Hacer mal para vivir se justifica, pero entonces hay una acumulación de maldades enorme, que en parte depende de nuestro orden social, que a veces nos pone en la disyuntiva de hacerle mal a alguien o correr el riesgo de morirnos, sufrir o padecer privaciones. Es entonces cuando hay que analizar la disyuntiva, decidir y actuar, quizás sin tiempo para hacerlo con calma, y la calma no garantiza el buen éxito de la respuesta.