Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 26 de junio de 2018

Sobre la socialización de los medios productivos durante la legalidad capitalista

La ley capitalista, plasmada en las constituciones burguesas, implica que el capitalismo se mantenga durante su vigencia, pero no define del todo al modo de apropiarse los medios productivos. El gobierno electo a votos incide tanto en la propiedad laboral, la de la llamada economía real, como en la financiera, tomada por ficticia, la superior. En la laboral porque si es más proteccionista favorece al crecimiento del empresariado común, que en su cúspide es capitalista, y con él al del asalariaje simple, y si es más trasnacional al del empresariado mayor, que es casi todo capitalista, lo que aumenta la desocupación. La política del gobierno incide en la propiedad financiera porque según se la oriente estimula la transferencia de valores abstractos hacia abajo o hacia arriba, pero siempre en el marco de la ley capitalista, ya que los poderes ejecutivos y legislativos deben obediencia a la constitución, que es sostenida por el ejército, la policía y el poder judicial. De allí que los gobiernos populistas hayan enriquecido desmedidamente a los capitalistas sin empobrecer tanto a sus sujetos sociales como lo hicieran los privatizadores. En tanto que en las naciones predomine la disposición social a la ley capitalista la socialización de los medios de producción deberá sometérsele. Para una socialización mayor se debe cambiar la ley suprema, lo que requiere que el interés mayoritario se oriente en ese sentido, que el proletariado exija concientemente que el socialismo se plasme en la ley y que los partidos pro-socialistas lo impongan en el parlamento. Entonces, hasta que no haya esa predisposición, debe primar la socialización entre leve e intermedia, porque una mayor no se puede concretar, ya que la concreción no puede ser operada sólo desde arriba, porque debiera ser hecha por los trabajadores, que deben responder a su propio interés y a su conciencia, pero además porque el ejército y la policía la impedirían en alianza con los grandes empresarios y la aristocracia judicial. No obstante, hay autonomía partidaria, por lo que el accionar de los partidos progresistas puede acelerar los tiempos de la base, o mismo hacer fracasar la evolución, cosa que beneficia al conservadurismo y al retroceso. Es por eso que el progresismo fidente debe admitir el problema del capitalismo, para cuya asunción debe reconocer el cuestionamiento a la fe y al credo. Si no, se llevará por pareceres mal orientados, de lo que su éxito se tornará azaroso, y ya de por sí será acechado por el capital mayor. La asunción social del cuestionamiento al fideísmo beneficiaría al socialismo porque facilitaría el esclarecimiento de la conciencia de los individuos.

El fideísmo pietista del proletariado es un factor procapitalista, y eleva al superior, que en parte es autónomo, por lo que su atención será prioritaria.