Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 6 de junio de 2021

De que, para que el comunismo funcione bien, los individuos deben medir bien su deseo, con nota sobre las mercancías

 No sólo el deseo económico, para valorar bien el trabajo, propio o ajeno, pero también el económico. La ambición de ganancia es un deseo financiero, de obtención de bienes monetarios, pero no toda la ganancia es impresa en pesos, ya que a los bienes básicos que se consigue también se los gana.

 Cuando Marx trató a las mercancías como objetos misteriosos, que parecían moverse al margen de la voluntad de sus dueños, en verdad aludió a que las personas ordenaron mal su intercambio, dado que no tenían la razón suficiente ni la autorización política necesaria para hacerlo bien, y de allí que su trato conjunto les resultara algo ingrato, ya que no hablaron todo lo que habrán querido para el trueque, en tanto que estaban inmersos en cavilaciones e imperativos algo mal definidos, que les deben haber impedido entender bien la realidad y actuar en consecuencia lo requerido para satisfacer bien sus deseos, que tampoco habrán sido siempre buenos, por lo que también cabe la crítica del deseo. Al deseo hay que analizarlo porque buscar concretarlo y obtenerlo puede ser peligroso, o dañino, o porque puede ser injusto, entre otros temas. Al tematizar así Marx a las mercancías, las calificó como metafísicas en el sentido dislático del término, el que la concibe como más allá de la física, como si algo pudiera estar por fuera de la realidad, como supone el catolicismo respecto a dios, del que cree que está por fuera del universo, lo que motiva una serie de discusiones sobre si el universo es todo, y qué sería dios entonces, que está por fuera suyo, o si la realidad se conforma del universo y de dios, pero entonces el universo no sería todo lo que existe. Este dios suele ser figurado como un varón blanco, barbudo y viejo, lo que combina con el carácter genérico, racial, cosmético y etáreo del dominio sistémico vigente, aunque poco en lo barbudo.

 Seguramente las mercancías no se deban al culto de Mercurio sino que éste derive de la actividad mercantil. De acuerdo a la etimología, pareciera que lo propio de la mercancía es la marcha, ya que los mercaderes antiguos eran marchantes, iban en caravanas de camellos o solos, de un sitio a otro, para comprar y vender, pero los comerciantes sedentarios trabajaron en lugares fijos. En el mito de Mercurio, éste protege tanto a vendedores como a viajeros. El fetichismo de la mercancía viene dado por este mito, entre los otros factores que desgracian a éste método de intercambio, con dinero de por medio, pero existe la posibilidad de que funcione bien, de acuerdo a la razón de la sociedad. Las limitaciones a la libertad implicadas por el fetichismo de la mercancía no son sólo de índole religiosa: es que la sociedad, al no comprenderse muy bien a sí misma y a su contexto, tiene defectos al componer sus relaciones, entre las cuales la del intercambio de bienes, al que no siempre se define bien, por categorizarse algo mal las personas entre sí y equivocar sus merecimientos, cuestión que apareja problemas de precios y de acceso a los bienes.

 Mejor sería prescindir de los bienes de intercambio, porque hay que fabricarlos y mantenerlos, además de que al descartárselos contaminan, pero, hasta que la humanidad lo acepte, habría que buscar que se los use bien.