Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 7 de julio de 2016

De una explotación sufrida por la clase alta

Cuando los niños ingresan en el sistema escolar son sometidos a un esquema idealista, pautado en la legislación estatal, que programa un recorrido educativo durante la niñez y la adolescencia, que continúa en la adultez y que puede durar hasta la muerte de las personas. Este plan rige las actividades de los estudiantes en todas las semanas, porque establece la rutina educativa, que contiene la obligación de asistir a las clases de lunes a viernes, en turnos simples o dobles, y de cumplir con las tareas hogareñas, además de aprobar los exámenes, lo que redunda en que los escolarizados tienen que trabajar para las escuelas más o menos durante todos los días, sin recibir ninguna paga y a veces pagando, aparte de comprar los útiles, uniformes, guardapolvos, manuales y demás: es toda la rutina familiar la que se acopla con la laboral durante el período de actividad productiva, interrumpido por el receso vacacional, porque para que los escolares estudien tienen que tener la ropa limpia y cumplir con los otros requisitos, así como rendir las materias adeudadas antes del reinicio del ciclo lectivo. Así las familias quedan sometidas a un esquema que las pone en falta: tienen que cumplir con un montón de obligaciones para estar en regla, y si no las cumplen las sancionan moralmente o reprueban a sus hijos con las malas notas. Las autoridades escolares no pueden atender siempre a las razones de sus estudiantes y familias, porque hacerlo les demoraría el dictado de las clases y porque la ley prioriza a la enseñanza por sobre la atención social de los problemas personales, por lo que éstos son relegados permanentemente, y ni que hablar de los deseos considerados ilegítimos, lo que es una forma de la mala alienación y de la negación de la subjetividad, cosa que redunda en que los escolarizados acumulan traumas y broncas a los que mantienen contenidos por temor a las reprimendas, pero que existen y que en ocasiones viran hacia patologías más severas. Y esto se refiere a la educación en general. La educación privada, a la que accede la clase alta, es más rigurosa todavía, y además contiene a las patologías derivadas de la opresión religiosa.