Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 28 de marzo de 2018

La inflación alta debe ser estructural a la periferia

En los debates periodísticos de Argentina se le da mucha importancia a la inflación alta, pero se trata al tema como si en el resto de los países sometidos a los imperantes hubiera poca inflación. Los países que reciben grandes transferencias de recursos pueden sostener tasas inflacionarias bajas, pero los que los brindan deben tener un problema general para equiparar su moneda a la principal, el dólar, como el yuan en Oriente y en medida menor, de un tercio del intercambio internacional. Habría que investigar si los demás países, los del tercer y del segundo mundos, tuvieron tasas inflacionarias altas, en la modernidad, el medioevo y la antigüedad, durante lo cual el sistema imperialista se transformó hasta ser el que es hoy. Me falta conocimiento de historia inflacionaria. Debe haber habido más inflación crónica en la periferia que en el centro.

La inflación es un modo de extracción del plusvalor desde el sector público al privado, y afecta más al asalariaje y al lumpenproletariado. El sector privado es el capitalista, que ejerce una producción sofisticada fideísticamente, pero superior a la del fideísmo menor, que admira sus fabricaciones y quiere adquirirlas, por lo que se genera la exportación de productos sofisticados desde el centro a la periferia, generándose el déficit fiscal en esta última, agravado por el pago de la deuda de la toma de préstamos. En esas condiciones los precios suben, porque persiguen el nivel de los países más adelantados, cuyos montos son de nivel superior. Así como los centros imperiales predominan geopolíticamente, sus monedas son las más valuadas y los precios de los productos principales, que se administran y fabrican más en ellos, son los más altos. El tema con eso es que algunos de esos productos son malos, o hacen mal, lo que ocasiona que puedan convertirse en malas adquisiciones. De allí que la periferia deba razonar bien sus importaciones, lo que depende principalmente de la crítica popular, porque son los miembros de los pueblos periféricos los que deciden las compras que hacen, o mismo quienes se las exigen a sus gobiernos, lo que los torna reacios a la restricción de las importaciones de los objetos de tecnología de punta, aunque el tema es distinto para el caso de las compras gubernamentales, como las de armamento militar, o mismo para el equipamiento industrial, agrícola y servicial. La frivolidad popular también existe, y es influenciada por el ludismo de los pueblos, que aplica para el consumo masivo, de lo que son reorganizables por lo que tienen de malo. La cuestión es que esa reorganización tiene que ser social. No se la podría manejar desde arriba, lo que precisa de que la compresión humana acerca de la realidad sea exacta.