Al pecado se lo piensa como error; se lo compara al tropiezo. Su idea es la de una falta al caminar, pero se refiere a todo tipo de práctica, de forma metonímica, por lo que no es muy fácil de aplicar, ya que fuerza a correlacionar las pérdidas con el traspié, cuestión que habilita a que se las defina de forma arbitraria, llevando a un juicio objetable sobre la conducta. La idea del mal siempre es objetable, incluso la más verdadera, pero en ese caso se la recusa desde posturas falsas.