Desde la perspectiva del nacionalismo restringido, el más usual, que toma partido por uno de los cerca de 200 países de la Tierra, el internacionalismo es traicionero porque los defiende a todos, pero, con salvedades, no se trata de una mala traición, ya que para que a cada país le vaya bien hace falta el bien del conjunto, y por las faltas del nacionalismo actual, que deben ser bien reprobadas para que sean saldadas así. Las habitantes de cada país tienen antepasados en los otros y algunos que vivieron gracias al trabajo suyo, e incluso las especies antecesoras de la humanidad poblaron la Tierra en sus distintos lugares, hasta los océanos, por millones de años, colaborando y compitiendo entre sí hasta morir y matándose.
La sedición es parecida, porque en sí es el acto de separarse e irse (cf. DECEL), pero se la connota como mala, como si el grupo dejado no la mereciera, cuestión que depende de su calidad y del vínculo particular que tenga con quien se le aparta.