Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 20 de mayo de 2023

No es bueno que se produzca demasiado

 Las propuestas intervencionistas de inclusión social por medio del productivismo exagerado pecan por exceso: al plantear un aumento a la sobreproducción actual, incluyen al pueblo de forma perdedora, con lo que obtienen mejoras difíciles de sostener e incompletas, que como mantienen a la oligarquía vigente son atacadas desde arriba, por lo que al problema del trabajo pesado se le agrega el de la hostilidad predominante, dos contras que sumadas son insuperables, por lo que cabrá el productivismo bien medido, para el cual el pueblo deberá interpretar bien la historia. Una condición para el desarme de la oligarquía es su modelo honrado, ya que, si se la intenta desarmar mal, se torna muy reticente y pelea a muerte, lo cual obstruye la victoria revolucionaria, al vencerla o desgraciarla, con faltas acumuladas que hasta no se las resuelva bien impedirán alcanzar metas medianas y de máxima.

 La producción bien medida debe ser la de los bienes necesarios para la buena convivencia, porque obrarlos de más la rompe, al requerir trabajos sobrantes, que lesionan y son despreciados por impedir a los más deseados, también falibles, por lo cual corregibles, pero no toda corrección es justa, por lo que hay que saber cómo hacerla, y eso depende de la veracidad de la ideología social. También la subproducción sería maligna, e incluso la moderada fracasaría a veces, porque no toda medianía es buena. Por un lado, habría que hacer la cuenta de cuánta plata por mes hace falta por persona, para calcular cuánto de exagerado es el producto en moneda, y después descontarle los trabajos prescindibles que queden, como los de la guerra y el comercio, ya que la humanidad podría saldar bien sus conflictos sin ellos si supiera cómo. Que la humanidad sea absurda da cuenta de nuestra locura, bastante de estupidez trágica: no se trata de una taradez benigna, así como obedece a un orden superior que es peor de lo que presume ser. Es absurda por concebirse mal, desordenada por mal ideada. Al aplicársele una concepción equivocada, el orden humano entra en crisis y persiste fallado, lo que continuará hasta que se le arregle bien la ideología, que es práctica y define a la suya. En sí misma, la ideología no es una práctica, porque no es un acto reflexionado, sino un conjunto de ideas, formas mentales perdurables, es un cuerpo imaginario que a veces muta y que proviene de prácticas y causa otras, que tienen consecuencias. Cuando no muta, su acción se reduce a la de ser, un acto no siempre reflexionado. Entonces es un cuerpo que casi no evoluciona, permanece como sin cambiar mientras que pasa el tiempo, pero el tiempo le transcurre, así que algo cambia, y por otras causas cambia más cuando las hay, no siempre para bien.