La mala violencia sexual es propia del hombre. Muchos hombres, de todos los géneros, la ejercimos alguna vez, sea en formas livianas o pesadas, al menos por la represión vigente a la cópula bien librada, que causa injusticias fornicatorias frecuentes. Condenar la pesada no basta para arreglarla bien, porque no se la condena del todo bien y se tolera la liviana, que se extiende mucho por la sociedad.