Así como en la lucha de clases la de abajo puja contra la de arriba, con la de especies se da algo similar, lo que implica que la humanidad padece la violencia de sus especies vivientes sometidas, lo cual explica parte de nuestra desgracia. La producción hipertrofiada de la humanidad le causa mucho daño evitable a las demás especies vivas, que entonces nos tienen mucha bronca acumulada y deseos de venganza, que se concretan en distintas formas de maltrato al hombre, como el desprecio de los demás animales sanguíneos hacia nosotros (y habría que ver qué pasa con los vegetales de savia), para remediar las cuales se debe ordenar bien nuestra producción. La relación entre la humanidad y las otras especies vivas no es sólo de abuso, lucha y rencor, sino que se combina con el uso justo, la colaboración y el cariño, así como es entre humanos. La competencia, a muerte o sojuzgante, y el auxilio, también se dan entre las especies vivas que no son humanas y entre los miembros de cada cual, pero de forma distinta a las humanas por nuestra capacidad técnica, que implica nuestro predominio al menos desde la forja de armas de metal, sino desde después, en particular a partir de la revolución industrial de motor a vapor.