Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Una reflexión a partir del nombre de la URSS y de Heidegger

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fue un proyecto, no llegó a concretarse como tal, sino que llegó a ser un conjunto de naciones cristianas ortodoxas, con un gobierno de ideología socialista, mal planteada, que derrocó al zarismo luego de que éste fuera diezmado por la Primera Guerra Mundial, y que además de perseguir a la disidencia implementó un capitalismo de estado, ya que hizo una acumulación de capital abstracto centralizada en el estado soviético. Las naciones soviéticas no querían el socialismo. Ni siquiera entendían lo que es en su versión escrita. Estaban inmersas en creencias teológicas monárquicas y renacentistas, pero querían sacarse de encima al absolutismo del imperio zarista. Las cuestiones socialistas científicas eran poco conocidas por el campesinado, poco dado a la ciencia letrada, porque los campesinos apenas sabían leer, aunque hicieron el socialismo oral, del que deriva el socialismo científico escriturario. La socialización de los medios de producción fue una consigna anarquista a la que los siervos de la gleba no entendían muy bien, ya que estaban cavilando razonamientos religiosos, de si se les iba a ir el alma al cielo, o qué es el bien, pero en términos de lo que escucharon en los sermones, que hizo a lo que ellos entendían como sentido de la vida, a la vez que lo cuestionaban, pero poco, no lo suficiente: todavía las que fueron las naciones soviéticas son de índole religiosa, siguen siendo cristianos ortodoxos, aunque a la vez tienen expectativas de liberación, que hacen a la construcción del socialismo como objetivo a alcanzar. Habría que estudiar la historia de la iglesia ortodoxa en las repúblicas soviéticas para saber qué hizo durante el período de gobierno del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), y qué relación tuvo con su caída.

El PCUS implementó una política productivista, de desarrollo de los aspectos sociales tenidos en cuenta hoy por la ONU, medidos en los índices de desarrollo humano, lo que hizo entrar a las naciones soviéticas a la modernidad con esa mezcla entre la religión y la ciencia propia del renacentismo, que se prolonga a su fase capitalista, y sin sacarse de encima el lastre del gobierno superior, de la centralización del gobierno, que estaba atacado y psicótico por la puja interbloques con los países en que predominaba el capitalismo empresarial privado, el bloque estadounidense, con el que tenía una rivalidad conceptual y armamentista, y un enfrentamiento bélico mundial, la Guerra Fría. En esas circunstancias, no podía hacerse el socialismo en la URSS, pero el nombre del país lo prometía, por lo que sus habitantes esperaron que se cumpliera la promesa que les enseñaban en las escuelas mientras soportaban la explotación del modelo soviético y la confrontación intersistémica con las potencias de gobiernos píos. De allí que se decepcionaran. El socialismo adquirió el sentido de las palabras despreciadas, dejó de entusiasmar, y la mayoría de los soviéticos ni siquiera supo entonces que lo que vivían no era el socialismo sino un cristianismo con capitalismo de estado y un gobierno comunista que intentaba iniciar una transición al socialismo, interrumpida por la caída de la URSS y mal hecha, porque el PCUS no atendió a las razones de los disidentes, que tenían verdades legítimas que no fueron consideradas en el modelo de desarrollo, aparte de que ni las naciones estaban listas ni le fuera permitido por las potencias pías.

El proyecto socialista persiste, porque la humanidad tiene el deseo de vivir felizmente, y entra en crisis ante los factores que le estorban, que son humanos también; y persistirá, aunque no haya garantía de que se cumpla, ya que busca resolver los problemas históricos para hacer realidad el deseo humano bueno reprimido. Lo que pasa es que el socialismo puede contener malas ideas, que llevan a malas prácticas; no es una conceptualización perfecta porque responde violentamente a la violencia dominante. Aunque aparente ser una pálida decirlo, no lo llegaremos a ver cumplido, y tal vez no sea nunca, ya que depende de la práctica humana, que responde a concepciones falsas a las que muchos humanos se aferran neciamente en gran medida. No quieren dejar de ser religiosos, ni terminar al capital, por lo que es previsible una crisis prolongada, crisis durante la que desplegaremos nuestra lucha los socialistas, que somos jugadores, o sea, gays, humanos que pretendemos mejorar para que se puedan cumplir nuestros deseos naturales, que queremos ordenar a la práctica humana para que se pueda disfrutar la vida, o sea, relacionarse afectivamente, sin lograrlo lo que queremos y haciéndolo lo que nos sale, cosa que no quita que haya que criticarnos y corregirnos, ya que no siempre jodemos bien: a veces, con estrategias políticas militaristas, y escolares, dejamos de hacerlo, o lo hacemos contrariadamente, lo que no es motivo de condena pero tiene que ser juzgado, ya que eso implicaría su desarme, y la joda no es lo único que debemos hacer. Este punto, el de la relación entre el juego y la política, es precisable.

Es que la historia humana es muy desastrosa, y desde hace mucho tiempo, desde su inicio, y desde que la civilización incrementó sus poderes ostensiblemente por las técnicas, aumentando el de su brutalidad, lo que es muy nocivo en esta época de barbarie. La técnica es un problema enorme, de los más grandes de la filosofía, pero no es el único, y hay que abordarlo desde el cientificismo, pero a su vez el cientificismo tiene que ser fácil, no recargado de sobra como lo es hoy en día, y social. Lo de Heidegger fue una metafísica de la técnica, o sea, su comprensión poética, mitológica y deshistorizante. No se puede solucionar los problemas aparejados por la técnica desde el planteo de Heidegger porque él llegó a nombrar el tema de estudio pero mal, y no avanzó en sus características históricas, ni en una crítica a las concepciones humanas teístas, menos aún al desarrollismo, según el cual el despliegue de la técnica pía capitalista continúa. Es que la teoría heideggeriana era falsa, era una teoría, una diosería, de un esencialismo piero, como un verso para seducir a las señoritas, reacio a confrontar a su entorno para quedar bien con él, mientras que a los proscritos los mataban en los campos de concentración. Mientras el nazismo y el estalinismo se desplegaban Heidegger estaba hablando del develamiento del ser en la filosofía griega, y ni siquiera lo escribió en términos fácilmente comprensibles, y cargó las culpas en la llamada “tecné provocante”, a la que ni siquiera definió claramente como para que se la pudiera comparar con las técnicas que la humanidad efectivamente empleaba en ese entonces, eso aparte de haber hecho listas negras cuando fue rector de la Universidad de Friburgo. Mucha de la gente que lee a Heidegger no lo entiende, porque es enigmático, y mientras tanto hay un montón de problemas concretos, de la historia contemporánea, a los que no responden. Es que los nazis y los estalinistas, y siempre cada quien cuando prioriza sus ideas malas por encima de los seres concretos que están a su alrededor, pretenden someterlos a sus designios, porque les importa más la concreción de sus ideas que los seres a su alrededor, de lo que hacen daño. La prioridad para guiar la práctica tiene que ser el bienestar de los seres vivos, relativamente hablando, lo que tampoco puede ser en el capitalismo, porque éste los subsume a sus objetivos acumulativos. En el orden capitalista también prima una idea mala, derivada del idealismo teísta, que causa una compulsión empresarial. Es la concepción abstracta fideísta, que es purista y fina de fineza mala, que impone una forma interpretativa de la realidad que se prioriza a sí misma en vez que a los objetos de los que predica. No hace a su idea de la realidad importante, sino de la mezcla entre la religión y la concepción capitalista, y busca transformar a la realidad de acuerdo a su idea, pero, como es mala, el mundo objetivo no le responde como desea, y mientras tanto molesta. Para que la transformación de la realidad según nuestras ideas sea buena la realidad tiene que ser comprendida bien por la humanidad, y hacerse la transformación consensuadamente.

El socialismo científico es la formulación política del proyecto socrático, que, al distinguir la creencia del saber, asentó al materialismo porque para saber hay que atender a los hechos concretos objetivos, lo que, trasladado a la política, lleva al proyecto socialista. De allí que los seguidores de Sócrates tiendan al materialismo, y es probable que éste haya sido retomado por Sócrates de los esclavos griegos, que estuvieron atentos a la resolución de los problemas de la vida concreta, porque eran sirvientes; no obstante lo cual hay desfiguraciones del materialismo hechas por la teología. Y también hay teísmo proletario, a la vez que materialismo propietario. Es la práctica de toda la humanidad la que tiene que ser acertada.


Notas

1. La vida y la obra de Heidegger requieren un análisis completo, no como en este boceto de quien apenas lo leyó, pero basta con saber que fue nazi para invalidarle la tesis. Los heideggerianos debieran ponerlo en cuestión hasta entender bien qué es lo que quizo decir, ya que lo siguen sin haberlo entendido. Me parece que no se lo puede entender, porque el mismo Heidegger se encargó de que su explicación sea críptica: tomaba conceptos a los que definía idealmente, con pocas referencias tangibles, y después les cambiaba el significado, y sin explicar bien lo que querían decir, lo que redunda en que al leerlo hay que estar infiriendo qué acepción utilizó para cada término importante en cada momento, lo que es imposible y torna imposible comprenderlo. Y si me equivoco y hay quienes lo hayan entendido bien, lo reconoceré cuando lo sepa.

2. Los populistas rusos también difundieron las ideas socialistas universitarias entre el campesinado, que a su vez hizo a esas ideas desde su saber común, entremezclado con elementos religiosos e imperiales que lo contrariaron.

3. En lo que también falló el nombre de la URSS fue en proclamar que se trataba de un estado soviético, ya que el poder de los consejos de obreros y campesinos les fue arrebatado por el PCUS. Las naciones de gobiernos píos también tienen falsedades en sus promesas, pero lo que prometen como razón de ser es la salvación del alma luego de la muerte, por lo que sus habitantes obedientes no pretenden que esa promesa les sea cumplida en vida, lo que, aunque hace a una expectativa falsa, no es desmentido por los muertos, que no pueden decir qué pasó con sus almas luego de haber fallecido. Obviamente, hay otras cuestiones a tener en cuenta: las económicas y demás. Lo que el materialismo histórico no reconoce lo suficiente todavía es que las fuerzas religiosas también son materiales. Aunque se basen en la espiritualidad, son concretas: tienen gente, edificios, libros y demás, igual que es concreta la espiritualidad. Los espíritus son imágenes psíquicas que dependen de la sinápsis neuronal, que a su vez se relaciona con el resto del cuerpo y con la sociedad.

Otra cuestión es que tampoco se trató de una unión de repúblicas, ya que al menos la nación rusa no era una república, sino un imperio absolutista, y no sé las demás naciones que compusieron a la URSS.

4. La caracterización de la URSS como un conjunto de estados naciones cristianos con capitalismo de estado debe ser reformulada, ya que requiere ser dilucidada mediante el estudio serio de su historia.