Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 10 de mayo de 2019

¿Qué promoción del sistema debiera hacerse?

La revolución social implica la transformación del sistema vigente en uno distinto, que también debe ser bueno y que distaría de serlo del todo. Entonces, se la hace a partir de las condiciones en curso, fundadas en el capital. Debe reivindicar al capital para celebrarse a sí misma, pero sólo a sus buenos aspectos, ni vale cualquier reivindicación. La celebración revolucionaria del capitalismo debe proponer su buena deposición para la conformación de un mejor orden, es la única manera, porque el capitalismo también es muy injusto, así como aparejó un desarrollo histórico del género humano, que hace a nuestro presente y que tuvo mucho apoyo proletario, así fuera medio inconciente. Sufrimos por el capital, pero también vivimos, en parte, gracias a él, la lógica de la vida sacrificada, que se corresponde con un sistema fetichista sostenido por mayorías societales, en tanto que grandes grupos humanos adhieren a credos, así como adscribieron al ideario liberal, que es de cientificismo de fe. En tanto que el orden principal prevalezca, la vida será explotadora porque responderá a ideas sagradas, que se correlacionan con la ley, el ejército y las otras instituciones, entre las cuales las empresas, las universidades y la prensa, porque la lógica sagrada prioriza el cumplimiento de los objetivos ritualísticos por sobre las exigencias lascivas de la gente que los sostiene, cosa que se repite en la economía y el resto de los ámbitos sociales. Es una sobredeterminación de origen agrícola, vinculada a la explotación rural, la de los vegetales y animales sometidos mediante las armas de la edad de piedra. Al haber habido las primeras milicias armadas, que usaban piedras, palos, lanzas, arcos y flechas y demás para combatir a otras tribus y animales no humanos, milicias compuestas más por hombres que por mujeres, ya que los hombres fuertes estaban en mejores condiciones para pelear a muerte y debían defender a sus hijas e hijos, las sociedades debieron conformarse en clases, mucho menos diferenciadas que las actuales, en su mayoría de gobierno masculino, habría que precisarlo.

Hasta que toda la sociedad haya asumido el problema de lo sagrado, con la fe y demás vinculaciones, no se podrá procesar bien al tema, por lo que son cuestiones de discusión inevitable. Es un asunto peligroso porque apareja riesgo de muerte y penalizaciones menores, más en algunos países que en otros, por lo que no debe ser de debate mal forzado, a la vez que debe ser social. Es correlativo a la socialización de las empresas porque ambos temas comparten el espacio de controversia política y porque el origen del capital es teísta, la Inglaterra calvinista de 1750, posterior a la reforma liberal de 1688, que instaurara a la monarquía republicana, así como que la acumulación de capitales se dio principalmente con dinero teísta, al menos desde la supremacía mundial estadounidense a partir de 1917, en una concepción que identificó a las ideas sobre los dioses con el bien y el mal, en la que el dólar expresa adhesión al dios del bien, cosa que da cuenta de que se supone que el sistema vigente es bueno, lo que no es tan cierto como se presume.

El comunismo ateo surgió como antítesis al teísmo ecuménico liberal, por lo que exageró su oposición, formulándose como un credo opuesto a la existencia objetiva de los dioses, con sus derivaciones en el resto de la sociedad. De allí que se le dificulte recusarlo bien, porque procede en base a la creencia en la inexistencia divina, con sus réplicas para las prácticas extra-clericales, en las que situarse ante las hipótesis no le es tan fácil como debe serlo, cosa combinada a los percances de la reproducción social en el marco de la crisis mundial y la competencia entre las concepciones. Hace bien en plantear la necesidad del socialismo y del comunismo, pero no las concreta en sus propios terrenos, así como yerra al no convocar a poner en duda al teísmo mediante el agnosticismo común, relativo al conocimiento humano, que es lo único que puede sostenerse con certeza en materia teológica dada la escasez de pruebas suficientes y debidamente socializadas. Como especie no sabemos bien del tema, ya que le damos varias respuestas, algo contrapuestas y algo aniquilantes entre sí, por lo que persiste el debate sin que hayamos admitido bien nuestra ignorancia, como así sus consecuencias. Nos cuesta reprobar las inconsistencias de los libros sagrados demostradas con estudios empíricos, así como la posibilidad de que estén equivocadas algunas de sus hipótesis, cosa que en el ateísmo se repite de distinta manera.