Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 9 de agosto de 2014

Sobre el argumento de la defensa de la vida en la discusión por el derecho al aborto

Cuando las católicas y demás fieles dicen oponerse a la legalización del aborto por defender la vida hacen retórica. A ellas más que defender la vida de los embriones, que son seres que apenas, o ni siquiera, sienten, les interesa sostener la doctrina de las iglesias, que concuerdan en ese punto, porque creen que los dioses dan la vida y que por eso son los únicos que pueden quitarla. Ese argumento es una falacia flagrante. No es sólo que los dioses no dan la vida, porque son seres imaginados por los hombres, sino que las iglesias prefieren mantener un orden falso en vez que reconocer sus falsedades. Es el colmo de la necedad.

Si las fieles de verdad defendieran la vida tendrían que luchar contra la muerte de muchos seres vivos a los que se mata sin necesidad, y contra todas las formas del maltrato. Es cierto que muchas veces luchan contra eso, pero no lo hacen tanto cuando hacerlo contradiría a los postulados del orden capitalista, como ser la explotación y la contaminación, que es aceptada, aunque en crisis, por las iglesias, porque hace al orden capitalista. Aunque el Vaticano declame lo contrario, por ahora sólo alerta contra la contaminación, hace llamados, mientras la contaminación aumenta. A las fieles que sostienen ese argumento hay que responderles que los embriones son seres vivos de poca importancia, que más importa la calidad de vida de las madres y los padres que los engendraron y que los criarían, que la crianza debe ser en común -no por medio de la familia judeocristiana-, y que si de verdad les importa la vida tienen que luchar contra la miseria y la explotación, y por el goce sensual, ya que más que la vida en sí importa la vida para sí. Vivir en la miseria hace a una vida de mala calidad, por lo cual su argumento vale poco. Lo que pasa es que para terminar la miseria se debe terminar la misa, ya que la miseria es causada por la misa -son palabras emparentadas porque los objetos a los que designan se relacionan-, por lo que no aceptarán fácilmente a esa cuestión. Los fieles también deben reconocer sus errores, que tanto señalan en la gente social.


Corrección

No sé qué relación etimológica hay entre la misa y la miseria, pero sí que tienen una codeterminación histórica. La religiosidad es miserante en lo que tiene de equívoca, así como muchas de las equivocaciones que sean causan miseria.