Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Comentarios dispersos sobre Vigilar y Castigar

En Vigilar y castigar, de Michel Foucault, encontré algunos errores. El primero es que Foucault confundió a la verdad con la verosimilitud, es decir, que en su relativismo tomó por verdad a lo que los humanos consideraron que eran las verdades. Fueran las pretendidas verdades de los humanos piadosos, o aquellas solapadas de los “anormales”, para Foucault se trató de una confrontación entre verdades, cuando en realidad las así consideradas verdades eran nada más que las creencias de cada bando, creencias que contenían verdades a la vez que falsedades. Es que al relativismo le falta la confrontación científica de las ideas con la realidad: plantea la búsqueda de la verdad como en un debate retórico, de lo que escribió John Stuart Mill en Sobre la libertad, donde decía que para llegar a la verdad había que reconocer todas las opiniones relativas al tema de discusión, y concluirla tras haberlas analizado, aunque dándole menor importancia también se refería a la necesidad de dar lugar a la experiencia para alcanzarla. Aparte, Foucault, en algunos pasajes retomó a la idea de dios sin ponerla en discusión, lo que hizo partir sus razonamientos con una base falseada, que le impidió concluir en una crítica a la piedad. Más precisamente, en el libro hay una crítica intuitiva a la piedad, que no llega a formularse sistemáticamente, pero que atina a ello.

Tercer punto es que el alma no es sólo una construcción social, sino que es un rasgo de la naturaleza humana. Al igual que los demás seres vivos, los humanos nacemos con alma: es una característica nuestra que es biológica, a la vez que es modelable y modeladora de la sociedad. De allí la necesidad de que las almas sean sanas, lo que requiere de una comprensión social verdadera de la realidad.

En cuarto lugar, el poder no es sólo el poder dominante. En este libro, a diferencia de en sus elaboraciones posteriores de la microfísica del poder, Foucault identificó al poder como aquél de los dominadores, sin reconocer los poderes de los subalternos, el infrapoder, lo que tiene el perjuicio de causar que los dominados no reconozcan que ejercen poderes, lo que les dificulta la política.

Quinto, el libro tiene un problema con los tiempos verbales, que no fueron conjugados correctamente, lo que es un error bastante frecuente en la literatura.

Por último, muchas veces el autor recurrió al uso del término “economía”, así, entrecomillado, para referirse a la racionalidad. Es que no supo distinguir que la modernización que él describió para el sistema penal era un complemento de la racionalización operada por la clase capitalista. En ese sentido, la característica distintiva de la modernización fue la racionalidad pía burguesa, precursora de la capitalista, que no es una racionalidad verdadera del todo, aunque tuviera sus hallazgos científicos. Entender esto sirve para hacer una crítica superadora del iluminismo en vez que para descartarlo, lo que es degradante en ciertos aspectos, ya que el iluminismo contuvo algunas verdades que sirven a la humanidad.


Nota

La crítica al pietismo Foucault la retomó del marqués de Sade, que se equivocó en algunas cosas pero no en ser naturalista ni en criticar al pietismo. Hablo de escritores, porque la crítica oral es el basamento común de la escrita, pero sus rastros son comprobables por deducción, porque las que se hicieron ya no están: quedan sus vestigios nada más.