lunes, 19 de octubre de 2015

De la recesión y el desempleo en el modelo desarrollista, y de su liberalismo

Una de las mayores, sino la mayor, deficiencia del modelo desarrollista vigente, es que, al no enfrentar la socialización de los medios de producción, principalmente los privados, pero también los públicos, y en especial de la tierra, que es el eje más importante del capitalismo latinoamericano, depende, para mantener empleadas a las poblaciones, del crecimiento de la actividad económica, lo que genera una producción compulsiva y temerosa de la caída de los índices, es decir, una serie de problemas innecesarios, que sólo se solucionarán cuando las naciones hayan asumido debidamente la necesidad de socializar los medios productivos, y lo hayan hecho, así sea progresivamente, lo que es según sea posible, de acuerdo a la coyuntura. Ese debe ser el eje principal de la política de los gobiernos progresistas, no la redistribución, que los hace depender de los grandes capitalistas, porque son los que invierten y aportan los impuestos con parte de lo que se financian las políticas públicas, lo que enfrenta a esos gobiernos a parte de la gente común y les resta apoyo de masas, además de someterlos a los designios liberales.

La megaminería, el agronegocio, la industria y las finanzas, y demás, o sea, todo el entramado determinado por el capitalismo trasnacional, es liberal, y es hegemónico incluso en los países de gobiernos progresistas: son regímenes liberales contrariados en algunos aspectos, y no en otros, por los gobiernos progresistas. Los posneoliberales son los gobiernos, no los regímenes políticos nacionales. Es un liberalismo proteccionista, mercadointernista, que busca conciliar a los mercados internos con los mercados trasnacionales, a diferencia del liberalismo mercantilista, que es más proclive al capital alto, ya que el privatismo sigue dominando, pero contrariado desde abajo por gobiernos populistas: son gobiernos que expresan una confrontación de los sometidos por el privatismo, a la vez que reproducen formas liberales y males propios de sí mismos en simultáneo con los avances que hacen. Hay que tener en cuenta que allí donde los gobiernos progresistas apoyan al liberalismo no lo hacen de gusto, sino por estar subordinados o porque tienen elementos liberales concientes e inconcientes, y algo hay en eso de no querer enfrentar al gran capital, dado el dominio que ejerce, que no está exento de golpismo: por eso es que una tarea ineludible para la izquierda es la de reconocer porqué el capitalismo es lo que es y porqué los capitalistas hacen lo que hacen, ya que sin saber eso no se los podrá enfrentar bien. Las respuestas a eso sobre el afán de lucro y de poder son insuficientes, ya que ninguno de ellos es un motivo de vida satisfactorio, por más que permita placeres supremos.

Los países con gobiernos progresistas siguen siendo liberales porque, además de los actores sociales dominantes, las constituciones y las leyes también lo son, aunque estén en un proceso de transformación, que las modifica pero no en las cimas del orden legal, en el que se ampara el privatismo para seguir operando liberalmente, además de hacerlo mediante delitos o aprovechándose de los vacíos legales internacionales. Por eso es que además de legislar lo que es preciso es que la gente sepa comportarse, cosa que no harán de criarse en medio de falsedades tomadas por ciertas, ya que ellas hacen a una cultura tramposa.


Anexos

1. Cuando se habla de los males del privatismo y de los gobiernos populistas hay que tener en cuenta que los pueblos, entendidos como uniones provisorias de los empresariados medianos y pequeños con los trabajadores y lumpenproletarios, tampoco son víctimas inocentes, totalmente buenas, sino que tienen sus males y sus miserias también, porque si no se hace una culpabilización a los gobiernos progresistas algo fuera de lugar. Es preciso reconocer que los males y las miserias, al igual que los bienes y las verdades, recorren toda la escala social, siendo lo que son históricamente en cada clase.

2. Al decir que los gobiernos privatistas y los populistas ejercen variantes del liberalismo me refiero a que en ambos se mantienen los pilares de esa doctrina, establecidos en las legislaciones burguesas: la instauración de constituciones como normas supremas que regulan a las sociedades y pautan los deberes y derechos de los individuos y los estados, la división de poderes, la elección de autoridades mediante el sufragio, el resguardo de la propiedad privada, las libertades individuales y la libertad de empresa, que fueron históricamente variables. Ambos tipos de gobiernos ejercieron intervencionismos diferentes, favorecedores de clases distintas: las élites en el primer caso, los pueblos en el segundo, pero siempre dentro del marco del capitalismo liberal, por lo que esa intervención tuvo un carácter falso, es decir, que benefició a los sectores a los que se propuso pero falsamente, o sea, según los cánones vigentes de lo que es el bien, que contienen verdades y falsedades: no puede decirse que acumular capital sea beneficioso de verdad, ya que, como motivo de vida, es pobre, lo mismo que es pobre vivir para trabajar, o progresar a base de sobreatareamiento.

3. El liberalismo tiene aspectos buenos, que hay que mantener: por eso es que el socialismo busca superar al liberalismo, esto es, mantener sus bienes y desechar sus males, en una reformulación que los recoloca junto a otros aspectos desdeñados.

4. Como hipótesis planteo que, dado el carácter piadoso de los capitalistas, en general, una satisfacción que obtienen de sus prácticas empresariales es la de cumplir con los mandatos religiosos, que son los de las comunidades a las que pertenecen, y de participar en la convivencia humana de un modo que sirve en algunos aspectos, ya que ellos colaboran para fabricar los bienes que utiliza la humanidad, y masivamente, pero eso no quita los males derivados de esa lógica. De ser así, y hay más factores a tener en cuenta, es necesario desarmar a esa lógica pía para que los capitalistas aprendan a comportarse bien, es decir, respondiendo también a los reclamos sociales que exceden el marco de los mandatos de las comunidades religiosas y sus derivados. Como para el caso de las guerras interreligiosas, para la economía, y demás, es preciso afrontar el debate contra la religión, lo que debe hacerse desde una postura tolerante pero que reclame por el reconocimiento de la verdad.

Del carácter mónido de la humanidad y de su primacía especista

Al parecer, el planteo de Darwin de que la humanidad es una especie descendiente de los monos, ha sido superado por el de que es una especie primate superior. Para sostener esa idea no puedo más que decir que es lo que dijo Gayatri Chakravorty Spivak en una conferencia titulada “Saberes, instituciones y epistemologías”, dada en la Universidad Nacional de San Martín, en la ciudad argentina de Buenos Aires, el 26 de noviembre de 2013, y que lo dijo el locutor de un documental sobre monos emitido en el canal Encuentro, cuyos nombres ignoro. También que según los estudios genómicos la igualdad genética entre los humanos y algunos monos es del 98%, cosa que sostuvo mi padre, Carlos Javier Chaves, quien es médico veterinario.

Esa idea, según lo que sé, todavía precisa de confirmaciones, aunque debe haber gente que ya lo sepa con certeza.

Una cuestión a debatirse en el futuro es la del carácter de esa supuesta superioridad, de los humanos por sobre los monos, o los otros monos, y las demás especies. Como sucede con los órdenes imperiales, a los que se considera superiores por imponerse a las demás naciones, la superioridad humana reside en que es capaz de dominar bastante a las otras especies, pero eso no significa que su modo de vida sea mejor, sino sólo que se ha impuesto, y se impuso por la fuerza de las armas y demás técnicas humanas. A la humanidad le quedará pendiente la cuestión de hacer que su órden social sea placentero, para consigo misma y para con las demás especies, ya que el bienestar ajeno hace al nuestro, y también hay que decir que los humanos, por nuestro crecimiento y depredación, somos una plaga terráquea, por más que eso hiera a la autoestima falsa, ya que nosotros denominamos plagas a las otras especies que se expanden mucho y a costa ajena. Ahora bien, que seamos una plaga no quita que valga que disfrutemos de la vida y de nuestra superioridad: nada más señala un problema que merece atención y una respuesta resolutiva.

jueves, 8 de octubre de 2015

De la ciencia y la ideología

Entendida la ciencia como el saber y la ideología como un conjunto de ideas ligadas entre sí en la conciencia, da para reconocer que la ciencia, en tanto que saber probado, tiende al materialismo, ya que para haber probado el saber se lo hubo contrastado con las cosas de las que se tenía una idea, mientras que la ideología es proclive al idealismo, no obstante lo cual esta definición es relativa: así como las ciencias tienen componentes ideales no contrastados, las ideologías tienen algo de base en la realidad exterior al pensamiento.

El idealismo es propenso a la especulación porque se basa en las ideas abstractas, con poca comprobación empírica, y se desprendió de la teología que, al referirse a las cuestiones de los dioses, siempre hubo tendido a pensar imaginariamente, sin preocuparse lo suficiente de la realidad circundante, porque supone que los dioses son seres extraterrenales, o sea, incontrastables para los humanos, lo que derivó en toda esa serie de pruebas de la existencia de los dioses, en las que se tomó por ciertas a las casualidades y a los inventos humanos, entre otras cosas, es decir, que los teólogos justificaron sus conclusiones en pruebas aparentes, que no eran verdaderas. No obstante, no hay que desechar a las ideologías, ya que los humanos decidimos nuestras prácticas según nuestras ideas, por lo que el asunto es que la humanidad tenga una ideología verdadera, para lo que ella tiene que basarse en la ciencia, o sea, en el saber de las ideas contrastadas con la realidad de la que tratan.

La contraposición althusseriana entre la ciencia y la ideología es superable mediante la ideología científica, que es la ciencia.

Ahora bien, entendida la ciencia como los saberes, que requieren comprobación, hay que decir que la ciencia no es sólo la ciencia universitaria o escolar: hay un conjunto de saberes comunes, simples, de la vida cotidiana, que son saberes también, y que también son corroborados mediante investigaciones comunes. Los saberes que utilizamos diariamente, sobre quién es quién, en dónde está, qué hizo, dónde queda tal lugar, cómo se llama una cosa y demás por el estilo, son saberes y son científicos, aunque no tengan una metodología ni un marco teórico explicitados, ni postulen leyes reconocidas como generales. Esos saberes son muy importantes para las sociedades, ya que hacen a la supervivencia humana.

De allí que se tenga que considerar al periodismo como una ciencia común, también sujeta a pujas y a falsedades.

De la educación amorosa

Es evidente que el pietismo capitalista tiene una educación amorosa mala, ya que prohibe a las relaciones amorosas en general y las restringe al amor a dios, la conyugalidad, el familiarismo, el comunitarismo, las amistades y demás, entendidos todos según lo que dictan las doctrinas religiosas, lo que significa que la educación amorosa vigente solamente enseña a amar según lo que está autorizado por esas doctrinas, hecho que reprime a los amores que difieren de ellas y dificulta darles cauce, ya que la educación oficial no enseña a hablarlos para concretarlos, por lo que la gente, cuando le llega el momento de querer amarse de maneras distintas a las aceptadas por las piedades, no sabe qué hacer, y lo intenta improvisadamente, lo que termina a veces en prácticas fallidas, de igual manera que fallan las relaciones amorosas pías, porque se basan en ideas falsas.

Dentro de las relaciones amorosas están las de la amistad, que se distinguen de aquellas otras en las que son más factibles las relaciones sexuales.

Uno de los aspectos del socialismo debe ser la aceptación explícita y social de las pasiones amorosas y de los deseos de tener relaciones acordes con ellas, para lo que las sociedades deben tener una educación amorosa que enseñe a hablar y actuar adecuadamente al respecto, pero para eso debe ser ordenada la producción, y en particular la económica, ya que en órdenes malos a la gente se le dificulta encauzar sus deseos, por las patologías y el sobreatareamiento causados por aquéllos.