Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 17 de junio de 2023

Comentario a "Decir la verdad", de Sandra Russo

 Más allá de que simpatizo con ella, discrepo de algunas de sus afirmaciones. Sobre el acuerdo con el FMI, Alberto Fernández lo propuso en su campaña presidencial porque estaba empatando con el macrismo y las encuestas y manifestaciones indicaban que oponerse a pagar su deuda restaba votos, por el apoyo popular a favor del pago. El FdT, entonces, adoptó una medida antipopular reclamada por el pueblo, para concretar la cual su presidencia en el gobierno argentino tuvo que trabajar mucho en las negociaciones con el FMI, lo que le restó mucho tiempo y fuerza para atender otras cosas, además de mermarle presupuesto. No todo el pueblo fue bien conciente del asunto. Hasta el día de hoy la mayoría está a favor del pago, así como muchos van a votar por el macrismo y por Milei. Sandra Russo sobrestima la bondad del pueblo, lo que la lleva a equivocar algo sus cálculos políticos. No todos los argentinos vieron las cadenas nacionales de Cristina Fernández al respecto de este acuerdo con el FMI, ni todos quienes las vieron las entendieron bien, porque es un tema difícil y fue respondido por el periodismo macrista, dejando a las y los desprevenidos en la confusión, el engaño y la duda. No siempre el pueblo quiere saber de qué se trata. A veces se evade y otras cree mentiras, pero es cierto que el periodismo oficial debe mejorar. En la época de Néstor Kirchner la presidencia estaba a la ofensiva porque la revuelta de 2001 atemorizó a la oligarquía, que entonces cedió privilegios para mantener su predominio, pero a partir de 2008 la oligarquía se envalentonó, y más desde 2015, logrando que la presidencia asumida en 2019 fuera débil: ganó por poco después de un mandato repugnante, con la mayoría del pueblo apoyando el pago de una deuda fraudulenta, medio congreso en contra y la justicia corrompida desde arriba, todo esto empeorado por la pandemia, el golpismo inflacionario del gran capital, la derrota electoral de 2021, las consecuencias locales de la guerra de Ucrania y la última sequía. La negociación con el FMI, un organismo experto en someter a países y gobiernos, puso a los miembros del poder ejecutivo argentino a trabajar muy duro en medidas de ajuste regresivo, por lo que no hubo la relación comunicativa entre ellos y su pueblo que sí tuvieron otras presidencias progresistas: debían informar de medidas ingratas, a consecuencia de una exigencia popular poco asumida como perniciosa por el mismo pueblo que reclamó el pago que las motiva, con poco tiempo y fuerza para hacerlo y con un periodismo que esperaba al acecho para golpearles por donde pudiera y que contaba con la anuencia de muchos a quienes perjudican. El pueblo, del que la oligarquía es su parte más enriquecida y que contiene al gobierno (la oligarquía y el gobierno son parte del pueblo), se perjudicó a sí mismo por adoptar malas posturas, lo cual ocurre hasta entre los más pobres, quienes no siempre opinan a favor de sí mismos.

 La desconfianza en el patriotismo es por sus desmanes y porque es patriarcal, en un sentido desigualado con el matriarcado y descalibrado del orden de les y las hijos, pero es verdad que el antipatriotismo no es siempre justo con los padres ni con la patria. Creo que uno de los mayores problemas que hay es que el pueblo no entiende bien las causas de su desgracia y entonces ejerce un voto castigo equivocado, que no sirve para repararla y que hace difícil vencer al macrismo, más aún con la fuerza necesaria para impulsar de inmediato un proceso de transformación de izquierda medianamente intenso. Pienso que se debe medir bien la adoración por el pueblo, llevarla a su punto exacto (ni menor ni mayor al merecido), para ajustar bien las esperanzas y operar la política con buen éxito.