Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 27 de octubre de 2014

De la religiosidad popular

Aunque les duela a los populistas, enternecidos con la inocencia y las iniciativas pequeñas e ignoradas de los pobres, se debe terminar a la religiosidad popular. Tomaré los casos del Gauchito Gil y de San La Muerte para explicarme.

El mito del Gauchito Gil es un mito, o sea que no se sabe qué tiene de cierto, y si fue verdad que se cumplió lo que le predijo a quien lo asesinara antes de recibir el golpe que lo mató, fue una coincidencia, una casualidad. Siempre hay muchas casualidades a las que los creyentes acuden para justificar sus mitos, pero los mitos siempre son mentira, y causan problemas en vez que soluciones. Para el caso, ahora los pobres, cuando se les mueren sus seres queridos en accidentes en las rutas, automovilísticas o ferroviarias, le erigen altares al Gauchito Gil, por lo cual en parte se contentan con eso, hacen el duelo así, aunque luego lo prosiguen, y a veces luchan poco o nada por una política de transporte que resuelva el problema de los accidentes.

La creencia en San La Muerte es usada por los narcotraficantes y por pequeños delincuentes para no tener tanto miedo a morir en sus acciones, porque piensan que San La Muerte los protegerá, y entonces los lleva al delito y a hacer maldades que los dañan a ellos y a los demás.

Aparte, mientras están ocupados en hacer sus altares, no se dedican a las cosas necesarias, y empobrecen por eso a la vida en común, además de que luego los altares y los símbolos se les ensucian, por lo que vivimos con esa mugre. Ese es un problema menor pero es un problema, igual que ese comercio falso que es la santería.

Lo mismo vale para el culto de los diablos carnavaleros que hicimos los socialistas. Aunque se vaya a seguir haciendo el carnaval, con los mitos que tiene, se los deberá reemplazar por festejos fáciles de hacer.