Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 5 de enero de 2019

Del juicio y el gusto

Alguna relación cercana entre el juicio y el gusto tiene que haber, ya que el juicio es la sensibilidad más abstracta, la del pensamiento, que piensa según lo que se hubo sentido entre otras causas. La sensación es el juicio primario, no efectuado en palabras hasta que se la piensa, lo que ocurrió algo de acuerdo a las emisiones del aparato fonatorio, que es el que permite la pronunciación de las letras. La sensibilidad responde a la ideología, porque ella busca determinarla desde el deseo conciente, el formulado expresamente entre la gente, y algo lo logró, aunque fuera perversamente acaso, en tanto que el orden principal impuso su manera de pensar y de actuar, tampoco siempre mal. A la vez, existe la presión de abajo hacia arriba, que es la buena y se da un poco arriba también, la de la sensibilidad dañada que padece el dominio, lo sabe y quiere cambiarlo, o a veces no lo sabe pero lo presiente. La cuestión está mal resuelta por lo malo de las ideologías actuales, muy permeadas por el hábito de la creencia equivocada, al habérsela tomado como criterio para la validación social de los conceptos, de lo que algunos pasaron a ser leyes, de cumplimiento obligatorio, que persisten aunque se las transgreda, ordenando mal al comportamiento social. El debate entre la creencia y el saber viene por lo menos de la Grecia antigua, hace como 2500 años, y dista mucho de estar bien resuelto, e incluso de que la especie lo haya asumido bien, cuestión necesaria para el buen orden social, por lo que primará la crisis por mucho tiempo, la debida a nuestra mala práctica. En órdenes explotadores el buen juicio es excepcional porque el buen sentimiento también lo es, a consecuencia de los padecimientos corporales aparejados por la misma explotación, aparte del tema ideológico, que incide, pero el deseo natural de vivir bien, de gozar bien la vida, es ínsito a las especies vivas, por lo que tampoco se lo puede eliminar. La explotación capitalista está mal dispuesta desde una ideología que es algo diosera, tanto como para figurar en los billetes. El hecho de que los billetes tengan inscripciones de creencia en los dioses da cuenta del nivel de asunción de la realidad que hizo la especie.