Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 26 de julio de 2014

De la prohibición del incesto

La prohibición del incesto, en tanto que es consecuencia de un tabú social, es una naturalización de artificiosidad féica: las relaciones sexuales entre miembros de una misma familia fueron comunes en la prehistoria, y aún lo son entre muchas especies, y muchas veces fueron prohibidas, pero a los golpes directos, no con mitos y legislaciones de por medio. Es más, hay que reconocer que las nociones de familia que tenemos los humanos, cuando no son comunes -es decir, una noción de familia universal, de toda la humanidad, e incluso de todos los seres vivos-, son artificiales de mala artificialidad, y por eso falsas. No obstante, en tanto rige la prohibición, no se debe cometer el incesto, por los traumas y la represión que causaría. Pero tampoco se debe condenarlo, ya que el deseo sexual entre seres de las mismas familias, entendidas como se las entiende en términos convencionales, es natural. En verdad, en los términos de la comprensión animal y del deseo sexual, la prohibición del incesto no existe, por lo que se desea a quienes se desea sin importar ella. Lo que debe hacerse es reconocer la historia común de la humanidad, y del resto de los seres, y levantar la prohibición, o, mejor, establecer una prohibición verdadera, que sería la de ordenar conversadamente a la sexualidad según el conocimiento adecuado de las cosas. Esa será una cuestión humana que estará vigente aunque no se la haya resuelto bien.