Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 17 de julio de 2014

Mito y castración

Uno de los objetivos del pietismo es la represión del amor, para canalizar la energía humana en acciones sacrificadas, esforzadas irracionalmente, supuestamente para salvar al alma luego de la muerte, y por la ganancia y el poder, que son considerados como fines en sí mismos o como medios para lograr más sacrificio, ganancia y poder, en esa acción compulsiva que hace al capitalismo, lo mismo que a consecuencia de los traumas de la lucha de clases. Es una meta impulsada por los religiosos para hacer cumplir los preceptos de los credos, pero, más en lo íntimo, para que los laicos padezcan la represión que ellos mismos sufren por haberse ordenado píamente. Los empresarios capitalistas dan cuenta poco de querer cumplir los preceptos de los credos, porque no son miembros de órdenes religiosas, pero sí repiten a la explotación que los credos les hubieron causado, y por ser laicos, muchas veces creyentes, apuntan a la ganancia y el poder -aunque habrá que estudiar qué lugar tiene en su hacer el mito de la salvación y el de la perdición de las almas-. Para cumplir a esa meta, hay, entre otras cosas, de las que una de las más importantes, sino la más, es la explotación laboral, dos instrumentos ideológicos, que son el mito de los cuernos y la comprensión tergiversada de la prostitución. Hay una confusión de objetivos, entre los religiosos y los económicos, que se unen en el capital y se completan en el imperialismo, la sacralidad del orden económico, que está dada por el fetichismo como una sobredeterminación falsa.

El mito de los cuernos fuerza, siempre sin éxito pero con muchos logros parciales, muy dolorosos, a la monogamia, sea la matrimonial, la del noviazgo, las de las parejas, la de compañeros, etc., ya que, al no ser desactivado, quienes entran en relaciones amorosas de a dos, si es que no lo charlaron o están preparados, o si les importa, se vigilan uno al otro para no ser estigmatizados, porque el estigma implica un maltrato social que nadie quiere sufrir. En ciertos casos, cuando se viola el pacto de fidelidad, impuesto propietariamente, la existencia del mito de los cuernos causa violencia doméstica, ya que quien es estigmatizado responde a la infidelidad con otra violencia: gritos, golpes, amenazas, insultos, etc. Distinto es cuando las parejas se aman sexualmente a sí, sin hacerlo con terceros, por haberlo decidido, pero hay que recordar que cuando las parejas se cierran en sí dejan fuera de su sexualidad a los demás que los aman.

La comprensión tergiversada de la prostitución acosa a las mujeres y a los hombres de manera distinta: a las mujeres las condiciona a que no amen a más de un hombre o mujer, etc., a la vez; les dificulta amar a muchos, porque hacerlo les implica someterse al riesgo de ser insultadas, a ser tratadas de putas. A los varones los condiciona a tener relaciones amorosas con mujeres, porque si no se les aplica el mismo exabrupto. Lo mismo vale para las relaciones que aunque no sean sexuales son amorosas de cariño cotidiano.

Las dos cuestiones también se aplican a las restantes identidades sexuales.

Ambos procederes intentan ordenar los amores en términos monogámicos y heterosexuales, tal como profesa el cristianismo y el islamismo, etc.

Los seres humanos somos de cráneo redondeado, es decir, que no somos cornudos, y la prostitución es la defensa de las instituciones, “pro-institución”. Es necesario que se comprenda esto para deshacer dos trabas bastante exitosas al amor libre consensuado. Por supuesto que para completar el objetivo es preciso terminar la explotación, pero más aún el capital, ya que la clase capitalista también es oprimida por él. La capitalesía es una clase internacional de personas religiosas o fideantes, sobreposeedora de capitales hasta el hartazgo, que ejerce una producción compulsiva por guiar su práctica según credos sofisticados desde la modernidad en el cientificismo fidente del capitalismo, que en los gobiernos comunistas adoptó el modo del idealismo de productividad medida en los valores abstractos, se midió al PBI de China en dólares, como así al de Vietnam, Corea del Norte, Cuba y así. El ateísmo comunista gobernante es capitalista sin ser fideísta, es el capitalismo ateo, que está haciendo a una acumulación superante de la estadounidense en las relaciones internacionales, pero cuya explotación es reprobable, en tanto que tiene faltas, de leves a graves, sin mencionar al desarrollo nuclear de norcorea, del que no debiera poder decirse que sea uno bueno, sin que hasta ahora el progresismo lo haya asumido lo suficiente.


Anexos

1. Cuando a la gente se la trata de cornuda se le causa un enojo no sólo por insultársela por sufrir una infidelidad -es decir, que no sólo no se solidariza con la pena de ella sino que además se la agrede-, sino también por otras dos cosas: la primera es porque ese mito supone que las parejas se deben fidelidad, y por ende refuerza a esa ley, que es dolorosa por ser antinatural; la segunda es por repetir una mentira, ya que los humanos somos de cabeza redondeada. Esa triple cizaña causa una furia que se siente pero de la que esas cuestiones no se hacen conscientes, y por ende una respuesta violenta, aparte de las demás cosas que hacen a los casos concretos.

Un  mecanismo parecido tienen las metáforas, populares y privadas, cuando se las usa cizañeramente. Como no dicen la verdad explícita, son difíciles de contestar, ya que primero hay que entender qué es lo que se quiso decir con la metáfora, cosa que muchas veces lleva más tiempo que el instante en que transcurre la charla, y luego hay que contestar, y porque mucho del habla popular es vano, no es que la gente del pueblo haga todo bien. Esa dificultad, o imposibilidad, para contestar, causa enojo, y en eso consiste el maltrato del lenguaje cizañero: a la vez que agrede no deja responder, traiciona a la verdad, lo que causa furia, aparte de las demás cosas de los que charlan.

En eso los populistas tienen un problema grande, ya que al ser obsecuentes con el pueblo, les cuesta criticarlo, y por eso permiten y repiten a ese lenguaje, del que el pueblo es rico y cuyo objeto es la frustración de la comunicación: es una comunicación trunca. Esa es una de las formas de la explotación que ejercen los proletarios, aunque ni los populistas siempre la permitan ni los proletarios siempre la hagan. A esa voluntad de truncar la comunicación la causa la violencia: quienes optan por ser malos lo hacen a consecuencia de los traumas sufridos, y por seguir malos ejemplos.

2. Con la mentira de los cuernos pasa lo mismo que con esa otra de que a la gente le saldrían pelos en las manos de practicar la masturbación: hace mal cuando se le cree. Es un mito monogamizador, aunque no exista la intención explícita para que esa sea su función social, que obstruye al relacionamiento social por la lesión comunal que causa, consustancial a la de la explotación laboral y a las otras. En tanto que el feísmo atraviesa a todas las instancias de la sociedad, la enemistad interpersonal está muy extendida, aparte de la competencia conceptiva, religiosa, la económica, militar, profesional y así.

3. El racionalismo moderno es en verdad un seudorracionalismo, por ser mitero. La mitificación es tipologizante, por lo cual estigmatiza. La estigmatización, a la que tanto denunciaron los anarquistas, es consecuencia del arquetipismo al que exaltaron. Causaron aquello a lo que condenan. Esa es la faceta facha del anarquismo. El anarquismo oscila en el fascismo porque el fascismo también recusó al orden social, y en eso tipificó miteramente, a lo que replicó la arquetipización anárquica fallada. A su vez, el socialismo arquista también mitó. La humanidad, desde la modernidad, adoptó al modo científico de guiar su práctica, pero ese cientificismo falló, por haber sido insuficiente. La ciencia humana es insuficiente, por la predominancia de la fe en la producción internacional.