sábado, 18 de mayo de 2024

Del ultraliberalismo proteccionista

 El estado de la politología actual difícilmente puede concebir que el ultraliberalismo monoteístico pueda ser proteccionista, porque se suele considerar que este liberalismo promueve al librecomercio sin o con pocas restricciones, por lo que cuesta calificar de liberales a los modelos keynesianos, lo que le da lugar al debate sobre el neoliberalismo, que supone que el modelo llamado "bienestarista" no fue liberal, pero, en verdad, los países de ley suprema liberal siempre fueron liberales, porque la Constitución define al régimen nacional, aunque sus presidencias fueran proteccionistas, como las de Juan Domingo Perón, Lázaro Cárdenas y Getulio Vargas. El liberalismo no se define sólo por el librecomercio, que es relativo y adoptó modelos distintos, sino también por cuestiones religiosas, como el ecumenismo, y políticas, como el republicanismo. En EEUU, el liberalismo conllevó restricciones a la importación para proteger a la industria local y subsidios agrícolas, que no cuadran bien con su modelo puro, hasta la excepcionalidad de Donald Trump, que es de derecha extrema pero promueve el proteccionismo. Se alió con Javier Milei en la Conferencia Política de Acción Conservadora, un espacio de derecha dura, pero difiere de él en materia de apertura a las importaciones, como está pasando en Europa, donde la derecha está aceptando restringirlas para proteger a sus industrias de la competencia china. El modelo de librecomercio estadounidense fue de proteger a su economía con impuestos selectivos a la importación mientras que se fomentaban sus exportaciones, lo cual causó una crisis de deuda en sus países periféricos, cuestión que fue reducida desde el consenso de Washington de 1989, en simultáneo a la caída de la URSS, pero a la larga esto perjudicó al país por el quiebre que le causaron las importaciones desde China, con lo que ahora hasta el Partido Republicano de EEUU busca un modelo proteccionista, mientras que Milei promueve importaciones para Argentina que fundirían a su industria. Así está de descalibrada la competencia internacional.

 El librecomercio puede ser intra o internacional. Al principio del liberalismo inglés, la lucha era por abolir las barreras aduaneras internas a los países más que por las internacionales, pero, una vez garantizado el librecomerio dentro de muchos países, al imponerse las revoluciones liberales entre los siglos XVII y XX d.C., se pugnó más por el librecomercio internacional, algo en contra del cual se puso la derecha de liberalismo conservador desde que China se favoreciera del Consenso de Washington y pusiera en aprietos a la industria estadounidense y europea, que necesita defenderse de sus productos y tiene buen derecho a vivir de cierta manera. La cuestión es qué librecomercio debe ser, ya que puede ser malo o bueno, y eso depende de la religión porque la calidad de la vida propia responde a cómo cada quien se piensa a sí mismo, y eso de la veracidad de la mitología, aunque también del trato social y de otras causas, algunas que no podemos saber. El antiglobalismo ultraconservador viene de esto, y recusa a una parte del librecomercio internacional, no a todo, así como al progresismo liberal, en particular al estadounidense, que promovió más a este librecomercio para exportar desde EEUU a su mundo. Es un antiglobalismo relativo, que promueve a la trasnacionalización sobre todo si beneficia en gran escala a las empresas de dueños conservadores, como las inversiones extranjeras de Elon Musk, y la critica si los perjudica, con mucha atención en los empresarios y trabajadores quebrados de derecha mediana y ultra. La izquierda es más contraria al librecomercio, pero no del todo, porque lo practicó desde la URSS, Cuba y Vietnam, así como comerció desde sus cuentas privadas, antes y después de que Mijail Gorbachov y China aceptaran el modelo mixto. A corto plazo el librecomercio es inevitable, así que hay que buscarle un buen modelo, y mientras debatirlo bien para reemplazarlo alguna vez por un modo de intercambio de bienes menos pesado.

 16-6: En el fascismo se dio esto de un modelo de mucha intervención del gobierno nacional en la economía con modelo de pago salarial y acumulación de plusvalor por parte de magnates, con una alianza presidencial al empresariado privado más alto. Es una política considerada iliberal pero de república, aunque degradada por el antiparlamentarismo y el mandato de partido único, con los demás proscritos, a la inversa del comunismo leninista y maoísta, que conservó la unidad italiana como país y su mercado interno, o sea, que fue algo libremercadista, de un nacionalismo extremo y de tradicionalismo católico, aunque con un enfrentamiento entre Benito Mussolini, que fue ateo, con la iglesia vaticana, que terminó por saldarse. Quizás se trate de un caso de ultraderecha liberal híperintervencionista, del liberalismo menos desarrollado, filofranquista, de carácter favorable a la monarquía y al reino español, así como al final al régimen vaticano. El nazismo también fue de salariazgo con acumulación de plusvalor para multimillonarios, y fue alemán, de un país con estado y nación, con la aberración horrible que se conoce. Quizás hayan sido iliberales, pero compartieron con el liberalismo el sistema de naciones, el salariazgo, la plusvalorización, el sistema presidencial, enrarecido por sus cargos imperiales; se perviertieron mucho por creer que los judíos eran los culpables de la miseria alemana, sin acusar al modelo capitalista corriente ni diferenciar entre judíos magnates, pobres y modestos. Como alianza reaccionaria, este bloque de ultraderecha filomazdeísta tuvo cierta liberalidad, que exlpica su cercanía con la ultraderecha liberal que se reconoce como tal, pero se diferencian por el judaísmo. Fueron presidencias que pactaron con las grandes burguesías de Italia, España y Alemania, o sea, que fueron proliberales, aunque una parte de este empresariado dejara de ser monoteísta y se convirtiera al politeísmo, o pasara del conservadurismo de elite a una versión más extrema, de micronacionalismo, o de etnicidad peor entendida, muy negadora de la realidad de los demás países y del mestizaje racial propio y ajeno, al que se pudo nombrar poco por la dureza con que se lo atacó desde nativismos híper-puristas, que se atribuían a sí mismos y a la humanidad una importancia mayor a la que tenían, e incapaces de reconocer sus propias maldades, mientras las cometían en gran escala y de la peor forma habida hasta ahora en nuestra historia terráquea.

 Estos modelos reaccionarios comparten el cesarismo. "Kaiser" viene de "César". Fueron regímenes nacionales, dos sin rey, pero con emperadores, y otro con rey y dictador militar. Tuvieron poca liberalidad, la de la monarquía republicana española y la de los imperios italiano y alemán. Las fronteras internas para el comercio permanecieron abolidas, e hicieron algún comercio internacional, pero con guerra de por medio, una guerra que promovieron por su ofensiva militar, contra las potencias liberales normales y las socialistas, que fueron libertarias, o sea, que exaltaron a la libertad. La pesadez no es mala en sí, así que también se le debe evaluar la calidad, y puede ser necesaria para la liberación. Es una dicotomía no absoluta, porque lo pesado también es algo leve, ya que flota en el espacio. Propende al centro de la Tierra con la atmósfera y el éter de entorno. A la materia sólida la sostiene mucha sustancia gaseosa, que puede igualarla o superarla en peso por su mayor cantidad, o quizás sea de peso menor, pero los planetas flotan en ella y la traspasa la luz. Estos modelos fueron poco liberales, de la derecha más pesada, muy enriquecida por la extracción del plusvalor en billete pero que ya era rica desde antes, de motores eléctricos y a combustible de petróleo, que antes usaron a los de carbón. Las naciones de estos gobiernos fueron liberales antes de que asumieran, ya habían tenido una experiencia de adopción del liberalismo, en su ideología, gobierno y economía, el cual viró a un modo menor al interrumpirse, que no se fundamentó directo en los filósofos liberales más clásicos. Fueron gobiernos nacionales muy intervencionistas, de un intervencionismo mayor que el keynesiano, en países de trabajo asalariado, con un sentido muy perverso de la redención y que cayeron por los muchos enemigos que se crearon al desplegar su afán de dominio, resultado de sus ideologías y de la concepción de la historia de sus pueblos promotores, con algunos partidarios en los demás países.