Hasta ahora, la crítica a la clase dominante viene remarcando sus faltas, sin hacerlo tanto con sus logros ni con las injusticia que sufriera. Estimarlos debidamente es necesario para deponerla de buen modo. Al progresismo le falta asumir que la injusticia social no se debe sólo a la maldad de la clase dominante, sino también a su contraparte de las clases dominadas.