Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 24 de diciembre de 2022

De la corrupción progresista

 Hay varias investigaciones de la corrupción progresista, en particular la kirchnerista y la chavista, bastante sujetas a fraude jurídico y periodístico pero con visos de verdad, lo que no sería raro por el capitalismo progresista, que no acumula del todo bien, en especial por la hegemonía a que se somete, y por la maldad de su base social además de por sus propias faltas, pero, en todo caso, es una corrupción menor a la principal, que es la del capital predominante, conservador y reaccionario. También, en tercera medida, existe la corrupción revolucionaria, menos importante que la del capital mediano. A la progresista se la tiene que reconocer bien, porque la difamación conservadora la magnifica, a fin de echarle la culpa por las desgracias presentes, para lo cual se la debe comparar con la principal, para no condenarla mal. Condenar mal la corrupción perdería a la crítica, por lo que sería catastrófico para la humanidad, de mala catástrofe. Para salir bien de la crisis, será preciso que se condene bien la maldad humana, lo que dependerá de que se entienda de verdad qué es el bien y qué el mal.

 La corrupción de abajo puede ser mayor que la del gran capital, porque es mucho más mayoritaria, pero es menos intensa, y no se sostiene por el ejército, que obedece a la ley instaurada, sancionada por escrito en las instituciones del gobierno, que es clerical. La piedad en sí no es mala, por lo que cabe la buena, pero hay que definir bien cuál es. El pueblo es piadoso, por lo que responde mucho a la piedad instituida. La piedad depende de la versión de iglesia, como asamblea, dentro de la cual las de sede propia, por lo que el discurso del clero será determinante para la resolución de la crisis humana, por motivo de lo cual se lo deberá honrar bien, junto al del gobierno y las instituciones más privadas.

 El clero es lo sorteante, de hacer sorteos para decidir las cuestiones, decidiéndolas por una fortuna que debate poco los temas a resolver para trabajarlos en conjunto, sino que los decide por medio de locuras como el bingo. Viene de la tirada de piedras para predecir el futuro, como las runas. Después adquirió el sentido templario y monacal. Para que la práctica de la humanidad se decida bien, se debe guiar según una idea buena sobre el origen del universo que conocemos, que admita bien sus límites y defina bien lo que conoce, a partir de la cual concebir de verdad la historia hasta el presente. Sólo si la humanidad reconoce bien su historia, podrá salir bien de su crisis y vivir como debe. De lo contrario, padecerá las consecuencias de su maldad, a las que no querrá tener, por su egoísmo sano.

 Los crímenes del capitalismo serán bien perdonados cuando se los deje de cometer, no antes, por lo que la humanidad mal capitalizante tendrá la culpa de sus males innecesarios para vivir bien mientras que los cometa, para dejar los cuales deberá concebir a la realidad de una forma más exacta.

 Al respecto de la corrupción kirchnerista (de la chavista no digo nada porque ignoro mucho de la veracidad de las imputaciones), hay un grupo de acusaciones que se demostraron viciadas, como en la causa Ciccone, que se sostiene en que Amado Boudou tuvo a Alejandro Vanderbroele como testaferro, algo que no fue bien probado, o mismo en el grupo de causas contenidas en la de los cuadernos de Oscar Centeno, cuya autoría es fraudulenta y algunas de cuyas incriminaciones ya se demostraron como espurias, en audiencias despreciadas por los jueces que condenaron a Cristina Fernández hace poco. Alguna corrupción hubo, porque se encontraron los bolsos de José López, y hay una imputación por capitales mal adquiridos por Daniel Muñoz, pero no queda claro quiénes se corrompieron: la prensa macrista presenta los delitos de López y Muñoz como si la dirigencia kirchnerista hubiera participado en ellos, pero no justifica bien esa conclusión, con lo que instala la sospecha en la opinión pública mediante argumentos fraudulentos, con el apoyo de algunos jueces y la credulidad liviana de una parte del pueblo, que convalidó la maniobra con sus votos en las elecciones de gobernantes. Son temas muy ensuciados y hasta con testimonios falsos, algunos comprados y otros fruto de extorsión. Para el capital más alto, era fácil prever que habría sobornos en las licitaciones para la obra pública, porque éstos son frecuentes y los paga, por lo que no sería raro que se aprovechara de este crimen consabido para armar una persecusión política maligna, que se repitió en algunos países latinoamericanos. Es un modelo de hostilidad antiprogresista que reemplazó al de las dictaduras militares del Plan Cóndor y al de los golpes de mercado de la transición democrática, y que se combina con golpes económicos, como la inflación y los embargos comerciales, y con asonadas bélicas como la de Bolivia, en que se articuló una milicia improvisada con la indolencia del ejército oficial.

 ¿Qué se hará con los delitos periodísticos de toda esta trama? No son los únicos que merecen ajusticiarse, pero también lo merecen.