Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 29 de abril de 2024

De los juicios del "Me too" y la sexualidad infantil

 En estos juicios, que trascendieron el espacio estadounidense y se dieron en varios países, la defensa extrema de la privacidad opera en contra de la justicia y de la reparación de las víctimas, porque, al mantenerse los datos de fondo en secreto, el público que se entera de los casos por medio del periodismo no puede juzgar por sí mismo las acusaciones, y entonces no sabe si se cometieron los delitos denunciados: queda a la merced de que los jueces instituidos hagan bien su tarea, sin poderla evaluar con pruebas suficientes, lo que termina en que, en los debates sociales sobre los delitos, se apela a las sentencias como fuente de autoridad para convalidar las opiniones propias, cuestión que lleva a equivocarse cuando las sentencias no son ciertas y que es improcedente porque, para saber si la sentencia es buena o no, hay que haberla evaluado bien, y a veces ni siquiera así se lo puede discernir.

 La reparación de las víctimas de ofensas sexuales es impedida por las razones equivocadas en materia sexual, que como se cree que son verdaderas permanecen operando para mal en el tratamiento social de esta violencia, que entonces no es del todo bien esclarecida, dejando puntos oscuros en que las víctimas no encuentran motivos verdaderos para comprender bien lo que les pasó, así como a los victimarios se les condena algo mal, porque como la sexualidad es tabú no se la concibe con la razón verdadera suficiente y entonces se la tematiza y obra mal. Falta entender que las opiniones equivocadas sobre el sexo tienen incidencia en las violaciones porque pervierten la práctica sexual de quienes terminan haciéndola delictiva, además de concebir un modelo que considera como delictivas a algunas que no debieran ser tomadas así, como la sexualidad de la primera adolescencia, que no necesariamente es abusiva y que es deseada con fervor por los adolescentes primerizos, que entonces padecen la pena de tener un deseo sexual muy pronunciado sin poder concretarlo tal como lo quieren casi nunca, y si lo hacen con adultas es de forma clandestina, lo cual les acarrea una serie de persecusiones, secretos y mentiras que les apesadumbran a ellos y a sus compañeros sexuales adultos (del género que sean), quienes directamente son tratados de pedófilos y quedan al margen de la ley, o muy condenados y presos, donde pueden haber sufrido violaciones carcelarias consideradas como justicieras por algunas personas. Esto se agrava en la sexualidad infantil, sobre la que pesa una prohibición absoluta que le causa a los niños una castidad extrema, hasta en caricias y besos, cuyas consecuencias psicológicas y sociales están poco estudiadas, pero que no se resuelve bien con cualquier permiso. La sexualidad infantil y adolescente deberá ser bien analizada y debatida para resolver bien sus injusticias y permitirla de una manera que sea sana, de forma parecida que la adulta, porque la castidad absolutizada no es una buena solución, ya que conlleva abstinencias exageradas que entristecen, como también apesadumbran las transgresiones sexuales malignas, que responden mal al exceso de represión sexual y dependen de la concepción social de la historia y del orden productivo internacional.