Como la humanidad no conoce todo acerca de su salud, la exigencia laboral debe ser prudente, porque las personas no podemos dar cuenta de todo lo que nos pasa, y entonces, si se nos aplica un estándar que no se corresponde bien con nuestra salud, el trabajo que deriva de ello termina siendo lesivo. Por eso es que, sin exagerar, se debe atender bien a los reparos de quienes se niegan a obedecer a las órdenes laborales. Con salvedades, nadie se negaría a desempeñar tareas que le hagan bien, así que obligar a hacerlas de manera violenta no sirve, pero sí alguna exigencia tiene que haber, una difícil de predeterminar en general -prefigurarla del todo es imposible porque el trabajo dependerá de sus condiciones futuras, que no son del todo previsibles-. Cuando hay holgura excesiva por ludopatía, toxicomanía, malevolencia, reticencia a tareas ingratas o lo que fuere, hay enfermedades para resolver. De ahí que los modelos sobreproductivos no basten para saldar bien la crisis actual, pero, si la sociedad se niega a un socialismo bien implementado, tampoco hay modo suficiente, y se tiene que optar por los modelos que aunque no alcancen sirvan para mejorar y buscar los que sí.
Ahora la ultraderecha liberal dice que el Karl Marx más reconocido nunca trabajó, como si estudiar en la escuela y la universidad y escribir artículos periodísticos y libros no fuera trabajar, o como si militar no demandara esfuerzos equivalentes, además de que para vivir hizo otras tantas tareas, como las domésticas de comprar, cocinar, lavar la casa y la ropa y vestirse, pero aparte no se conoce del todo sobre la salud de este Marx, así que reprocharle la flaqueza de sus trabajos raros es algo injusto, ya que puede haber padecido enfermedades ignoradas, como la censura que pesó sobre él por ser ateo, materialista y comunista, que es una sociopatía.
Hay una aversión al trabajo que responde a las malas formas en que se lo desempeña y según la cual se cree que el trabajo es malo en sí mismo, a diferencia del ocio, al que se califica como bueno en sí, pero, en verdad, ambos pueden ser buenos o malos según cómo sean, y lo que se hace durante el ocio es una práctica, así como el trabajo puede ser lúdico.