Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Para la crítica de los medios de comunicación y para la de los de producción en general

Aparte de los estudios de la tenencia de los medios de comunicación, la llamada propiedad, que es de lo más importante, y de los contenidos de los programas -y de las demás cuestiones usuales como el alcance geográfico, la diversidad de voces, la participación de la sociedad en la toma de decisiones y en la programación, etc.-, hay que hacer una crítica de las propagandas. Ideológicamente son de lo peor que hay en el mundo, y suelen pasar como si nada en los debates universitarios y políticos. Es preciso un organismo de control y censura de tamañas bestialidades. No se puede permitir cosas semejantes como el higienismo aterrante, la manipulación psicológica, la discriminación disimulada, etc., que se hace en las propagandas. Las propagandas siguen liberalizadas fieramente.

Ahora bien, más importante que la llamada propiedad de los medios de comunicación, son los medios de comunicación en sí, o sea, el aparataje técnico y la forma de comunicarse que causa. De por sí, la fabricación de los aparatos es antidemocrática porque, por ser aparatos complejos, requiere explotación y la enseñanza de saberes sofisticados, accesibles a pocos -no se los puede enseñar a todos los hombres, las mujeres entre ellos-, sea la de los saberes de ingeniería y de geología necesarios para la extracción de las materias primas, su transporte y transformación para la fabricación de los equipos, sea la del manejo de los aparatos, que luego de un tiempo se tiran y hacen mucha basura. Pero además, la forma de los medios refuerza a la jerarquía -basada en que hay quienes trabajan para la fabricación de los medios, quienes los operan y quienes deciden sus programas y estrategia- en el sentido de que los mensajes van desde el punto emisor a la masa de receptores, que no pueden responder inmediatamente al emisor, o en el control político e ideológico que el sistema de medios opera en tanto que parte de la dominación capitalista en general, es decir, que la forma más dispersa de la transmisión de los mensajes en internet es distinta a la de los medios que transmiten de un punto a la masa pero no escapa mucho al control capitalista mundial, aunque es menos vertical, o más horizontal. En verdad es una comunicación privatizada mediante el uso de aparatos electrónicos.

A lo que apunta esta explicación es a que la comunicación, para ser democrática del todo, debe ser natural, porque la comunicación natural no requiere someter a nadie para que se fabriquen los aparatos. Pero lograr eso, si es que se lo logra, llevará mucho tiempo, en que valdrán las luchas progresivas por la democratización y socialización de los medios de comunicación. Eso no quita que si fueran bien fabricados y usados, y según se lo decidiera democráticamente -pero entonces la decisión debiera ser de consenso total, no de mayorías, porque las minorías son perjudicadas en la lógica de la democracia de mayorías; y también se tendría que tener en cuenta al sentir humano relativo al resto de los seres involucrados, y a ellos en sí mismos-, valdrían los medios de comunicación de cierta complejidad, y lo mismo vale para los demás medios de producción. Eso aparte de que aquello es preciso para terminar de contaminar y explotar. Los humanos todavía no sabemos hablarnos bien y mucho entre nosotros, no lo que deseamos, y no podemos aprenderlo lo que se debe por estar atareados en sofisticaciones delirantes. Es decir, que la realización del deseo humano requiere de la economía natural, y de que la cultura sea verdadera.

Al decir que la comunicación, y más en general la producción, debe ser natural, no quiero decir que haya que prescindir totalmente de las tecnologías artificiales, incluso de las complejas, sino que se las debe reducir al nivel de lo imprescindible. Una condición para que sea bueno que se fabriquen y usen los aparatos técnicos es que la humanidad sea honesta, por lo cual la enseñanza debe volcarse mucho más a ese cometido que al incremento de la ciencia dedicada a la complejización de las técnicas más altas, que ya alcanzaron en muchos ámbitos el nivel que tienen que tener, y más, más allá de que le valgan algunas mejoras incluso en aquellas áreas. Es muy malo y sirve no para mucho que la humanidad tenga medios de producción muy sofisticados a los que usa en gran medida para hacer maldades, como son las guerras, la especulación financiera, la explotación de la naturaleza y laboral, los fraudes, las mentiras, las trampas y demás.