Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 20 de septiembre de 2015

De cómo se define el deber ser humano y de cómo debe definirse

El deber ser humano es contractivo, ya que nuestra práctica responde a luchas que se expanden por todos los ámbitos de la sociedad, no obstante lo cual hay un deber ser dominante, que pretende regular a la práctica humana en general, que es resistido y desobedecido a veces, u obedecido a desgano, porque es parcialmente ilegítimo, y es ilegítimo porque no tiene en cuenta a cosas que deben ser tenidas en cuenta.

El conjunto de las nociones dominantes sobre lo que debe ser la humanidad se centraliza en las instituciones pías, la principal de las cuales es la iglesia, que es seguida por la ley constitucional, que es su correlato laico y que establece las normas supremas reguladoras de las restantes, sean jurídicas, económicas, políticas, culturales y demás, a las que se agregan las leyes y los reglamentos que se les subordinan, y eso en relación con las otras legislaciones supremas, como son los tratados internacionales de rango constitucional. Para eso, los sacerdotes sintetizan a algunos de los conceptos de la filosofía y de las ciencias, a la vez que soslayan a otros, que son sostenidos por los luchadores sin que lleguen a legalizarse: es la legitimidad proscrita, que impulsa a los procesos revolucionarios, además de lo cual existe la reproducción laica de los mandatos sacerdotales, que es la que plasma a las doctrinas religiosas en las leyes estatales. Esto no quita que en la creación de las leyes intervienen varios actores sociales, además de los eclesiásticos, como son los empresarios y los trabajadores.

Para que el deber ser sea legítimo debe responder a los reclamos sociales o, más bien, a las verdades reprimidas, esto es, a las razones reprimidas que merezcan ser tenidas en cuenta por ser buenas, sin importar de qué clase sean sus portadores, para lo cual las leyes y el gobierno deben ser sociales, ya que, al no serlo, los gobernantes no reconocen bien a las verdades de quienes están excluídos de su conformación, ni le dan curso a sus demandas, lo que apareja a la violencia de los delincuentes, que transgreden a las leyes porque las leyes no representan a sus intereses buenos, ni reconocen las opresiones que sufrieron; pero además, las iglesias deben cambiar su carácter, o sea, deben ser centros filosóficos abiertos de la sociedad: deben ser socializadas y responder a la verdad, lo que las mantendría en tanto que asambleas sociales, ateas y científicas, en que la gente se encontraría para aprender y enseñar a comportarse, y demás.


Comentarios

1. Entender así las cosas no implica desconocer la determinación económica de la piedad, que es un determinante subsiguiente a aquélla: así como las creencias primitivas fueron posibilitadas por la recolección, la caza y la pesca, las iglesias son consecuencia de la agricultura, que permitió que algunos de los humanos se asentaran en territorios en que erigieron las ciudades y sus construcciones, determinantes de sus prácticas posteriores. El impulso desatado por la reforma protestante y la contrarreforma católica, ambos a su vez sucesores de la agricultura, propiciaron a la Revolución Industrial, que luego causó cambios políticos y religiosos, etc.

2. La palabra “mojigato”, más que derivada de “gato”, como sostienen muchas de sus definiciones, me parece que viene de “monje” y que quiere decir algo así como “monjado”, o sea, “de carácter monjero”.