea en el gobierno chino, que reproduce a la fetichización capitalista y que idea algo mal a la economía y a la geoestrategia, al pretender superar al capitalismo mediante una valorización abstracta mayor: quiere un supracapitalismo y mide la calidad de la vida, como la ONU, según la tenencia de capital en moneda por habitante, la renta per cápita dolarizada, que es el modo del productivismo capitalista abstracto e histórico, en medio de una competencia económica internacional, que confunde a la riqueza con la tenencia de capitales, las que si bien están asociadas no se codeterminan necesariamente, y a las que se asoció mal a veces. La tenencia de capitales es algo ingrata en sí misma porque está fetichizada, requiere de una idealidad abstracta impuesta a los bienes que proviene de la fetichización mitológica, lo que transforma en ritualístico al sistema social, endureciendo a las costumbres; y porque los capitales son consecuencia de una mala producción histórica, pero además es impuesta en tanto que se efectúa la propietarización intercambiable, cuyo traspaso de bienes monetarizados es legal, es sostenido legalmente, y por ende por las fuerzas armadas del propietarismo fidente, que actúan en conjunto a las del ateo favorable al comercio, que es un sistema superable. El sometimiento productivo es común a la humanidad. Hasta la aristocracia se sometió a humanos, en tanto que son humanos los mismos aristócratas y porque obedeció a mandatos comunes, sin que se la haya depuesto, cuando éstos la sostuvieron. Hubo apoyo popular a la aristocracia a lo largo de la historia, así como los pueblos de las naciones eligieron a candidatos aristocráticos, y hasta muchas veces votaron por aristócratas, más que por los socialistas, se lo nota en que la capitalesía es la aristocracia actual, a cuyos partidos políticos los pueblos nacionales votaron en favor varias veces desde la instauración del sufragio, con las revoluciones burguesas, que fueron liberales, forjaron una ideación liberal, mandante de la práctica social, que es reproducida contractivamente por la sociedad y que tiene sus méritos.

Hoy en día algunas cosas están mal habladas, no hay un habla humana más o menos cierta en su conjunto completo. El buen habla está disperso, no es tan central al orden social, lo que hace a lo malo de la productividad impuesta. En tanto que hay mala comprensión, hay mala producción. La comprensión fue creada por materia más concreta, el cuerpo animado, incluso el vegetal, que comprende a su entorno; fue generada por los seres animados, y a su vez incide en aquélla, que existió sin la comprensión, antes y después de componerse animadamente, en seres vivos, que somos los únicos almados. Dentro de la comprensión animada, está la humana, que es animal. La comprensión humana es animal porque la humanidad es una especie animal, del subgénero primático, pero entonces la humanidad tiene que asumir su animalidad, cosa que no hace a veces por el pietismo, que la divinizó desde abajo hacia arriba, la clasificó píamente, en un orden jerárquico desde divino a infernal, según la ubicación de alta a baja de las clases sociales, así se fetichizó a la escala social estrática, con las variantes ocasionadas por la conducta individual de cada quien y por las transformaciones sociales. Esa fetichización fue reproducida por el proletariado en ocasiones, lo que da cuenta de que el proletariado no la criticó lo debido para desinstruirla. El familiarismo ordinario dominante falseó al proletariado, porque le impuso formas asociativas arbitrarias, de una arbitrariedad idealista que luego se tornó capitalista, con distintas estructuras familiares en las diferentes culturas, atravesadas por sus mitos, expuestos en libros estimados como sagrados, en los que figuran los nombres apellidados. El laborismo no puede suceder fidente lo requerido por las personas comunes, y eso se nota en lo feo que son a veces los nombres de las personas, y según cuándo se los piense, con nuestra historia propietaria algo fea y capitalista. Contienen a una historia sacrificada acumuladora de bienes valuados en moneda, el fetichismo mercantil, que fue previo al capitalista, y que con el capitalismo se generalizó, por lo cual nuestros apellidos están algo falseados, al igual que nuestros nombres, lo que tampoco es tan importante, pero es una cuestión. La nominación humana está mal hecha, al menos a veces, ya que la humanidad la hizo mal, lo que se corresponde con el malestar y la crisis vigentes. Una especie tan crítica no puede nominar muy bien, porque es muy crítica debido a que aún no sabe comportarse tanto como para serlo menos, de lo que comete atrocidades a las que tiene que analizar, y no puede dejar de criticar para sobrevivir, por la competencia interespecista e interclasial. Entonces, podrá corregir su nominación, y la crítica persistirá de otra forma junto a la crisis.

Dijeron, “¿a ese cómo le ponemos?”. “¿Es carpintero?”. “Ponéle cárpenter”, y después le fue a parar a un Alejo. El otro era martillero, entonces le quedó “Martín”, “Martínez”, o “Martino”, o “Marta”. No estoy seguro de todas estas asociaciones, pero sé que las labores quedaron entremezcladas entre los nombres y los apellidos, lo mismo que la fidencia, con nombres como Anselmo, por el santo, o Policarpio, que fue un nombre inspirado en el del obispo de la iglesia primera, Policarpio de Esmirna, que le pusieron a alguien en Entre Ríos y en el siglo XX, como 1780 años después de que aquél muriera en Roma, en un continente al que los europeos no conocían entonces, al que llegaron hace medio milenio, como 13 siglos después del deceso del obispo. En el tradicionalismo católico de la argentina moderna a algunos de los hijos les pusieron sus nombres de acuerdo al santo del día de su nacimiento. Tenían un calendario de 365 días, a cada uno de los cuales le hubieron asignado un santo, y algunas familias devotas eligieron el nombre de sus hijos según el santo correspondiente al día de su nacimiento, entremezclando al nacimiento con la nominación cristiana y laboral, heredada forzosamente por la productividad legal. Ya desde nacidos, desde los estados cristianos se nos cristianizó nominalmente cuando éramos bebés, al ponérsenos nombres y apellidos cristianizados, como pasó de otras formas en los países que no son cristianos.

El apellidamiento es parte del nominalismo, porque apellidar implica nombrar, por lo que hace a la cuestión autonomista, parte de la cual es la de la autodenominación personal. El darse nombre a sí mismo es parte de la autonomización de la existencia, pero más que eso el autonomismo busca autorregularse, lo que no puede hacer muy bien en el desastre presente. El autonomismo, para realizarse bien, tiene que ser social, y la sociedad razonar bien, porque para legislarse bien tiene que pensarse bien, no puede legislarse bien pensando mal, y la realidad humana existe en circunstancias a veces perfectas, otras mejorables, o rescatables, y hasta lamentables o irreparables acaso. En tanto que no se piense bien, el autonomismo será una idea de izquierda subconcretada, como lo están los objetivos del socialismo en general, es un utopismo revolucionario concretado entre poco y medianamente, más existente en la imaginación que en su plasmación más concreta, porque ésta requiere de su adopción social masiva. Entonces, el autoapellidamiento no puede funcionar tanto. Bastante nos cuesta mantenernos vivos como para dedicarnos a esas sutilezas, pero es una opción válida, según como sea, y es una cuestión pendiente.

Fotografías recientes cerca de una canasta de frutas


















martes, 8 de agosto de 2017

De la liberalización privatizadora del Consenso de Washington

Luego del Consenso de Washington, se reexpandió en este planeta el liberalismo capitalista, que se hubo contraído durante las guerras mundiales, tras la reconstrucción europea y la recuperación económica estadounidense, y en su variante ortodoxa, privatizadora, atravesando a los países en general, y tanto a los de gobiernos socialdemócratas como a los de la democracia religiosa. Es el caso del de Carlos Saúl Menem, del Partido Justicialista, el populismo cristiano argentino, de carácter peronista. Lo mismo le sucedió al PRI mexicano, que se convirtió al liberalismo privado, o al PSOE de Felipe González, la tercera vía del laborismo británico, blairista, a Macron, a la socialdemocracia brasilera, o a la chilena. Le sucedió al democratismo uruguayo, el del Frente Amplio, adoptar el liberalismo, aunque haya sido en su vertiente alternativa. Así le pasó a Clinton, con su democracia protestante liberal, capitalista e imperante. Con el ciclo de financiarización del capital retomado tras la crisis del petróleo de 1973, con los gobiernos de Margaret Thatcher en Gran Bretaña, de Augusto Pinochet en Chile y de Ronald Reagan en Estados Unidos, el liberalismo ortodoxo se reexpandió en la Tierra. El ortodoxo es el liberalismo privado, el público es el heterodoxo, pero liberales son los dos, y como ambos son capitalistas, facilitan la acometida de prácticas capitalistas, más financieras que laborales en el ortodoxo, pero el trasnacionalismo proteccionista sostuvo al privatismo, al mantener al capital. Lo impulsó. El capitalismo popular es impulsor del privado, eso tiene de malo, pero ese capitalismo también es impulsado desde abajo por el proletariado salarial, cuando es procapitalista. El proletariado tiene su faceta procapitalista, cuando favorece al capitalismo, así como su contrariedad con él. Es un sujeto revolucionario incierto, en algunas cosas, o en muchas. Al menos hay que recordar a la historia proletaria religiosa, para conocer algunas de las faltas graves del proletariado. También es verdad que el proletariado es liberodemocrático en general, o sea que está enlazado en los sistemas sociales religiosos por medio del democratismo de la religiosidad popular, como lo es el del sindicalismo religioso, el de la CGT en Argentina. El sindicalismo cristiano tiene un vertiente católica y una protestante al menos, debe tenerla en el cristianismo ortodoxo, o sea que en los países de preponderancia cristiana el sindicalismo cristiano es preponderante, así como lo es su ideología. En tanto que parte subordinada de la clase dominante, como anexa al empresariado, las ideas del sindicalismo cristiano tienen un lugar de dominancia subordinada en las ideas dominantes de esta época, siendo sostenes de la moral, la política y el laborismo cristiano y democrático, pero con contracciones internas y externas. Entonces, el sindicalismo cristiano también adoptó al liberalismo como ideología conductiva, como un liberalismo democrático, que aceptó el avance de la financiarización y la propulsó. El sindicalismo es una parte importante del bloque histórico liberal, porque es democrático, pero permite la privatización, porque se mantiene sumiso al privatismo, o cuestionándolo poco, y no lo puede cuestionar lo debido porque es cristiano y bastante procapitalista. La crítica que puede hacer es cristiana, por lo que no atiende bien a los cuestionamientos a la doctrina de Cristo, y su comprensión de la realidad es dificultada por la ideación creyente, sus símbolos, lógicas y mitos; y por su aceptación del capitalismo, al que las iglesias adhirieron y cuya economía es fideísta. Es el modo de acumulación de la economía fidente actual y el de la materialista en curso. Es transcultural porque es transconceptivo, porque el comercio es internacional. El comercio es previo al capitalismo, hubo comercio a partir de la antigüedad, en las culturas urbanas, porque el comercio internacional implicó el intercambio monetario del excedente producido por las naciones, que se hizo en el marco de la coexistencia de naciones con credos diferentes, el islam en sus varias formas, entre Arabia y España, pasando por el mediterráneo africano, el induísmo en India, el budismo en el Tíbet, el confucianismo chino, el animismo africano, el oceánico y el latinoamericano, entre otros tantos credos, como el de los mongoles y los islandeses. Latinoamérica entonces no existía: era un continente denominado distinto, sin un nombre común para las naciones originarias, que tenían creencias animistas, con teísmos imperiales en la nación azteca, la maya y la inca, y divinizaciones menores en las que se les sometieron y en sus externas, cuyo intercambio de bienes no era monetario porque no acuñaban monedas, ya que manejaban poco la metalurgia: la tenían más para la fabricación de objetos sagrados, tenían pocas armas de guerra de metal, y eso durante el período que en Europa fue el del Renacimiento: durante la antigüedad los indígenas americanos tal vez no hayan manejado ninguna metalurgia, por lo que su lucha contra los otros animales era más pareja. El comercio antiguo y el de la edad media en Eurasia y en África supuso la tolerancia intercrédica para comerciar, en particular entre cristianos, judíos e islamistas, pero también con confusionistas, hinduistas y japoneses, que tenían su creencia, tolerancia no exenta de guerras imperiales, a la vez que la fetichización del intercambio de bienes, y su monetarización. La relación comercial les permitió vencer la xenofobia, pero de una manera fetichista, que es terrorífica y que fue conquistadora. De allí que el liberalismo sea terrorífico. Porque su comprensión arcaica de la existencia es sagrada y porque su práctica social es de terror. Aunque el liberalismo proletario tenga las bondades que tiene, el liberalismo debe ser superado por una concepción que haga comprender cuáles son sus males, a la que la humanidad adopte; pero para eso la concepción tiene que ser buena. Si no, se la cuestiona, y además el intento de ordenar racionalmente a la humanidad ya fracasó muchas veces. Sucede fracasando, o sea que es insuficiente. La evangelización de América, África, Oceanía y Asia obedeció al racionalismo, pero este racionalismo fue cristiano.

En América, el ingreso del liberalismo, que tanto predica la tolerancia religiosa, se hizo mediante la evangelización forzada de las poblaciones originarias, a las que se obligó a trabajar de sirvientas. La modernidad capitalista comenzó siendo protestante, en la revolución industrial inglesa, por 1750, pero después se expandió a los países católicos, tras Bélgica y Holanda, tanto Francia como Italia se hicieron capitalistas, y España, Portugal y Alemania, eso a la par de la deposición relativa de la monarquía, en tanto que se le adjudicaba al pueblo el carácter de soberano político, por el democratismo religioso, pero en el marco del gobierno representativo ocupado en general por la clase capitalista, tanto la industrial como la agropecuaria, la bancaria y luego la inmobiliaria y la de los servicios públicos. El capitalismo se inició en los centros imperialistas europeos, que habían conquistado a parte de América desde 1492, y territorios africanos, asiáticos y oceánicos, también desde el Renacimiento, por los descubrimientos científicos para la marina, como la cartografía y la astronomía, pero después se extendió a los Estados Unidos, que permanecieron como potencia secundaria desde 1776 hasta después de la primera guerra mundial. A partir de 1917 superarían a las europeas como potencia mundial hegemónica, inaugurando una nueva articulación geopolítica, y rivalizarían con el bloque socialista. En Buenos Aires, cuando empezó la revolución industrial había una ciudad colonial, gobernada por un virrey de España, que además de católica era monárquica absolutista. Tampoco había la Argentina, que empezó a conformarse en 1810. No era una ciudad feudal, pero se basó en la explotación de los indígenas y de los esclavos, a la que fueron asiduos los jesuitas en otros lugares del virreinato, dados a la producción agrícola y a la industria artesanal, y los expoliadores de las minas, como la del Potosí, y que luego se transformó en el asalariaje vigente, al mestizarse los proletarios de la colonia con las masas migratorias de fines del siglo XIX y del XX. La servidumbre de la gleba y el asalariado son formas de vasallaje diferentes pero subordinadas ambas, lo mismo que pasa con el esclavismo y con la servidumbre colonial. El pliegue de la nación argentina al liberalismo empezó con la ilustración burguesa, la que fuera renacentista, de la que fueron tanto los burgueses monárquicos, finalmente derrotados, como los burgueses independentistas, y entre ellos los demócratas, como Manuel Belgrano, Mariano Moreno y José Artigas, que también fueron derrotados por la burguesía capitalista, de tipo plusterrateniente, y moderna por adscribir al cientificismo clásico privado, que modernizó cristianamente, después de dirimir las disputas entre los caudillos, con la organización nacional, entre la derrota de Rosas y el inicio del modelo agroexportador. Lo que planteó Domingo Faustino Sarmiento para la educación argentina de ese entonces fue la modernización cristiana del proletariado de esta nación, en lo que confundió a la barbarie con el proletariado gauchesco, al que se sometió con las armas sofisticadas, sin reconocer a la barbarie ilustrada, que era la civilizada, mientras que obedecían a mandatos evangelizadores que se aplicaron sobre indígenas, mestizos e inmigrantes, tanto los esclavizados negros y a la servidumbre indígena y mestiza como después se lo haría a los asalariados blancos. El liberalismo ilustrado propulsó la integración del proletariado migrante, durante el modelo agroexportador, más o menos entre 1880 y 1930, y tras la crisis de 1929 se quiso integrar a las masas de migrantes en el capitalismo de sustitución de importaciones, emplearlas salarialmente en una industria mercadointernista, a la vez que educarlas en el liberalismo y en la cristiandad, para favorecer al capital agroexportador, que era el más trasnacional por la inserción de Argentina en el mercado internacional, como parte de la periferia, aquél sector que en la división internacional del trabajo es más propenso a la agricultura que a la industria, y que por eso ocupa un lugar subordinado en la concertación internacional, superado por las potencias industriales y financieras. El extractivismo es parte de la explotación agrícola, por ser rural, y es parte de la poscolonialidad capitalista, ya que el capitalismo actual es extractivista, tanto en el centro como en la periferia, de los que extrae materias primas para la elaboración de los bienes capitalizables de acuerdo a una subordinación de la periferia posterior a la independencia de las colonias. En este continente, el extractivismo existe desde la época colonial, con la explotación de metales preciosos, el oro y la plata en particular, y de las piedras vidriosas, que eran codiciados en las ciudades imperiales y usados en las catedrales para decorarlas y hacerse la joyería. Eran metales y piedras adorados, que fueron usados para la fabricación relicaria, tanto la monárquica como la clerical, y también después para la laica, la bijouterie, que era burguesa porque la tenían las damas de las ciudades, que eran de las clases altas, pero de una burguesidad proletaria, porque usaban a la joyas para levantarse a los hombres. Así como ya había el comercio local, que fue parte de la modernidad renacentista, con la mita y el yanaconazgo, antecesores de la explotación capitalista, a la que la periferia proveyó de bienes desde que fuera conquistada con las expediciones marítimas imperiales, que usaron la técnica de la pólvora, el uso de la carpintería especializada para los barcos, la metalurgia para las espadas, los escudos, cañones y escopetas. Como manejaban la metalurgia, su armamento era superior al de las naciones originarias de los territorios a los que conquistaron, cosa que luego prosiguió mediante la sofisticación armamentista posterior, muy desarrollada con la mecánica, que produjo a los rifles, a las ballestas y a los fusiles, antes que a los tanques y a los aviones, y después con la electrónica, que permitió la robotización de la industria, del armamento y de la comunicación, que hacen a la dominación industrial y financiera de las superpotencias.

viernes, 4 de agosto de 2017

Qué positivismo debiera ser

No se puede decir que el positivismo sea malo en sí mismo. El positivismo fiero es el predominante, pero el positivismo es una actitud de optimismo ante la vida, que tampoco es buena en sí misma: no vale ni cualquier optimismo ni cualquier pesimismo, no obstante el positivismo es parte de la vida, como el pesimismo también lo es. El pesimismo histórico existe porque la historia humana es pésima en cierto sentido, en tanto que la humanidad es algo bárbara. La actual es una etapa histórica creyente. La gente actúa bastante según lo que cree, y en grandes montos. La creencia humana es general, en tanto que las naciones son pías en gran medida, tienen religiones oficiales y alternas, entre las cuales están las creencias menores, tanto las eclesiadas como los misticismos, que carecen de iglesias. Los creyentes decidieron, ya muchas veces, su práctica mediante lo que les parecía, las apariencias, porque eran creyentes, y lo seguirán haciendo. Es más, socialmente se considera mal criticar a la creencia, porque el sistema social predominante instauró religiones, entidades creadoras de mitos fundantes y de los relatos que les suceden, con los que las sociedades se explicaron a sí mismas la realidad y se condujeron, por lo que fueron algo maltratantes; y a los mitos fundadores hay que sostenerlos en base a una propietarización irrelevante, que requiere de un esfuerzo productivo social enorme. La fabricación relicaria es una industria muy grande, que mueve mucho dinero. Aunque diste del nivel de las altas finanzas, participa de esa apropiación elitista de la ganancia en capitales generada por la sociedad humana, y en particular por las y los trabajadores. Entonces, el positivismo al que conocemos, es fino, pietista y capitalista... pero hay un positivismo materialista ateo, que se basa en el saber, que busca basar la práctica de la especie humana en el saber, pero en tanto que haya creencias eso no será así lo debido, y asimismo puede fallar. El materialismo, para conseguir su objetivo, tiene que ser internacional en pleno, tiene que aplenarse en la sociedad humana, tiene que ser adoptado por todos los miembros de todas las naciones, o por lo menos la sociedad dominante, a mediano plazo, como paso gradual, lo que implicaría un progreso tremendo, tan grande que tal vez sea imposible: no se lo puede lograr de inmediato porque muchas personas no están dispuestas a dejar de ser creyentes, ni tampoco se les podría exigir apropiadamente que lo hicieran, por la disparidad de fuerzas que hay entre el ateísmo y el pietismo. Los buenos propósitos de los credos sólo pueden ser concretados mediante el materialismo, por lo que cabe exigir la deposición de los credos en tanto que para lograr sus buenas aspiraciones convivenciales tienen que convertirse al materialismo, aunque éste haya fallado, y siga fallando, porque no puede no fallar si no es adoptado por toda la sociedad humana, y buenamente: cuanto más se lo adopte menos fallará la humanidad, y más acertará. Al menos tiene que ser mayoritario, siendo que lo que prima es la gran superioridad religiosa por sobre el materialismo, en cantidad de adeptos a las iglesias, de seguidores laicos, de una inserción cultural generalizada, a lo extenso de la trama social planetaria, que pasa desapercibida por gran parte de la crítica social, y por ende de la popular, que no discute mucho a la religión públicamente. La opinión pública no cuestiona abiertamente a la religión, sino que la acepta, hasta que la hace cotidiana, queda naturalizada, como parte del folklore, ya que la cultura popular entiende a la realidad religiosamente, de acuerdo a discursos clericales y a supersticiones, entremezcladas con saberes, por lo que la autoconciencia humana es corrupta, no puede no ser corrupta en la piedad, al ordenar mal la piedad, como no lo puede ser en una sociedad estratificada: la estratificación es un indicador de la corrupción humana, y una de sus causas, porque requiere la defraudación de los buenos intereses, al ser insano su mantenimiento, porque propulsa que se los desobedezca en pos de otros que son malos. La corrupción social, que es general, responde a que a la práctica social humana la guía la creencia, son creencias de diversas índoles, las hay de fe, que entrechocan entre sí mientras que se cruzan y contrarían con otra de sus grandes causas, la ambición capitalista, coinciden la fe con el interés de acumulación de capital en tanto que lógicas violentas, de lo que mucha de la práctica humana es violatoria, al ser violatorio el principio de su modo de producción: la creencia es violadora, genera violación social, porque pervierte al entendimiento, y mete a las personas en lógicas relacionamentales mal planteadas, que llegan hasta el fanatismo purista y a la compulsión por el dominio y la abstracción casta de valores financieros, pero aún así contienen a cierta experiencia histórica acumulada. La creencia antecedió al capitalismo. Por eso el capitalismo es un subsistema dentro del fideísmo, en tanto que al capital le antecedió la fe, pero el fideísmo es un hecho material, la materia animal prexiste al fideísmo, y no sabemos qué hubo antes del inicio de toda la materia: lo que la humanidad piensa al respecto es una especulación incomprobable. Hay una historia de la religión, que es posterior al surgimiento de la especie humana. Antes de que existiera la humanidad no había religión, porque la religión depende del habla, cosa que los otros animales no hacen: se comunican fónicamente, pero sin hablar. Ladran, aúllan, silban, gruñen, mugen, emiten un montón de fonaciones animales, que no son hablar, que también es una fonación animal. Mientras tanto, la exportación de productos desde los centros capitalistas a la periferia terráquea destroza a los mercados medianos y menores, que no pueden competir con ellos, causándoles el endeudamiento internacional que es a la vez que el de las potencias mayores, Estados Unidos está súper endeudado, como muchos países de Europa, y no sé si China lo está, aunque su lógica, por ser capitalista, es destructiva de mal modo para algunos asuntos, porque acumula no según una razón completamente verdadera de la historia sino con propósitos desmedidos de incrementación del capital abstracto, que hacen a la sobreproductividad, al endeudamiento de aquéllos a quienes se les presta parte de este capital sobrante y a la especulación financiera internacional, y de competencia interimperialista, lo que requiere mantener a uno de los ejércitos más grandes del planeta, pero no del mismo modo ni con la misma concepción, porque el bloque chino es materialista, pero su gobierno somete a su población a trabajar en pos de aquel capital y la insta a militar por ese predominio, y mientras tanto los imperios pujan y guerrean entre sí, porque el capitalismo, aunque sea transconceptivo ˗abarca tanto al pietismo liberal como al socialismo mal producente, que lo es porque su ideal de desarrollo no se corresponde lo debido con la historia más concreta de las personas˗, forzó a las poblaciones bajo su égida a aplicar una lógica social que les infirió trabajos duros, y coexistió con una competencia interimperial, iniciada en la antigüedad, en la que la China comunista, hasta ahora, fue relativamente pacifista, pero no así Rusia, que intervino en Medio Oriente contra Estados Unidos y Europa. De todo esto, apenas racontado, del imperialismo, el fideísmo, la dominancia y el capitalismo, es la historia de la explotación humana, que tiene antecedentes en la lesividad de la práctica de los animales inferiores. La humanidad es una especie superior en este planeta. Aún teniendo su intraestratificación social en mucho domina a las otras especies vivientes, tanto animales como vegetales, hónguicas y bacterianas. Antes de que existiera la humanidad, ya las especies vivientes competían entre sí, se comían para vivir, se disputaban el agua y la luz solar, se accidentaban muchas veces, y entonces morían pronto. No vivían lesionadas durante décadas. Al lesionarse, se morían pronto, porque se las comían o porque no podían proveerse de alimento, de lo que se agarraban enfermedades germénicas, a las que no sobrevivían por falta de nutrientes y de medicación; pero además su práctica social no era así de explotadora como la humana, los animales se morían más directo. El humanismo religioso se caracteriza por mantener una existencia humana en la que a la vez que se mantiene a los humanos con vida, cuando se lo hace, se los somete a un orden social explotador, lo que explota más o menos a todas las personas a las que no mata, pauta un orden dañino para la gente porque obedece a ideas malas, no sólo por ser accidental y mal dominativo, sino por pretender que las personas acepten órdenes en esencia insensatos, lo que les conlleva mucha práctica, a la que tuvieron que cumplir, más porque la sacralidad impone relatos sociales cuya mera emisión requiere de esfuerzo, y luego aprendizaje y discusión, lo que a muchas personas les tomó tiempo, mucha dedicación a lo largo de sus vidas, y desbarató al debate social necesario para ordenar bien al comportamiento. La propietarización religiosa existe, o sea, que hay producción religiosa, porque la propietarización es la práctica sobre la materia, sea o no capitalizada: hay apropiación religiosa, hecha en cosas, aunque éstas no tengan valor de cambio, que hacen a la industria social, que sí lo tiene, o sean éstas imaginarias, o tradicionales, a las que se suele querer preservar de la mercantilización capitalista. La industria de los relicarios envuelve a mucha gente, que trabaja haciendo y distribuyendo elementos religiosos, a los que se hubo de fabricar y nombrar, se los habló, hubo el habla de cuestiones religiosas en torno suyo, y tanta otra práctica religiosa. Esta industria, muchas veces, no es capitalista, pero igual hace mal, porque integra creyendo a las personas, las somete al aprendizaje de mitos originarios y al cumplimiento de lo que esos mitos ordenan para la conducta individual, que se compone mal con la historia más concreta, porque los mitos no representan bien a la realidad. En tanto que la apropiación es la práctica que transforma a la materia, existe la propietarización religiosa, que toma a materia, a la más concreta y a la imaginaria, y la transforma, y que en eso impulsa un ordenamiento falso de la conducta humana, que se impuso mucho aunque se lo haya incumplido. Es precisa la crítica social a la religión, en lo que avanzaron los gobiernos materialistas. Hacen un avance fallado, pero es un avance y es una de las circunstancias planetarias entre las que vivimos. Es el gobierno del socialismo científico de la etapa fidente de la que venimos, y con las fallas del materialismo actual, que tiene que corregirse en lo que tiene que hacerlo y que coexiste con el liberalismo multirreligioso, que es dominante porque el capitalismo surgió en una internacionalidad absolutamente teísta: cuando surgió el capitalismo, no había ninguna nación bajo leyes ateas. Luego se plegó a las ateas socialistas, que se relacionan con las otras, y como la práctica humana es decidida en conjunto, a la vez que no puede haber el socialismo en un sólo país tampoco puede haber el verismo en uno o en un grupo, porque siendo parcial es contrariado, en tanto que para lograr el objetivo del verismo, que es el de vivir bien, las naciones tienen que saber relacionarse entre sí, cosa que además es obstruida por los nacionalismos. El orden económico internacional no puede estar bien compuesto mientras que las naciones compitan entre ellas para favorecerse a sí mismas, pero tampoco en tanto que sus miembros piensen mal, porque la producción se hace de acuerdo a las ideas, que son las que inspiran a los dichos con los que se la guía. Entonces, para que la producción humana sea buena, sus ideas tienen que ser verdaderas.

El paso de la existencia humana desde una etapa en que no predominaba por sobre las otras especies a una en que sí lo hace fue un avance para nuestra especie, que implicó un aumento en el tiempo de nuestra vida, lo que prolongó la duración de la explotación porque ésta es muy frecuente: es ínsita a la vida. El asunto es el de que la humanidad pueda mantener su predominio especista de buen modo para con los otros géneros vivientes, y reduciendo su propia explotación, para lo cual el objetivo principal de la existencia tiene que ser el de vivir felices en conjunto. Es una idea inocente, dada la violencia actual, pero es el deseo de la gente sensata.

miércoles, 2 de agosto de 2017

De los estratos sociales en el buen clasismo humano

Una vez que estuviera bien definido el clasismo sociohumano, en general y mediante un sistema más o menos completo de criterios suficientes, e incluso así habría que estar atento a las críticas que se le efectuaran porque desatendería a particularidades importantes de tener en cuenta, los estratos variarían según se modificaran las clases. Los estratos no son casillas prefijadas que luego se llenan de individuos a los que se ubica en cada cual según sus características, sino que se conforman a partir de éstos, por lo que se modifican y son deshacibles.

martes, 1 de agosto de 2017

Crítica a la figura retórica de quedar “culo paʼ arriba”

Para explicar el resultado de distintos tipos de peleas está la metáfora de quedar “culo paʼ arriba”, que remite a que el perdedor fue sometido a ser penetrado por el ganador. Por ende, asocia la victoria pugilística con la actividad sexual. Ya en la antigua Grecia la aristocracia hubo relacionado el éxito a la sexualidad activa, en tanto que a los homosexuales penetrados se los consideraba como seres de segunda clase, y había la idea de que el éxito en los negocios, la política y las guerras estaba ligado a la potencia corporal y sexual, de lo que trató Foucault en El uso de los placeres. Entonces, remitir las derrotas en las pujas históricas a la adopción de la pasividad sexual por una parte omite cuestionar a la violencia sexual y a la histórica, y por otra replica esa noción oligárquica que asoció el triunfo y la fama con la mala imposición sobre los demás: favorece a la ley del más fuerte. Es una metáfora insensible y malsexuante.

Me falta saber para juzgar bien al libro de Foucault. En ocasiones me parece que se aproxima al platonismo, con los perjuicios que eso tiene, o al elitismo, pero la lectura que le hice fue apresurada.

El vidrio esmerilado de antes con humedad condensada