martes, 2 de febrero de 2021

Los serruchos chicaneros

 ¿Qué es una técnica provocante? Martín Heidegger teorizó sobre unas supuestas terribles consecuencias que tuvo el hecho de que la técnica griega reemplazara a la mitología previa, sin advertir que en verdad una se conjugó con la otra, pero además le puso ese nombre raro de "tekné provocante", sin explicar bien qué quiso decir con eso. ¿Qué quiso decir con que la técnica era provocante? ¿Lo explicó alguna vez? ¿Y lo hizo bien? Me pregunto esto último porque sé que este Heidegger respondió con evasiones a algunas de las preguntas que él mismo hizo, es decir, que hizo las preguntas y después no las contestó como corresponde. Aparentó contestarlas bien, pero sus explicaciones fueron elusivas, por lo menos en ¿Qué significa pensar?. Entonces, con lo de que la técnica se volvió provocante, ¿qué quizo decir? Si usó la palabra "provocante" en el sentido usual, el de las expresiones cizañeras que se dicen para ofender al interlocutor y llevarle a responder enojado, sería imposible que la expresión sea verdadera, porque las técnicas no son seres que discutan, sino habilidades prácticas. Creo que estamos ante un concepto fallido, si no directamente engañoso, usado para fingir un interés por la crítica histórica que él no tuvo, pero tal vez se refiriera a que la filosofía griega, creadora de la técnica de esa cultura, debatió con la filosofía zoroastriana, por lo cual la filosofía griega habría provocado a la persa, pero la filosofía persa también hubo discutido algo mal con otras concepciones, por lo que su retórica, la técnica para la oratoria, también fue provocadora en esa acepción del término, la de la incitación hiriente a responder. En todo caso, la retórica persa antigua, que creó una técnica para la oratoria, también fue provocativa. La filosofía persa debatió, entre otras, con la judía, a la que derrotó militarmente durante el imperio aqueménida, cerca del año 525 a.C. Las ideas zoroastrianas confrontaron con las abrahámicas, pero después, en el 330 a.C., el imperio persa fue conquistado por Alejandro Magno, de la Grecia socrática.

 El tema de la técnica y de las tecnologías es de importancia central para la crítica, pero el enfoque heideggeriano no permite abordarlo bien. Opera como un distractivo, que lleva el debate al terreno de una metafísica desacertada, que se desentiende de la técnica y la tecnología actuales, que deben ser transformadas con urgencia por los males que tienen, para lo cual hay que reconocerlos y proponer las modificaciones, así como hay que dar cuenta de lo bueno de ambas. Ni la técnica ni la tecnología son del todo malas. Hace falta admitirlo para que la crítica que se les haga no sea injusta.

 La crítica de Heidegger a la técnica griega buscó reivindicar la mitología zoroastriana, es decir, que se opuso a la ciencia en nombre de dicha mística. No cuestionó todos los perjuicios de la técnica científica occidental, aún con la falsedad del saber helenístico, sino que se concentró en una supuesta pérdida de autenticidad de cuya consistencia explicó poco, y omitió señalar la rivalidad griega con el paganismo ario, al que sugirió como dueño de la autenticidad verdadera, también en falso, porque después reivindicó el planteo nietzscheano del superhombre, que implica descreer de Ahura Mazda, la figura principal del seudomonoteísmo zoroastriano. En esa reivindicación de Zaratustra, Heidegger fue como el nazismo, partidario de la religión aria, que en la parte más sedentaria de su historia, la de las ciudades constantes, fijas en un mismo lugar por períodos interanuales, fue mitraísta antes que proto-mazdeísta y del mazdeísmo zoroastriano. El emperador persa de nombre Ciro fue mazdeísta, y el mazdeísmo primigenio antecedió al zoroastriano, que es el reformulado por Zaratustra.

  Los primeros arios reconocidos nítidamente son los persas y los vedas, que se establecieron al este del golfo Pérsico y en el norte indio hace en torno de 3.500 años. El primer poblamiento nómade de la zona árabe y pérsica transcurrió en un período histórico muy largo, como de 30 mil años, hace como entre 100 y 70 mil. Entonces, los nombres de los lugares son muy anteriores a los registros escritos conocidos, que tienen menos de 5 mil: empezaron en Egipto o en Sumeria, aunque antes hubo inscripciones que deben haber sucedido a las marcas con piedras y huesos sobre elementos raspables.

 El origen de la cultura aria fue señalado, aunque no es seguro, en las estepas del centro de Asia, al sur de los montes Urales, cuyo nombre suena como "ariales", así como el lago de Aral, localizado en el centro de esa zona, se dice como "arial". Esta hipotética primer zona aria es la de Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán, que terminan en "-án" igual que Irán y Pakistán, ya comprobados como arios. Parece que, cerca del 1.800 a.C., hubo una migración aria desde aquella estepa hasta el río Indo, que le daría el nombre a la India pero queda en Pakistán, que le limita al oeste. Se especula que la cultura aria fue nómade antes que sedentaria, y en un momento de pastoreo, es decir, de nómades que domesticaron animales no humanos. Mucho después de que la migración humana salida de África llegara al sur de los Urales, tras cruzar Arabia y el Cáucaso hace como 80 mil años, se habría conformado ahí la etnia aria, no se sabe desde cuándo -justo por donde está el río Ural, otro de nombre similar al ario-, y después, hace alrededor de 3.800, habría migrado desde ahí hasta el Indo, antes de establecerse en las ciudades fijas del área. Lo que es seguro es que las arias descienden de las negras, ya que toda la humanidad desciende de las negras. Se deben haber blanqueado al alejarse del paralelo ecuatoriano, es decir, al pasar de habitar una zona tropical a otra templada, primero, y después a una fría, antes de retornar hasta el Indo, que es templado. Al proseguir la corriente migratoria paleolítica hasta el sur de la India, que está cerca del Ecuador, esa gente se volvió a ennegrecer, dándose ahí el hecho extraño de las indias negras, que en América no se repite tanto porque el poblamiento de la América ecuatorial, proveniente desde Alaska, es más reciente -uno tiene como 70 y el otro como 12 mil años-, por lo que las generaciones humanas que residen en la América ecuatorial no cambiaron tanto su color de piel por el efecto directo del sol, aunque sí lo hicieran más por mestizarse con los esclavos africanos, pero esto recién a partir del 1492 d.C. La humanidad negra estuvo como 100 mil años por el centro africano, y después, al migrar hacia el norte y hacia el sur, habitó nuevos climas, por lo que la piel le empezó a cambiar, pero los plazos del cambio cutáneo más duradero por acción geográfica son muy largos, aunque menores a los de 100 mil años. Por mestizaje migrante se dan mucho más rápido, pero incluso a éstos le influye, aunque poco, la exposición al sol. Ya en el Nilo la humanidad tiende a ser de piel marrón, y en Arabia de blanca, aunque de pelo oscuro, y más al norte le agrega el pelo rubio y los ojos celestes, aunque no siempre.

 La autencidad que proclamó Heidegger como filosofía verdadera era de la religión zoroastriana, que es indoariana hasta hoy en día. Se da, principalmente, en Irán y en el oeste indio, pero los arios, antes de Zaratustra, tuvieron otras religiones, como el mazdeísmo y el mitraísmo, un politeísmo centrado en el culto al sol que, al perfeccionarse, se transformó en mazdeísta, de lo que viene que la figura de Ahura Mazda, dios principal del mazdeísmo, tenga características solares. No se sabe bien cuándo vivió Zaratustra, pero se calcula que fue entre el 1.300 y el 1.000 a.C. Entonces, para evaluar la filosofía de Heidegger, lo mismo que la de Nietzsche, hay que estudiar al zoroastrismo y reflexionar sobre la idea de que el hombre superior se liberaría con la muerte de dios, un planteo que supone que dios es, o fue, un ser vivo, y que el sometimiento humano sólo es de índole teológico.

 Con la publicación de los Cuadernos negros fueron despejadas algunas de las dudas sobre el nazismo de Heidegger, pero no hay que condenarlo de sobra, ya que al principio de su teorización Heidegger fue un católico laico, y después, cuando fue nazi, lo fue con críticas a su régimen, y una parte importante de la nación alemana también fue nazi, es decir, que reprocharle el nazismo a Heidegger sin hacérselo al resto de los nazis es injusto, tanto como lo es acusar al nazismo sin dar cuenta de las causas externas que lo fomentaron. El nazismo es de lo peor de la filosofía heideggeriana, pero no está presente en toda su obra, sino que se le destacan trazos explícitos, tampoco de manera muy expresa, en algunos pasajes puntuales de la parte posterior a su conversión desde el catolicismo, cerca de 1930, por lo que la filiación nazi de Heidegger queda poco clara en las etapas de su vida posteriores a su renuncia al rectorado de la Universidad de Friburgo, el 21 de abril de 1934, y su subsiguiente desafiliación del partido nazi, además de que puede que el autor se haya replanteado sus malas posturas luego de la caída del imperio alemán, en 1945, pero, en su totalidad, la obra de Heidegger es críptica y confusa, y quizás él nunca se haya arrepentido de todas las atrocidades del nazismo, un tema que quedará para que lo diluciden sus biógrafos. Su trabajo no tiene los términos bien definidos, y se conduce con definiciones arbitrarias, algunas compuestas al antojo, por lo que no es una crítica que permita entender bien la realidad, aunque tenga pasajes, o insinuaciones, que merezcan relevancia, como la alusión a la insensibilidad moderna para algunos temas, a la que definió con expresiones poco claras y desacertadas, más propias de la poesía que de la ciencia, y sin objetar la falsedad de las culturas orientales. Para objetar al cálculo frío de Occidente, se refugió en una filosofía poética muy rebuscada, que no permite resolver los problemas de que trata porque es incomprensible. De allí los debates interminables que hay entre sus intérpretes, que abren temas y subtemas a los que no suelen cerrar, y que ocupan mucho de un tiempo que hace falta para atender cuestiones urgentes. Meterse en su obra es como labrar en tierra estéril: exige mucho trabajo y rinde pocos frutos, pero eso no es tan raro en la historia de la filosofía.

 Así como las demás religiones, el zoroastrismo debe tener distintas vertientes políticas, de derecha a izquierda. El nazismo tuvo un paganismo ario de ultraderecha -la esvástica es de la época mitraísta, antecesora de las dos fases del mazdeísmo, religiones que a su vez existieron relacionándose con sus rivales-, del que puede que Heidegger se haya arrepentido, pero para saberlo hay que averiguarlo, porque tal vez reivindicara al nazismo hasta morir, aunque se desafiliara del partido. Que fuera antisemita no es el problema, ya que se puede ser antisemita de manera respetuosa, pero sí lo es el modo en que lo fue, que buscó la muerte judía en vez que discutir bien con la cultura toráica, que es la del testamento antiguo del cristianismo. De todas formas es un tema al que tendrán que terminar sus biógrafos. Una crítica legítima que se le puede hacer al judaísmo es la de la acumulación desmedida de capitales hecha por gran parte de su clase dominante, que empobreció mucho al pueblo alemán después de la primera guerra mundial, pero ese empobrecimiento se debió no sólo a los grandes ricos judíos, sino a los de todo el mundo, y a la mala usura del bando ganador de esa guerra, que era más protestante que judío, es decir, que el nazismo le echó la culpa a todos los judíos por algo que era responsabilidad de la clase capitalista mundial, aunque no sólo de ella por el apoyo popular que tuvo la acumulación jerárquica del capital, que no fue absoluto y estuvo condicionado por los ejércitos, la prensa y las demás grandes instituciones. Además, está el tema de las broncas acumuladas por el maltrato cotidiano, el llamado "verdugueo", a consecuencia del fetichismo extraeconómico, que es transcultural y que incidió en la violencia nazi, que lo reprodujo de la peor manera que haya habido. Es un tema que no estará bien resuelto hasta que al nazismo se le defina una condena lo suficientemente justa, para lo cual hay que entender bien las causas que lo motivaron a ser tan horrendo. Al nazismo se lo acusa de irracional a la vez que se reprocha el racionalismo extremo de su método de exterminio, como una forma de condenar a la modernidad y a la ciencia, pero, si bien hubo razón, ciencia y modernidad en la política nazi, no fueron unas de buena índole, por lo que no cabe concluir que, por causa del nazismo, haya que renunciar a la modernidad, a la razón y a la ciencia. Nada más hay que honrarlas, ya que no son lo buenas y verdaderas que tienen que ser, y por lo malas que pueden volverse. El problema es que para que la modernidad sea como debe ser la sociedad tiene que haber definido bien al teísmo, porque éste determina la ideología política, para lo cual las nociones sobre los dioses tienen que ser verdaderas.

 Por antisemitismo respetuoso entiendo a la oposición al semitismo, que debe ser relativa, ya que el semitismo tiene buenos aspectos, y justa, porque cada identidad nacional tiene sus faltas.

 Cf. "arios", "Heidegger" y "zoroastrismo" en Wikipedia.