Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 4 de febrero de 2016

De la frivolidad

Aunque parezca raro, la frivolidad viene de palabra latina “frĭō”, que quiere decir “triturado”, “molido”, y deriva de un término sánscrito referido a la injuria. El sentido de vano, o de fútil, que le damos nosotros hoy en día responde a que acusamos de frívolo a lo que no sirve a nuestros propósitos, como las cosas cuando se rompen; pero, como la gente es psicópata a veces, o no razona bien sus intereses, se desprecia como frívolo a lo que sea, esté o no roto y sin importar si es justo ese desprecio, como tantas veces se hace en las conductas prepotentes. Así llegó a ser que se asociara a la frivolidad con la fiesta, ya que la cultura católica, en sus malos momentos, reprime a la festividad porque no se condice con la solemnidad de su culto; pero lo mismo hicieron los comunistas, y los anarquistas también, porque los fiesteros no quisimos someternos a los imperativos del desarrollismo económico o a los de la seriedad de la política, porque no entendieron que la alegría que da el baile es un aspecto central de la calidad de la vida del que no gozamos lo debido.

En realidad, el modelo de desarrollo que se debiera alcanzar es uno que reduzca la producción de lo necesario para la humanidad a lo mínimo indispensable, para así liberar a las prácticas más agradables, en tanto que sean fáciles, que tendrían que estar presentes también en la producción necesaria; y más aún, se tendría que intercalar a la necesidad con la libertad, para lo que es preciso que se dejen de hacer las cosas prescindibles. De hecho, el objetivo es que las prácticas necesarias para la supervivencia de la especie sean ejecutadas libremente, es decir, levemente, livianamente, ya que la libertad está emparentada con la levedad, para lo que su realización tiene que estar bien repartida, lo que no puede ser si parte de la humanidad se atarea en cosas innecesarias, que además impiden la realización de otras prácticas, sin las cuales se puede vivir bien, pero que son agradables y deseadas.