viernes, 18 de octubre de 2024

El producto reconocido por la estadística no es cualquiera

 Cuando en los análisis estadísticos se habla del producto de las naciones humanas no se refiere a todos los bienes creados en ellas, sino a los remunerados, con lo cual los bienes a los que no se les pone precio quedan afuera del recuento y no son considerados como tales, lo que implica que los modelos económicos menos mercantilistas sean menoscabados, porque producen bienes que no se tienen en cuenta como parte de su PBI medido en pesos. El indicador del PBI suma el precio de todos los bienes hechos en los países en cierto período, principalmente anual, pero, como ese monto incluye la ganancia empresarial, que hace a una parte del precio nacional, si se la reduce, los bienes se crean igual, o parecido, pero en el cómputo figura una reducción del PBI mayor, con lo que la interpretación de la evolución económica de los países algo se falsea, y más aún porque no tiene en cuenta a los bienes que no se comercian. Este falseamiento es relativo, es decir que, aún a pesar suyo, el índice del PBI mantiene cierto valor, pero explica mal algunas cosas. 

 Si se reducen las ganancias del gran capital hay una parte de la inversión benéfica que se pierde, pero la que más se anula es la del ahorro ocioso, que en general es nociva, y también hay que tener en cuenta que los grandes capitalistas padecen abuso laboral al asumir más negocios de los que pueden desempeñar a gusto, por lo que se vuelven reticentes a tramitar algunas demandas y se deshonran más o menos.

 Cuando se deposita dinero en una cuenta bancaria, se lo vierte ahí, por lo que se trata de una inversión, pero no en actividad agrícola, o industrial, o de servicios no bancarios, y dan o no intereses según el tipo de depósito que sea. Por otro lado, a las inversiones llamadas "productivas", de denominación en falta porque las de ahorro también producen algo, sean intereses, reaseguro o tranquilidad, hay que analizarles bien el beneficio, porque pueden ser buenas a corto plazo pero a la larga implicar modelos económicos peores que otros, a los que impiden, como pasó con las del gran capital durante el menemismo y en menor grado con las kirchneristas.