Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 16 de agosto de 2023

Del superhombre nietzscheano y el mazdeísmo

Nota exploratoria, porque mi conocimiento del mazdeísmo es reciente.

 El superhombre nietzscheano es un hombre superior al resto de su especie, lo que existe, porque siempre hay alguien que supera al resto de la humanidad, aunque el lugar es cambiante y no suela ser ocupado por hombres buenos. Los más nobles son aristócratas, quienes cometieron crímenes tremendos, de escala macrohistórica, pero la nobleza que tuvo en mente este Nietzsche no era cristiana, sino dionisíaca, seguidora de la mitología griega antes que zoroastriana, que son dos politeísmos. El dionisíaco es uno de izquierda, o inferior, opuesto al dominante de su época, el apolíneo, dado a los valores más canónicos, como la rectitud, la frontalidad y lo explícito. Spitama Zarathustra fue un reformador del mazdeísmo, la religión aria que cree en Ahura Mazda y en la contradicción entre el bien y el mal, y llamó a establecerse a su pueblo nómade. Los valores de ninguno bastan para que la fornicación polígama sea honrada, es decir, para que nuestro orden sexual compartido no sea más pecador de lo que debe para ser justo con la naturaleza, a la que lo humano y nuestra cópula pertenecen. La superación que requiere la humanidad tiene que ser social, porque la existencia individual es conjunta, y sería decresiva, porque la asunción plena de la verdad histórica llevaría a que, para disfrutar bien de la coexistencia se produzca menos y alcance bien para todos. El desprecio de este Nietzsche hacia el pueblo sometido por sus jefes máximos es imperdonable, ni expresó la subyugación a las ideas teológicas de los más poderosos, así como su antisocialismo, que le impiden a la clase más ilustre el buen goce, con lo que su ciencia gaya no alcanza su objetivo más que de mala forma, lo cual no colma bien de satisfacción ni a los más ricos, que viven parte de sus relaciones amorosas en secreto y violentan de forma oculta a otros hombres y a sus propios valores. Un orden en que la cópula se practique bien sería menos apropiante, por lo que pecaría menos que el actual, pero para concebir bien al sexo se debe tener una idea bien correcta de la creación de todo.

 El mazdeísmo le dio más primacía al fuego sobre el agua, siendo que la humanidad vivió antes del agua que del fuego, salvo el astral, del sol y las otras estrellas, y creyó que Ahrimán, hijo de Anahitis, diosa del agua, y Ahura Mazda, dios del fuego, era el espíritu destructor, el demonio que desintegra por decisión propia, así que ahí hay una desobediencia al padre incomprendida, porque no se sabe qué motivó a ese desacato: se supone que la decisión propia dependió sólo de él mismo y que era sano para tomarla, así como que los padres no cometieron ninguna falta, lo cual es imposible porque representan a hombres. A la idea de Ahura Mazda, los primeros fieles del mazdeísmo la vincularon al fuego hecho por hombres, fueron hombres nómades, pero también al sol, como la religión egipcia, que tuvo a Ra como dios principal y solar, a quien los egipcios personificaron en sus emperadores, como se creyó que dios se expresaba en los reyes cristianos y después que su voluntad soberana era puesta en el pueblo antes de que éste eligiera a sus representantes, con estatuas de ángeles alados tocando la trompeta en el congreso argentino. Mitra, dios mazdeísta del sol (hay una incoherencia porque al sol se le adjudican dos dioses), inspiró al mitraísmo, un culto mazdeísta que llegó al imperio romano y se opuso mucho a la migración, a la que identificó con los espíritus malignos. A partir de Zaratustra, el mazdeísmo fue una religión de alimentación agrícola y ganadera, que puede haber tenido a su pueblo enfermo por el gluten sin reconocerlo, como así sin saber de su consumo del ácido lisérgico de las semillas de centeno, entre otras insanías, como la intolerancia a la lactosa. La cultura de la magia proviene del mazdeísmo, que juzgó como magos a sus sacerdotes, pero no erigió tan grandes templos como los hubo después: los construyó sin techo, lugares con piso de piedra para hacer fuego a la intemperie. Es una religión politeísta pero que, como las abrahámicas, concibe a un único dios como creador de todo, incluso los demás dioses, al que identificó con el sol de nuestra Tierra. En el catolicismo al primer dios se lo sitúa por fuera del universo, lo que fue cambiando con el desarrollo de la astronomía porque, con él, al tamaño del universo se lo midió de distinas maneras, llegando a la vigente con la teoría del gran estallido.

 En el mazdeísmo hay una dicotomía entre el bien y el mal que vincula al bien con la creación y al mal con la destrucción, pero, habiendo bienes de sobra, la destrucción no es toda mala, sino que una, relativa, o pequeña, es precisa para que la humanidad conviva bien, entre sí y con el resto de los seres, aunque esa coexistencia implique nuestro predominio, que se diferencia en clases y depende de la ley constituida. Una cuestión es lo que el hombre hace de más, que se subdivide en los rubros de la producción actual, sea remunerada o no, y depende de cómo se conciba y reparta lo que la humanidad obra, pero ella afecta a lo que se hace de menos, que también debe ser resuelto bien. Algunas carencias humanas son consecuencia del trabajo excesivo, por lo que reducirlo es condición para suplirlas.

 Como cosmovisión, el mazdeísmo debe admitir versiones distintas, de reactivas a revolucionarias, siempre con el límite en la prioridad a Ahura Mazda, como lo es a Dios en la centroizquierda socialcristiana y en el islamismo moderado, así que no cabe descalificarlo sólo por su adhesión nazi, pero sí señalarle bien las cosas de las que no da buena cuenta, como sus culturas ajenas, que así son muy menospreciadas por no valorar a Ahura Mazda tanto como el mazdeísmo supone que se lo debe hacer, lo cual es un problema general para las religiones, ya que todas, o casi todas, lo hacen de distintos modos.

 La humanidad evolucionará, tanto en sus relaciones como en su subjetividad, entendida no sólo como psíquica sino como corporal, así que los hombres del futuro, trans, mujeres y varones, serán superiores a los actuales, y competirán entre sí por superarse, acaso bien y quizás logrando un modo de interrelacionarse mejor que el actual, con una apropiación justa para el buen goce y el buen amor conjunto, que dependería de la ley y de la concepción constituida, pero también la especie puede involucionar y destruirse, difícilmente del todo y con el poder para aprender de sus errores del pasado, lo que es poco creíble a la luz de la experiencia reciente pero no imposible porque la historia humana tiene cientos de miles de años, mucho más de lo que indica su historia agrícola, con la que más familiarizados estamos, consolidada con el hacha de piedra pulida y la azada, que son neolíticas. Antes, hubo una agricultura preparatoria, porque se fabricaron y usaron instrumentos con los que se empezó a trabajar la tierra.

 En el zoroatrismo se identifica al bien con el dios principal, la vida, la luz, el día, la verdad y la pureza, y al mal con el diablo, la muerte, la oscuridad y la noche, una lógica que se extiende por otras religiones. La salida óptima de la crisis humana exige que esta dicotomía sea bien resuelta, con una reformulación verdadera.

 La crítica de este Nietzsche sobre la moral de amos y esclavos también es repugnante, sobre todo porque celebra la opresión de la clase alta. La gaya ciencia que proclamó fue insensible al dolor de los sirvientes bajos, explotados en las colonias europeas y en la misma Europa, o sea, que buscó un goce de élite, para pocos, a costa del expolio ajeno y sin resolver los prejuicios religiosos y los conflictos políticos que se lo impidieron a la nobleza que adorara. El superhombre que postuló sería un hombre aislado de su sociedad, o con pocos seguidores, que superaría la angustia cristiana, dada no por la supuesta "muerte de Dios", que no murió porque no era un ser vivo, ni dejó de ser venerado porque la creencia en él, aunque en crisis, se mantuvo, pero, ¿habría de salir de la angustia cristiana con la creencia en Zoroastro? ¿Y cómo lo haría, siendo que el mazdeísmo también postuló dioses con rasgos no solares, es decir, inadecuados? El superhombre sería un hombre que no sigue valores ajenos sino que impone los propios, pero eso es ingrato por su violencia, y nada garantiza que sus valores sean buenos, además de que necesitaría que los otros hombres le provean de bienes materiales y afecto, por lo que así no sería dichoso aunque triunfara.

 Las enfermedades ignoradas son determinantes de cómo se juzga a las personas, porque, quienes las tienen, que somos todos más o menos, juzgamos y somos juzgados sin conciencia de padecerlas, y aplicamos y se nos aplican categorías algo insuficientes a las que extraemos de nuestras cosmovisiones, que provienen de balances sobre nuestra experiencia histórica que no llegan a captarla del todo bien, por lo que son algo perdedores.

Leer "La religión persa: el mazdeísmo", en La Guía, sitio de internet, y "Frederich Nietzsche" y "Zoroastrismo" en Wikipedia.