Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 1 de febrero de 2021

Cada vendedor le pone lo suyo

 Ahora en Argentina hay un debate sobre las causas de la inflación. No se sabe si responde al aumento de los salarios, a la devaluación o a qué. En verdad, cada actor económico que vende, es decir, que le pone precio al producto que transa, aumenta su precio cuando lo aumenta, por lo que, en esas ocasiones, genera inflación de precios, pero eso no implica que todos tengan la misma culpa por la inflación, ya que algunos ganan más de lo que les hace falta, para lo cual venden más caro de lo que debieran, o compran más barato, o una combinación de ambas. Los grandes empresarios primero le pagan a los obreros menos de lo que debieran cobrar, y después, algunas veces, tratan de vender sus productos por más de lo que debieran salir, o sea, que el tema es que las ganancias están algo desmedidas, en algunos por falta y en otros por exceso. El aumento de los sueldos influye en la inflación, pero los sueldos suelen ser de subsistencia, o de vida modesta, mientras que la acumulación compulsiva no lo es, ni tampoco se la reinvierte mucho en la economía más necesaria, porque mucho de las ganancias del gran empresariado va para el ahorro suntuario, los lujos excesivos y la especulación financiera, que no es del todo mala pero sí en gran medida, por las penurias sociales que causa.

 En Argentina el problema está agravado por la remisión de ganancias a las sedes matrices que hacen las empresas trasnacionales y por la fuga de capitales, que se hacen en dólares, como que casi del todo, lo cual hace que el precio del dólar aumente mucho, lo que influye en los demás precios por la vinculación de la economía del país con esta moneda, porque es con la que más se hacen sus transacciones internacionales y en la que más se ahorra, o la segunda si es que se ahorra más en pesos argentinos. Al quererse tanto a los dólares, su precio en pesos aumenta, y por eso el de los productos de consumo común, ya que los grandes empresarios, para comprar dólares con sus ganancias, ante el aumento del dólar suben los precios de los productos que brindan en pesos, de modo de obtener los pesos necesarios para comprar los dólares que quieren, pero también los empresarios que importan bienes en dólares tienen que aumentar el precio de los productos que venden en pesos para compensar el aumento del precio del dólar, al que tienen que comprar para pagar las importaciones, al pagarse las importaciones en dólares, aumento que tracciona en alza a los precios de la economía en pesos. A esto se le suma la escasez de dólares, dada no sólo por las remesas a los grandes imperios, la fuga y el ahorro, sino también por el pago de intereses de la deuda externa y por el de las importaciones, escasez que contribuye al aumento del precio en pesos argentinos de la moneda estadounidense, porque, al haber mucha demanda de dólares y poca oferta, los vendedores de dólares tienen múchos compradores para un bien escaso, por lo que lo venden caro, lo que reimpulsa la inflación general de este país.

 En general, los trabajadores asalariados son los que menos aumentan los precios. Venden su trabajo por un precio bajo, que a veces es mediano y unas pocas caro, según su sofisticación y otras cuestiones. Luego, están los vendedores de bienes terminados, primero los agrícolas, seguidos de los industriales y de los servicios complejos, como los de transporte, comercio, salud, educación, agua, gas, electricidad y demás, en especial los financieros -con un régimen distinto, de cobro impositivo, para los que son potestad de los gobiernos-, dentro de los cuales está la compraventa de dólares. Los dueños de las empresas venden sus productos, es decir, que trabajan en esa venta y en la organización que requiere. La injusticia está en que algunos hombres -mujeres inclusive, aunque con ingresos más pequeños, cuando los tienen, ya que las tareas femeninas son de las más impagas-, cobran menos de lo que debieran y otros más, pero también en los desbalances laborales, que hacen, por ejemplo, que las jornadas laborales sean muy extensas, o que se repartan las responsabilidades de forma despareja, lo que a unos les expone a muchas presiones legales y a otros a menos, todo esto enmarcado en una irracionalidad social extensa. La razón de los miembros de la sociedad decide los precios porque los vendedores le ponen el precio a los productos que ofrecen de acuerdo a las ideas que tengan durante las negociaciones que entablan, ideas que responden a su contexto, es decir, que están influidas por la historia de quienes las detentan.

 El pago, etimológicamente, es la pacificación. "País" es una palabra que designa a un territorio pacificado -al que a veces se le llama "pago"-, en parte, mediante una economía retributiva, lo que explica que las mujeres ganen menos que los varones, porque son las menos fuertes para reclamar los cobros -recuérdese que "varón" viene de "guerrero"-, pero el tema también está influenciado por las tareas de crianza, que no suelen ser pagas, y las domésticas, que lo son pocas veces, cuando se brindan en casas ajenas, lo que hace necesario un buen salario para la suma de ambas. Una consecuencia diferente de este razonamiento es que los pagos dependen de los resultados militares, pero también de la política ordinaria, que se vincula a la presión de la policía y los ejércitos, que disuaden para las negociaciones económicas cuando no atacan directo antes suyo. Cierta mercantilización de los bienes y servicios es necesaria durante la transición al comunismo bien determinado, por lo que hace falta que se la ordene como corresponde.

 Cf. Daniel E. Kovak, "¿Porqué la inflación es tan elevada?", en suplemento Cash de Página 12, Buenos Aires, Grupo Octubre, 24 de enero de 2021.