Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Crítica a las internacionales socialistas

Más allá de los dislates oscurantistas en que cayeron a veces sus miembros, las internacionales proletarias siempre sostuvieron al cientificismo ateo y socialista, pero desde estrategias políticas diferentes, lo que las hace pelearse entre sí. Todas se piensan que tienen razón suficiente. En tanto que los socialistas persistan en esa lógica, la consecución de la emancipación se dificultará, porque las fuerzas que se pelean se anulan relativamente entre sí, lo que le facilita el dominio a las clases ideocapitalistas, o sea, de idealismo capitalista, sea pietista o no. El hecho de que cada internacional tenga sus falencias no debiera impedir el complemento, porque sería crítico, aparte de una relación conflictiva, pero progresiva, con el democratismo religioso y procapitalista, y hasta habría que pautar qué relación determinante establecer con la capitalesía. Además, los adscriptos a cada internacional adhieren a la concepción que tiene cada cual según lo que decidieron en sus congresos, lo que es algo idealista también, porque después las circunstancias concretas de la lucha no se corresponden con lo que habían planeado y ahí quedan con dificultades para adaptarse, porque hacerlo les requeriría transgredir los acuerdos convenidos en aquéllos.

En respuesta al negacionismo liberal capitalista argentino sobre la conquista de territorios indígenas mapuche

El 21 de agosto pasado el periódico La Nación publicó el editorial titulado “La utilización populista de los pueblos originarios”, en el que discute el argumento kirchnerista sobre la conquista de los territorios indígenas hecha por el patriciado argentino, y en particular el de la campaña hacia la Patagonia liderada por Julio Argentino Roca, la mal llamada “Campaña al desierto”, en 1879, que anexó para el país la región que va desde la provincia de La Pampa hasta la Antártida, donde estaban no sólo los mapuche sino también, por lo menos, los pampas, los patagones y los onas, que venían de la oleada migratoria que pasó de Mongolia a Norteamérica por Alaska y que pobló al continente de las naciones originarias, que lo son no porque hubieran estado acá desde siempre sino porque estaban cuando llegó la invasión europea, y también con conflictos, crueldad y sometimientos entre sí. Los imperios indígenas latinoamericanos, el azteca, el maya y el inca, subordinaron a sus poblaciones vecinas, y cometieron atrocidades, como el sacrificio de jóvenes en ceremonias religiosas, que sólo es un ejemplo. Habría que estudiar mucho para conocer bien la historia de las naciones indígenas anterior a la colonización, y críticamente, porque hay una versión indigenista que es poco dada a señalar las maldades de los aborígenes, a las que es preciso dar a conocer para que se atienda a sus sucedáneos actuales, lo mismo que pasa con todas las culturas humanas.

El editorial supone que el kirchnerismo, al criticar la conquista de los territorios indígenas que ahora son parte de la nación argentina, reniega de la nación misma, pero en realidad se trata de otra cosa, de señalar la injusticia histórica que los creadores de la nación cometieron con los indígenas, para que se la sepa y se le busque una solución, ya que algunos de los descendientes de aquellos aborígenes la reclaman y porque hoy en día tienen el mismo problema, porque el despojo de las tierras en que viven persiste bajo los enclaves de explotación actuales. En eso el kirchnerismo de izquierda tiene razón. Pienso en Horacio González, pero también están Osvaldo Bayer y Darío Aranda, que tal vez no sean kirchneristas pero coinciden en ese debate. El editorial da cuenta de que el populismo argentino condena moralmente a la conquista, y tiene razón, si es que hay tal condena, en que no es por medio del daño que hay que enfrentar la cuestión, pero yerra al defender acríticamente a la modernidad y al progreso, porque no fueron siempre buenos, y la ocupación de las tierras, el ejercicio de la violencia y el reclamo de las indemnizaciones hechos por los mapuche tendrían que ser analizados para darles un cauce justo, porque responden a demandas humanas que tienen algo de razón. El diario La Nación en realidad encubre que pretende sostener al latifundismo derivado de la conquista, y a las posteriores empresas capitalistas que explotan las tierras. La apelación a la modernidad y al progreso es retórica, porque se los debiera conseguir con justicia social, que requeriría de la socialización de los medios productivos privatizados. En realidad, los capitalistas a los que representa La Nación, son insensatos, porque se amargan la vida en vano, ya que la socialización de sus propiedades grandes se las aliviaría. El hecho de que se trate de un conflicto de culturas no quita que sea injusto. Es obvio que la humanidad estuvo llena de conflictos y de guerras, uno de los cuales es este del que debatimos, pero eso no justifica la privatización, ya que la humanidad podría ser capaz de compartir sus bienes dialogando. Que haya violencia en ambos bandos en pugna no es razón suficiente para denegarlo. Por otro lado, los grupos humanos sí son originarios de donde lo son, lo que pasa es que la originariedad es histórica, no es absoluta: los mapuche no estuvieron en la franja que va desde el sur de la provincia de Buenos Aires hasta Chile, del Atlántico al Pacífico, desde siempre, pero sí estaban antes de que los colonizadores llegaran allí, y los valores universales de la modernidad, además de que son cuestionables para que se los corrija, son ideas huecas si después no se los aplica, siendo que su aplicación requeriría que se atienda al reclamo de las naciones originarias, que demandan una reparación histórica por las maldades sufridas a consecuencia de la colonización, aunque esa atención también tendría que ser justa para con los descendientes de los colonizadores, ya que sus derechos humanos también importan, y eso debiera incluir el reconocimiento de las maldades que los indígenas les perpetraron a los colonos, porque son hechos históricos importantes, sucedieron y traumaron, así que se los tiene que reconocer. En mi caso estoy a medio camino entre ambos bandos, por ser mestizo de europeos y amerindios, además de africanos. El editorial sostiene que la historia es irreversible, cosa que es cierta, pero la exigencia no es la de la reversión, sino la de la reparación, y persistirá, así que es un problema al que la clase dominante argentina tendrá que asumir: de otro modo arrastrarán penas prescindibles.

Que todos somos humanos y que por eso merecemos un trato digno es así, pero eso precisa de aquella reparación, y no me consta que los intelectuales kirchneristas se hayan aprovechado del caso para enriquecerse, aunque sí es comprobable la corrupción que hubo en el anterior gobierno, a la que habría que situar en perspectiva histórica, porque hay mucha corrupción humana, y en particular entre capitalistas, así que vale poco señalar algunas y omitir otras. El artículo también da por sentada la veracidad de la concepción católica, sin reconocer ni sus deficiencias ni las refutaciones científicas que se le hicieron, aparte de la incerteza de la creencia en dios.

martes, 30 de agosto de 2016

La razón es sentimental

 Me parece que ya lo escribí antes, pero por si acaso señalo el carácter sentimental del racionalismo, ya que el interés por comprender la realidad se basa en el de gratificar los sentimientos. La idea de que la razón es una cosa fría y de cálculo muy abstracto es equívoca, porque la razón no siempre es así y porque esa es una razón maliciosa, aunque en ocasiones pueda no serlo. Además, la razón es sentimental porque nuestro interés por comprender la realidad obedece a nuestros sentimientos, que son los que pautan a nuestros deseos.
 
 El origen reconocido de la idea de la razón viene del vocablo latino "reor" y sus afines, como "reri" y "ratum", que no se traducen sólo como cálculo o estimación, sino también como credo, pensar, opinión, cuenta y juicio, los cuales exceden la pureza matemática y atañen a cosas más concretas que los números y las figuras regulares. Así lo tradujo Santiago Segura Munguía, etimólogo de latín.

Punir, pena, piña

La relación etimológica entre la punición y la pena es clara, pero ambas están relacionadas a las piñas, porque la punición es el castigo que se da a los que se considera en falta, lo estén en verdad o no, y ese castigo es culpabilizante, golpeador: por eso apena. Las penalizaciones son golpes sociales, sean estatales o no, y se dan cuando los grupos, o individuos, se convencen de que otro u otros se merecen recibirlas y las concretan. Ahí hay un problema de comunicación, porque, bien por la diferencia idiomática, o por la imposibilidad de comunicarse, sea porque los actores no son concientes de lo que les molesta, o porque su comprensión de la realidad está falseada, o lo que fuere, el conflicto no se verbaliza lo suficiente, y se le busca una resolución violenta. En el caso de la punición de las naciones pietistas, el problema principal es que como tienen una comprensión fallida de lo que es el deber ser humano, le ordenan a las personas que cometan prácticas desagradables, por lo que éstas, cuando pueden, las desobedecen, o se comportan mal debido a los traumas recibidos a lo largo de la vida, cosa que no es exclusiva de las clases media y baja, sino que atraviesa al conjunto social. En las naciones de gobiernos ateos el problema sucede en términos de la concepción desarrollista, que es la dominante. Son distintos idealismos, pero el socialista es más verdadero que el pietista. En esta cuestión también inciden otros factores constituyentes de las identidades sociales, aparte del religioso, el político y el económico, como lo es el patriotismo, el nacionalismo y demás, y en menor rango los definitorios menores, propios de las subclases sociales, no sólo en materia socioeconómica, sino también en la de las subclases culturales y demás, en que las personas se acusan en las pujas por los meso y micropoderes.

Un problema serio con este tipo de abordaje de los conflictos interpersonales es que los supuestos justicieros se atribuyen a sí mismos el derecho de maltratar a los delincuentes mediante la penalización, lo que es una forma de la violencia legal, que es ilegítima porque es violenta. Es un tipo de justicia falsa, porque disgusta.

Una pequeña disquisición sobre la corrupción

La corrupción tiene varias acepciones. Los defensores del orden vigente la restringen al incumplimiento de la ley, porque suponen que la ley vigente es justa. Es gente que no tiene juicio propio, por lo que se sujeta a la ley para decidir su comportamiento, ya que no encuentran otro modo de saber cómo vivir, lo que les trae grandes disgustos, y de allí su carácter acosador y violento para con las ilegalidades ajenas, porque se someten a una idea a la que no cuestionan desde sí mismos, sufren, y entonces no les gusta que gocen los demás, de lo que en vez que buscar sentirse bien ellos intentan que los otros se sientan tan mal como ellos, un mal modo de igualar y de buscar la justicia. Pero en realidad la corrupción es la maldad innecesaria, sea ilegal o legal. Hasta que esto no sea bien entendido por todos los humanos la gente tendrá problemas para comportarse. La maldad es lo que hace mal, y se la puede medir en el hecho de que hace que los animales nos sintamos mal, aunque ese no es el único modo de reconocerla y aunque haya que cometerlas necesariamente a veces: si no lo hiciéramos, nos faltarían nutrientes, u otras cosas importantes. No obstante, podríamos tener lo suficiente para vivir bien haciendo mucho menos mal del que hacemos si nos ordenáramos racionalmente.

La delincuencia rompe el orden legal, causa la corrupción de las costumbres establecidas por la ley, en tanto que la maldad rompe las ilusiones de que la vida sea armónica. El ordenamiento legal tiene sus males, por lo que es ilegítimo en parte, de igual modo que la delincuencia también es ilegítima cuando lo es.

domingo, 28 de agosto de 2016

Del origen de la clave de la rumba y de la articulación de claves

La clave de la rumba, que es la del hip hop y otros géneros musicales populares, es la del género que aprendí en tambores yoruba llamado karoninka, de la etnia homónima ubicada en parte de Senegal y sus alrededores. Esa clave debe haber estado en muchos bailes, y de distintas etnias, uno de los cuales es el de karoninka. Cabe agregar que los toques a veces tienen contraclaves, que ensamblan con la principal, e incluso que se ensamblan claves de distintos órdenes métricos, como lo son el de seis octavos y cuatro cuartos. Por ejemplo, en “Tren de las 16”, de Pappo´s Blues, la clave principal es la de la chacarera, que es de 6 por 8, pero también le cabe la del samba, que es de 4 por 4. En el reggae es más fácil notar esto, porque es de velocidad lenta.

La manipulación psicológica de Casados con Hijos

La versión argentina de Married with childrens, dirigida por Claudio Ferrari, tematizó cómicamente a la confrontación entre una familia peronista, de carácter popular, y un matrimonio entre una mujer de izquierda, personificada banalmente no sólo por la exageración de los autores sino también por los deslices que tenemos los socialistas, con un hombre fornido liberal pero despolitizado, un empleado bancario de modales formales a los que, como son incumplibles cabalmente, los transgredió. Tal confrontación terminó en la victoria del privatismo para el gobierno argentino, porque favoreció a la pelea entre el populismo y el socialismo. Aunque el macrismo no ganara las elecciones por causa de esta comedia, sí es verdad que aportó a su cometido, no por las intenciones expresas de los actores, ni tal vez del director, pero sí por los productores y gerentes del canal emisor, Telefe S.A., parte del grupo Atlántida, que son de la clase privatista internacional con eje en el imperialismo estadounidense.

La manipulación psicológica central de la serie consistió en presentar a la familia peronista como inepta y despreciable, lo que fue un insulto para las clases populares argentinas, mientras que a la clase alta se la reflejó como ordenada, responsable y eficiente; pero, no obstante, es un programa que también tiene su gracia, porque a la mala incidencia privatista se le agrega la participación de la gente común: los iluministas, vestuaristas, maquilladores, escenógrafos, aparte de los actores y demás, y en eso la compasión del director para con la gente sencilla. De allí que su gracia esté contrariada, y requiera de crítica para ser disfrutada. El carácter idealista de la comedia se nota en su gran apelación a las tipificaciones, los clichés, que tienen comicidad porque aluden a cuestiones reprimidas por la moral dominante, pero que también son crueles e insuficientes. Es una obra teatral del privatismo artístico, sometido al capitalista, por lo que establece una relación agresiva pero subordinada para con el pietismo alto, con esa moralina puritana, del Partido Republicano estadounidense, de la familia perfecta, afin al catolicismo del partido argentino Propuesta Republicana, a la vez que otra de complicidad perversa para con el populismo. Por eso es que a la vez que el matrimonio entre Pepe y Mónica Argento es burlado, se le señala la hipocresía del modelo matrimonial instituido, desde el realismo abusivo pietocapitalista que exalta la adoración a la belleza de las mujeres sumisas, se lo mantiene como eje de la socialidad familiar y vecinal, aunque también la crítica falsa incorpora elementos verdaderos, que quedan dispersos en la trama argumental. Es una obra comunitarista deficiente, porque el comunitarismo no puede ser exitoso en condiciones malas.

Religión, filosofía política y prácticas clasistas

La religión pauta la práctica general de sus fieles y de las naciones que se legislan con base religiosa, lo que varía históricamente también según otros factores, pero además, como dos subsistemas dentro de la conceptividad general religiosística, e idealística materialista, están las filosofías políticas, el liberalismo y el socialismo. El liberalismo, como subsistema conceptivo, explica porqué dentro de naciones religiosas algunos de sus miembros acumulan capital, porque combina al pietismo y a la política económica individual en el hábito empresarial, que faculta a la acumulación de plusvalor. En cambio, los fieles pobres de las naciones religiosas, no son liberales, por lo que su práctica no adquiere afán capitalista. En el socialismo no sé qué sucede, así que habría que investigarlo, y esta explicación es general, por lo que hay excepciones que no le responden, y variantes de facto. El socialismo no llegó todavía a ser un materialismo pleno, sino que más bien es un idealismo materialista porque es desarrollista, sigue un plan de desarrollo que impone a las naciones sin atender a los hechos que no están contemplados en el plan. Es un materialismo poco desplegado, ya que responde al internacionalismo general, que tiende al idealismo capitalista.

Los hechos y sus leyes

Los hechos se relacionan entre sí tal cual lo hacen de facto, y no es del modo en que lo describió la dialéctica, sino como una relación múltiple entre elementos cambiantes, que tiene regularidades históricas. Las leyes humanas describen a esas relaciones factuales, y son provisorias porque las relaciones a las que representan mutan, y eso cuando las leyes comprenden bien a la realidad. En el idealismo, se hizo el planteo inverso, de que había leyes inmutables a las que la realidad tenía que obedecer, porque el idealismo proviene de esa idea de que el universo le debe hacer caso a dios, que asimismo creó a las leyes de su movimiento, pero en realidad no es así. El universo no le obedece a las ideas humanas aunque se suponga que quienes las profesan responden al mandato divino, sino que es autopoiético, al menos desde el big bang, y las leyes humanas deben describirlo bien para que la práctica que se base en ellas sea satisfactoria.

Eso de que el universo no puede haberse autocreado, por lo que tiene que haber habido otro ser que lo inventase, es absurdo, y termina en el aserto equívoco de que para que hubiese el universo tuvo que haber otro ser que sí se autocrease. Es una aseveración incierta, e incomprobable. La existencia real del dios cristiano, y la de los otros dioses en los que se cree, es una hipótesis que ordena mal a la práctica humana. Ese es un problema importante para la ciencia social.

sábado, 27 de agosto de 2016

Tontería desarrollista

Insistiré en la monotemania, total, si no la quieren leer no la leen y listo. Una de las estupideces más grandes asociadas al desarrollismo es la historia de un tipo que me contó mi viejo que vivía en la periferia de San Pablo, como a 200 kilómetros del centro urbano, y entonces, como había una autopista entre su casa y su trabajo, el chabón agarraba el auto a la mañana, se iba hasta el ingreso a la autopista, recorría los 200 kilómetros y salía en el centro de San Pablo, y ahí daba otra vuelta para estacionar y llegar al laburo, y la inversa para volverse después de trabajar. Le pasó la que le pasa a mucha gente urbana, que en un momento, por el aumento del parque automotor, la autopista se entró a congestionar, por lo que eso de ir y venir de a 200 kilómetros por día, de lunes a viernes, de febrero a diciembre, se le entró a complicar. Entonces el tipo, y no debe haber sido el único, agarró y en vez de volverse hasta la casa después del trabajo se entró a quedar en San Pablo a dormir en el automóvil, y volvió para su casa cada tantos días, a bañarse o qué. ¡Cómo para no querer mandar todo al carajo! Pero los que salieron ganadores de esa furia fueron los liberales brasileros, que tampoco le van a resolver el problema.

Porqué digo que los dioses no existen por sí mismos, y corolarios para el socialismo y el desarrollismo

A los dioses los imaginamos los humanos, eso es innegable, pero podría suceder que al imaginarlos reprodujéramos en nuestra conciencia a objetos existentes fuera de nuestra psique. ¿Cómo aseverar entonces que no haya dioses en el más allá? Los que es seguro es que si el creador del universo fue el dios de los cristianos entonces el universo no podría haber sido creado por Alá. Es uno u otro. Por lo menos cabría decir que una de las dos religiones está equivocada, pero el asunto va más lejos porque ya se refutaron otros mitos menores de los libros sagrados, no obstante lo cual se los sigue considerando sagrados como si no hubieran sido refutados. Así que los sacerdotes y sus fieles deberán someterlos a un análisis científico desrreligionante. Cuando a uno se le derriba su creencia pareciera que se le viene el mundo abajo, pero no es así. ya antes sucedió que los europeos se dieran cuenta de que la Tierra no era un cubo sostenido por elefantes, o por Atila, y la gente se repuso para bien, lo mismo que le pasó al socialismo cuando se supo que su experimento estuvo repleto de maldades, y los socialistas hicieron bien al reconocerlo, porque si no se las habría seguido repitiendo. Al desarrollismo le pasa lo mismo: tiene una idea de lo que debe ser y niega las protestas contra su implementación, pero cuando sus partidarios las acepten se sentirán bien porque dejarán de hacerle mal a otros y porque podrán buscar alcanzar sus objetivos de buena manera, lo que también precisará de correcciones porque la práctica humana las precisa muchas veces.

Tesis y teísmo

Que tengan relación etimológica es dilucidable, pero que tienen una relación histórica próxima es seguro, porque las primeras reflexiones filosóficas sobre el origen del universo debatieron con los mitos sobre su creación por parte de los dioses. La indagación científica sobre los seres se hizo en base a proposiciones objetivas, así como la mitología es de proposiciones subjetivas, porque sus ideas no son de objetos del mundo extraimaginario, aunque los seres imaginados sí recrean a seres concretos: los dioses griegos y latinos eran seres imaginarios con formas humanas, aunque a veces fueron mixturados con formas de otros animales u otros seres, y en los relatos que los humanos hicieron de ellos se les adjudicaron pasiones humanas también, que son animales porque los humanos somos animales. La mitología metaforizó algunos conflictos humanos en relatos sobre dioses, pero al hacerlo deshistorizó a los conflictos reales, los tradujo en relatos falsos adjudicándole los actos en cuestión a seres imaginarios. En el cientificismo, hay tesis que no son dioseras, porque los objetos de que tratan no son dioses, así como hay tesis dioseras cuando su inquiria se refiere a ellos, ya que los dioses, en tanto que inventos de la imaginación humana, son objetos históricos, igual que lo son las prácticas derivadas de la creencia en ellos.

viernes, 26 de agosto de 2016

La rehabilitación de la filosofía de la historia

La filosofía de la historia existe, es la filosofía de la historia, la filiación, en el sentido de afinidad, al saber sobre la historia de lo que es, y en eso del universo, que tiene leyes, son regularidades en la forma en que se comportan sus elementos, pero que son históricas, factuales, por lo que varían cuando lo hacen, y los humanos no sabemos lo que fue antes del big bang, el gran estallido, pero no se puede decir con certeza que haya habido un dios que lo creó, a lo reconocido por la ciencia humana; de dios se puede decir que es una creencia, una fe o una incertidumbre, no se puede asegurar que se haya creado por sí mismo, y seguro no habría tenido forma humana, y menos de hombre morocho y barbudo como se lo idealiza vulgarmente. Por ende, es una idea descartable, a la que el conjunto de la humanidad debe cuestionar. A la humanidad lo menos que le corresponde es adoptar una idea agnóstica de ese ser y del pasado anterior al universo, hasta que se lo sepa bien; y, en realidad, cada humano debiera ser materialista: sostener posturas creyentes falla la práctica, y no es verdadero. Hace mal. Por eso es que hay tanta violencia histórica, que a la humanidad la hace sentir mal, así como daña al resto de la naturaleza, al explotar a la Tierra. A eso no lo pueden negar los industrialistas. El peronismo en Argentina vetó la solución al problema de la explotación terráquea porque fue y sigue siendo industrializador, y de mal modo, porque no concibe a la industria naturista, ya que el pietismo democrático lo inclina a concepciones pavorosas, porque es castigador, es católico, aunque moderado. El catolicismo porta un carácter castigador, que es el que soporta al sadismo, y que, como es falso, comprende a la historia del universo de mala manera, por lo que manda a hacer una práctica social mala, que se combina con los idealismos de las regiones terráqueas extracatólicas, el protestantismo, el islam, las religiones primitivas existentes, el rastafarismo, las mistificaciones que se les derivan, con todos sus horrores, como la cliterectomía musulmana o el barbarismo de las guerrillas de liberación ultrarreligiosas, y eso es poco decir. La filosofía de la historia marxista se equivocó al retomar la dialéctica idealista, porque eso le hizo suponer que la historia no es histórica, que responde a la dialéctica, que es una idea, basada en tesis. Las tesis son derivados del teismo, y las creacionistas son dioseras, pero la historia que conocemos hasta ahora es, y tiene un modo de ser, lo que pasa es que a los humanos nos es inaprehensible entero, porque somos animales mónidos, descendientes de los monos, no podemos saber la historia del universo entera ni por lejos: averiguamos lo que averiguamos, y la mayoría de la humanidad lo sabe entrecortado, no conocen bien a la historia universal más que pocas personas, lo que hace practicar mal. La historia humana está llena de violencia, y no va a dejar de estarlo mientras que exista la creencia, y científicamente se la reduciría, no es que se la terminaría, si se cientizara bien, si se verara la conciencia social humana. La filosofía de la historia no sólo que es necesaria, sino que es obligatoria para toda la especie, porque así, tal como es ahora, practica mal. No se puede prohibir la crítica a la religión, y está prohibida. ¡Lo que omitieron criticarla los peronistas! Decirles populistas no debiera ser tomado como un insulto, porque el populismo es una concepción histórica, hablar de populismo no es insultar para mí, lo que pasa es que el populismo, para corregirse, debiera ser holista, porque si se centra en el pueblo no puede entender bien al resto de la totalidad, y entonces le falla la práctica, y el holismo no puede lograr que la humanidad viva bien mientras que haya la violencia. A eso los sacerdotes no sólo que lo tendrían que reconocer, dado el alcance del saber actual, sino que además tendrían que promover que se lo supiera. Así, con creencia, no se puede terminar la crisis mundial violenta. Reconocer la realidad verdaderamente es un deber humano, al que debe cada quien de los humanos, los sacerdotes también, y los fieles, todos los creyentes. Si no, van a sufrir. Sufren en vano, y hacen daño, por creer, lo que los hace sentir mal y lo que hará sentir mal a las próximas generaciones si no lo cambiamos, eso es algo que ya tendría que haber sido reconocido por la humanidad abiertamente hace tiempo, y sin embargo lo cuestionan, y hasta mataron por decirlo. Hubo mucha gente matada por los idealismos, y va a haberla más. No sólo por los asesinados que habrá a causa de ser heréticos, sino porque a la humanidad pietista le falla la práctica necesariamente, no puede no fallarle la práctica, y al idealismo soviético le pasó igual. El idealismo socialista también puede equivocarse, aunque sea socialista, pero por lo menos reconoce el origen material de la historia. Toda la humanidad tiene que ser materialista. Eso, por más que lo discutan deberá seguir siendo así. Por más que maten a la gente materialista los teistas, la humanidad va a seguir queriendo gozar de la vida, y los teistas sufrirán, porque se someterán a regímenes de vida injustos, por fidentes. Así que van a tener el mismo problema las futuras generaciones, aunque lo niegen las autoridades máximas de las iglesias. Es un problema conceptivo. Si la humanidad conceptúa mal, hace mal, pero los ganadores de hacer el mal se sienten mal también, y se lo seguirán sintiendo, es natural, son animales mónidos, tienen sentimientos comunes. La mala práctica que cometen les apena, así que no pueden superar la pena con fidencias, eso para los creyentes, si quieren vivir bien la vida, en vez que sufrir para la muerte, con esa idea de que si no lo hacen el alma se les iría al infierno por siempre, o al purgatorio primero, que ni saben que es falsa. No saben ni que el infierno, el purgatorio y el cielo son mitos, que no existen en la realidad objetiva, extraimaginativa: el centro de la Tierra está lleno de lava, no hay ni hubo diablos ahí, ya lo estudio la geología; el purgatorio es mentira y el paraiso celestial también. Después de morirse el cuerpo de cada humano, el alma humana muere con él, no se va para otra parte a que la juzguen los dioses, eso es un mito, que ya fue refutado por la psicología. Lo que sucede es que la gente que queda viva una vez muerto alguien lo recuerda, y en eso rememora, lo recrea en su imaginación, eso es la persistencia del alma después de la muerte, y también recuerda el mal y el bien que le hicieron las generaciones anteriores, hay una crítica del pasado, que juzga a la historia de la humanidad y a sus faltas, pero no como pecados, como fallas a la ley canónica eclesiástica, sino como maltratos a los congéneres y a los seres de las otras especies, pero eso a los humanos muertos ya nos les afecta, porque lo que queda es el recuerdo del alma, no el alma en sí misma, que muere con el cuerpo. El especismo no es malo en sí mismo. Hay que rescatarlo de la crítica injusta que le hicieron los anarquistas, porque el especismo puede no suponer que la humanidad es una especie mejor que las otras, aunque es la dominante, porque construye casas, los domos, no obstante donde no hay humanos, y entre nosotros, hay otras especies que hacen sus casas, pero de forma natural, sin contaminar. La emanación tóxica de los seres vivos extrahumanos es muy poco comparada con la humana, y hasta hubo quienes decían que el problema de la capa de ozono era por las flatulencias de las vacas, a ese nivel de irrealidad llegó la especie. Hay la soberbia humana, que se propone estar por sobre las demás, e incluso una jerarquía dentro de sí, la jerarquía social humana, erigida en clases sociales, que también son históricas, son una conformación de clases humanas a consecuencia del recorrido histórico de la especie, y está mal, por eso se siente la culpa, es el castigo por desprecio de los golpeados por la mala práctica, que se lo hacen entre pietistas porque practican mal, aunque eso se generaliza en la sociedad junto a los yerros materialistas. Son prácticas de humanos en pugna, que hacen a la pelea humana actual. Muchos quieren tener razón y mandan a hacer sin tenerla, y a los que no les gusta los golpean, pero eso les hace sentir mal, les da la culpa, que se siente feo. Nadie en su sano juicio quiere vivir con culpa, porque se siente mal, pero mucha gente vive con culpa, son interiorizaciones psíquicas de los golpes psicológicos dados por quienes recibieron traumas por práctica mala y, como son generales en el credismo, la credencia, la humanidad creyente suele tener culpa, sobre todo cuando está en los estratos altos de la sociedad, porque el propietarismo requiere de mucha práctica violenta, pero eso se replica, aunque menos, en los estratos medios y bajos, que son menos propietarios, lo que no agota al tema porque hay prácticas extrapropietarias, que también son juzgadas por aquellos a quienes les afectan. Esto es comprensible desde un clasismo terráqueo, que a su vez tiene una forma pautada por el conflicto interimperialista, traducido como competencia entre potencias, forma liderada por Estados Unidos y secundada por Europa, China, India, las potencias del sur asiático, las sudafricanas, Brasil, Japón, Australia y las otras naciones, son muchas más, a su vez articuladas en bloques regionales, que se rearticulan permanentemente en tanto que sucede la competencia idealista y capitalista internacional. En América Latina está en entornamiento la UNASUR y el MERCOSUR, aparte de la ALBA, porque Brasil y Argentina tienen gobiernos nacionales que se alían con el imperialismo estadounidense, en un proceso de reprivatización, de reforzamiento de la privatización previa, porque el capital es trasnacional. El capital nacional es parte de las naciones, y en algo las atravesó: hizo a un comercio trasnacional, incluso el del capital pequeño, que se refleja de distinta manera en los recorridos turísticos, en que el empresariado atraviesa fronteras nacionales, y el proletariado asalariado también, y hasta el lumpenproletariado de hecho. El capital bajo es proletario respecto del medio y del alto, pero mandante del proletariado asalariado, que a su vez se intraestratifica en subclases superiores a las del lumpenproletariado, y eso con mandatos y obediencias inversos. Un análisis clasista mundial tiene que reconocer eso, las líneas de mando y obediencia intraproletarias, que también tienen males. El proletariado tampoco hace todo bien, pero no manda en el sistema social humano vigente en el planeta, y hay varios bloques intrarregionales más. En África hay por lo menos dos, y de África no sé casi nada, pasan un montón de cosas de las que no tenemos ni idea, todos los días, mientras que se nos fue el tiempo en frivolidades. A eso el progresismo lo tiene que reconocer. Mientras que transcurre la historia presente, el progresismo conoció la frivolidad, y la practicó. Los humanos tuvimos un montón de propiedades, que al vencerse pasaron a retiro, se las tiró, en los basureros y en donde haya sido. Por todos lados, en las ciudades, hay propiedades vencidas. Eso es una frivolidad, un mal vano al que se podría corregir mediante la fabricación ecologista, porque las cosas cuando se rompen no se degradan biológicamente, quedan tiradas, están ahí, en el medio ambiente, y al desarmarse sus partículas quedan volando por ahí, o se instalan en el agua y la tierra. Esa es una de las cosas que tiene de malo lo frívolo, y no puede no ser la frivolidad con un exceso en la producción de propiedades, porque las propiedades no son biodegradables, y su fabricación contamina, lesiona a la naturaleza porque contamina al entorno inerte, al que ella absorbe: la humanidad abusa de propiedades como si fuéramos niños con juguetes malos, a los que vamos dejando tirados por ahí mientras que nuestros deseos de posesión de bienes van cambiando rápido, de lo que nos proveemos de otras cosas, a las que tiraremos pronto, lo que no sería tan malo si fueran biodegradables. Las clases ultrarreaccionarias, que junto al capital liberal lideran a los imperios y a las subpotencias regionales y nacionales, también se lesionan por la explotación, por lo que el privatismo mundial también está explotado, obviamente vive mal, pero no puede vivir bien si no deja de creer y acumular. Es que la creencia, combinada con el liberalismo, lleva al hábito compulsivo producente, ya que los fieles de clase alta ordenan su práctica social de acuerdo a las prohibiciones eclesiásticas y a las disposiciones de las universidades privadas y las legislaciones estatales, aunque incumplan sus leyes, y la concepción mala que tienen de sí mismos, por hacer mal, les disgusta, lo que los frusta y los lleva a la violencia, cosa que le pasó también al idealismo socialista. El mandato religioso es incumplible, no lo cumplirán, porque no se lo puede cumplir del todo, y mientras tanto sufren, por desobedecerle y por hacerle mal a otros. Es incomprensible que se viva así, y no se lo puede cumplir porque somos animales, descendientes de los monos, no nos inventó ningún dios, ni Alá, ni Ganesha, ni Yemanyá, ni Jah, ni ningún otro, por lo que sus leyes son un invento fallido, igual que lo es la pretensión de que nos sujetemos perfectamente a reglas ideales. Esas leyes tienen aciertos, pero se los debiera entender en un paradigma materialista. En tanto que eso no esté resuelto la humanidad va a sufrir más de lo que debiera ser. Es que hace falta una determinación respetuosa del idealismo y de su modo acumulativo moderno, basado en la crítica de las religiones y de su práctica histórica, que tendría que articularse con el análisis del propietarismo. Así se entendería la imbricación entre la práctica conceptiva y la económica, en la que están los otros órdenes sociales. No es que sean prácticas humanas netamente diferenciadas, son clases de prácticas relacionadas por concepciones históricas que las guian más o menos bien y mal, y en los malos casos hacen que la práctica humana sea accidental, cuando no malintencionada y a propósito, por la neurosis patológica causada por la opresión religiosa del privatismo y los demás idealismos, secundariamente o no según el caso. Las religiones causan neurosis, porque asustan a las personas con sus relatos. Los democratacristianos no pueden negar que los mitos religiosos asustan, porque los conocen y creyeron en ellos, igual que asusta la lesividad de la violencia. El pietismo detestó a la filosofía de la historia, porque es atea, y la invalidó con argumentos excusativos, de las maniobras tramposas privatistas, que son sacerdotales. El sacerdocio es excusativo, porque sus partícipes se acusan, se corren entre sí, y tiene una cultura de la manipulación de la conciencia, porque reflexionaron sobre eso en los conventos, que además tuvieron serias intrigas por el sentido de la interpretación de los libros considerados sagrados y las pujas jerárquicas intrasacerdotales, así que luego, ante la aparición de la filosofía de la historia, la ciencia teista la impugnó, con el argumento verdadero de que la historia no obedece a la dialéctica, y la dejó caer, con el fracaso del socialismo gubernativo posterior a la revolución rusa, que además de todos los crímenes que cometió hizo entrar a las repúblicas soviéticas a la modernidad, así como las modernidades occidental y oriental tuvieron una violencia terrible. La modernidad hasta ahora fue bastante mala, porque la humanidad mide mal, porque piensa mal, ese es nuestro recorrido histórico hasta hoy, y tuvo sus bondades, y muchas, pero la humanidad existe, y si no sucede nada extraño existirá, así que la gente seguirá con el dilema de cómo comportarse, que es relativo al de qué es lo que es. La ciencia de la historia, lo que enseña es la historia de lo que es, según lo que la humanidad conoce, y es pensable que exista algo más allá de lo conocido, por fuera y anterior al inicio del universo conocido por la humanidad, de lo que hay que reconocer ignorancia. Ese es un planteo correcto.

El laborismo y la idealización del trabajo, y eso en Eva Perón

El laborismo tiene un problema serio porque al idealizar al trabajo, como si fuera algo bueno en sí mismo, los laboristas se aferran a él como un valor con el cual sentirse seguros, y terminan provocando que se trabaje compulsivamente, o intentando forzar a las personas para eso. Es algo difícil planteárselo a los peronistas, porque no son abiertos para aceptar las críticas a sus dirigentes históricos, pero algún día tendrán que reconocer que en algunas cosas se equivocaron. El asunto llegó al punto de que quisieran negar que Néstor Kirchner se murió, con eso de que vive en nuestros corazones, lo mismo que pasó con Perón. Les ví los grafitis al respecto, e incluso respondí a uno al que luego me contestaron, con la misma necedad de que Perón sigue vivo. Tienen un problema para superar la poetización mistificante y plantear las cosas en términos verdaderos, ya que ambos son recordados por mucha gente, en vez que seguir vivos, y entenderlo así no sólo que no les resta valor sino que permite adjudicárselos verdaderamente, cosa que debiera incluir las críticas que les caben. Es un punto fácil de resolver pero que está trabado por su testarudez, y no debieran enojarse de que se los diga, porque es verdad y porque todos tenemos nuestras fallas.

En el caso de Eva Perón, con esa idea suya de que el trabajo dignifica, se les hace difícil entender que dignifica cuando está bien hecho, o sea, cuando las condiciones en que se lo practica son gratas para las personas que lo hacen y para sus semejantes, porque al no hacerlo remiten la lucha a conseguir aumentos salariales sin buscar mejorar las condiciones laborales, ni las extralaborales en ocasiones. Y eso es un ejemplo nomás de Eva Perón, que tuvo la contra grave de haber sido católica, y medio fanática con sus planteos, lo que no quita admitir las cosas que hizo bien, ni los maltratos que recibió durante su vida.

Es la humanidad la que vive de explotarse

Una de las hipocresías que afecta al socialismo en general, desde el anarquismo a la socialdemocracia, es la idea de que hay explotadores por un lado y explotados por el otro, y que los primeros viven de explotar a los segundos mientras que éstos no viven de la explotación ajena. Esta idea está trayendo muchas taras a la política emancipatoria, porque desvía la lucha por cauces inconducentes. Por un lado, habría que decir que la clase empresarial, sea de empresarios de subsistencia, de capitalistas incipientes o de los consolidados, que son los considerados propiamente capitalistas, es explotada: padece una violencia más o menos permanente, una opresión que los fuerza a estudiar en la primaria, la secundaria y la universidad bajo ritmos superexigentes, o a suplir esos estudios informalmente cuando no los realizaron en el sistema establecido, a conocer las leyes que regulan su actividad, a sujetarse a ellas, con todo el tramiterío que eso implica, a desempeñar sus funciones de contratación de obreros, consecución de materias primas y de los medios productivos edilicios, la maquinaria y demás, aparte de tener que atender a las inspecciones estatales, a la contabilidad, a los reclamos laborales, a los sindicatos y a los cambios en la política gubernamental que les afectan, y que responder a los imperativos de la competencia, a veces desleal, y ocuparse de su vida familiar y sentimental, si es que no también religiosa, y tantas otras cosas más, como cuidarse la salud, lo que apareja que se corrompan, porque tienen un nivel de exigencia alto en unas circunstancias fallidas en las que es imposible que consigan comportarse de acuerdo a lo que se supone que debiera ser. Entonces, habría que reconocer que la explotación es transclasista, pero además el socialismo debiera admitir que el proletariado también vive de la explotación ajena, porque los bienes que consume para mantenerse son producidos mediante la explotación de la tierra de la que se extraen las materias primas, de los obreros del sector primario, de los del transporte y la fabricación, de los empleados administrativos estatales y a fin de cuentas de todo el circuito social humano y natural envuelto en la economía. Entender esto sirve para dejar de plantear las reivindicaciones en términos del reparto del producto bruto exagerado, aunque debe hacerse uno suficiente, y concentrarse en una reforma productiva que permita una producción sin explotación, que no podría ser en términos idealistas.

Desconocer aspectos de la realidad importantes, como lo es la explotación del empresariado, causa que la crítica se torne degradante, o agresiva, en vez que progresiva: inferiora, o retarda, o supera poco, en vez que algo, o mucho.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Idealismo, materialismo, capital y trabajo

La contracción, para no decirle contradicción, ya que ésta se sitúa en el plano discursivo, de la dicción, entre el idealismo y el materialismo como prácticas de vida, con sus conceptualizaciones respectivas, es más abarcativa que el antagonismo entre el capital y el trabajo, aunque hay correspondencias entre ambos pares. El idealismo es proclive al pietismo, porque los credos son dados a las ideas sin objeto, como lo son las de los dioses, y es propenso a ordenar la práctica de acuerdo con ellas, aunque también incorpora al conocimiento objetivo adaptándolo a su relato religioso, por lo que, cuando la realidad no se le adecúa, se la reprime, oculta o ignora, porque los creyentes se rehúsan a aceptar que su concepción del universo está equivocada. El materialismo, en cambio, es proclive al objetivismo, porque supone que para saber hay que averiguar si las ideas son verdaderas, aunque, a la inversa de aquél, también es permeado por los hábitos creyentes, pero de menor manera, y busca decidir la práctica según las necesidades fisiológicas. De allí que sea más exitoso. En la puja entre el capital y el trabajo se reproduce este esquema porque los capitalistas son más dados a las ideas puras y a la especulación, a las cuales reproducen en los términos del valor de cambio: hacen cálculos financieros, que son operaciones con valores puros, aunque también reconocen al resto de la historia, pero insuficientemente, porque para eso tendrían que posponer a la lógica de la productividad compulsiva, y del conservadurismo religioso cuando lo tienen, y abrirse a atender a los otros asuntos. Asimismo, los trabajadores son más propensos a la materialidad concreta que a las abstracciones puras, porque el modo de ser proletario se presta para eso, lo que no quita ni que también sean idealistas en algunos aspectos, sobre todo en los de índole religiosa, ni que cometan prácticas malas, porque la falsedad humana apareja neurosis y mala educación.

La oposición entre el idealismo y el materialismo abarca al conjunto de la práctica humana, en tanto que la del capital y el trabajo se centra en la económica, aunque de ella se derivan otras luchas que son extraeconómicas. El problema con la comprensión de la lucha de clases sociales en términos economicistas es que no permite cuestionar al pietismo, ni tampoco al idealismo desarrollista, sea capitalista o comunista, más que respecto del valor de cambio y sus derivados directos, que son importantes pero no son todos los aspectos de la práctica humana que requieren de soluciones políticas.

martes, 23 de agosto de 2016

Del vanguardismo

El vanguardismo no es malo en sí mismo, lo que pasa es que las experiencias de vanguardia fallaron algo en general, aunque también tuvieron éxitos puntuales y aportaron al democratismo. El vanguardismo es la acción de la parte más adelantada de un proceso, que lo guía desde adelante, pero el proceso es un movimiento de conjunto, por lo que la guía también debiera generalizarse, de acuerdo a las posiciones esclarecidas, lo que requiere de una pedagogía de las masas. El vanguardismo falla cuando la vanguardia pretende que la retaguardia la siga automáticamente, porque entonces la vanguardia se separa de las masas: así, es fácilmente derrotable, y cae. La vanguardia tiene que existir, y la retaguardia tiene que reconocerla, pero la relación entre ambas tiene que ser recíproca y mutuamente respetuosa. Además, también hay que reconocer que es una distinción relativa, porque a veces la retaguardia está más adelantada que la vanguardia, pero más es al revés, porque la vanguardia está mejor formada científicamente, tiene nivel universitario, pero eso no agota al tema porque, por un lado, la ciencia universitaria falla en ocasiones, y por otro las masas son mayoría. La vanguardia debiera dedicarse a la formación de las masas para que el proceso de su movimiento se conduzca de buena manera, lo que requiere de que la práctica política mayoritaria responda al cientificismo verdadero.

Un problema serio para la vanguardia materialista es el sabotaje continuo del pietismo, por lo que, por un parte, la vanguardia tiene que ponerlo en discusión explícita, y por otra avanzar despacio, de acuerdo a la conciencia de la práctica de las masas, o detenerse, y hasta retroceder, cuando ella se degrada, para acompañarla críticamente en pos de su regradación. Y la vanguardia materialista también podría poner en debate al pietismo para ayudar a la liberación de los sacerdotes y de los capitalistas, que son oprimidos por él, porque en realidad el socialismo apunta a concretar en la Tierra lo que los fieles anhelan como un sueño para lo que creen que es la vida dichosa después de la muerte: el paraiso terrenal.

La vanguardia social no está conformada sólo por un partido, sino que es un conjunto de organizaciones, partidarias y extrapartidarias, como lo son las movimientistas, que no son las únicas extrapartidarias, en conflicto entre sí por la competencia política, que debieran ordenar su práctica para que la puja sea más conducente, ya que podrían discutir y luchar entre sí pero con un sentido más progresivo, o menos regresivo cuando el reflujo, lo que no es fácil por las disidencias intrasocialistas, que son difíciles de resolver, y porque parte de ese conjunto es el democratismo pietista, tanto el progresista como el conservador, que defiende mal y bien al pueblo de la aristocracia y tiene fuerzas retardatarias muy potentes por el peso político del eclesiastismo y por su permeabilidad a las fuerzas capitalistas. La vanguardia socialista debiera proponerse objetivos asibles, según el análisis de la coyuntura y de las fuerzas en conflicto. Hay que tener en cuenta que las masas están más o menos retrasadas respecto de la concepción socialista, y que gran parte de sus capacidades están dedicadas a la subsistencia, y también que la oligarquía tiene reprimido el deseo de liberarse de sus propias opresiones y de las que recibe desde abajo.

Un objetivo importante es el de que la humanidad no cometa mala práctica social a consecuencia de la conciencia falsa, y otra cuestión es que cada concepción tiene su vanguardia, incluso las de derecha, que son la cúspide de sus retaguardias, por lo que la retaguardia es el sostén de la vanguardia. De allí que el pietismo haya derrotado al socialismo al adaptar las reivindicaciones democráticas en términos creyentes, con el sindicalismo, los partidos y las demás organizaciones democráticas religiosas, porque el grueso del proletariado se tornó pietista, pero la lucha continua porque el pietismo no puede brindar la emancipación de la opresión religiosa, aunque tiene el argumento pesado de que el socialismo forzó a la humanidad penosamente, que es cierto porque el intento socialista de la revolución rusa fue implementado con violencia desmedida. El socialismo, no obstante, no debe pelearse con el pietismo, sino confrontar con él de buena manera, lo mismo que con el capitalismo, e incluso con el capitalismo socialista chino, pero para eso tiene que estar seguro de sí mismo, y no caer en las provocaciones de sus rivales, que lo acusaron por distintas causas, haya sido por ilustrado, por clasemediero, por humanista y demás, y no es que esas acusaciones no fueran ciertas, porque el socialismo es ilustrado y es humanista, aunque a veces adopta un carácter proletarista, y parte de él es de clase media, pero eso no es malo en sí mismo, igual que no lo es la ilustración, aunque se la deba corregir, y además acusar es un mal modo de criticar. Los socialistas no tenemos la responsabilidad de solucionar los males humanos, lo que tenemos es ese anhelo, cuya concreción depende de la humanidad en su conjunto y, con más énfasis, de sus organismos dirigentes, pero la práctica humana también es responsabilidad de cada quien.

Cuando dije que los socialistas tenemos que perseguir objetivos asibles no quise decir que haya que abandonar al maximalismo, sino que, para concretarlo, es preciso hacerlo gradualmente, dadas las circunstancias retrógradas de las naciones, pero esa gradualidad puede ser más o menos brusca, según lo permita la coyuntura histórica. El debate entre reforma y revolución es insensato, porque el reformismo progresista es revolucionario, aunque leve, o de mediana intensidad, y tiene sus regresionismo también, al ser confuso y contrariado por las fuerzas idealistas, y porque la revolución es un reformismo más profundo, pero optar por uno o por otro no debe depender sólo del voluntarismo de los luchadores, sino también del análisis de la coyuntura, aparte de que es preciso acertar los objetivos al presente para alivianarle la vida a los luchadores, al proletariado y al resto de la gente, lo que facilitaría la profundización de la transformación social en el futuro, que debe ser crítica para consigo misma porque cometerá errores indefectiblemente. El proceso revolucionario tiene que ser hecho de la mejor manera posible, porque sus errores le quitan apoyo de masas, lo que lo hace demorarse, detenerse o retroceder, lo mismo que le sucede a la reacción, cuyas fallas la hacen decaer. La diferencia estriba en que la reacción es más propensa a fallar porque es idealista, pero es dominante porque la humanidad es necia para admitir sus maldades. Después de haber superado el estado primitivo, iniciado hace aproximadamente 40 mil años, la humanidad, a partir de comenzar su civilización, hace alrededor de 8 mil 500, se halla en una época en que la práctica social se define en gran medida mediante las ideas religiosas institucionalizadas, y las demás que también derivan de la creencia, lo que pauta su irracionalidad general, pero el deseo de justicia es natural, por lo que se lucha, y se logró lo que se logró y falta lo que falta. La civilización, no obstante, es incompleta, porque persisten culturas campesinas, sedentarias y nómades, aparte de que no debiera tomársela como obligatoria y de que podría ser superada mediante un urbanismo ecológico.

lunes, 22 de agosto de 2016

Fin de tesina

Después de haberla aprobado a fin de 2007, y tras haberle hecho un montón de correcciones en este blogspot, declaro haber terminado mi tesina de licenciatura, aunque debe tener otro pilón de fallas de las que no me dí cuenta. Agradecimientos a quienes me ayudaron.

viernes, 19 de agosto de 2016

Qué hacer con el institucionalismo

Me parece que fue en 2014, sino el 28 de noviembre pasado, que fui a la Marcha de las Putas con una pancarta que hice casera, bastante bonita, levantando una consigna contra la prostitución porque la prostitución es la defensa de las instituciones. A las putas griegas se le dijo así porque fueron sometidas para servir al estado, y en particular a algunos de los hombres. Luego, el término adquirió una polisemia que dificulta dilucidar la cuestión, porque no se sabe bien lo que quiere decir. Las instituciones son las edificaciones sociales que los humanos construimos desde que algunos de nosotros nos volvimos sedentarios. Incluso hay una relación etimológica entre “estado” e “instituto”, que quizás venga del hecho de que para erigir las edificaciones estatales, igual que los institutos, es preciso martillar, lo que suena a té, porque el martilleo hace “tac”. En eso capaz que me equivoco, pero es cierto que la humanidad, al asentarse en los lugares, construyó edificaciones, y para eso clavó palos afilados, en la tierra, en madera, en rendijas de piedras y en cuero, y luego clavos de metal. La estatización y la institucionalización requisieron del martilleo. Las viviendas particulares, si bien no son instituciones, sí son estatales, porque hacen al asentamiento humano que es el estado, y su propiedad es tutelada por el gobierno: hay títulos de la propiedad inmobiliaria a cuyos originales los tienen los dueños particulares y las entidades gubernamentales respectivas.

Las instituciones no son malas en sí mismas, en mucho nos ayudan a vivir, hacen a nuestra calidad de vida, pero tienen muchas maldades, por lo que hay un imaginario que las reprueba, pero en ellas nos educamos y nos curamos la salud, o las usamos para gobernarnos y protegernos de la delincuencia o de los ejércitos extranjeros, y demás, y eso no quita que, por su corrupción, muchas veces se nos vuelven en contra, pero eso no es por su carácter arquitectónico, sino por la maldad humana. El problema mayor de las instituciones no son ellas en sí mismas, aunque cierta reforma arquitectónica tendría que hacerse, porque la arquitectura porta intereses, buenos y malos, que se plasmaron en la forma de las construcciones, sino más que eso el carácter de la humanidad. Ese es el tema principal, y la forma arquitectónica es uno secundario, que también es importante, igual que lo es el uso que se le da a las edificaciones, y que es transformable, pero ahora me arrepiento de haber sostenido aquella consigna, porque, por un lado, sí hay que aclarar el significado de la prostitución, para analizar qué política adoptar para con ella, que debe ser la de la aceptación libre del comercio sexual bien hecho y la búsqueda de su superación, con la proscripción de la trata y del abuso y el cese de la estigmatización, para ese ámbito y para los otros calificados de prostitutos, y por otro no es cuestión de renegar del institucionalismo, sino de corregirle los males. Es una prostitución buena, que es revolucionaria, un apoyo a la existencia de las instituciones en tanto que su hechura y la práctica humana desempeñada en ellas sea grata para el conjunto social.

Amor eterno

En 1321 se murió Dante Alighieri y fue a parar al infierno de los que no se dieron latigazos en la espalda, se la encontró a Beatriz y ella le dijo en tono picarezco “nos bochó san Pedro, cariño”.

jueves, 18 de agosto de 2016

Deseo y fetichismo sexuales, y arquetipos

La incapacidad humana para reconocer bien al deseo sexual y darle cauce, lo que no necesariamente habría de ser mediante la práctica sexual, ya que hay sus sublimaciones gratas, apareja una serie de aberraciones sociales ligadas al fetichismo sexual, que es la comprensión mala de la sexualidad, cercana a la mitología porque el fetichismo es de raigambre religiosa, lo que concluye en la calidad fiera de algunas de las estigmatizaciones sexuales, como la de “virgen” para las que no tuvieron relaciones sexuales presenciales, o “cornudo” para quienes sufrieron infidelidades ˗y noten que el concepto que se utiliza para designar al engaño sexual es la “infidencia”, la falta a la fe˗, y otras tantas que pueden no ser pietistas. Existe “puta” para las mujeres promiscuas, o su versión masculina para los hombres homosexuales, “marica” para los afeminados, “tragasables” para los que besan vergas, “torta” para las mujeres homosexuales masculinas, “motherfucker” para los que cojen madres, “pata de lana” para los amantes de mujeres en pareja, y así, pudiéndose darle a esos términos otras acepciones según el caso, lo que redunda en todo un repertorio lexical agresivo, con el que las personas reprimen la sexualidad. Así, en tanto que cada quien tiene un deseo sexual más o menos permanente y que apunta a muchas personas mientras que varía, cada quien tiene que lidiar en secreto con él, a la vez que en las relaciones sociales se trata al tema mediante su mala comprensión, y con palabras hirientes, que dificultan socializarlo y concretarlo, lo que apareja una frustración amorosa recurrente para cada cual de las personas. La coerción ocasionada por la represión favorece a la monogamia heterosexual, porque esa es la concepción sexual socialmente aceptada en general en Occidente, y en Oriente y los demás lugares terráqueos pasa algo parecido pero con otras formas, ya que las religiones y demás concepciones dominantes les pautan la sexualidad de distinta manera, pero sin comprenderla bien tampoco. No obstante, no es cuestión de atacar a la monogamia heterosexual, porque es un modo de relacionamiento, sino de ordenar bien a la sexualidad humana, lo que depende del orden social en general.

Asimismo, a las mujeres acicaladas se les dice “coquetas”, que es como decirles “cornudetas”, porque “cocu”, en francés, quiere decir “cornudo”. En castellano está la canción esa de “duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y te comerá”, en la que el coco es el diablo, un monstruo con cuernos, pero las coquetas no son cornudas en realidad, porque las mujeres son de cráneo superior ovoidal, sino que se las estigmatiza porque no obedecen al modelo pietista para las relaciones sexuales: son mujeres excitadas que incitan a relaciones sexuales por placer amoroso.

En el fetichismo sexual operan los arquetipos, esas figuras arcaizantes provenientes de la mitología, que fueron exaltadas por el fascista Mircea Eliade y cuya esencia está en los tipos ideales weberianos. El populista Horacio González también los reivindicó, porque hay una tradición pietopobrista que los rescata y que está presente en el peronismo, pero el socialismo también lo reprodujo, en particular al haber adoptado un carácter diablista. El chicanerismo prostibulario es bastante dado a él, igual que la cultura gay del mundo del espectáculo. Cuando el peronismo reivindica a la sabiduría popular presente en los refranes, que son arquetípicos, también debiera reconocer que, a la vez que ella existe, también existe la ignorancia popular, que hace no sólo al teismo sino también al apoyo popular a las políticas de derecha, sea en sus versiones de extremas a moderadas, lo mismo que hay falencias y aciertos en la clase alta mundial. Ahora bien, admitir que el pueblo tiene sus maldades y que la elite sus positividades no quita que suceda lo inverso, ni la necesidad de la igualación social.


Lecturas

Mircea Eliade, El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición, Madrid, Alianza, 1982; Tratado de historia de las religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado, Madrid, Ediciones Cristiandad, 2000.

miércoles, 17 de agosto de 2016

El capitalismo como excrecencia del idealismo pietista

Atención que esto debe ser precisable.

En tanto que el capitalismo se basa en la acumulación de valor abstracto, el capital medido en términos monetarios, es correlativo a la lógica purista del pietismo, pero proclive al capital en vez que al espíritu. Los capitalistas, entonces, están castrados igual que los sacerdotes de permitirse gozar de la vida razonable y libremente, pero en vez que someterse a prácticas religiosas lo hacen a una compulsión de productivismo económico, con su correlato político, jurídico, cultural y demás.

La libertad sexual, la ley y el consenso

En tanto que la humanidad pauta en la ley el modo permitido y el prohibido para la relación sexual, y la ley tiene carácter coercitivo, la liberación sexual requiere de una reforma legal, pero a su vez ésta precisa de un cambio en la manera de entender a la sexualidad y al mundo en general, que debiera ser correlativo a un nuevo orden social, porque las prácticas humanas se relacionan entre sí.

sábado, 13 de agosto de 2016

De la intencionalidad y la terminación de las prácticas

La intencionalidad también es histórica, o sea, factual: es lo que es según es de hecho. Entonces, las prácticas tienen las intenciones que tienen, y sus características son las que son, sin que aquéllas necesariamente estén bien definidas, ni sean permanentes, ni claras. Pueden ser confusas, intermitentes y difusas, u otras variantes.

Asimismo, las prácticas están terminadas cuando lo están, o sea, cuando quienes las comprenden deciden que lo están, pero eso no quita que se las puede retomar: es la continuación de una práctica acabada, así como se puede proseguir una obra concluida, como cuando le hacen un sucucho en el techo a las casas. Estaba la casa terminada pero se la reedificó. Lo mismo sucede con la interpretación de las obras, aunque las interpretaciones son prácticas separadas de la obra original, y son originales porque dan lugar a las prácticas que se les suceden.


Fuente

Programa de la cátedra del Seminario de Diseño Gráfico y Publicidad de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA titulado por Felisa Santos.

La imprudencia, la explotación creyente y el automovilismo

La creencia en que las cosas van a salir bien apareja la acometida de prácticas imprudentes, que en casos graves conllevan a diversas formas de la explotación. El automovilismo da cuenta claramente de que la explotación no es exclusiva de los asalariados, ya que hay muchos lesionados por ese modo de transporte que no lo son: es que la explotación es un rasgo general del modo de producción creyente, porque se autoriza a la práctica activa sin el conocimiento suficiente para ejecutarla, lo que accidenta; pero lo mismo sucede en el cientificismo fallido.

Hubo una exploración estética morbosa sobre el problema de la lesividad automovilística, relacionada a la excitación sexual, en la película Crash. Extraños placeres, de David Cronenberg, pero que no saca conclusiones explícitas sobre el tema, y no me queda claro qué quiso decir su director.

miércoles, 10 de agosto de 2016

La sociopatía humana y su correctivo: el análisis social y la política revolucionaria

La sociopatía humana es la enfermedad social de nuestra especie, el malestar social humano, y es causada por aquellos factores que le hacen mal a la humanidad debidos a nuestra mala práctica. El relativismo impide resolver el problema, porque al plantear que el mal y el bien son valores dependientes del arbitrio, en vez que del goce, traban el debate social necesario para ordenar a la práctica humana de modo tal que sea satisfactoria. Por eso es que el relativismo es despreciable, porque causa pesares al obturar la toma de conciencia que se precisa para corregirnos, con el argumento falso de que las cosas dependen de cómo se las mire. Lo mismo le sucede al pietismo cuando supone que el mal y el bien dependen de los preceptos que los creyentes le atribuyen a los dioses, porque en base a eso justifican la acometida de prácticas desagradables, e igual le pasa al idealismo socialista cuando intenta violentar a las personas en pro de la humanidad.

El bien y el mal, entendidos correctamente, dependen de lo que le causen a la humanidad, de si la hacen sentir mal o bien, lo que a su vez está en relación con lo que se le haga al resto de la naturaleza y a nuestro entorno inerte, porque nuestros sentimientos responden al ambiente, además de a nuestra subjetividad. Las prácticas que le hacen bien a una parte de la humanidad y mal a otra son algo buenas y algo malas, por lo que también merecen corregirse, ya que a algunos les hacen daño.

En tanto que la práctica social humana es ejercida por cada uno de nosotros, el comportamiento de cada quien es responsable de la salubridad o la enfermedad de la sociedad, por lo que la resolución de los problemas históricos humanos es cuestión de toda la humanidad: no se la puede adjudicar sólo a un sector, sea el gobierno, la clase dominante, el estado, las organizaciones sociales, las entidades supranacionales, las iglesias y así. El problema principal es que la humanidad está falseada por las prácticas activas malas, derivadas de la mala comprensión, que en parte prosigue a la creencia y en parte a las ideologías científicas fallidas, por lo que es la humanidad la que deberá reformarse a sí misma, respecto de las cosas que hace mal, pero para eso tendría que admitir que está equivocada en lo que lo está, lo que se dificulta por nuestro orgullo, pero es la única manera. Para eso, habrá que repensar nuestras concepciones y acertarlas según la indagación objetiva de nuestras ideas, sean los objetos a investigar el mundo exterior o la subjetividad. De otro modo no se puede evitar la guerra, la explotación, la opresión, la división social del trabajo, la religión, la agresividad, la inmoralidad y demás. El idealismo, sea pietista o desarrollista, y el capitalismo, en tanto que son creaciones humanas, deben ser terminados por la humanidad, y para eso es preciso que los humanos que los recrean sean concientes de los males que están haciendo, no resultaría imponerles la reforma moral violentamente, aunque la lucha para conseguirlo podría tener una violencia moderada, cuyo modo debiera ser el de la confrontación responsable y el de su veración mediante el debate social de los temas conflictivos. El socialismo acabado, para ser, no podría resistir al sabotaje idealista, porque éste interrumpiría su armonía, por lo que cada quien debe ser bien educado: con gente mala no funcionaría del todo bien, aunque se lo deba hacer progresivamente. Las posturas maximalistas omiten reconocer que el planteo de la transformación social del capitalismo al socialismo, y del socialismo al comunismo, es gradual en sí mismo, porque postula el paso intermedio del socialismo entre el capitalismo y el comunismo, no va del capitalismo al comunismo directamente, pero además habría que aceptar que los desarrollos internos a cada etapa también son necesarios, y se los debe acompañar críticamente de acuerdo a la correlación de las fuerzas en pugna, ya que somos todos los humanos los que hacemos nuestra historia.

El socioanálisis es el análisis social, así como el psicoanálisis es el análisis psíquico, pero sus nombres no garantizan su éxito, que se debe a su comprensividad y a su implementación. El psicoanálisis, en realidad, es una ramificación interna a la psicología, inventada por Freud y continuada por Jacques Lacan, en tanto que el socioanálisis es una palabra que se me ocurrió, que no tiene un desarrollo científico y que sería mejor omitir en favor de la de “sociología”. Las desinencias “análisis” y “logía” son sinónimos.

Esta acepción de sociopatía es diferente de la psiquiátrica, porque no es de índole individual sino social, y no pretende neutralizar a los males sino comprender sus causas para encontrar su solución de fondo, aunque mientras tanto hay que atender a los problemas efectivamente y sin el conocimiento ni las circunstancias suficientes. En la psiquiatría, según sean los casos, a los pacientes a veces se los cura y otras veces se los encierra, porque no se los puede curar o porque nadie se hace cargo de ellos, pero su planteo me parece poco comprensivo, más de índole punitivista y acusatorio que reformista, aunque hay distintas escuelas psiquiátricas, con diferentes métodos, a los que no conozco, así como los hay en las ciencias sociales, que también oscilan entre la sanción correctiva y la transformación social. Una parte de lo poco que conozco de psiquiatría son unas pocas definiciones que leí en Wikipedia, aunque también algo de la obra de Foucault, pero no El nacimiento de la clínica, al que no leí. Apenas hice dos materias introductorias a la psicología en la universidad, y otro tanto sé de oidas, lo que es insuficiente.

martes, 9 de agosto de 2016

Autocorrectivo

Virtud no viene de verar, de ser verdadero. La raíz etimológica de la virtud es la palabra latina “vir”, que quiere decir “varón”, por lo que habría que darle al término una nueva acepción, ya que está mal confundir a la veracidad con la virilidad, o mejor dicho con la “varonía”. Aunque fueren dos acepciones para un mismo término con raíces etimológicas distintas no sería incorrecto que confluyeran en él porque ambas se le corresponderían morfológicamente.

Y también sería cuestionable asociar automáticamente a la verdad con la bondad, aunque son cercanas.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Una flor y dos capullos


Carlos Piccardo, pintor fracasado, y la madre de vientre de Benito Quinquela Martín

A la memoria de la abuela Beba,
que hizo la investigación incierta

De acuerdo con María Teresa Guichandut de Norzagaray, la abuela Beba, fallecida el 17 de noviembre del año pasado, puede que la madre genitiva de Benito Quinquela Martín haya sido una mujer llamada Pancha Ratto, quien fuera su tía abuela y la hermana de Juana Ratto, esposa de Juan León Piccardo, quien fundó la empresa tabacalera Piccardo y Cía. con Juan Oneto en 1898. Tenían un cuarto chico y una máquina manual de armar cigarrillos. Luego, en 1904, Juan León Piccardo ya era un empresario próspero: inauguró la fábrica de la calle Defensa. Con el tiempo se volvería millonario. Pancha Ratto fue una mujer de clase alta y madre soltera, lo que en ese entonces y en ese estrato social era muy mal considerado, como lo sigue siendo hoy en día, y transclasistamente, aunque no siempre, y en 1890 habría dejado a su hijo en adopción a la Casa Cuna, entonces Casa de Expósitos, en Montes de Oca al 40, Barracas, donde actualmente está el Hospital de Niños “Dr. Pedro de Elizalde”. Según la abuela Beba, Pancha Ratto amadrinó a Benito Quinquela Martín, lo ubicó en la familia de carboneros de La Boca que le dio el apellido, proveniente de Chinchella, y lo asistió en su crianza y estudios, ya que era trabajadora en esa casa de Las Hermanas de la Caridad. No obstante, yo no sé si es verdad que ella haya parido a Quinquela Martín.

Una de los hijos de Juan León y Juana Ratto fue la que le decían la abuela Tita, así le decía mi padre porque mi madre la llamaba de ese modo porque ella era su abuela, y otro fue Carlos Piccardo. Carlos Piccardo fue un pintor fracasado. Me parece que fue homosexual, por algo que recuerdo me dijo la abuela Beba, y no se conoció su obra, aunque Demetrio Szachraj, difunto militante del anarquismo, la miró casi toda su vida, porque una parte estaba colgada en las paredes de la quinta en que vivo, que es la que cuidaba él. Algunas de ellas son éstas. Había otra más, que se perdió, de una cacerola celeste llena de frutas y verduras. Fue un pintor realista. A la cacerola celeste, o a otra de ese juego, la usábamos hasta hace poco para cocinar.



La calidad de las fotografías que tomé es medio mala. Puede que los cuadros sean de cruces ferroviarios cercanos a Parque Leloir, en el partido bonaerense de Ituzaingó, donde estuvieron colgados. A esta quinta mis familiares legales la compraron para estrenar cerca de 1945, o sea que tal vez Carlos Piccardo haya vivido acá. Tengo otro cuadro suyo en que retrató a un recipiente de cerámica que todavía está acá en un mueble. Estas son sus fotografías.







Lo que sí es verdad, es que Quinquela Martín y Carlos Piccardo se conocieron. Quinquela Martín lo rescató del olvido, porque le regaló un cuadro al que le dedicó tratándolo de igual. Es este, que estuvo en la casa de la abuela Beba desde que tengo memoria hasta que muriera:


Abajo y a la izquierda tiene la dedicatoria, que dice: “A mi buen amigo y colega, Carlos Piccardo. Con afecto. Quinquela Martín”. Otras obras suyas fueron estas:





Anexo

A tiempo después de publicar esta entrada, hoy, 12 de diciembre de 2016, recibí un correo electrónico de Roberto Daniel Rodríguez Chentola, un ingeniero a quien no conozco interesado en la pintura artística, que me informó que Carlos Piccardo vivió entre 1879 y 1961, que tuvo un segundo nombre, Blas, y que expuso en el Salón Nacional de Artes Plásticas argentino en 1917, 1941, 1942, 1943 y 1944, y en el Salón de Arte de Mar del Plata en 1944, así que es cuestionable que fuera fracasado.