Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 6 de agosto de 2015

Para que tengan, a falta de mejor título

A mí, que soy comunista, descaradamente me podrán descalificar desde la izquierda acusándome de pequeño burgués, por vivir de un alquiler, de una donación paterna y de tareas informales de economía familiar. No es nada extraño a la historia del acoso clasista de la izquierda. Un ejemplo muy conocido es el del socialdemócrata Guillermo Estévez Boero, que según la canción fue terrateniente, supongo que por haber heredado tierras. No me voy a meter en ese caso porque no lo conozco, pero sí les hablaré del mío. Aclaro que hay quienes no se merecen la bronca volcada en esta crítica.

Como el común de los ciudadanos sujetos a la ley argentina, tengo un padre y una madre que desde que nací me fueron asignados según el modelo familiar judeocristiano, que también pauta la herencia. Mi padre, veterinario, es socio fundador de una empresa pequeña que asiste a los tambos para mejorar la producción lechera capitalista, cosa que algunos socialistas podrán reprocharme, o se lo harían a él, yo mismo lo he pensado, pero que no harían ni cuando consumen productos lácteos ni cuando lo hacen los trabajadores del país o extranjeros. Por parte de madre, recibí rentas por alquileres y acceso, para alojarme a lo largo de mis 37 años, a dos departamentos en Buenos Aires, dos quintas, y otro departamento en Mar del Plata, inmuebles que heredó la abuela Beba, llamada María Teresa Guichandut de Norzagaray, y que provienen de que un tatarabuelo mío, judeocristianamente, o un antepasado común a la humanidad, en términos fraternales, Juan León Piccardo, fundó la empresa Nobleza Piccardo, que tenía sedes, entre otros lugares y si es que recuerdo bien, donde ahora están el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNBA. Con la plata que sacaron de esa empresa, luego él y sus descendientes se dedicaron a la compra de inmuebles, algunos para su disfrute y otros para alquilar, como tres edificios del centro: uno en Florida a media cuadra de la plaza San Martín, otro en Paraná entre Santa Fe y Arenales y otro en la esquina de Corrientes y Callao, donde está el bar La Ópera, a cuya vereda iba Néstor Perlongher vestido de mujer para el levante, y una sede de la Unión Cívica Radical y la de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, a la cual mi abuelo Luis Manuel Norzagaray le alquiló un departamento a finales o poco después de la dictadura del ´76. El abuelo Luis, que fue ingeniero y tuvo un título nobiliario al que dejó de darle importancia, rechazó una invitación para unirse al Jockey Club y murió joven, como a los 55 años, en el año ´82, u ´83, de un infarto, por haber fumado mucho y por los nervios que le causó la administración de los inmuebles de la abuela Beba, entre otras causas. Cuando los socialistas no reconocen la opresión sufrida por los capitalistas, obvian cosas como esa, y otras tantas que también son graves. Y todavía peor es el trato dado a veces a los ricos por los populistas y los anarquistas, algunos de los cuales son pequeños burgueses, o altos burgueses, e incluso aristocráticos.

En mi caso, compré un departamento para vivir en la localidad sanmartinense de Malaver, mientras trabajaba en el CLACSo, pero luego de recibir un mail falso, que decía que la subestación eléctrica que está a 200 metros de él era terriblemente mala para la salud, tuve, a causa de eso y de otros maltratos, una crisis nerviosa que me desató un zumbido permanente en los oídos, a lo que se sumó un dolor en la panza relativamente crónico pero tratable, por gastritis y esteatosis, a consecuencia de la opresión y de la glotonería bajtiniana, que están relacionadas. Los razonamientos prejuiciosos de parte de la izquierda omitirían reconocer que esos males son parte de la explotación, por tratarse mi caso de un pequeño burgués, ahora parcialmente rentista, aunque de ingresos mensuales de 5500 pesos. Pues bien, se equivocan, pero hasta que no lo reconozcan no podrán hacer justicia a todo el reviente y la opresión sufrida de la clase media para arriba. Y estos padeceres que relaté de mí mismo y de mis conocidos familiares son sólo algunos pocos de los que podría contar. La lista es extensísima, y no quita la opresión que los capitalistas altos le hacen sufrir a los demás, ni la extracción del plusvalor al proletariado por medio del régimen laboral y del saqueo a los estados.

Por otra parte, ¿qué tendría que hacer? ¿Donar mi departamento? Me acusarían de sensiblero ingenuo. ¿Rechazar a mi familia, entendida en términos judeocristianos, pero también históricos, e irme a trabajar asalariadamente y en una dura explotación a una fábrica? Eso sería una solución idealista, aparte de injusta para conmigo, lo mismo que lo es el planteo de que los verdaderos socialistas rompen con su clase y su familia para juntarse con los trabajadores, ya que ni Marx ni Engels dejaron de ser de clase media alta, o alta, al hacerse socialistas, aunque sí dejaron de ser capitalistas, ni muchos de los socialistas que conozco dejaron de ser de clase media alta, aunque sean asalariados. Hay que recordar que León Trotsky fue hijo de un chacarero y de una noble de la baja aristocracia, por lo que accedió a una educación de alto nivel, que lo formó y que él mantuvo incluso luego de haberlos dejado y de liderar la revolución rusa. La pertenencia de clase es un rasgo nuestro, de cada humano según su clase, aunque quien sea cambie de clase, ya que hace a su pasado. No se puede quitarse el pasado, aunque sí desobedecer a los mandatos dominantes y luchar por la emancipación.

Bueno, en fin. Lamento lo mordaz del comentario. Es por tener un opresión vieja que no es bien reconocida por los compañeros de lucha, lo que me aparejó otros malos tratos. De todos modos, no pretendo que todos los luchadores me reconozcan como tal, porque les conozco los preconceptos. Yo soy de la postura de que la lucha debe ser complementaria para ser placentera, relativamente y según las circunstancias de cada quien que quiera participar de ella, para tener arraigo masivo, ya que si se plantea una lucha sufrida, hay quienes le rehúyen. Es que es natural que los humanos queramos gozar y no sufrir, y está bien si lo hacemos según debe ser. Los casos perversos son aquellos en que esa naturaleza es quebrantada por la alienación mala.


Anexos

1. Otra cosa a tener en cuenta es que recibir muchas pertenencias por herencia no es lo copado que se suele pensar: aunque garantice tener mucha plata, obliga a ocuparse de esas pertenencias y de sus allegados, lo que requiere de mucho esfuerzo, cosa que interrumpe el desarrollo vocacional. Hagan la prueba de pensar cómo se sentirían si recibieran cosas que los obligaran a dejar sus trabajos para tener que dedicarse a cuestiones administrativas y judiciales, por citar un ejemplo. Eso para que se entienda que la socialización de los medios de producción, de ser bien hecha, podría ser bien recibida por sus dueños, ya que los liberaría de algunas tareas que los recargan. Pero, dada la violencia histórica, ni eso es fácil de hacer ni los propietarios están dispuestos a aceptarlo.

2. Aparte de estanciero, Estévez Boero fue socialista, por más críticas ciertas que puedan hacérsele, que tienen que ser justas para con él también, ya que no eligió las circunstancias en que nació ni muchas de las que vivió, y tuvo que vérselas con la barbarie capitalista. Y el Papa de ese entonces no fue obrero ni montonero. Eso fue como habría sido acusar a Engels de ser administrador de las finanzas de la empresa textil de su padre, más allá de las diferencias entre uno y otro.

3. Mejores títulos hubieran sido “Contra la discriminación clasista” o “No a la discriminación por clase social”.

4. Mis dolores de la panza permanentes eran consecuencia de ser celíaco no diagnosticado. La celiaquía es una enfermedad debida a la incapacidad para digerir el gluten, que es difícil de diagnosticar porque es polisintomática.