Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 27 de octubre de 2014

Crítica al trotskismo

Los trotskistas también se equivocan. Es humano. Siempre se cubren como para que no se los pueda correr por izquierda, porque no les gusta que los critiquen mal, lo que está bien y es comprensible, ya que a nadie le gusta ser mal criticado. Pero se zarpan. Sobre todo porque entran a buscar los supuestos errores en los demás, algunos que son ciertos y otros que son la convivencia con los capitalistas, y demás, y luego acusan en base a eso -y el acoso es una práctica de derecha-. Pero no reconocen los aciertos ajenos lo mismo que los errores, ni tampoco la historia de las relaciones entre los socialistas y los capitalistas, entre los primeros ellos mismos. No es que los trotskistas nunca se relacionaron amistosamente con los capitalistas. Y después escrachan a los centroizquierdistas con las fotos, o les aplican la regla transitiva al antojo, lo que llevó a chantadas, con cierta verdad, pero también con cierto arbitrio. En mucho son idealistas, y a esto lo digo a sabiendas de que muchas veces en las que tienen razón no se les hace caso, e incluso se los maltrata por complicidad con el capital. Ahí el centroizquierda tiene que corregirse. El capital también tiene que corregirse, pero no puede hacerlo porque se basa en mentiras que hacen a una cultura de la trampa que tienen muy instalada. Por eso es preciso verar al capital. Al centroizquierda también le costará corregirse, y a la izquierda también en lo que debe, lo mismo que al resto de las líneas políticas.

A los trotskistas les cuesta reconocer la relación que hay entre la vida cotidiana y la política partidaria, sindical y del gobierno estatal, por lo que critican con mucha violencia a los empresarios y a la burocracia sindical, etc., pero luego consumen los productos de sus fábricas sin reconocer el esfuerzo que hicieron esos empresarios para que los trabajadores los crearan. Aunque es un esfuerzo falseado, y no deba ser así, es un esfuerzo que les cuesta. Tampoco reconocen las tareas buenas de los burócratas sindicales, lo cual no quita que se debe terminar al burocratismo: los burócratas sindicales son autoritarios, represores, brutos y criminales muchas veces, pero también se explotan a sí mismos para sostener las conquistas obreras del populismo y los productos que se fabrican en ese modelo. Recrean y se recrean en un régimen explotador, y son semejantes a los mafiosos, que dan ayuda a los de su estirpe mientras mantienen una jerarquía autoritaria, pero para superar el problema no basta con acusar sus maldades sino que hay que reconocer toda la cuestión, hacerla conocida y que se haga en consecuencia. Lo mismo para los empresarios, y también hay que entender las causas que hacen a la inmoralidad empresarial, para que no se haga una acusación sino una comprensión del problema que sirva para solucionarlo. Por supuesto, la violencia del capital a veces hace que esto sea imposible, o indeseable, pero tiene que ser así.

Además, el trotskismo hace a un personalismo, acrítico para con León Trotsky, y eso no debe ser.

Respecto del voto, hacen un planteo purista: toman al voto como una declaración de principios en vez que como una elección práctica coaccionada por las circunstancias de dominación del capital, lo que les lleva a agredir a quienes votaron a los capitalistas o a sus aliados.

A lo que deben llegar, igual que todos, es a una coherencia entre lo que hacen y lo que dicen, una coherencia que no sea absoluta sino histórica, y comprensiva con las faltas a ella, que las habrá, pero dispuesta a corregirse.


Anexo

Los planteos de la independencia de clase y del clasismo son errados. En tanto que los humanos somos seres terráqueos, no se puede separar a las clases sociales sino imaginariamente, por lo que ese planteo lleva a una contracción entre el pensar y la práctica. Es cierto que hay algo de válido en ese planteo, al intentar juntar a los obreros con los partidos socialistas, para una lucha en común, pero se debe precisarlo porque así dicho es insuficiente, por lo que lleva a errores políticos que le facilitan mantener su dominio al capital. El clasismo es parcial cuando se convierte en obrerismo, y piensa esquemáticamente a la segmentación de la humanidad. Las clases son regulares y cambiantes a la vez, es decir que son históricas, o sea que el clasismo vale pero si es bien entendido, y sin el interés de vengarse de los capitalistas, como en el planteo de hacerles pagar la crisis, a la que se debe superar sin que nadie pague nada, porque si no los capitalistas se resistirían, más que si se propone una solución que no los perjudique -la socialización de los medios de producción no sólo no los perjudicaría en realidad, sino que los aliviaría, al repartirse en común y deshacerse en parte el grueso de tareas de que se han apropiado, o sea, que dejarían de ser superexplotados-. Entre ambos planteos, el de la independencia de clase y el clasismo, se elude la meta de verar a la clase capitalista empresarial, y también a la obrera que es pía. No obstante lo dicho, reconozco que todavía me es algo confusa la cuestión y también que el resto de la izquierda es poco dada a verar al capital. A veces esquivan el debate religioso. No se lo da lo que debe ser.

El clasismo, cuando se posiciona como obrerismo, es obsecuente para con los trabajadores, o sea, acrítico, como si los trabajadores no se equivocaran en nada, y tampoco reconoce las verdades de los empresarios, que las tienen. El clasismo, para ser cierto, debe reconocer toda la verdad, no sólo la obrera, y también toda la falsedad, no sólo la empresarial. Esa es la base para una política correcta. Asimismo, cuando se equipara al proletariado con el obrerío, se excluye de él a los restantes movimientos sociales, que son proletarios aunque no sean de trabajadores, ya que se atarean en pro de le.

El clasismo lleva a la discriminación de clase contra los grandes capitalistas, o contra los ricos cuando se trata del clasismo anarquista y populista. A la capitalesía y a los ricos no hay que discriminarlos, sino acertarlos.

Otro tema es la ilusión de que los gobiernos de los estados tienen más poder del que tienen en realidad, por lo que a veces los cuestionan por cometer injusticias sin contemplar la correlación de fuerzas que los sujeta. Es necesario que la consideren para que los trotskistas acierten la política.


Segundo anexo

Los trotskistas tienen que aceptar una formulación de las ideas que les permita convivir bien con los capitalistas mientras los confrontan y determinan, es decir, comportarse y asumir en palabras lo que hacen, cosa que realizan más o menos bien, aunque no siempre, en gran mayor parte por causa de los capitalistas, que los reprimen. Eso les permitiría plantearse una política de conjunto con el resto de la izquierda en la que puedan señalar todas las críticas que corresponden a la vez que se conquistan poco a poco, y mucho de repente, según las circunstancias, los espacios del poder estatal y social. La idea de tomar el poder de los estados por un golpe de fuerza, como fue la revolución rusa, es inviable por la fuerza de los ejércitos, las policías y las demás instituciones, y por el apoyo, tácito y expreso, del proletariado al capital -aunque es cierto que esa relación es cambiante-. Recuérdese que durante la revolución rusa el ejército zarista y los de los capitalistas europeos estaban destrozados por la primera guerra mundial.

Además, no es del todo acertada esa caracterización que distingue entre la izquierda revolucionaria y la izquierda democratizante: la izquierda democratizante también es revolucionaria -y la revolucionaria es demócrata-. Ambas difieren en la caracterización del populismo y del progresismo desarrollista, pero apelan a la democracia electoral, y de manera distinta a la lucha social. Que hagan política así por separado retrasa la liberación. Los trotskistas tienen que entender que relacionarse con los capitalistas no es necesariamente ni una traición ni una falta, aunque sí tiene sus problemas, pero no queda otra ya que los capitalistas son seres humanos que también hacen a la historia y que son nuestros coterráqueos. La cuestión es definir qué relación se tiene con ellos, que debe ser la de la convivencia respetuosa y la de la determinación por medio de la verdad. Es más fácil decirlo que hacerlo, y habrá que soportar sus maldades, a las que cometerán de todas formas, pero es la manera justa y fácil, que permite relacionarse con toda la gente, y por eso tener mejor llegada a las masas.

También hay que combinar el reformismo con el revolucionarismo en una política de largo plazo.