Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 7 de marzo de 2018

La hegemonía creedora en la retórica política, con conclusión sobre la economía y otras cosas

Que la creencia arrastra a la oratoria política se nota en los debates televisados, en los que hasta los socialistas optaron por el modo creedor para sostener los argumentos. El materialismo debe impugnar al método de la argumentación creyente, porque supone saber sin estar seguro de hacerlo, de lo que se equivoca muchas veces. La creencia es próxima a la opinión, por lo que la opinión pública tiene mucho de crédica, y causa a la mala interpretación social de los asuntos comunes, porque permite el autoengaño de tomar por verdad a lo que son las propias ideas, mal entremezcladas con intereses seudoegoístas, deseos mezquinos, malevolencia, intenciones oscuras, nociones poco elaboradas y así, a la vez que a los fieles se les dificulta más expresar sus cuestiones naturales reprimidas por los cleros, y viven examinándose a sí mismos según los relatos sagrados a los que profesan y que se intersectan con algunas de las ideologías políticas, pero además porque los humanos nos diferenciamos en bandos conceptuales que están en una lucha histórica por la asunción social de la verdad, coextensiva con la de la definición de nuestra práctica, en la cual resalta la de la propiedad económica, que es la más necesaria para la subsistencia. La economía está directamente ligada a la alimentación, la vestimenta y la vivienda, por lo que es bastante agrícola e industrial, así como servicial, pero es incidida por las finanzas y la religión, en una determinación secundaria a las más básicas de las acciones voluntarias. Más natural que la economía es el parto y la lactancia, iniciando la crianza, pero ambas dependen de la provisión de los bienes necesarios para vivir. La economía es posterior a la generación espontánea de los seres vivos. Podría pensarse en una economía vegetal, la de las plantas, si se tomara al territorio ocupado como casa en el sentido de lugar de existencia, el metafórico de la morada. Que la economía es animal es indudable, ya que hasta los insectos se hacen de un lugar para residir. La apropiación es tanto animal como vegetal. Entonces, la vida es precondición de la economía. La economía no es el nivel más bajo de la práctica social humana, ni el de la de ninguna otra especie viviente, sino que se yergue sobre la existencia natural, de generación espontánea. Se combinó materia inerte de casualidad y se formaron las primeras células en el agua. Esa casualidad respondió a un conjunto de causas que no sabemos que respondieran a la intención divina de que se generara la vida.

La respiración es un acto previo a la economía, más fisiológico que voluntario, porque es regulado inconcientemente, pero se la puede controlar según las decisiones individuales.