Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 12 de octubre de 2022

Comentario sobre "El giro fascista", de Alicia Entel

 En esta nota, publicada en el Página 12 de hoy, hay algunas ideas que quiero poner en debate, más allá de que coincido con el sentido general del argumento. En primer lugar, la idea de que sólo la humanidad tiene la palabra, que es cierta si se la equipara a nuestro lenguaje, pero da lugar a discusión porque el sentido griego del fonar no aplica sólo para el humano, sino para todo lo que suena, incluso los seres inertes. Aunque excluyéramos del habla a los animales de sangre roja que no son humanos, lo cual no me parece sano, sí hace falta reconocer su lenguaje, el conjunto de expresiones que emiten usando la boca y la lengua, porque les permite relaborar los sentimientos odiosos, en formas de sublimación que mal hacemos en creer que sólo son propias del hombre. Siguiendo ese razonamiento, habría que decir que el canto de los pájaros no es sublime y que carece de sentimientos profundos, lo que hacemos mucho con las formas expresivas que son menos complejas, todas las cuales conllevan aprendizaje y sensibilidad. En segundo lugar, es incorrecta la distinción entre animal y humano, porque la humanidad es una especie respirante, que es lo que quiere decir "animal". Si los hombres no reconocemos bien nuestra animalidad, no nos reconocemos bien a nosotros mismos, por lo cual es importante que lo hagamos. En tercero, la diferenciación entre humillación real y provocada es falsa, porque la supuesta provocada también es real, relativa a cosas, y la llamada "real" fue causada por otras. Se trata, entonces, de una humillación que en parte es involuntaria, dada por causas ignoradas, o vivida con culpa (cuando responde a supuestas buenas intenciones, justificadas de un mal modo que se cree que es verdadero), y reforzada para encausar la bronca en proyectos antisocialistas de muerte. En cuarto, no cierra del todo bien caracterizar al giro reaccionario de la derecha actual como fascista, o nazi, porque no comparte algunos de sus rasgos, salvo en secreto, como la adoración por Mussolini o Hitler: se trata, más bien, de una exacerbación del liberalismo, que tras perder su dote progresiva pierde también aspectos conservadores y se inclina a la reacción, al no poder resolver la miseria acumulada, muy acrecentada por las crisis de 1973, 1995 y 2008, dentro de sus propios términos, por lo que elige eliminar personas de a millones en vez que admitir sus faltas y cambiar su idiosincracia, religión, política y economía. En quinto lugar, la idea del "capitalismo feudal" es aproximada, por lo que no es exacta, ya que el proyecto de la derecha liberal extrema no es el de retornar al modelo de la servidumbre de la gleba, pero sí es reaccionario y retrógrado, de un tipo de salariazgo involutivo, dado por el hecho de que no le queda progresividad al sistema dominante, excepto bajo formas alternativas que tampoco llegan a la raíz de la crisis, aunque sí se le acercan y plantean salidas de fondo a mediano plazo, lo que en lo inmediato implica padecer pérdidas, pero la solución plena también depende del pueblo, que no está bien predispuesto para aplicarla pronto.